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ACOSADOR

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intro-logo
Blurb

Emma despierta en una pesadilla: su hermana está en coma ¿Quién lo ha provocado? No hay respuestas; así mismo se descubren más de cinco camaras escondidas en su habitación.

Sus únicas pistas son recuerdos difusos que cada día resultan más claros y cartas que su acosar le hace llegar.

Él está presente en su vida, ella tiene que averiguar quién es.

Él no descansará hasta tenerla, ella hasta descubrir su identidad.

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Capítulo 1
—Emma, ¿Qué sucedió? —Las lágrimas salieron por si mismas en mis ojos intentando liberar tensión acumulada dentro de todo mi cuerpo, mis manos no dejaron de temblar, y mis ojos se posaron fijos en la mesa metálica frente a mí. —No lo sé. —Susurré y volví a negar con la cabeza, como ya lo he hecho antes. —No hay nada claro. —Solo intenta calmarte. —Me pidió el oficial Alex, un hombre caucásico y de cabellera corta a camisa blanca y pantalón n***o. No pude respirar, sentí miedo y me sentí de pronto totalmente aturdida, mis ojos apenas pudieron distinguir las cuatro paredes color blanco, y fui vagamente consciente de que estaba en una sala de interrogaciones. Fueron dos oficiales los que vi frente a mí, los mismos que me sacaron de la casa; El pelirrojo, quien había permanecido pálido y silencioso durante todo este tiempo, y el moreno, quien había intentado hacerme hablar y calmarme, las dos cosas al mismo tiempo. Pero no pude. No había nada que decir. —Eso hago —Afirmé desesperada fijando mi vista al espejo de doble vista detrás de los oficiales. Supe inmediatamente que mamá y papá estaban detrás, pero me negué a aceptar que algo tan terrible sucedió como para que yo estuviese ahí. — ¿Viste a alguien entrar cuando te duchabas? —Lo miré fijo. Mi cabeza recordó a una persona diciendo "Escóndete" "Ven conmigo Emma" una persona tomándome del brazo con fuerza alejándome del infierno. Haciéndome dejar a mi hermana sola. —No. —Respondí fríamente. El par de oficiales intercambiaron miradas, dudosos de mi respuesta. Finalmente el moreno, Alex, cerró una carpeta que tenía en manos y me dio una sonrisa que no llegó a sus ojos. —Bien Emma, hablaremos con tus padres un minuto y podrás irte. —Me tomó suavemente del brazo sacándome finalmente de ese lugar asfixiante; miré alrededor aun temblando. Se sentía como cuando despiertas de una borrachera y todo duele, principalmente la cabeza. —Todo está bien. —Afirmó Alex con una sonrisa sombría, había algo detrás de él, de sus ojos y su forma de actuar, pero decidí ignorar en ese momento cualquier cosa que pudiese perturbarme más. —Sí. —Susurré deseando que alguien me dijese realmente que sucedía. Salimos de la habitación en la que estábamos. Mi madre lloraba como niña y mi padre la intentaba calmar. —Hola linda —Dijo mamá, con voz cortada. Sus ojos grandes y asustados se fijaron en mí un poco más, buscando algo. — ¿Sabes dónde estamos? —Pero, ¿Qué clase de pregunta? — ¿Qué es lo que está sucediendo? —Pregunté firmemente al instante, urgiendo una respuesta de una buena vez. Por más que intentaba recordar, todo era borroso. —Quédate aquí hija —Me pidió mi madre y el oficial Alex jaló a mis padres a unos metros de distancia. —Necesitara terapia —Escuché, en lo que para mí fue un susurro —Ella no tuvo nada que ver con lo sucedido. Está asustada y posiblemente tiene estrés postraumático, por lo que su mente bloqueo todo. — ¿Y Sofía? —Susurró mamá. ¿Qué con Sofía? ¿Qué con mi hermana? —Sofía está mal. —Susurró Alex con un tono silencioso y discreto —No tengo manera de decir esto con tacto...Así que solamente se los diré...Ella está en coma, tengo entendido. El silencio duró tanto que no me importó, necesitaba saber que sucedía, y lo necesitaba a en ese momento. En un par de pasos firmes me acerqué y mamá, papá y los oficiales clavaron sus ojos en mí. —Entonces ahora lo que importa es que nos ayuden a proteger a Emma. —Siseó mi padre calmado los sollozos de mamá aun, palmeando su hombro. —Solo encontramos cinco cámaras —Murmuró el oficial —Cuatro de ella estaban en la habitación de Emma. —Dijo ignorando mi presencia — Alguien estaba observando a su hija, en el resto de la casa no se encontró ninguna otro dispositivo de vigilancia. —Tiene que estar bromeando Exclamó papá riendo sin humor, para luego mirarme brevemente. —Estamos casi seguros de que la persona que…—El oficial me miró con cautela, pero finalmente después de aclarar su garganta dijo:—La persona que abusó de Sofía Iba en busca de Emma, en realidad. — ¿Cómo? ¿Por qué? —Preguntó papá frunciendo cada vez más el ceño. Tragué saliva y retrocedí un par de pasos sin saber qué hacer, o qué decir. —Sofía estaba en la habitación de Emma —Hizo una pausa —La gente con problemas mentales, como creemos que el perfil de esta persona posiblemente tiene, a veces se crea su propia realidad, de modo que asumió que Sofía era Emma con sólo estar en su habitación. — ¿Por qué con Emma? —Pidió saber mi madre después de ese largo silencio. Mi corazón estaba saliéndose de mi pecho, y ellos parecían ignorar que yo podía escucharlos, parecía que estaba siendo espectadora de una película de terror, sin ellos darse cuenta de que yo era la protagonista. —Nunca es una respuesta precisa ¿Sabe? —Finalmente habló el oficial pelirrojo que no había abierto la boca desde que me sacaron del patio trasero. —Puede ser la persona de la que todos sospecharon... O simplemente un tipo al que Emma sonrió en la calle. — ¿Y qué culpa tiene mi hija? ¿Qué tiene ella para que alguien este de esa manera por Emma? —Preguntó de nuevo mamá, al borde de un colapso nervioso. —No existe respuesta señora Lacosku. —La sonrisa sin rastro de humor de oficial me provocó mi estremecimiento —Las personas como el que acosa a Emma... son impredecibles. Buscan algo a lo que se puedan aferrar, obviamente debo suponer que Emma es dulce, agradable o cuando mínimo cortés. —Lo es. —Casi aplaudió mi madre en respuesta inmediata asintiendo con la cabeza repetidas veces. —Entonces ese es factor común ¿Entiende? —Le dijo él —La gente como él, suelen ser personas con problemas serios, quizá ignorados en su vida diaria, maltratados por su familia, entonces para ellos que alguien siquiera les diga "hola" es un regalo. — ¿Desde cuándo ser agradable se alargó a ser acosado? —Susurró mi padre entre dientes, obviamente furioso. —No se preocupen por su hija —Reconfortó el oficial Alex esta vez. —Ella estará a salvo. —Gracias —Mi padre tomó del hombro al oficial moreno, del cual desconozco su nombre mirándolo directo a los ojos, la intensidad del momento me hizo casi desvanecerme, pero me sostuve en pie para estar atenta a todo. Sentía que si cerraba los ojos volvería a tener esta extraña sensación de que olvide algo, esta laguna en la memoria. —Para eso estamos. Ahora si gustan, después de llenar un par de formas, pueden irse —Exclamó de la forma más amable el moreno —Serán escoltados hasta su casa. Después de casi una hora de papeleos y parloteos de odio hacia mi acosador, llegamos a casa. Se sentía vacía por alguna razón, tal vez por mi hermana, tal vez por mi miedo. Ese fue mi inicio de vacaciones. 8 Semanas más tarde. —Mierda. —Maldijo mamá en voz baja —Supongo que escuchaste que tu prima Ángela ya está incluida en ese pobre grupo de chicas fotografiadas, ¡La pobre de tu tía tendrá que pagar 100 de los grandes! De un tiempo hasta ahora, poco antes al tiempo en el que Sofía quedó en coma, hay alguien en la red que ha conseguido imágenes de chicas de toda la ciudad desnudas o en ropa interior, y ese, el que consigue las fotos, pide recompensa para no hacerlas públicas. Hasta ahora, dos muchachas de mi preparatoria han salido en la red por no haber conseguido el dinero a tiempo. Es increíble la impotencia y la falta de respeto que tienen ciertas personas. Cosas como esas me parecen imposibles de aceptar. Si pudiera hacer algo al respecto no lo dudaría un segundo. El responsable pagaría las consecuencias por su cobardía. — ¿Bromeas? —Musité y me levanté de la barra junto a la cocina —No puede ser que Ángela se haya tomado fotos desnuda, creí que eso no era lo suyo, o por lo menos no lucía como si lo hiciera —Ay, quería. —Brenda, mi madre sonrió sin humor hacia mí —Es que ella no lo hizo. — ¿Cómo? ¿Cómo pueden extorsionarla sin foto? —Me le acerqué, casi quería burlarme de la situación. —Alguien entró a su casa y puso cámaras en su habitación. —Se encogió en hombros, sentí escalofríos al recordar las cámaras en mi habitación —Mara y Ángela están que no pueden consigo mismas, pero tu primo Marcos está como un bruto en busca del acosador. La palabra "Acosador" me relacionó directamente a mi acosador personal, cosa que termina por enloquecerme como cada día. Tragué saliva intentando alejar los pensamientos y continúe la conversación con mamá. —Vaya vida, cuando creí que no podíamos caer más bajo como sociedad, y me topo con esto. —Murmuré y mordí la manzana que mi madre me extendió. Ella me miró con una mueca, asintiendo de acuerdo conmigo. —Ojalá y Marcos no haga ninguna tontería. —Dicen que fue uno de sus amigos —Me explicó mamá en tono a cuchicheo como si pudiera escucharnos —Se ponen ebrios, se quedan a pasar la noche ahí para no manejar en ese estado, y obviamente cuando Marcos, tu primo, dormía; el tipo ese puso las cámaras en la habitación de tu prima y volvió a su posición de dormir como si nada hubiera pasado — ¿Cómo puede ser posible? —Susurré, —Por lo menos mi acosador no cobra por verme. —No juegues con ese tema señorita. —Me reprendió —Roguemos a Dios que eso no te suceda a ti, querida. — ¿Hablan de lo de Ángela? —Entró mi hermano mayor a la cocina —Que mierda ¿Cierto? Quiero asesinar al cabrón ese que tomo esas fotos. — ¡Basta! Ese vocabulario en mi casa no. —Lo reprendió mamá, y sonreí. —Eso nunca te sucederá a ti hermana —Adam me besó la coronilla —Porque yo te protejo —Me guiñó el ojo. Mi hermano, Adam, un tipo... peculiar, es decir, popular a su modo: le sobran amigos pues es esa clase de personas a las que difícilmente no se les encuentra tema de conversación; Es honesto, leal, inteligente y líder, pero a la vez tiene esas actitudes raras, además de la manera en la que observa a la gente; Sus ojos son color café acompañados de su cabello bien peinado oscuro y tono de piel bronce. —Demonios, se me hizo tarde —Dijo Adam viendo el reloj —No olviden que me gradúo en dos semanas, chicas. —No podríamos —Se burló mi mamá —Llevas hablando de ello durante toda la semana. —Tu hijo será el Abogado del diablo mamá, dame créditos —Frunció el ceño divertidamente provocando mi carcajada —Dame nietos —Pidió mamá, suspirando de forma dramática. Adam ya tiene 24 años, a mi madre le urge un bebé, a mí, personalmente me parece joven en exceso para tener uno, sin embargo supongo que mamá siempre bromea sobre ello. Probablemente mataría a Adam si embarazase a una muchacha. —Creo que mejor me voy —Adam tomó un plátano y nos besó la mejilla a mamá y a mí —tendré hijos cuando Emma tenga novio. O sea nunca. —Que maduro, futuro  abogado del diablo. —Adam me sacó la lengua. Yo, por mi parte, puse los ojos en blanco — ¿Lo ves mamá? Hasta Emma lo acepta. —Sonrió él en medio puchero. —Ya vete —Se burló ella. Adam volvió a despedirse. Éste mismo suspiró cuando me vio de cerca y negó con la cabeza, casi como si no quisiese que yo lo notara. —Con cuidado pequeña. Hablo en serio —Me murmuró al oído. —Igual —Él me observó un par de segundos, y finalmente tomó sus libros y salió con pasos apresurados. —Bien, creo que yo también debería irme —Habló esta vez mi madre. Me besó la mejilla. El claxon del auto de Mara sonó —Anda, sé linda con ellas, lo necesitan. —Sí, nos vemos en la noche —Me di vuelta. Mi madre es una mujer muy nerviosa, cabello castaño, como yo, muy blanca, sus ojos son color café y es delgada. Yo, por mi parte, tengo unos ojos marrones pequeños, no me describiría honestamente como una chica hermosa, pero sé que soy linda, mi cabello casi n***o, largo y rizado, mi altura siempre estuvo entre las más altas, pero de un tiempo a aquí he estado estancada y ahora se supone que soy estatura promedio; mi complexión es delgada. (...) Salí de mi casa, y vi a mi moribunda prima, Angie y a mi molesta tía Mara. —Hola —Saludé en un tono demasiado amable para ser yo. Cuando abrí la puerta del copiloto, ni siquiera me molesté en preguntar del porque hoy Angie se había sentado atrás. —Hola, cada vez te pareces más a tu papá. —Me saludó de beso Mara y Angie solo siguió con su vista fija a la ventana — ¿Cómo están tus hermanas? —Pues Andrea volverá el fin de semana, tengo entendido. El campo no era lo suyo. —Dije sin cuidado. —Creo que ansía volver a la ciudad. –Decidí no mencionar a Sofía en esto, aunque preguntó por ambas. —Y tú eres más campirana, me pregunto qué haces en una ciudad como esta —hizo una mueca cuando entramos en el tráfico de diario. No, no lo dijo por ofender. Ella tiene razón, mis hermanas deberían estar aquí, en este auto, y yo allá en una pequeña hacienda que le pertenece a la familia, pero considerando el hecho de que Angie y yo tenemos 17 y estamos en la misma preparatoria, era lógico que estudiáramos juntas. —Y ¿Sofía? —Preguntó en un intento de sonar casual. Mara me miró fijo a los ojos por lo que la evadí. El semáforo se puso en verde y se vio forzada a volver la vista al tráfico. —Igual —Respondí fríamente, no quiero tocar ese tema, y es que tampoco hay demasiado que decir respecto a una persona en estado vegetal. Los médicos dijeron que podría despertar en cualquier momento, o jamás hacerlo, la idea en ambos casos me angustió. —Fuimos a visitarla... Angie, Marcos y yo. —Dijo ella. —Luce tan linda como siempre. —Angie ¿Terminaste el trabajo que nos puso la maestra Lorena antes de vacaciones? —Giré mi cuerpo para mirar a mi prima, luciendo desolada. —No. Supongo que que lo he olvidado. —Respondió en un tono desanimado y cansado, sin tomarle importancia. La miré y sonreí, temblé un poco al notar unas prominentes ojeras jamás antes vistas en sus ojos. —No te preocupes —Abrí mi mochila negra y saqué el informe de ética sobre la sociedad cibernética. —Emma, no era necesario —Ella murmuró en un tono vagamente cortado. Sé que necesitas apoyo, Prima, sólo acéptalo. Siempre odié tener momentos dramáticos familiares, y realmente no lo hice por otra cosa además de aburrimiento. —Oh, pero sí lo era. —Sonreí —Igual no tenía nada mejor que hacer. —Ya que en todas las vacaciones no me dejaron salir de la casa. El resto del camino se pasó en silencio y honestamente, no esperaba más. ¿Quién puede ser tan cruel como para hacer algo así? La idea de mi acosador se me viene a la cabeza, la verdad no me extrañaría, aunque sería una curiosa posibilidad. —Bien, entonces ¿Vuelvo por ustedes a las dos? —Preguntó mi tía cuando llegamos, sin soltar sus manos del volante. Angie me miró con el ceño fruncido, supongo que lo último que quiera ahora mismo es tener que convivir con cualquier otra persona y retrasar su trayecto a casa. —No, por mí no. —Me apresuré en responder al cabo de unos segundos, sé que mentiré, pero necesitan espacio —Tomaré el bus, tengo una clase extra así que salgo a las cuatro. —Ah, ya veo, ¿Estas segura? —Me dijo en un tono dudoso y áspero. —Sí, iré con una amiga —Volví a mentir, a veces se me da. —Yo le diré a mamá. — ¿Segura?—Repitió, con ambas manos en el volante, lista para irse, pero a la vez preocupada. —Como que Angie y yo sacaremos un 10 con nuestro trabajo de ética. —Eres una muy buena prima y sobrina —Sonreí pero no respondí, ya habíamos llegado a la preparatoria. —Bien —Suspiró —Aquí se quedan. Angie, todo estará bien ¿Sí? —Estoy cansada de escuchar eso de todos. —Dijo ella secamente y salió tomando su mochila blanca, cerró la puerta con un portazo tan fuerte que pudo hacer volar en parvada a los pájaros. —Perdónala, hoy me suplicó no venir pero si la dejaba detendría toda su vida por algo como esto. —Me dijo seriamente. —No ha sido su mejor día, lo sabes ¿Cierto? —Lo comprendo completamente —Sonreí. Dios sabe que lo comprendo más que nadie. —La veo mañana tía. —Hasta luego Emma —Se despidió y salí del auto. Por alguna razón, es para todo el mundo un fetiche conocer a una chica que tiene problemas. En este caso, fue mi turno de ser el centro de atención por tener una hermana en coma y ser la chica a la que acosan. Algunos me miran como si no pudieran hablarme, otros como si quisieran abrazarme, de las dos maneras, es molesto. Con suerte pasaré desapercibida en una o dos semanas. — ¡Por dios Emma! ¡Maldita! —Escuché un chillido detrás de mí, obviamente era nada más y nada menos que — ¡Soy yo! ¡Alisa! —Lo sé Alisa —Murmuré encontrándola, ella me miró frunciendo el ceño, casi nerviosa, casi asustada. —Es que escuché que perdiste la memoria —Me dijo viéndome de pies a cabeza, con una cercanía un poco incomoda. Alisa es mi amiga desde hace dos años, cuando éramos dos chicas de 15 años novatas y carcomidas por el miedo de ser nuevas. Ella me ayudó a no estar sola y yo hice lo mismo por ella, y desde ese entonces nos hicimos inseparables. Ahora Alisa es más linda de lo que era entonces, tiene cabello rubio repartido hasta la cadera en su cuerpo pequeño y bien formado por el gimnasio, ojos celestes y sonrisa de anuncio de pasta dental. —Sólo olvidé lo que sucedió esa noche Ali, no es la gran cosa —Sonreí. —Pues lo he entendido todo mal... —Alisa se quedó mirando al vacilando un momento, y pronto volvió a sonreír. —Bueno, no importa, de todas maneras yo lo siento muchísimo —Me dio sus condolencias de forma energética. —Todo saldrá bien. —Lo sé.... Solo quiero intentar sobrellevarlo ¿Está bien? —Le sonreí —No toquemos este tema por el momento. –Y dije “por el momento”, porque conozco a mi amiga y muere por saberlo todo. —Esta borrado de mi sistema y le romperé la quijada a cualquiera que lo hable —Hizo un puño con su mano amenazadoramente. Como si fuera posible que la pequeña Alisa ganase una pelea. —Gracias. —Le guiñé el ojo. Alisa hizo una mueca e inspeccionó una hoja que tenía sobre su mano derecha. —Mi primera clase es Informática —Dijo el en un tono aburrido y cansado. —Aun no voy por mi horario, ¿Te veo luego? —Le sonreí por lo que ella entrecerró los ojos, como si hubiese dicho una terrible majadería en su contra. —Te acompaño —Yo la detuve con mis brazos. — Claro que no. —Sonreí, porque ella me miró triste. —Tú tienes una clase. Nos vemos luego ¿Vale? —Ella sonrió, aunque su sonrisa no llegó a los ojos, sé que se sintió nerviosa de dejarme sola. —Tienes que aprender a demostrar tus sentimientos, mi querida amiga. —Rodé los ojos y me dirigí a la sala de dirección. Una mujer rubia de aproximadamente 30 años me preguntó mi nombre, me pidió mi matricula y consigo me entregó una papeleta y mi credencial. —Fórmate en la fila de la derecha que esta por ahí —Señaló con su dedo a una larga fila de hormonas. —Ahí tendrás tu horario —Bien—Asentí mirando la larga fila que, gracias a Dios, avanzaba rápido —Pues muchas gracias —Ella me sonrió de forma falsa, debe ser una lata tener que atender tantos adolescentes. —Todo estará bien —Afirmó, hice todo mi esfuerzo para no poner los ojos en blanco. Si me pagaran por cada persona que me dice eso, sería simplemente millonaria y ya habría dejado la preparatoria para vivir en... —Cuidado —Escuché una voz malhumorada dirigirse a mí. Estaba tan metida en mis pensamientos que no me fijé en que llegué a la fila y me topé con un tipo, quienquiera que sea. —Perdón —murmuré este se giró totalmente para mírame. Sus mirada de adolescente odiando su vida cambió por una de lastima y deseé golpearle el rostro. —Oh, eres Emma ¿No? —Yo hice una mueca ansiando decir que no, pero mi imagen salió en los periódicos. Nada más me faltaría que dijeran que olvidé quien soy. —En carne y hueso —Me encogí en hombros ¿Que más me quedaba? ¿Negar mi nombre? Como dije, sería mala idea, de todas formas. —Oh, de verdad lo lamento. —Dijo como si él fuera el responsable de todo lo que sucedió del inicio de las vacaciones a ahora. — Puedes girarte ya. —Pedí al instante, haciendo círculos con mi dedo índice, él me vio sorprendido por mi grosería y se giró al frente de la fila. — ¡Por favor! —Escuché a lo lejos a pasos que se acercaban—Ni siquiera era tu tipo. —Lo sé. Pero me gustaba —Me giré simulando no escuchar conversaciones ajenas, pero tratándose del mismísimo de Jesse Darcy me fue casi imposible quedarme indiferente. No había escuchado de él, solo hasta hace un tiempo en el que su popularidad llegó a la cúspide. Apareció de la nada, casi literalmente, de pronto todos estaban hablando de él, y de su carismática personalidad y absolutamente todo lo relacionado con él. —Mi recomendación es que intentes superarlo. —Lo animó Jesse Darcy. —.Hay personas con problemas más grandes —Escuché su voz fresca y ronca. —Ella me dijo "Vamos Marquitos, admite la enorme diferencia entre tú y Jesse Darcy" —Dijo el tal Marquitos en un intento fallido de una voz femenina –Quiero creer que no se refería a lo que creo. —Perdona, yo no tenía idea de que yo.... —Noté que Jesse sonó ligeramente incómodo. —No es culpa tuya. —Dijo el rubio "Marquitos". —Es mía por presentarte a mi chica. —Oh ¡Cállate! —Jesse le golpeó el brazo —Código de amigos, yo no iba a meterme jamás con ella. Ve a tu clase, iré por mi horario — ¿No te acompaño? —Darcy sonrió con su dentadura perfecta, sentí una energía tan vivaz y positiva que de pronto deseé estar junto a él, mirándolo con sus ojos claros, moviendo ligeramente su cabello bien peinado color chocolate. Tiene suficiente carisma como para que toda una población vote por él. —No. Ve a tu clase —Le dijo —Nos vemos luego. —Sonreí al notar una pequeña similitud en la forma de ser de Jesse y en la mía. Siempre queriendo estar solo, siempre queriendo yo estar sola. —Adiós viejo —Se despidieron y el rubio salió del lugar. Sentí mi respiración agitarse al sentir sus pasos firmes y seguros dirigidos a mí, quise decir, a la fila. Me quedé girando mis dedos nerviosa ansiando que la fila avanzase rápido, pero como siempre, el destino tenía su propia comedia frente a mí, por lo que un niño estúpido y lleno de dudas de primer año se quedó hablando con la organizadora de horarios. Malditos mocosos de nuevo ingreso. —Hola —Escuché una masculina y divertida voz. Jesse Darcy estaba hablándome a mí. Tragué saliva y me giré lentamente. —Hola —Respondí y… Bueno, en resumen hubiera sido mejor que la tierra me hubiese comido y escupido en marte, quizá Plutón. Pude sentir como un calor bochornoso se apoderó de mi rostro y los escalofríos acompañados con una revolución en mi estómago me hicieron sentir agonizar, sin exagerar, obviamente. —Discúlpame un momento —Bajó su teléfono y tapó la bocina con su mano izquierda — ¿Se te ofrece algo? —Mmm... No. Quise decir, yo... —Tartamudeé. ¿Podría ser más humillante? Él hablaba con alguien por teléfono. Demonios. Darcy me miró expectante en espera de respuesta —Creí que...Yo Jesse entrecerró sus ojos brillosos sin comprender, aun con una sonrisa genuina —Olvídalo. —Bien —Él asintió con la cabeza y yo me giré avergonzada esperando y pidiéndole a Dios que la fila corriese rápido o que la tierra me comiera, lo que sucediese primero. —Te hablo luego ¿Sí? Me surgió... un asunto importante. —Su tono de voz siempre parece ser seductor, sombrío y escondiendo algo más. Respira Emma, respira. Tú no eres el asunto. Él simplemente te humilló y sin siquiera intentarlo — ¿Y mis modales?, Soy Jesse —Decidí como favor a mi orgullo no girarme a verlo. Nunca. No de nuevo. —Jesse Darcy, Emma —Sentí escalofríos y mariposas al escuchar que dijo mi nombre. Es natural que lo sepa dado que aparecí en las noticias, pero me hizo sentir como si en sus labios fuera ya algo familiar. —Creo que fue suficientemente humillante girarme a saludarte cuando, de hecho, no hablabas conmigo —Me excusé. Escuché una ligera mofada de su parte, esa clase de risas burlonas que te hacen sentir mal. —No planeas girarte de nuevo ¿cierto? —Me preguntó como si le agradara bastante la idea de que me comportase así con él, sentí su sonrisa sin siquiera tener la necesidad de girarme gracias a su tono de voz. —Ni aunque de eso constase mi vida. —Se quedó en silencio pero sentí el humor en el aire. Sonreí un poco, sentí su sonrisa aunque no la vi. —Eres una pequeña niña orgullosa —Me susurró al oído apoyando suavemente su barbilla entre mi hombro y cuello, sentí toda la sangre drenarse a mi rostro. ¿Seguridad? ¡Acoso s****l! Luego de eso la fila corrió pronto y él no habló conmigo. De hecho siguió con la llamada que yo torpemente interrumpí. —Aquí está, jovencita Lacosku —Tomé mi horario del papel amarillo que me dio y ella detuvo mi mano —Todo irá bien. —Gracias —Respondí irritada y salí con toda rapidez de ahí evadiendo totalmente a Jesse Darcy. Corrí al primer baño que me encontré y me encerré en uno de los cubos. No sé por qué estaba tan exaltada. Inhalé y exhalé profundamente mientras puse mi mano sobre mi pecho. Sentí algo diferente a lo usual al hablar con él. Había algo que ignoré en su manera de conversar conmigo, y mirarme. Miré la hoja de horario "Ética" Exhalé. Por lo menos la primera hora sería algo parecido a “pan comido”. Lavé mi rostro con agua helada. Infiernos. Olvidé que usé mascara para pestañas. Ahora soy oficialmente el mapache más humillado de todo el pueblo. Rodé los ojos y con rapidez me limpié el rostro removiendo cualquier rastro de maquillaje, quedando con los barros al descubierto y unas cuantas ojeras. Me sentí bien así, y más cómoda aunque quizá menos atractiva según quien juzgue la belleza. Al salir con una sonrisa optimista suspiré pensando en que había tocado fondo. No me referí a mi incómodo encuentro con Darcy, sino a mi acosador, a Sofía, a mi prima y todos los problemas vecinos no tan importantes, llegué a la conclusión de que era ese punto de mi vida para arriba, las cosas no podían estar peor y eso sólo significaba que iban a mejorar. Todo eso, toda esa extraña emoción hasta que sentí pasos detrás de mí. Lo primero que se me vino a la cabeza fue que había cuatro cámaras en mi habitación, y que alguien me observaba. Pedí en un ruego silencioso a Dios que necesitaba buenas noticias, que no podía seguir con eso o por lo menos que me ayudase a superar mi cobardía y enfrentar a ese infeliz sin miedo. Me giré ágilmente esperando a mi acosador, pero ¿Adivinen a quien me encontré? —Creí que nunca te volverías hacia mí. –Sonrió de forma maliciosa. —Ni aunque de eso constase tu vida. —Susurró lo siguiente. Tragué saliva y me quedé con la barbilla alta intentando ocultar cualquier expresión de asombro, enamoramiento, o vergüenza. También sentí alivio de que fuese él. —Pues qué tan tonto serás como para creer que era en serio—Murmuré encogiéndome en hombros, para seguir caminando con él a mi lado. —Deberías a aprender algo llamado “tómalo con calma”. —Y así lo haré. —Caminé con toda rapidez, sintiendo a Jesse Darcy caminar detrás de mí, fruncí el ceño cada vez más a punto de explotar. —No tenemos mucha suerte —Dijo él en voz baja — ¡Bueno! ¿Me estas siguiendo? —Puse mis puños sobre mi cadera como una mujer autoritaria, y él sonrió con sus aires de arrogancia. —Tengo clase de ética Emma, si deseabas que yo fuera ese acosador del que todos hablan, sólo me lo hubieras dicho, quizá hasta me lo hubiese considerado. —Murmuró roncamente y chorreando picardía. —Primero las damas. —Gracias —Respondí fríamente, le entregué rápidamente mi horario al profesor y me senté en la primera silla que vi. La clase no se pasó pronto. El maestro en definitiva solo habló de sí mismo, y de su querida esposa, una holandesa rubia. No dejé de ver a Jesse. Es el primer día y ya hizo como 10 amigos. Yo solo me hice amiga de los que están a mí alrededor. — ¡Cállense! —Volteé a ver al profe malhumorado ética —El profesor Salazar tiene un mensaje. —Alcé mi vista y todos lo hicieron consigo. Es un profe joven, muy inseguro de sí mismo, por lo que a cualquiera se le hace fácil burlarse de su nobleza. —Uh. Hola —Dijo algo incómodo —Soy Alan Salazar, su servidor, profesor de literatura griega y este año el coordinador de sociedad de alumnos. Escuché abucheos de todos, en este instituto estar en sociedad de alumnos es definitivamente un s******o social. El pobre profesor de literatura es coordinador este año. Ese profe es la persona con la autoestima más baja de la historia de la literatura griega. Esto solo lo bajara más. —Vengo a invitarlos jóvenes, a entrar a sociedad de alumnos... este año será diferente, en serio será divertido —Hizo una mueca y carraspeó inseguro —Y... Aquí tengo la hoja e inscripción. Todos los quedamos callados, esperando a que algún valiente se dignara a entrar a sociedad de alumnos, pero al parecer todos pensamos igual al respecto. —Vamos muchachos, es su última oportunidad de vivir algo como esto Nos miró a todos —Por favor... este es el último salón que visito.... Solo somos cinco.—Susurró para sí mismo, yo escuché porque estoy en la tercer fila en medio. —Yo lo haré —Alcé mi mano forzosamente. Los ojos del profesor se iluminaron y sonrió de oreja a oreja — ¡Pues bienvenida a sociedad de alumnos! —Me acerqué y tomé la pluma en tinta roja —Es usted muy considerada joven Lacosku. —Es un placer —Escribí mi nombre y mi número en la hoja. Todos me miraron como si fuera este un tabú. El profe Salazar salió y todo se quedó en absoluto silencio. —Eso si es tener valor —Dijo el profesor de ética y todos rieron. —Ja, Ja, Ja —Me reí sarcástica junto con ellos —Es una buena muchachita —Dijo el profesor admitiendo lo terrible de estar en sociedad de alumnos — Vaya a sentarse.

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