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Apocalipsis Zeta - Parte 3: Venganza

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Blurb

Jack y los demás creían que la lucha había acabado, que ya no había peligro humano alguno. Pero no todos los habitantes de La Llama han muerto y los pocos que sobrevivieron vuelven con ansias de venganza, de derrotar a todos los que hicieron de La Llama un infierno. Pero ese no es el único problema, la amenaza de los zombis sigue ahí. La lucha por la supervivencia continúa, ahora más que nunca. ¿Qué bando conseguirá la victoria? ¿Qué nuevos problemas surgirán entre los pocos supervivientes? La lucha por la verdadera naturaleza del ser humano ha comenzado y no todos podrán controlar su humanidad.

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RECUERDOS (I)
{MARY} [Chicago] [Una semana antes de la Gran Infección.] - ¡Papá!- corro a abrir la puerta cuando suena el timbre, con la alegría de verlo de nuevo. Espero que sea él, tiene que ser él. No lo veo desde hace meses. Últimamente está muy ocupado en sus asuntos. Trabaja en el ejército, no sé exactamente en qué, nunca habla sobre su trabajo pero lo que sí sé es que es una persona muy importante y algo está tramando. Abro la puerta y allí está él, tan imponente como siempre. Pese a su aspecto viejo y arrugado, tiene menos años de lo que aparenta, si acaso unos cincuenta y tanto. Tanto trabajar le ha pasado factura. Parece tan duro como siempre, y eso me gusta de él. Mucha gente le teme pero yo no. - ¡Papá!- me lanzo a sus brazos y le doy un gran abrazo, añoraba ese cariño y ese calor de padre que siempre me transmite. - ¡Hija mía! ¡Vaya recibimiento!- me dice dándome un beso en la cabeza-. ¿Dónde está tu madre? - En la cocina seguramente- le sonrío. No ha preguntado por Liam, no querrá verlo. No se llevan muy bien. Liam es el niñito de mamá mientras que yo prefiero a mi padre, que no es tan vulnerable como mi madre. Mis padres no se llevan bien. Puede que ese sea el motivo por el que mi padre casi nunca está en casa, puede que tenga otro amor en otra parte, lo cual me alegraría, se merece a alguien mucho mejor. Mi madre era una buena madre antes de que todo pasara, antes de que la atracaran. Un día, hará unos tres años, mi madre iba tranquilamente por la calle cuando dos gilipollas la cogieron por sorpresa. Le quitaron el bolso con todo lo que tenía dentro, pero eso no fue todo, le pegaron y se la llevaron, la secuestraron. Mi padre avisó a la policía al notar su ausencia. Estuvimos unos días sin mi madre, pero al final la encontraron, magullada, con cardenales por todo el cuerpo. Ella nunca quiere hablar de lo que pasó esos días en la casucha de los dos atracadores pero está claro que no fue nada bueno. Y a partir de ese día ya no volvió a ser la misma. Desde entonces no ha salido de casa ni una sola vez, ni siquiera para las reuniones de padres del colegio. Incluso a sabienda de que sus dos atracadores estaban en la cárcel, ella no ha dado un paso fuera más allá del portal. Según los psicólogos, eso se llama agorafobia. Desde ese día es como si no tuviera madre. Todos los días se lo pasaba desanimada, depresiva. Desde ese momento empezaron las peleas. Mi padre pega a mi madre, lo sé aunque nunca lo haya visto hacerlo. De vez en cuando le veo algún que otro cardenal y casi siempre que mis padres están juntos, acaban a gritos. Pero yo lo entiendo, mi padre quiere que vuelva a ser la de antes, que se centre más en mí y en Liam, sus hijos, y al final ha tenido que recurrir a la violencia. Mi vida se ha vuelto muy dura a partir de ese día. Yo he tenido que encargarme de todo lo que hace una madre: cocinar, planchar, lavar platos, y la lista sigue. He tenido que ocuparme de mi hermano menor, Liam, un año más pequeño que yo. Liam es un niño raro, misterioso, solitario. Habla poco, siempre sumergido en sus pensamientos y en sus propios asuntos. Le gusta pasar desapercibido. Apenas lo conozco. Lo he querido toda mi vida como mi hermano que es pero últimamente se ha ido distanciando de mí y nuestro vínculo se ha ido separando desde que solo pasa tiempo con mi estúpida madre. Últimamente todos se están volviendo raros, algo raro está pasando, lo presiento, pero no sé lo que es. - ¡Violet! ¡Haz las maletas! ¡Nos vamos! ¡Ahora!- grita mi padre dirigiéndose a la cocina. Entrecierro los ojos y enseguida lo sigo a la concina a escondidas, me quedo tras la puerta, escuchando. - ¡Jason! No te había oído llegar... Ha pasado mucho tiempo... - Sí, haz las maletas, vamos, no tenemos tiempo...- dice mi padre en tono urgente. - ¿Pero qué dices? ¿Dónde vamos a ir? Mi hogar está aquí. Ya te he dicho que no pienso salir. - No es por eso, confía en mí. Tenemos que irnos ya. - No hasta que me digas por qué corre tanta prisa- replica mi madre. - ¿Qué sucede?- susurra mi hermano asustándome. - ¿Qué haces aquí? ¡Vuelve a la cueva de tu cuarto!- lo empujo para que se vaya. - Déjame- susurra y se pone a escuchar tras la puerta. Por su culpa me he perdido parte de la comversación. - Está a punto de suceder y tenemos que irnos antes de que corramos peligro- dice mi padre. - ¿En serio esperas que te crea? Eso es ridículo- se ríe mi madre-. No me vas a convencer para salir. - Eres una estúpida. Si quieres quedarte adelante, pero a los niños me los llevo. - ¡¿Qué?! ¡Ni se te ocurra ponerles una mano encima! Entonces se escucha un golpe y noto como Liam empieza a ponerse tenso. - Otra vez no, por favor- susurra a mi lado. - Cállate, idiota- susurro dándole un pisotón en el pie. - ¡Déjame!- se oye el grito de mi madre y sonrío, me gusta que mi padre le dé su merecido por ser una mala madre, por no ser siquiera una madre, por todos estos años que tanto hemos sufrido por su culpa. - Voy a entrar- susurra Liam. - Ni se te ocurra- lo paro con mi brazo de barrera. Está claro que Liam no va a dejar que le hagan daño a su preciosa madre, a la que tanto adora y quiere a pesar de ser una estúpida miedica que teme salir de casa. Vaya pringado de hermano que tengo. Otro golpe, esta vez no ha sido una palmada a algún mueble de la cocina, como antes, sino un golpe a alguien, a mi madre, se ha escuchado perfectamente. - ¡No, por favor! ¡Los niños!- grita mi madre-. ¡Déjam...! Se oyen unos movimientos violentos pero no se escucha más la voz de mi madre. Liam se debate entre si entrar o no. Nunca se ha atrevido a desafiar a mi padre, siempre ha obedecido sus órdenes porque al principio, cuando no lo hacía, se llevaba una paliza de muerte. Mi padre sabe pegar duro y nos lo ha demostrado cada vez que lo hemos desafiado. Al principio lo temía pero poco a poco he llegado a quererlo más que a nadie en esta vida. Lo admiro y quiero llegar a ser como él algún día. Sin embargo, mi hermano le teme más que a nada. Pero se atreve a entrar. Esquiva mi brazo y abre la puerta de par en par lo que me deja a mí también a la vista. Mi padre tiene a mi madre contra ella, tapándole la boca con sus manos mientras ella intenta debatirse para que la suelte. No me da pena, que sufra todo lo que he sufrido todo estos años, haciendo de madre en vez de una adolescente normal de dieciseis años. Mi padre se queda sorprendido al vernos pero no suelta a mi madre. - ¿Estábais espiando?- nos pregunta serio. - ¡Suelta a mamá!- dice Liam con la voz temblorosa. - No sabes en qué lío te has metido, jovencito. Y tú- me mira a mí pero con otra cara, como decepcionado-. No me esperaba esto de ti. - Lo siento- bajo la cabeza pero no digo nada más. Mi madre muerde a mi padre y la sangre empieza a resbalarle por la palma de su mano. - ¡Salid! ¡Corred!- nos grita mi madre cuando mi padre le quita la mano mordida de la boca. Liam niega con la cabeza y da un paso desafiante hacia nuestro padre. - Ni un paso más, jovencito. Ahora mismo vamos a irnos. Nos esperan fuera, vamos a ir a un lugar mejor. Y tú también te vienes- le dice a mi madre. - ¿Dónde vamos?- le pregunto. - Lo verás cuando lleguemos. Ahora caminad hacia la entrada. Nos vamos ya- ordena mi padre. - ¡Pero mis cosas...!- replico. - ¡Nada! ¡Pronto no os servirá nada! ¡Caminad! ¡Ahora!- grita y empezamos a ir hacia la puerta de entrada. Mi padre pega un puñetazo a mi madre en la cara para que deje de moverse y Liam, tras escuchar el grito de mi madre, se vuelve y se dirige a mi padre. - ¡Déjala!- le grita. - ¡Sigue caminando!- le grita pero Liam se queda parado como una piedra. - ¡Hazlo o la estrangulo ahora mismo!- grita mi padre. Nunca lo había visto así, tan loco, tan desesperado. Liam aprieta los dientes y sigue caminando, a mi lado. Me doy cuenta de que está llorando en silencio, por no poder hacer nada, por sentirse impotente. Llegamos a la puerta y estoy a punto de abrirla. - ¡Espera! ¡Yo salgo primero!- me para mi padre y se acerca a la puerta inmovilizando a mi madre. - ¡No!- grita ella-. ¡No puedo salir! ¡No puedo! ¡No! ¡No, por favor! Mi padre abre la puerta y creo que es la primera vez que mi madre ve la luz del sol después de tres años encerrada en su propia cárcel, su casa, nuestra casa. Cuando mi padre está a punto de empujarla fuera, ella le da un codazo en el cuello a mi padre y se mueve liberándose de él. Echa a correr hacia las escaleras, sube corriendo hacia su cuarto y se oye el golpe de la puerta cerrándose de golpe. - Será puta...- susurra mi padre-. ¡Ustedes dos, quedaos aquí y no os mováis! Mary- me susurra acercándose a mí- sé que puedo confiar en ti así que vigila a tu irresponsable hermano, que no salga ni haga ninguna locura. - Entendido- asiento y miro de reojo a Liam, que nos mira con ojos entrecerrados. Mi padre sube las escaleras y Liam hace ademán de seguirle, seguramente para asegurarse de que no le hace daño a nuestra madre. - No- le digo parándolo por el brazo-. Ya has oído a padre, te quedas aquí. ¿Entendido? - Suéltame- dice él liberándose de mi agarre pero no por mucho tiempo, vuelvo a agarrarlo por los brazos. He estado yendo al gimnasio así que tengo más fuerza que él, aunque no mucha más. Se debate intentado soltarse pero no lo consigue. - Mary... suéltame... joder... déjame- grita entre lágrimas moviéndose para liberarse. - No, hermanito, no- susurro con una sonrisa juguetona. - ¡¿Te diviertes?! ¡¿Te divierte ver cómo le pegan a mamá?!- grita. - Se lo merece- le susurro divertida. - Puta. Eres una puta sin sentimientos. Es nuestra madre. Nadie se merece eso por muy mala madre que sea. - Claro que sí se lo merece. Tú no has tenido que hacer de madre todo este tiempo. - ¿Cómo puedes ser tan mala? Eres igual que él. - ¿Quién, padre? - No es mi padre- susurra odioso. - Sí que lo es y no puedes hacer nada contra él. - ¿Qué sabrás tú?- dice furioso, desistiendo de intentar escaparse. - Eres un puto desgraciado. Tienes los brazos flácidos, hasta yo soy más fuerte- me río-. Nunca has tenido novia, no tienes amigos, no tienes vida. Y eres un cobarde. ¿Sigo? Liam aprieta los puños, vuelve su cara hacia mí y me escupe en la cara. - ¡Puaj!- grito de asco limpiándome el esputo de la cara mientras Liam se escapa y corre escaleras arriba. Se oye un golpe, mi madre había echado el cerrojo de la habitación y mi padre ha derribado la puerta. Persigo a Liam escaleras arriba. Cuando llego a la habitación de mi madre, mi padre está echado sobre mi madre, golpeándola, lleno de furia. Debería pensar que se está pasando, entristecerme por mi madre pero no puedo, disfruto viendo la escena. Liam corre hacia mi padre e intenta separarlo, empujándolo. Y lo consigue. Por poco tiempo. Mi madre sale de la cama mientras mi padre va de nuevo hacia ella, con una navaja que habrá sacado del bolsillo en la mano. Mi madre se pega a una pared, llorando e indefensa, cansada y magullada. Tiene peor aspecto que aquella vez que le atacaron. Liam se interpone entre mis padres. - ¡No! - ¡Apártate o te haré daño a ti también!- le grita mi padre. - ¡Vete, Liam, huye! ¡No te preocupes por mí!- le grita mi madre asustada. Mi padre se da cuenta de mi presencia en la entrada y me mira un momento. - ¡Mary, ayúdame!- me pide y lo hago. Voy hacia Liam y lo aparto de allí pero él se debate para proteger a su madre. Le pego para que se quede quieto. No es la primera vez que le pego. Siempre que paso por su lado se lleva un golpe de hombro, y muchas veces terminamos peleándonos y obviamente siempre gano yo. - Mary...- susurra la voz decepcionada de mi madre-. No le hagas daño... Hija... - ¡No me llames hija! ¡No soy tu hija!- le grito volviéndome hacia ella y olvidándome de mi hermano por un momento, momento que aprovecha para escapar. Mi padre está a centímetros de mi madre preparado para a****r con la navaja en la mano pero Liam lo empuja y entonces mi padre se enzarza en una pelea con él. Mi padre lo empuja, le da un puñetazo en la mandíbula pero Liam no cede y sigue sin dejar que se acerque a mi madre. Mi madre grita cuando mi padre le pega a Liam. Si hay algo que le duela más que le peguen a ella misma, es que le hagan daño a su hijo favorito. - ¡Tú lo has querido!- grita mi padre y entonces su mano se dirige a la cabeza de Liam. La navaja le deja una marca sangrienta oblicua que va desde una ceja a un labio. Liam grita de dolor, se lleva las manos a la cara, mi padre le pega un puñetazo y lo deja inconsciente en el suelo. Grito sin poder evitarlo. A pesar de todo, es mi hermano, él no me ha hecho nada malo y no quiero su muerte. Cojo una toalla del cuarto de baño de la habitación y se la pongo sobre su cara, apretando en la herida para que deje de sangrar. Mientras tanto, veo de reojo cómo mi padre apuñala a mi madre en el pecho repetidas veces. Sus gritos agónicos inunda la casa. Pero no siento pena. Y entonces me doy cuenta de que no tenía ni un ápice de cariño hacia mi madre. Liam grita, creía que estaba inconsciente pero está despierto aunque no tiene fuerzas y menos ahora que ya sabe que su madre va a morir y no puede hacer nada. Poco a poco, la vida de mi madre se desvanece. - ¡Vamos, antes de que empiece!- dice urgente mi padre limpiándose la sangre de mi madre en sus pantalones. Mi padre baja al piso inferior y yo le sigo, arrastrando a Liam. Se me escapa y se arrodilla llorando al lado de su madre, abrazándola entre lágrimas y gritos de sufrimiento. - ¡Vamos! ¡No me hagáis subir!- grita mi padre desde abajo. Intento separarlo de mi madre pero es imposible, está agarrado como una pulga. Entonces mi madre abre los ojos. Pero no son sus mismos ojos. Son distintos. Más claros. Más demacrados. Me fijo mejor y veo que está muy pálida, tirando a un tono grisáceo. - Ma... ¿mamá?- susurra Liam incrédulo, separándose un poco de ella. - ¡Aaarggh!- gruñe. - ¡Vamos! ¡Va a morir!- le grito a Liam. - ¡No! ¡Está viva! ¡Aún puede vi...! Mi madre castañea los dientes y gruñe. Liam ve algo raro en ella y se separa a tiempo de que se abalance sobre él. Sale corriendo, totalmente asustado y yo le sigo, igual de aterrada. Mi madre nos sigue alzando las manos y caminando a pasos lentos pero firmes. Llegamos abajo y mi padre se queda con la boca abierta al ver a mi madre. - Oh, no... Ya ha empezado... ¡Vamos! ¡Corred!- grita. Mi madre se cae rodando por las escaleras y llega al piso de abajo y después de todo, sigue viva y viene a por nosotros. Ya no es mi madre, es otra cosa rara. Debería estar muerta. Y no lo está. Salimos corriendo de casa y mi padre cierra la puerta cuando todos estamos fuera, justo antes de que mi madre, o lo que es ahora, llegue a nosotros. Definitivamente no es mi madre, ella no saldría de casa por muy enferma y loca que estuviera y ahora quiere salir, estaba a punto de hacerlo. Todo por perseguirnos. Fuera, yo y el incrédulo y pálido Liam andamos unas calles siguiendo a padre. En una zona nos espera un helicóptero. Jamás había montado en uno y me muero de ganas por hacerlo y viajar lejos de este lugar, de esa impactante escena que acaba de ocurrir en mi casa. Después de esto, no volveré a ser la misma, no totalmente, me volveré más dura, más fuerte, más violenta, más ambiciosa, una asesina. Más tarde nos enteramos de que mi madre fue la causa, el zeta cero, que propagó la infección por Chicago. Volamos en dirección a un fuerte que según mi padre se llama "La Llama" en honor a nuestro apellido, "Fire". Padre nos cuenta todo por el camino, todo lo que está a punto de pasar. Es increíble pero cierto, un apocalipsis zombi, quién se lo hubiera imaginado. Es una locura pero es real. Padre nos cuenta que él ha estado trabajando en este proyecto de La Llama desde que obtuvo cierta información acerca de lo que iba a pasar. Ha ayudado a construir el fuerte que según él es seguro y a prueba de zombis. Liam no ha dicho ninguna palabra, está triste y enfadado por la muerte de madre pero yo no he parado de preguntarle a mi padre acerca de todo. Él planea que La Llama se convierta en una comunidad de supervivientes, él mismo la gobernará pues es el que más ha aportado al proyecto. Creará un gobierno con sus propias reglas y nosotros seremos sus ayudantes. Liam también, aunque ahora mismo no quiera saber nada del asesino de madre. Una vez que llegamos me quedo asombrada ante tal edificio. Las paredes de hormigón confirman la seguridad de la que hablaba mi padre. Cuando entramos, me sorprende ver que ya hay gente aunque no mucha. Gente de todas las razas y sitios del mundo, la gente más privilegiada según mi padre. Me instalo en una habitación privada, al lado de la de mi padre, con Liam en mi misma habitación. Mi padre quiere que lo tenga vigilado. Enseguida me pongo a dormir. Al día siguiente, me entero que Liam intentó escaparse anoche pero un guardia lo pilló. Por lo visto este sitio está bien vigilado. Mi padre lo regañó y le dió una buena paliza. Me aseguró que ya no tenía que preocuparme por él, que ya no desafiaría más sus órdenes aunque no me dijo qué le hizo exactamente para que se volviera tan obediente de repente. Lo único que supe es que le había puesto un agarre en el tobillo y ahora lo tenía totalmente controlado. Las semanas pasaron y cada vez más gente, más supervivientes, ocupaban La Llama. La infección se extendía por todo el mundo y solo llegaban los supervivientes más cercanos. Pero no paraban de llegar y pronto La Llama no podría contener a más de ellos pero no por eso iban a dejar de dar cobijo a más supervivientes. Mi padre desarrolló un entretenimiento para eliminar a los más débiles y hacer disfrutar a la gente de confianza que cada vez se aburrían y se alteraban más. Lo llamaban "Los Juegos Mortales", aunque yo lo llamaba muerte asegurada porque todos iban a morir sí o sí. Mis padres destinaba a ese destino a los que veía más débil o a los que les creaba desconfianza. Y un día empezaron las notas de "Tú eres el siguiente" de alguien que quería avisar a los demás de lo que iba a pasar. Mi padre nunca encontró al culpable. Mi padre era el que más poder tenía en el fuerte y poco a poco, fue desarrollando una dictadura. Nadie se atrevía a contradecirle. Él tenía todo el poder, él era el gobernador, el jefe, el director de La Llama. Pronto la gente empezó a temerlo. Mi padre empezó a ocultarse de los demás, dedicándose a vigilar todo lo que pasaba en el fuerte, mediante las cámaras de vigilancia, para así también crear más temor y respeto entre los residentes, los rumores incrementaban su autoridad. Pasó un mes y medio, padre nos contrató a mí y a Liam como espías de los nuevos supervivientes que llegaban, de los que menos confiaban. Un día llegó un grupo que según los psicólogos del fuerte, que se ocupaban de entrevistarlos para entregarle un trabajo, era peligroso, aunque la mayoría fueran simples adolescentes. No fuimos sus únicos espías pero mi padre nos contrató para vigilar a ese grupo en especial. Lo primero era pasar a nuestro lado al más mayor, el más peligroso, Larry. Los guardias se ocuparon de eso. Yo y Liam nos ocupamos de los más jóvenes. Los espié muy de cerca. Me hice amiga de la que parecía más dura, Rachel. La primera vez que la vi estaba llorando y parecía una cría débil y llorica pero pronto comprendí que no era así. Mi padre advirtió que Larry no era el peor, lo era Rachel. Empezó a gustarle su actitud, hablaba de ella como una diosa guerrera, la adoraba y yo eso no lo podía permitir, yo soy su niña, su hijita, no ella. Mandamos a su estúpido primo a la muerte asegurada pero su prima no pudo quedarse quieta y ella y sus amiguitos tuvieron que estropearlo todo. Y para colmo, Liam estaba de su parte. Mi hermano, de parte de una asquerosa que se cree mejor que yo. Odiaba que estuviera enamorado de Rachel. Se lo dije a mi padre pero él no le hizo nada, le dio total libertad de estar con ella, solo le advirtió de que no le contara nada de lo que estaba pasando realmente en La Llama ni de su familia, le dijo que mintiera y lo hizo muy bien. Hasta que nos pilló y lo fastidió todo. Se largaron con lo que querían, a Jack. Pero se dejaron algo... Maya y Roxanne eran las rehenes perfectas. Sabía de sobra el amor que les tenían Jack y Rachel así que les tendí una trampa y los envíe de vuelta. Rachel creía que quería a Jack, y en efecto así era, pero más que a él, la quería a ella. Quería ver sufrir a Rachel. Pero de nuevo, se salió con la suya. Y de qué modo. A qué precio. Mi padre advirtió, por las cámaras de seguridad, lo que iba a pasar y reunió en un escondite a las personas que él consideraba más importantes, a todos los que pudo salvar, a todos los que les fueran útiles, incluida yo. Nos escondimos en una habitación sin ventilación, sin resquicios, totalmente aislada del resto del fuerte, construida especialmente para situaciones como aquella. El gas no nos afectó. Salimos una vez que estuvo dispersado. Éramos cerca de ochenta personas en una gran habitación. Ochenta contra todos esos miles de zombis que habían quedado como restos del gas mortal. Pero pudimos con ellos. Poco a poco, ala por ala, y con un poco de tiempo, con paciencia. Hubo pérdidas. Al final solo quedamos unos cincuenta y tantos. No matamos a todos los zetas, ni siquiera a la mitad. Los encerramos en algunas habitaciones seguras, que ni el empuje de miles de zetas podía liberarlos. Los guardamos para una ocasión especial. Mi padre rastreó la cadena que tenía Liam en el tobillo y encontramos su localización. Mercury. Reunimos unos cuantos guardias y los mandamos a capturar a Rachel. La queríamos a ella, a Rachel, específicamente a ella.  Y ahora la tenemos.  La tengo.  No para matarla.  Para convertirla en una de nosotros.

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