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Atracción

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Blurb

Tras la muerte de su abuela, Daphne Morales, una chica de treinta años decide cambiar su vida por completo.

Ser enfermera era su sueño pero su abuela no quiso que viese sangre a diario. Se matriculó en un módulo de enfermería y comenzó a trabajar en un pub nocturno para poder compaginar estudios y trabajo.

Todo iba encauzado hasta que conoce a ese desconocido del parking de mirada penetrante.

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Caítulo 1
Hoy comienza mi nueva vida. Una vida nueva en la que voy a valorarme y a sacarme todo el partido posible. Mi nombre es Daphne Morales, tengo treinta años y me dedico a la peluquería y estética, aunque es algo que no me gusta demasiado. Tuve que estudiar esa profesión porque a mi abuela no quería verme rodeada de sangre pues yo había elegido ser matrona. Así que agaché mi cabeza y terminé los estudios que ella quería. Toda mi ilusión era ayudar a otras mujeres a traer a este mundo esos pequeños bebés tan monos a los que das todo tu amor incondicional desde un principio sin importar nada. Ver a esas mujeres con sus pequeños retoños en las manos era mi mayor ilusión y satisfacción a lo que yo aspiraba en esos instantes. Pero todo eso cambió el día que mi abuela falleció. Fue totalmente inesperado. De la noche a la mañana le dio un trombo y falleció a las pocas horas en el hospital. Tas la muerte de mi abuela mi vida se derrumbó. Mi mundo se volvió gris y ya no quería ir a trabajar. No me satisfacía atender señoras criticonas que no valoraban mi trabajo. Llamé a mi jefa Lola tras el funeral para pedirle que me preparase el finiquito puesto que ya no pensaba volver a trabajar para ella nunca más. Después de firmar ese finiquito y de liberarme del trabajo tan poco gratificante me tome un par de semanas de relax para poder llorar tranquilamente la pérdida tan grande que acababa de sufrir. Tras el funeral decidí dejarlo todo. No soportaba a mi jefa Lola, una mujer bastante exagerada en gustos y con aires de prepotencia bastante desorbitados que me hacían revolver las tripas. En esas semanas decidí que era momento de retomar mis estudios de enfermería, al fin y al cabo, era lo que realmente me gustaba y algo a lo que estaba dispuesta a realizar sí o sí. También decidí trabajar en un bar por las noches para poder mantener mis estudios. Así que descolgué el teléfono y marqué. - Martha. - Hola Daphne. - ¿Sigues necesitando ayuda en el Clover´s? - El pub en el que Martha trabajaba algunas noches. - ¡Claro! ¿y ese cambio de actitud? - Quiero retomar los estudios y con la peluquería me es imposible, además me despedí. - Te vendrá bien cambiar de ambiente, ya lo verás. Justo cambiar de ambiente totalmente era lo que necesitaba. Si, definitivamente necesitaba dejar atrás el mundo de la peluquería y la estética y dedicarme a algo que realmente me motivase y no me hiciese sentir que era una perdedora. - Pues sí Martha, es hora de un cambio. Hora de disfrutar de mi vida. - Suspiro aliviada de soltarlo en voz alta. - No puedo continuar en un trabajo que no me satisface. - Pues pequeña, ahora es tu momento. ¡Disfruta cada minuto! - Eso es lo que estoy deseosa de hacer. - Te aviso para ver cuando empiezas. - Genial Martha, muchas gracias. - Le envío un beso sonoro a través del teléfono. - Ya verás, va a ser genial. Un beso a ti también. Por el megáfono escucho mi apellido, es mi turno de entregar los papeles en la secretaría del instituto. Si, realmente me había tomado en serio el cambiar por completo toda mi vida. El instituto era muy grande pero no me costó llegar a la secretaría. De hecho, no me costó prácticamente nada puesto que apenas había cambiado desde que estudié la ESO ahí. Recuerdo mis años de estudiante cuando apenas tenía tan solo dieciséis años. La cafetería, las horas en las que me escapaba de clase para tomar el sol en el jardín... no había cambiado prácticamente nada salvo que en vez de ser un instituto con su bachillerato ahora era un instituto para módulos de Formación Profesional. Los profesores también eran totalmente distintos, supongo que los que daban bachillerato ya no podían ejercer ahí. En cuanto terminé de entregar los papeles para la admisión Martha me estaba esperando en la puerta del instituto. - ¡Daphne! - Me grita moviendo la mano para que me acerque. - Hable con el jefe. - Dando saltitos como si de una niña pequeña se tratase. - Empiezas esta noche. - ¿Esta noche?, bien. - ¿Y ves a esos policías de ahí? Me empiezo a reír por lo bajito disimuladamente. Martha tiene obsesión por los uniformes. Cuando levanto la mirada me encuentro varios pares de ojos con uniformes mirándonos fijamente. - ¡Joder Martha! - Son guapos ¿verdad?. Martha no sabe cómo descifrar mi cara, solo sabe que en esos momentos no podía apartar la mirada de esos chicos con uniformes, parecían ángeles esculpidos a cincel. - Muy buenas señoritas - sí, fornidos y con voces muy atractivas. - Esta noche iremos al Clover´s cuando terminemos de trabajar – Martha babeaba mientras paseaba su mirada de uno a otro. - Esperamos sean ustedes nuestras camareras. Lo que me faltaba ¡Joder! Mi primer día de camarera y con esos hombretones de clientes. Martha hablaba con ellos mientras yo observaba con atención la escena. Por lo visto Martha los conocía bien, seguro que eran clientes habituales del Clover´s. Observé con atención y ví como mi amiga les hacía ojitos a todos y cada uno de ellos. De vez en cuando me miraban a mí, pero estaba claro que no teníamos esa conexión que existía entre Martha y ellos. - Vamos Daphne, estos agentes tienen que seguir con su trabajo. - Si, perdona estaba distraída. - Están buenos ¿verdad? - Martha se reía mientras me sacudía para que volviese a la realidad. Nos dirigíamos hacia su coche cuando en ese momento el asa de mi bolso se rompe y todo queda desperdigado por el parking del instituto. ¡Genial! ¿Qué más podría pasarme en un mismo día? - ¿Te ayudo? - Un chico alto se acercó al ver la escena del parking. Intenté articular palabra, pero no salía ninguna. Con un resoplido se agachó a ayudarme a recoger todas las cosas. Por primera vez nuestros ojos se encontraron fijamente. Cuando terminamos de recoger todos mis enseres nos incorporamos y me tendió de vuelta mi bolso, miro a Martha que está aguantando su risa mientras observa la escena que acabo de montar. - Muchas gracias. - Le digo educadamente al desconocido. - No hay de que. Deberías tener más cuidado la próxima vez. - Mi cara se vuelve roja por la vergüenza. - Nos vamos Martha. - Me sentó mal el comentario y agarro a mi amiga del brazo dirigiéndola a su coche. - ¡Vaya prepotente! - Miro a Martha y veo que le está sonriendo mientras le dice adiós con la mano. - Ha sido todo un caballero. - Pongo los ojos en blanco. - ¡Es un chulo! - Te equivocas. Él es buen tío. No sé por qué, pero me da la sensación que Martha también conoce a este prepotente. - ¡Vamos! Arranca antes de que acabes babeando tras este chico también. Durante el trayecto a casa no puedo decir que hiciese mucho caso a lo que me estaba contando Martha. Mi cerebro se había fundido y no paraba de pensar en el prepotente del parking. La verdad es que era bastante guapo, moreno, alto, con unos ojos negros que te taladraban el alma. Menos mal que no tendría que volver a verle. Me moriría de vergüenza de ser así tras el incidente del parking. - ¡Daphne vuelve a la tierra! - Si, perdona Martha. - Respondo a mi amiga que acaba de sacarme de mis mundos de Yupi. - Esta noche se puntual en el Clover´s ¿vale? - Si, tranquila. - Estás ida, ¿te gustó el chico del parking? - Martha comienza a reir como loca. - ¡Que dices! ¿Estás loca? - Creo que no se me da bien mentir – Es un chulo y un prepotente. Menos mal que no voy a tener que lidiar más con él. - Martha vuelve a reírse. - ¿Qué me dices de los policías que viste a la salida del instituto? Creo que voy a tirarle ficha a alguno de ellos. - Madre mía, creo que esta chica está fatal de la cabeza. Su obsesión por los uniformes empieza a preocuparme. - Te deseo la mejor de las suertes. - A Martha le vale cualquier hombre sexy y con cuerpazo pero que le voy hacer si no tiene remedio. - Ponte guapa esta noche. Mejor, ponte sexy esta noche. - Ana me deja en casa, arranca y se marcha. Me quedo quieta en la acera viendo cómo se aleja mientras me suena un mensaje en el móvil. - Espero no haberte incomodado en el parking. - Mi cara de asombro lo dice todo. ¿Cómo demonios ha conseguido mi teléfono? ¿Quién se cree? - ¿Cómo has conseguido mi teléfono? - respondo de manera brusca y sin modales. Donde las dan las toman. No tiene ni idea de con quien se está metiendo. - Espero que me disculpes y que no te siente mal pero no me ha sido muy difícil averiguarlo. - Realmente me halaga que se haya tomado las molestias. Decido no responder al mensaje, solo lo ignoro y entro en casa. - Daphne ¿puedes responder? No voy a entrar al trapo, no le voy a dar el gusto de humillarme de nuevo. Tan pronto entro en casa pongo el teléfono en silencio, no voy a permitir que nadie altere la paz que ando buscando en mi nueva vida. En el salón me espera mi compañera de piso Yolanda y me siento a su lado. - ¿Te pasa algo Daphne? - Nada Yoly. - Trato de mentir disimuladamente. - Simplemente un día raro. - ¿Necesitas hablar? - No te preocupes, pero si preparas una de tus infusiones seguro que cojo fuerzas. - Ok, sin problema. - Se levanta y va hacia la cocina a preparar uno de sus mejunjes. Mientras Yoly prepara su infusión mágica no paro de pensar en el extraño del parking ¿Cómo habrá conseguido mi número? Martha no ha tocado el móvil en todo el rato y estoy segura que le conoce. - ¡Que susto! - Bienvenida de nuevo – Yoly se estaba partiendo de risa. - Vamos, desembucha. - Un chico en el parking del instituto. - Pongo los ojos en blanco. - ¿Tengo que pegarle? - Me dice mientras se sienta a mi lado. - No, ya le dí yo su merecido. - Le doy un sorbo a la infusión. - ¿Qué te hizo? - Fue muy prepotente y nada considerado. - Seguro que estás sacando las cosas de contexto y que no fue para tanto. - Si que fue para tanto. - Esto es increíble. - Se rompió mi bolso y me dijo sin más que tuviese más cuidado la próxima vez. - Un comentario muy fuera de lugar. - Y después no sé cómo ha conseguido mi teléfono y ha tenido el valor de escribirme. - Bueno parece ser que si ha sido para tanto. - ¡Ni te imaginas su prepotencia! - Pero ¿Te escribió para disculparse después? - Yo como siempre tengo que soltarlo todo de golpe y porrazo. - En un principio pensé que sí. - ¿Pero? - Pero no bajo su prepotencia así que tras el segundo mensaje ya no le respondí. - Mira Daphne, el chico se ha preocupado por conseguir tu número. Seguro que intentó disculparse. - Créeme que no. Sabía mi nombre y yo no se lo dije. - ¿Será un espía ruso? - Yoly se desternillaba de la risa. - No le des más vueltas al asunto. - Eso intento hacer. ¿Realmente intentó disculparse con ese mensaje y yo fui demasiado dura? Martha dice que es buen tío. Yoly se toma su infusión a mi lado mientras yo sigo en mis mundos.

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