Los Portadores

Nací en una familia de brujos, mi madre trabajaba como consejera espiritual mientras que mi padre era dueño de una secta. Nunca estuve de acuerdo con lo que él hacía con las personas que iban a su templo. Se aprovechaba de su fe para quitarle todo lo que tenían. Intenté convencerlo de que lo dejara pero no quiso escucharme y solo pidió que no nos metiéramos en su negocio.  Un día, uno de sus fieles lo acusó de estafa y huyó con todo el dinero que había recaudado. Salió del país y no volvimos a verlo desde entonces. Mi madre no tuvo problema en encontrar pareja y se casó poco tiempo después.  MI madre era muy creyente del mundo espiritual y desde pequeña me ha enseñado la mejor manera de protegerme de ellos, pero yo nunca le prestaba atención porque pensaba que no eran más que tonterías. MI abuela era especialista en todo lo relacionado al esoterismo pero tenía ideas muy raras y por esa razón mi madre nunca me dejo que pasara mucho tiempo con ella. Había cumplido 19 años y acababa de terminar la escuela, desarrollé una gran pasión por la psicología porque era buena aconsejando a las persona. El único problema era que la universidad se encontraba en otra ciudad y no tenía dinero para pagar un departamento.  MI abuela vivía allí y me ofreció quedarme en su casa pero a mi madre no le gusto esa idea. Le suplique que me dejara porque era mi sueño estudiar allí. Lo pensó por un momento y acepto pero me advirtió que no hiciera caso a nada de lo que ella decía, tenía miedo que me metiera ideas raras en la cabeza pero la verdad no entendía porque la tachaba de loca, siendo que ella también estaba metida en ese mundo. No le di importancia y avise a mi abuela que me mudaría con ella. Ella se alegró por eso ya que no nos habíamos visto desde que era pequeña. Empaque mis cosas y puse mi alarma a las 5:30. Me dispuse a dormir cuando escuche cantar a alguien.  Observe mi habitación pero no había nadie y me acosté de nuevo. Escuché la melodía con una voz que decía “ven a mí, hacia el templo del adiós”, me levanté de la cama y me asomé a la ventana para ver si alguien de afuera estaba escuchando música, pero no. La voz siguió cantando y me di cuenta que sonaba dentro de mi casa.  Salí de la habitación y me puse a buscar el origen del sonido, me acerque a la puerta del cuarto de mi madre pero no se oía nada, fui a la sala y todos los equipos de sonido estaban apagados. La música comenzó a sonar más fuerte y de repente sentí que alguien me tocaba el hombro. Me gire para ver quien lo estaba haciendo pero no vi a nadie y solté un grito haciendo que la música se apagará.  MI madre llego junto a mí y preguntó si me encontraba bien. Le conté lo que había escuchado y no pareció sorprenderse.  -¿Recordaste lo que te enseñé en esos casos? -No, es que no creo que haya sido un fantasma, estoy segura que tiene una explicación. Según tú, ¿Quién pudo haber sido? -Es mejor ignorar ese tipo de cosas, afortunadamente no pasó nada.  -¿Me habría pasado algo malo si no llegabas? -No lo sé, pero los espíritus son muy engañosos y no puedes fiarte de ellos.  -Sé que no fue un fantasma.  -Es mejor que te vayas a dormir, tienes un largo día mañana. -Tienes razón, buenas noches. -Que descanses.  Vi que mmi madre se quedó mirando a la nada y la espere. Ella me sonrió y se dirigió a su habitación. Me acosté a dormir mí no volví a escuchar la música.   Al día siguiente, desperté emocionada y me fui a bañar. Me puse una blusa marrón con un pantalón vaquero azul y unos zapatos del mismo color que la blusa. Me acerque al espejo y me recogí el cabello en una cola de caballo. Observé mis ojos y me sentí como una fenómeno. Eran tan diferentes al de las demás personas y eso siempre me traía burlas. Cada uno era de diferente color y los había heredado de mi abuela.  Cuando nací, los doctores dijeron que tendría problemas en la vista pero resultó ser todo lo contrario, parecía mejor que la de un humano común.  Tenía todos los sentidos desarrollados y me consideraba afortunada a pesar de las burlas. Lo bueno era que en la universidad habrían personas maduras y estaba segura que no se iban a burlar de algo tan estúpida como los ojos de una persona. Mi puse algo de maquillaje y luego fui a desayunar, me despedí de mi madre y luego me dirigí a la parada de autobús, iba a ser un largo viaje en bus, así que tenía que mentalizarme que me iba a aburrir.  Me quedé esperando por unos minutos hasta que llegó el bus. Subí en él y me senté en el único lugar disponible que era al lado de una señora. Me puse los auriculares para escuchar música y le di play.  Llegue a la ciudad y baje del autobús. Me dirigí a la casa de mi abuela y ella me recibió con entusiasmo. Me dio un abrazo y luego me dejó entrar en su casa, todo se veía igual a cuando era niña. -Me alegra que estés aquí querida. -Gracias por recibirme abuela, tu casa no cambió en nada. -No me gustan las remodelaciones, ¿Qué dijo tu madre cuando te fuiste? -No está muy convencida de que me quede contigo pero tampoco quiere negarme la oportunidad de estudiar. Fui a la habitación de huéspedes e instales mis cosas. Mi abuela entro en la habitación con un enorme paquete lleno de libros. -¿Qué son? -Los libros de psicología que usaba cuando estudiaba allí. -¿Estudiaste psicología? -Parte de ser parasicóloga, es haber estudiado primero la psicología.  -Gracias abuela, seguro me servirán.  -Hay algo más que quisiera darte. En ese momento un gato n***o entro a la habitación y se acurruco en mis pies. -Qué lindo gato, ¿es tuyo? -Sí, se llama Mío. Lo alce en mi regazo y me puse a acariciarlo mientras que mi abuela se quitaba un collar que tenía en el cuello.  -Este collar es un amuleto mágico y te protegerá de los malos espíritus. -Otra vez con lo mismo. Les agradezco mucho su preocupación pero no creo que eso.  -Pues haces muy mal porque ellos existen. Siempre abundan a nuestro alrededor, solo que muchos no se dan cuenta.  -¿Tú ves alguno por aquí? -Si hubiera alguno, ya lo habría espantado. -Usare el collar porque me parece lindo pero no porque crea en eso. Me puse el collar y vi que alado de mi abuela estaba una mujer alada parecida a un ángel. Me lo saque y la mujer desapareció. Me lo volvía poner y allí estaba. -Abuela, ¿me estás haciendo una broma?, porque no es divertida. -No cariño, ¿Qué es lo que ves? -Veo a un ángel alado tuyo. -Efectivamente, ¿te parece real? Camine temerosa hacia ella y la toque, ella sonrió y me dio la mano. -Es un gusto poder conocerte, aunque yo ya te conocía desde el día de tu nacimiento-dijo el ángel. -No puede ser… -Por favor no tengas miedo, no busco hacerte daño. -Te presento a Alice, mi ángel guardián y ahora puedes verla al igual que yo. -¿Ella de verdad es un ángel? -Así es, soy protectora de tu abuela desde hace tiempo.