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Después que te Perdí

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Liam Raynold, es un ex agente de la CIA quien perdió a su esposa en un atentado perpetrado por uno de los criminales a los que él perseguía. Con el corazón hecho pedazos y sin saber cómo continuar con su vida después de haber perdido a la mujer que más amo en su vida, él decide irse con su hijo Cristian a una comuna de Italia llamada Varenna ubicada a unos pocos kilómetros de Milán.

En esta comuna, Liam intenta rehacer su vida alejado de su pasado como agente de la CIA, sin embargo, no consigue dejar atrás la acción que formaba parte de su diario vivir cuando el destino hace que se encuentre con Vega Castello, la hija de una de las familias más importantes del norte de Italia. La joven mujer lleva un tiempo siendo el blanco perfecto de los enemigos de su padre, y este, en un acto por proteger a quien más ama en la vida, decide contratar a alguien que cuente con el conocimiento necesario para enfrentarse a lo que sea, y ese hombre es Liam. Lo que el padre de Vega no sabía, es que, al contratar a Liam, él no solo estaría protegiendo a su hija, sino que también salvando la vida de un hombre que ya no encontraba un motivo para vivir.

**Esta es la historia de Liam Raynold, personaje previamente presentado en la historia “Una Empresaria al Rescate del Millonario.**

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Capítulo 1: Después que te Perdí
Ya han pasado seis meses desde aquella explosión que acabo con la vida de Raquel, la mujer de mi vida y con quien camine 13 años de la mano. Aún no supero su partida, mucho menos que el motivo de ello haya sido mi trabajo. Me he culpado todas las noches por lo sucedido, he intentado entender lo que sucedió, pero lo único que sé, es que una gente enferma de la cabeza puso un explosivo en mi casa solo porque las cosas no se hicieron como ellos querían. Me he cuestionado mi paso por la CIA, mi labor en desarmar a una de las organizaciones criminales más grandes del mundo, y si bien me siento orgulloso por lo que conseguí, el precio fue demasiado alto, dejaron a mi hijo de 10 años sin su madre, y no hay medalla ni compensación monetaria que me regresé a mi mujer.  Mi salida de Estados Unidos fue casi de inmediato, tan solo armé un par de maletas donde cabio la ropa que pude rescatar después de la explosión, y también algunas fotos de ella. Agarre a mi hijo de la mano diciéndole que nos debíamos ir y su mirada llena de lágrimas me preguntaba demasiadas cosas. Cristian no entendió lo que ocurría, él solo seguía llorando a su madre pensando que todo había sido un accidente, y es que en aquel momento no tuve el valor de decirle que unas personas sin corazón ni alma habían hecho tanto daño. Me tomo algunos días contarle la verdad, decirle que a su madre la habían asesinado, y a partir de ahí todo se transformó. Cristian ya no es el niño que era antes, es un niño triste que no sabe cómo lidiar con el dolor y yo no soy la mejor ayuda, pues estoy igual que él.  Varenna se ha convertido en nuestro nuevo hogar, es una comuna pequeña con muy pocos habitantes, pero un paisaje divino ya que se encuentra situada alrededor del lago Como, uno de los más populares del territorio italiano. Este sitio no fue elegido al azar, ya lo conocía, y aunque Cristian no lo sepa, él también. Desde una de las tantas ventanas de esta casa, se puede ver aquel pequeño hotel donde años atrás Raquel y yo pasamos una de tantas noches de nuestra luna de miel. Lo recuerdo perfectamente, ella quería recorrer el país y esta fue una de nuestras paradas, yo diría que la más importante de todas ya que semanas después recibí la noticia de que iba a ser papá.  Solo con pensar en ella las lágrimas vuelven a escaparse de mis ojos, nunca he llorado tanto como lo llevo haciendo desde el día de su muerte, y es que no lo supero… ¿Cómo puede ser que haya pasado esto? ¿Cómo es que nuestra historia ahora se reduce a recuerdos? Solo hay líneas de tiempo en mi cabeza que se unen con las imágenes de lo vivido… dos años de novios, once de casados… todo quedo en la nada, o en el todo si es que miro a nuestro hijo.  Trato de tranquilizarme, pero es imposible, el caos se convierte en parte de mí una vez más y no puedo más que agachar mi cabeza, mirar al suelo y dejarme caer nuevamente. Esto no es vida, creo que ya nada lo es desde que ella no está… Quiero rendirme, no estar más aquí, pero sé que no puedo, que mi hijo me necesita «hazlo por él» me repito una y otra vez, cuando de pronto un chillido hace que mire por la ventana y allí veo un auto obstruyendo el paso de otro al punto que casi chocan entre sí. Observo la escena y al ver que del auto que obstruyo al otro baja un hombre armado, mis alarmas se encienden de inmediato. Él camina hacia la ventanilla del conductor cuando otro baja del mismo auto y va hacia el otro —Scendere!— (bájate) gritan los dos y un hombre vestido de traje y una mujer bastante joven se bajan del auto con las manos arriba. Busco en el cajón de mi buro el arma que tengo y de inmediato atravieso los pasillos de la casa hasta llegar a la entrada —¡Cristian no te muevas de aquí!— Le digo y sigo mi camino hasta salir y voy directamente hacia donde están los autos.  Analizo la situación y me percato que uno de los hombres trata de llevarse a la mujer de cabello castaño. —lasciala andare!— (¡sueltala!) Le grito al hombre mientras que le apunto con el arma.  Él me mira fijamente —Resta fuori dai miei affari— (No te metas en mis asuntos) Habla y simplemente me acerco más a él. El otro hombre da un golpe certero en el estómago de su atacante, y de inmediato le quita el arma para apuntarle también haciendo que ahora el que tiene a la mujer este acorralado. Él mira para todas partes y de pronto la golpea en la cabeza para después salir corriendo mientras que el otro consigue zafarse dándole un codazo al hombre que venía con ella y se va con el tipo aquel. No sé de qué se trata todo esto, pero decido dejarlos ir y acércame a la mujer para luego agacharme a su lado y asegurarme de que está bien. —Mi ascolta?— (¿Puedes escucharme?) cuestiono y al parecer ella está un poco confundida porque apenas puede asentir —Ti porterò a casa mía —Concordi?— (¿Estás de acuerdo?) Inquiero y ella tan solo asiente. Cuidadosamente la tomo entre mis brazos y miro al hombre que venía con ella —venga— Digo y agradezco que esta palabra sea igual en ambos idiomas. Él con un poco de dificultad se pone de pie y agarra el bolso de la mujer de adentro del auto para después venir a la casa conmigo —Qual è il suo nome?— Me cuestiona él. —Liam, e voi due?— Inquiero. —Io sono Massimo e lei è Vega— Me responde mientras que cuidadosamente recuesto a la mujer en el sofá. —Vega— Repito y poco a poco ella va abriendo sus ojos. 

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