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El juego de Jessy

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Blurb

Jessy quiere el amor de Lukas, a cualquier precio, aunque para eso tenga que robar la identidad de su mejor amiga.

Ante la sospecha, Nicolás le envía un troyano, y pretende exponerla ante todos.

Para mantener a flote sus mentiras y la relación que ha construido en base a ellas, Jessy deberá comprar su silencio; ser su novia y cumplir con todos sus caprichos.

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1. De cómo conocí al chico de ojos soñadores.
Sonó el teléfono. — Despabila, ya dormilona... quiero ir al Unicenter. Era mi amiga Belu, ella solía llamarme siempre que le apetecía salir de compras. Era divertido salir de vez en cuando, darme una vueltecita y chusmear en el shopping, lo admito, pero a esa hora y con ese frío... sería un martirio dejar mis calentitas mantas. — Rayos… estuve hasta tarde dibujando… Quería quedarme en la cama y dormir un buen rato, pero ella iba a insistir y yo no tenía forma de zafarme. — Date prisa… el día se acaba. A veces creía que era como un parásito que una vez te tocaba iba absorbiéndote hasta la última gota de tu vida… capaz solo exagero, pero era eso lo que sentía en ese momento. — Dale, ya voy. Era imposible decirle que no. —Vamos, Jessy. Dale. Párate, me dije en voz alta, pero no era sencillo. El bus tardaría media hora, si quería llegar a tiempo, tenía que dejar ya a un lado mis mantas y vestirme. Ni loca me meto a la ducha. Belu me esperaba en la puerta de su casa, contentísima. Toda la semana venía discutiendo con su hermana mayor y con su mamá, para que le dieran una extensión de tarjeta de crédito, y al final solo había conseguido un débito con límite bajísimo. Pero ella caprichosa como siempre, no estaba conforme. —No importa, mira. Me enseñó la tarjeta de crédito de su padre. —No me parece buena idea… —Da igual, sé cómo usarla sin que se dé cuenta… ya lo hice antes, no te pongas a temblar. Al frente de las vitrinas de lencería, se iluminaron nuestros ojos, parecíamos dos hipnotizadas. —Mira, Jess, ¡quiero ese par! Era una compradora compulsiva, tenía todo su armario siempre a la moda. Yo conservaba del verano pasado, todas las prendas nuevas, que no había llegado a estrenar porque dejaron de gustarle. Ese sábado íbamos de local a local, tenía que comprarse algo sexy. Para el medio día, exhaustas de ir de acá para allá. Decidimos comer algo. Aunque me desagrada la comida rápida, entramos al Burger King. —Si mamá se entera que rompí su tonta dieta, ¡me mata! Chillaba, ansiosa, mientras devoraba un combo de Cuarto XL. En la mesa, una porción gigante de Nuggets, esperaban ser devorados. Cuando a mi panza ya no podía entrar nada más, la tentación me superó y compré un Sundae para mí. No charlábamos realmente de nada importante, cuando vi que un grupo de cinco o seis, atractivos chicos entraron. Tenían aspecto de ser turistas. —Mira —le dije. Belu los miró, aburrida. —Ay, no… son de un grupo de frikis de mierda. Que no me vean. Trató de ocultarse, pero era tarde, uno de ellos la reconoció y se acercaron a nuestra mesa. Belu, con su mejor tono y sonrisa, les dijo. —Miren donde los encuentro… ¿Cuándo llegaron? El rubio, que parecía ser el líder de ellos, se mostraba interesado en ella. Se le acercó y le dio un beso en la mejilla. —Esta mañana… en realidad acabamos de salir de un festival de rock estudiantil…—le dijo él. —Me habría encantado verles en vivo… —Belu se lamentó. —Anika tenía que avisarte… —Se le debió olvidar… Belu se excusó, para quedar bien con ellos, nada nuevo en ella. Pero yo, por su expresión, me di cuenta que estaba al tanto, nada más no tenía ganas de ir. Era lo mismo de siempre. Me hice a un lado y dejé de prestar atención a la charla, me dedicaba a disfrutar del helado, en silencio, veía que el rubio quería acaparar la atención de Belu, y claro, ella estaba complacida por la atención que recibía. Desde mi asiento, uno a uno iba estudiándoles, y entonces vi los ojos soñadores, dos oscuras cuencas, y profundas, miraban atentamente a Belu. Este chico se mantenía algo apartado, pero no menos atento a la conversación. Yo le miraba, tenía el oscuro pelo ondulado, a un costado de los labios, un sensual lunar, y su piel lucía un suave bronceado. Al verle, sentía que algo en él me era conocido, que de alguna forma… era familiar, quizás lo conocía de algo, pero eso era imposible, ya que ese año no había hecho amigos nuevos, y los pocos amigos que tenía, iban a otras escuelas, no pisaban jamás este sitio. Eran contadas las veces que había salido después de clases, y casi siempre era con Belu. Nada explicaba lo que me causaba el verle… En mis tontas divagaciones imaginé que lo conocía de otras vidas, ya saben, yo creo en la reencarnación, solo así la vida cobra sentido, el pensar que vivimos muchas vidas y que nuestra alma, nuestro espíritu es eterno. En ese momento, mientras los chicos rodeaban a Belu, yo estaba sumergida en mis pensamientos. No me había dado cuenta que aún tenía la mirada puesta en ese chico, quizás por eso, él me saludó con la mano. Mientras Belu seguía en su interminable charla, al chico en cuestión, al que me gustaba a mí, lo ignoraba del todo. Había algo en su mirada, algo diferente al resto de sus amigos, y eso me mantenía intranquila. Quince minutos después, todos ellos se marcharon. —Al final de cuentas solo son hombres. Son todos unos tontos. Era lo que solía repetir, con cierta picardía, y algo maliciosa. —Eso dices ahora, pero hace rato yo no te vi para nada aburrida, eh. —Vos sabes que me gusta que me vean —dijo, luego, orgullosa, mientras se devoraba los Nuggets fríos. Por dentro, me debatía si debía preguntarle, o no, por el chico misterioso, temía que si notaba mi interés por él, terminara haciendo bromas pesadas. —¿Quiénes eran? —Los conocí en la fiesta de 18 de Anika, en Santa Fe. Son los que tocaban en la fiesta. Esa noche soñé con él. Soñé que sus ojos soñadores se fijaban en mí de la misma manera, me abrazaba y besaba, como nadie lo había hecho antes. Al despertar sentí un gran vacío en el alma, me sentía infinitamente miserable, insignificante. Entonces lo entendí con claridad, que a comparación de Belu, yo no tenía nada. Quería tener, al menos una pizca de lo que a ella le sobraba. Quería que alguien me mirara como ese chico la veía a ella. Al día siguiente, en el transcurso de la tarde, traté de quedar con mis amigos, necesitaba salir, pero ninguno tenía tiempo. Cerraba los ojos para recordar todas esas sensaciones sublimes que había conocido en mis sueños. Veía con nitidez la figura del chico y volvía a sentirlo, ¿por qué carajo no duraba para siempre? Abrí los ojos, las sensaciones se esfumaron, en su lugar el resentimiento y la envidia hacia Belu tomó su lugar. Necesitaba que ese chico, —del que no sabía ni su nombre—, que era tierno, y una romántico, me quiera como a ella. Porque, para mí, Belu no merecía su amor, ni el de nadie, eso me frustraba, la detestaba. Odiaba el mundo, por ser un lugar donde se quiere al que maltrata y se menosprecia a los buenos de corazón.

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