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VADE RETRO SATANÁS

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Estos son tres relatos satánicos.

tres historias de terror dónde el diablo es el principal enemigo a derrotar, tres espeluznantes relatos que helarán tu sangre, provocando que termines con un crucifijo y rezando por tu alma.

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EL PACTO CAPÍTULO 1
VADE RETRO SATANÁS Autor: Jim J. Torrealba. PREÁMBULO "Entonces comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos y tus hijas que el señor tu Dios te ha dado, en el asedio y en la angustia que tu enemigo (Satanás) te oprimirá. Durante el ataque enemigo a tus ciudades, será tanta tu hambre, que él, hará que comas a tus propios hijos, los hijos y las hijas que el señor tu Dios te ha dado. El enemigo te sitiará y te hará sufrir un hambre incontrolable, entonces te alimentarás de la carne de tus propios hijos" -Duteremonio 28:53. Desde el principio de los tiempos las personas han temido a Dios, a su poder y su rectitud para castigar pecados. Pero existe un personaje que es nombrado en todas las religiones, siempre con nombres y apariencias distintas, aún así, no deja de ser el mismo ser horrendo que ha vivido oculto en las pesadillas de cientos de generaciones. Belcebú, Luzbel, Lucifer, Mammon, Diablo, Satanás y millones de nombres más a lo largo de las millones de creencias que han existido a lo Cruzo de la existencia humana, capaz de cometer y hacer cometer los actos mas inhumanos, escondido en las tinieblas, acechando a su próxima víctima, rugiendo cómo una bestia salvaje infundiendo temor a todos, su imagen es tan sorprendente, qué cualquier ser humano podría morir sólo con verlo. En esta ocasión especial, quiero contarles tres espeluznantes historias que helaran su sangre. Salidas desde el lugar más oscuro y tenebroso de mi memoria. Sé que muchos valientes dirán que no le tienen miedo a Satanás, y eso es muy bueno, porque mientras menos miedo le tengas, más fácil se le hará a él para llagar a tí. Existen historias que nunca pasaron, existen historias que tal vez pasaron, tal vez no, también existen historias basadas en hechos reales en los cuales la realidad superó la ficción, estas tres historias tienen un poco de todas esas características, ahora sin más preámbulo, les presento. VADE RETRO SATANÁS. EL PACTO CAPÍTULO 1. El fuego abrazador e insoportable ardía de manera potente generando ese peculiar sonido de las llamas consumiendo todo a su paso, iluminando la oscuridad de la tenebrosa noche que era acompañada de una lúgubre niebla que flotaba espectralmente sobre la hoguera que comenzaba a quemarse, la madera debajo de sus pies se convertía en carbón obsoleto mientras la piel que cubría su cuerpo se desintegraba de la forma mas bruta, inhumana y dolorosa posible brotando de ella burbujas que estallaban dejando la carne viva en contacto directo con las destructivas llamas, sus gritos aterradores de sufrimiento indescriptible se podían escuchar a kilómetros de distancia, todo los pueblerinos del lugar con vestimenta colonial la miraban quemarse, su carne se cocinaba lentamente pasando de un color rojizo a un azul muy oscuro que producía un olor nauseabundo que inducía vómitos y mareos a los curiosos espectadores, entre ellos ancianos, mujeres y niños. Su nombre era Olivia Torrojano, se le encontró jugando con el cadáver de un perro en las profundidades del bosque mientras reía cómo si disfrutaba explorar las entrañas putrefactas de ese pobre animal occiso, en un especie de trance demoniaco, y eso en la Venezuela colonial del año 1566 era motivo más que suficiente para ser acusada de brujería, siendo un país colonizado por la corona española, eran muy influenciados por la cultura anti brujas proveniente de Europa, esa ley obligaba a quemar a todas aquellas personas que fueran acusadas de brujería, y la joven Olivia de 16 años, no sería la excepción. Fue señalada cómo hechicera y cónsul de Satanás en ese primitivo pueblo temeroso de la furia de Dios. Desde hace meses, la comunidad venía siendo víctima de una epidemia de una brutal escabiosis que había provocado la muerte de varios recién nacidos. Para los ortodoxos pueblerinos rudimentarios no existía mejor explicación a esto, qué los demoníacos hechizos lanzados por una infernal bruja, fue condenada por el sacerdote de la parroquia a morir en la hoguera cómo seguramente Dios lo hubiera querido. - ¡¡¡no soy una bruja!!! , ¡¡¡no pueden hacerme esto!!! . - gritaba la desafortunada adolescente mientras su madre lloraba en los brazos del padre de la joven, ambos sin poder hacer absolutamente nada, convencidos que era lo mejor que podía pasar por el bien del pueblo. Olivia Torrojano gritó a todo pulmón mientras pudo, hasta que su lengua se calcinó en las hambrientas llamas que devoraban su cuerpo derritiendo sus carnes hasta llegar al hueso. La valiente joven defendió su posición de negatividad hasta el último momento, cuando sus ojos estallaron como dos huevos que son rotos con intención apretándolo fuertemente con el puño, dejando brotar todo el espeso líquido contenido dentro de ellos. Ella era la sexta mujer rostizada en lo que iba de año, pero las plagas y afecciones que azotaban al pueblo no terminaban de desaparecer. Allí, entre los espectadores, se encontraba un joven de 17 años llamado Juan Pablonal, era un sujeto muy pobre que se ganaba la vida limpiando los desechos de los caballos en esos establos pertenecientes a los poderosos colonizadores españoles, la paga era realmente pésima y el trato era inhumano, pero Juan era todo un visionario. Él pensaba qué estando junto a los ricos lacayos de la corona, algún día podría cumplir su más anhelado sueño, ser una persona sumamente adinerada,. Pero los años habían pasado sin qué esto se cumpliera. Siempre llevaba una camisa de mangas largas de un color beige debido a la abundante mugre que se había adherido a ella con el pasar del tiempo, un pantalón que su abuela tejió para él con mucho cariño antes de morir por tuberculosis. A Juan le encantaban los juicios en contra de las supuestas brujas, disfrutaba mucho de ver como se quemaban en la hoguera, al igual que el resto del pueblo, le resultaba bastante entretenido el morbo provocado por ese espectáculo tan cruel, además sentía que hacía un bien por la comunidad al liberarla de esas horribles bestias demoníacas, vivía junto a su padre en una pequeña casa hecha de barro cerca de la montaña, su madre había muerto cuando él era apenas un bebé, por una extraña enfermedad la cuál el día de hoy es conocida cómo esclerosis, enfermedad la cuál la hizo sufrir de una manera agónica y constante que le provocaba un dolor interminable, cada noche se le escuchaba gemir con mucho sufrimiento hasta que un buen día su esposo, se apiadó de ella decidiendo acabar con su miseria, una noche la llevó al bosque bajo la falsa razón de qué la llevaría a un excelente doctor muy famosos por sus curaciones milagrosas, pero a mitad del camino la arrojó al suelo desenfundado de su pantalón el cuchillo de agricultor que siempre llevaba a todos lados, la debilitada señora trató de luchar por su vida, forcejeando con su marido para evitar ser apuñalada, pero los brazos de la enferma mujer no tenía oportunidad contra el vigoroso hombre sobre ella, clavó ese cuchillo una y otra vez en el pecho de su pareja hasta qué esta dejó de moverse, abandonó el cuerpo en ese lúgubre bosque cómo un bondadoso banquete para los animales de las montañas, también sabiendo que su cráneo podría ser utilizado por las brujas para hacer hechizos, pero nada de esto le importó a este despiadado hombre que solamente quería dormir y su esposa no lo dejaba con sus eternos quejidos de dolor. Al regresar le dijo a su familia que la había internando en la casa de un buen médico que seguramente, cuidaría mucho de ella, de esa manera sólo debían esperar por su esperado retorno sana y salva, pero ese día, jamás llegó. Juan Pablonal estaba perdidamente enamorado de la hija mayor de un hacendado terrateniente venezolano aliado de la corona española llamado Vicente Santa cruz, el descendiente directo de una acaudalada familia que había ayudado a los colonizadores por generaciones, era un hombre de confianza para los generales españoles que visitaban sus tierra seguidamente. Su esposa llevaba por nombre Minerva Bon Curie, era una mujer francesa bastante hermosa que llegó a estas tierras para casarse con Don Vicente Santa Cruz debido a un trato hecho por sus padres incluso antes de que ambos nacieran, de esa relación por conveniencia nacieron tres hermosas niñas, Violeta de 2 años , Viena de 5 años y Venus de 15 años, esta ultima era el amor imposible de el Joven Juan Pablonal, la conoció un día mientras limpiaba el excremento de los caballos purasangre del patrón Santa Cruz y desde entonces quedó totalmente enamorado de ella, pero pensar en esta unión era simplemente ridículo, por generaciones, la familia Santa Cruz había conseguido grandes fortunas, tierras y propiedades, gracias a los convenios de casamiento con otros importantes apellidos que ostentaran enormes riquezas. ¿qué podría ofrecer un pobre barredor de excremento como Juan Pablonal para hacerse con la mano de la hermosa señorita Venus Santa Cruz?, pero aún así, eso no evitaba que ambos sonrieran de amor cada vez que tenían la dicha de verse, en cada descuido del patrón, ellos hablaban, él regalaba poesía de su puño y letra, así como hermosas flores arrancadas del jardín de la hacienda, ella le obsequiaba pañuelos impregnados con su exquisito perfume francés robado del cajón personal de su madre. Pasaron algunas semanas, y un día en la hacienda Santa Cruz, se encontraba Juan Pablonal laborando, ese día los caballos parecían haber defecado mucho más de lo común, el joven barrendero nadaba en heces equinas mientras que el capataz de las tierras, mano derecha del Vicente Santa Cruz, daba un pequeño recorrido por los establos para asegurarse de que todo marchara en perfectas condiciones, montando a su caballo, tratando de la peor manera a todos los trabajadores, de momento, la niña Venus y cargando a su hermana menor violeta y también acompañada por su hermana del medio Viena, salieron un rato a jugar, colocando una sabana en el suelo cerca de la fuente de agua sobre la cuál pudieran jugar tranquilamente con sus muñecas, con sus hermosos vestidos de damas antoñales que se utilizaban en esa época. Rápidamente Juan Pablonal supo que era la oportunidad perfecta para hablar con ella, como lo hacían todos los días, esperó pacientemente el descuido del capataz y demás trabajadores de la hacienda para acercarse cautelosamente a la niña Santa Cruz, ella lo esperaba debajo de el árbol de aguacates, el cuál era el lugar predilecto por ambos para sus inocentes encuentros, el nido de amor para los niños chicos que no sabían lo que hacían, sólo se dejaban llevar por sus corazones. - ¡rápido, el capataz de mi padre está por volver . - decía la pequeña hija del terrateniente Vicente Santa Cruz debajo de aquel árbol pidiéndole a Juan Pablonal que se apresurara en llegar. - ¡te traje esta manzana, la encontré entre los arboles de tu padre! . - dijo Juan Pablonal completamente cubierto de excremento de caballo y apestado de un olor despreciable, entregando en sus manos una roja manzana perfecta. - ¡gracias Juan, en mi casa hay demasiadas manzanas, allí se pudren esperando a que alguien las coman, pero esta, esta la comeré con mucho gusto . - dijo Venus Santa Cruz limpiando con su mano la roja manzana. - ¿cuando te apiadarás de mí, y me regalarás nuestro primer beso? . - preguntó el joven Juan Pablonal con mucha vergüenza. - ¿cómo le pides eso a una dama? , ¡pero no puedo ocultarle a su merced, que yo también deseo besarlo, pero no ahora, es muy peligroso, ven a la medianoche, me escaparé de mi alcoba y nos veremos aquí, bajo la luz de la luna . - propuso la pequeña niña. - ¡aquí estaré con toda la seguridad del mundo, puedes apostar a ello . - respondió Juan Pablonal muy emocionado. - ¡pero debes bañarte y venir representable para la ocasión, será mi primer beso y el primer beso de una dama debe ser especial . - dijo la joven Venus Santa Cruz, mientras Juan olía debajo de sus axilas. Esa noche llegó con la sorpresa para todos la noticia de la vieja pescadera Eufencia, una señora de 60 años que se dedicada a la venta de pescados y otros animales provenientes del mar, se le acusaba de brujería, así que sería quemada viva en la hoguera cómo lo ordenaba la ley, al revisar su casa, encontrarían miles de cráneos de animales rellenos con cabos de velas, también un libro de hechicería y magia negra, ella nunca lo negó, pero tampoco lo afirmó, solamente reía de manera maquiavélica perturbando a todos los presentes, era la primera vez que una mujer no rogaba por su vida, era la primera vez que una condenada no se arrastraba para evitar su doloroso destino. Allí atada a un enorme listón de madera frente a cientos de espectadores curiosos, la vieja pescadera Eufencia solamente miró a todas partes y dijo. - ¡hipócritas, su Dios se ha olvidado de ustedes. Ahora están a merced del demonio que hambriento los acecha desde la oscuridsd, esperando deseoso poder comer la carne de sus pecadores rostros! . - dijo la vieja pescadera Eufencia riendo a carcajadas de manera espeluznante. - ¡¡¡blasfemia!!! . . . ¡¡¡quemenla de una vez!!! . - ordenó el sacerdote de la parroquia para que los lugareños encendieran la hoguera que comenzó a arder rápidamente quemando a la vieja pescadera quien no expresó gesto alguno de dolor. Juan Pablonal observó el repugnante espectáculo hasta que sólo quedaron pequeños trozos de carbón de la vieja pescadera, cuando las personas regresaban a sus casas, el joven chico enamorado sabía que se acercaba la hora de ir a la hacienda Santa Cruz para ver a su amada Venus, caminó todo esos oscuros y tenebrosos pasajes hasta llegar a la entrada de la gigantescas extensiones de tierras que comprendían la hacienda, comenzó a trepar el muro, sabiendo el tremendo riesgo que corría, si el capataz lo llegaba a ver entrando de esa manera indebida, le dispararía a matar con su escopeta sin hacer preguntas. Pero movido y cegado por el amor, poco le importaron los peligros que debía correr, a fin de cuentas, esa hermosa damisela hacía que todo valiera la pena. Caminando a gachas entre los matorrales para evitar ser visto, la luz de la luna se colaba entre las hojas , la neblina era tan densa que había caído sobre el suelo de la hacienda dando un toque espectral a la oscura noche, haciendo mil maromas, Juan Pablonal finalmente pudo llegar al lugar acordado para el encuentro clandestino, la oscuridad era el mejor cómplice para estas dos jóvenes almas enamoradas que sólo deseaban estar juntas. Esperó pacientemente por más de una hora, oculto detrás del tronco del árbol, por momentos pensó que Venus se había quedado dormida, tal vez no vendría, era bastante frustrante para él. Hasta que finalmente entre las sombras de las tinieblas, emergió la figura de la hermosa niña Santa Cruz, había llegado a la cita cómo lo prometió, la felicidad de Juan era inmensa. - ¡por un momento dudé en que vinieras, pensé que habías olvidado nuestro encuentro . - dijo Juan tomando sus suaves y delicadas manos. - ¡mi madre, estuvo discutiendo con mi padre, el estaba tomando mucho de sus botellas escocesas, no podía salir hasta que ambos se quedaran dormidos . - explicó Venus Santa Cruz. - ¡no digas más, lo único importante es que te encuentras aquí ahora . - expresó el joven Juan tomando sus manos. - ¡no Juan, no estás entiendo, mis padres discutían porque mi padre desea casarme con el hijo de uno de sus socios, un hombre brasileño llamado Damian Do Santos, ni siquiera conozco el nombre de mi futuro esposo, pero papá insiste en que sacaremos muy buenos beneficios de esa unión. Él dice que seré dueña de mi propia hacienda en Brasil, mi madre trató de defender mi libertad de elegir, pero mi padre es un hombre demasiado terco, dice que es una decisión ya tomada, y mañana mismo cerrará el trato. Él jamás consentiría esta relación Juan, ni muerto nos daría su bendición para estar juntos. Lo siento, pero creo que lo mejor es que ya no hablemos nunca más . - dijo con lágrimas en sus ojos la pequeña niña Santa cruz. - ¡pero . . . Venus! . - expresó a medias Juan Pablonal sin poder creer las cosas que estaba escuchando. Entre la oscuridad y el silencio de la noche, un grito estremecedor, retumbó por toda la hacienda. - ¡VENUS! , ¡VENUS! . - gritaba el terrateniente Vicente Santa Cruz desde la puerta de su casa completamente ebrio y con su escopeta en la mano. - ¡es mi padre, debes irte! . - dijo Venus muy asustada. No le tomó mucho tiempo al señor Vicente llegar al árbol dónde estaba su pequeña, el joven Juan Pablonal había emprendido su huida corriendo con todas sus fuerzas puesto qué, literalmente, su vida dependía de ello. - ¡papá no! . - gritó Venus arrojándose sobre su padre para evitar que cometiera una locura. Pero Vicente Santa Cruz solamente la empujó a un lado y apuntando su escopeta disparó a la silueta en movimiento que se alejaba cada vez más en la distancia, Juan escuchaba los disparos soplar por encima de él, motivo para correr aún más rápido, no sabía si su corazón latía rápida o lentamente puesto que no lo sentía, no sabía siquiera si estaba vivo, pero tampoco quería detenerse a averiguarlo. De un salto y dos tirones, saltó el muro de la hacienda, muy contrario a lo mucho que le costó pasarlo hace horas, sin pensarlo se arrojó hacía el otro lugar golpeando su cuerpo fuertemente contra el piso al caer, pero no se detuvo, continuó corriendo. El capataz sobre su caballo llegaba al lado del señor Vicente Santa Cruz. - ¡Me buscas a ese infeliz y me lo matas! . - ordenó el poderoso hacendado. El capataz golpeaba con fuerza el muslo de su caballo con su varilla para que éste galopara a toda velocidad tras la pista del extraño invasor que había profanado las tierras privadas de un importante aliado de la corona española, y se atrevió a sacar a una de sus pequeñas hijas de la cama en horas de la noche, ese sujeto debía morir. Juan corría por su vida entre los matorrales, sus pies y brazos se rasgaban con las piedras en el camino y ramas de los arboles respectivamente, pero él sabía muy bien lo que le iba a pasar si se detenía, debía seguir sin importar lo que pasara. El capataz le estaba pisando los talones, disparándole con su escopeta, los perdigones rompían las hojas de los árboles, Juan sentía la muerte tan cerca , respirándole en la nuca, sólo un milagro lo podría salvar. Por suerte para él, pudo llegar con vida al bosque maldito, a esa parte de la montaña a dónde nadie se atrevía ir porque estaba infectada de brujas, el miedo por esta zona del pueblo era tanta que ni siquiera los hombres más valientes se atrevían a adentrarse en ella, pero cuando uno está en peligro de muerte, es capaz de hacer cosas que no haría en ningún otro estado de ánimo, Juan, sin pensarlo se metió de lleno en la oscuridad del tenebroso bosque, el capataz, consciente de las leyendas, frenó su caballo de manera abrupta, tanto que casi cae de él. Debía cumplir una orden clara y sencilla, aseniar al idiota que había entrado a la hacienda, pero , de igual manera, era muy poco probable que saliera con vida de ese lugar. Juan al fin dejó de correr, cuando cayó en cuenta de qué ya no era perseguido, fue entonces cuando pudo pararse a descansar un rato, se arrojó al suelo completamente exhausto, estaba tan agitado que le costaba un poco respirar, pero debía calmarse, su llegada a ese lugar había sido tan repentina, que no se percató de la fogata a un costado del sitio dónde descansaba acostado, al voltear su mirada hacía arriba, pudo ver una mujer que flotaba desnuda unos diez metros por encima de él, riendo felizmente, como en un trance demoníaco.

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