CAPÍTULO I.-2

1978 Palavras
Ahora que me daba cuenta, ningún sonido había escuchado desde que me desperté o lo que fuera, quizás no fue sueño, si no que volví a estar consciente, después del golpe que me debían de haber dado, pero ¿Por qué todo estaba tan oscuro? No recuerdo nunca haber estado en un lugar así. Traté de tranquilizarme y así poder centrarme en algo más, ¿A qué olía? Sí, noté algo, el olor era agradable, como a flores, no lo sabría explicar, pero yo diría que no muy lejos, debía de haber varias flores, porque no era sólo a una clase de ellas, ese olor que estaba percibiendo, sino más bien, al que puede desprender un ramo, formado de diversas clases, pero eso sería rarísimo, que alguien me hubiera metido en un agujero, porque esa es la conclusión, que en esos instantes tenía más a mano, que alguien me había raptado, dándome un golpe en la cabeza, y me hubiera llevado a algún sitio apartado y oscuro, pero que tuviera por allí un ramo de flores, no me parecía lógico. De pronto algo noté que se me acercaba, era… no sé, sentí como si alguien en ese instante estuviera respirando a mi lado, pero por más que me esforcé, nada, no veía absolutamente nada, pero si sentí que algo me tocaba, di un salto en ese momento, es como si el contacto con aquello me hubiera producido una descarga eléctrica. ¡Qué sensación tan rara!, no la podría explicar, fue algo inesperado, desagradable, todo a mí alrededor se iluminó, fue como si alguien hubiera encendido una luz muy potente, pero a pesar de esa enorme claridad, yo seguía sin ver a nadie, ¿O es que no lo habría por allí cerca? No lo sabría decir con seguridad, sólo que los ojos me dolían de tanta luz y los cerré inmediatamente. Eso es lo que recuerdo, y luego ya no sé lo que pasó, ¿Cuánto tiempo estuve así?, ni idea, ¿Minutos?, ¿Horas?, ¿Días?, yo que sé. En un momento me moví y sentí algo, el viento dándome en la cara, ¿Cómo podía ser eso? No me lo podía explicar, sí recuerdo que antes no se notaba nada, quizás alguien habría abierto alguna ventana cerca, porque cada vez lo notaba con más intensidad. Abrí los ojos y asombrado miré el lugar donde me encontraba, estaba en el suelo, con la cabeza apoyada encima de la mochila, con una postura de haber estado durmiendo, ¿Yo dormido? Eso era imposible, nunca me hubiera echado a dormir en medio de un camino, pero allí estaba, sin poder ni suponer qué es lo que me había pasado. Me levanté, despacio, como dudando si debía hacerlo, no sé, estaba tan asombrado, que lo primero que pensé es, “Seguro que de la carrera que he tenido que echar, estaba tan cansado, que cuando me senté a descansar, el cansancio pudo más que yo, y me quedé dormido sin ni si quiera darme cuenta de dónde estaba”. Distraídamente me pasé la mano por la cara, cuando algo que en ella toqué, me dejó de nuevo con otra duda. Mi cara que recordaba perfectamente haber afeitado esta mañana, antes de haber dejado el hotel, ahora estaba cubierta de pelos. ¡No podía ser!, a mí no me crece tan rápido, de echo puedo pasarme varios días sin afeitar y casi ni se me nota, pero ahora volví a pasarme la mano, para verificar lo que acababa de notar, y sí, tenía barba por lo menos de una semana o más, ¡Eso no podía ser!, ¿Cómo me había crecido tanto en solo un rato? Sin salir aun de mi asombro, cogí la mochila para ponérmela en la espalda y un olor nauseabundo me dio de pronto, ¿Qué podía ser aquello? La dejé de nuevo en el suelo y la abrí, y cuál no sería mi sorpresa, cuando vi que la fruta, esa que siempre llevo cuando salgo al campo, toda estaba estropeada. Después de mirarla, y remirarla un par de veces, para ver que era cierto aquello que tenía delante, incrédulo, tiré la bolsa en la que lo llevaba, ¿Cómo podía haberse puesto así? No sé, una manzana, bueno…, pero ¿Todas? y ¿De esa forma? Parecía que llevaban varios días, en que ya no estaban comestibles. Con esa idea en la cabeza me puse la mochila en la espalda, y dándome la media vuelta, me dirigí por el lugar que recordaba haber venido, quería regresar. Miré por última vez a aquellos árboles de la lejanía, y pensé, “Será que están más lejos de lo que creía”, pero de verdad, es que parecían estar ahí cerca, casi, casi se les podía tocar con la mano, yo diría que no estaban ni a medio kilómetro y mira que estoy acostumbrado a andar distancias y ya tengo metidas en la cabeza las medidas y no me suelo equivocar, pero esta vez no sé qué había pasado, aún recordaba la gran carrera que me había echado y nada, que no conseguí llegar hasta aquellos árboles. Bueno, ahora no quería pensar en nada de eso, me iba a dirigir de nuevo al poblado y me acostaría un rato, seguro que se asombrarían anoche por que no regresé, aunque menos mal que soy previsor y que ya les había avisado, de que alguna vez, cuando encuentro un paisaje bonito, me gusta pasar la noche en el. Así que cuando llegue, les diré que eso he hecho, que he pasado la noche mirando las estrellas, aunque ahora que lo pienso, ni tan siquiera sé si fue una noche estrellada. Bueno, pues entonces, les diré sólo que quise pasar la noche en el campo, no sea que fuera una noche de esas en que está nublado y no se ve nada, y extrañados me pregunten ¿Dónde he estado? y no sepa qué contestar. Cuando llegué al pueblo, noté algo raro en la gente que me iba encontrando, me miraban, no sé, como si yo fuera un bicho raro, de pronto unos niños se me acercaron, tanto que hasta me tocaron y salieron después corriendo, ¿Qué sucedía? No era normal, yo ya llevaba unos cuantos días viviendo por aquí y nunca había visto que despertara tanta expectación. Seguí andando, pero vi que cada vez se iban acercando, más y más gentes a mí alrededor, y hablaban ente ellos, cuchicheaban como se suele decir, y reían. De pronto, no sé de dónde salieron, pero dos policías se pusieron delante de mí, y me impidieron seguir andando, les quise preguntar por qué hacían eso, sobre qué pasaba, que sólo quería llegar hasta el hotel donde estaba alojado, y echarme a descansar. Me llevé una sorpresa, no me escuché nada, sólo silencio, o sea, que no oía mis propias palabras. A los otros si los oía bien, pero mí voz no, ¿Qué me estaba pasando? Uno de los policías fue a cogerme de un brazo, y yo con un movimiento brusco, traté de que no lo hiciera, pero debí de medir mal mis fuerzas, porque el policía cayó al suelo. Yo me quedé asombrado, no podía ser, yo no le había empujado, sólo había tratado de que él no me cogiera, sería seguramente que él dio un traspiés. Se levantó muy enfadado, como es natural, y me indicó, con la porra en su mano, que fuera hacia la derecha, yo que no quería ningún problema, le hice caso enseguida, claro que eso me hizo acabar con mis huesos en la cárcel, allí encerrado, y sin poder decir nada, porque no podía hablar, no sabía qué me había pasado, pero estaba mudo, y así de esa forma era imposible explicarme. Echado allí en un camastro, que había en un rincón de aquella pequeña celda, no sé cuánto tiempo ya llevaba, cuando vi que se acercaba a la reja, el dueño del hotel. Me alegré al verle, y me levanté rápidamente, me acerqué a hablarle, pero no me podía ni yo mismo escuchar, y claro tampoco los demás, aunque sí que creo que movía los labios, porque miré como el hombre atentamente me los miraba, como tratando de entender lo que le decía, pero nada, no pudo ser. —Sí, creo que es él, pero es imposible, han pasado dos semanas —escuché que contestaba al policía que tenía a sus espaldas. Cuando le oí aquello, me quedé atónito, ¿Qué decía aquel hombre?, ¡No podía ser!, estaba equivocado, o ¿Es que le habría yo entendido mal? —Pero ¿Está seguro de que este individuo es su cliente? —oí que aquel policía le volvió a preguntar. —Sí, no tengo duda —le respondió el dueño del hotel en ese momento—. Ese chaleco le conozco muy bien, porque en alguna ocasión, le había dicho, que nunca los había visto yo así, pero desde luego él está muy cambiado, pero sí, creo que sí, que es él. De pronto recordé ese detalle, al dueño del hotel le gustó mi chaleco, desde el primer momento en que lo vio, la cantidad de bolsillos que tiene, decía que así podría llevar todo encima y cada cosa colocada en su sitio para no dejarlas olvidadas. Yo me eché mano al chaleco, y el hombre al verme me dijo: —¿Verdad que habíamos hablado de esos bolsillos? Moví la cabeza afirmativamente, y el hombre al verme, le dijo al policía —¿Ve cómo es él?, sí, no tengo ninguna duda. Aquel policía mirándome dudoso aún, se acercó a la verja e introduciendo la llave en la cerradura abrió la puerta, y me dejó salir. Enseguida me abalancé para abrazar al dueño del hotel, gracias a él estaba en libertad, pero él hizo un gesto que yo no comprendí, y vi cómo se separaba de mí. Eso me extrañó, pero en ese momento no le di mayor importancia, sólo quería salir de allí, marcharme, llegar a mi habitación y descansar en aquella cama que recordaba tan cómoda. Iba por la calle andando, junto al hombre, ese que me había sacado de mi encierro. Veía como la gente me miraba y hablaba entre ella, es como si estuviera pasando algo que yo no comprendía. Opté por dejar de mirarlos, sólo me interesaba llegar pronto y seguí adelante. Al llegar al hotel, nada más entrar por la puerta aquel hombre me dijo, que no tenía otro lugar, que todo estaba lleno, y me llevó por un largo pasillo. Atravesamos la cocina y después de pararse abrió una pequeña puerta, yo que había ido bastante confundido por cierto detrás del hombre preguntándome que a dónde me llevaría. Vi aquel cuartucho medio oscuro, allí al lado de unos cubos y más objetos amontonados, que no alcancé a ver bien, también había un pequeño camastro, yo que sólo quería descansar, le indiqué con la cabeza que estaba bien y él se marchó cerrando la puerta tras de sí. Cuando por fin me quedé solo hice una cosa, lo que más estaba deseando, echarme a descansar, esto debía de ser un mal sueño, y estaba seguro de que cuando me volviera a levantar habría pasado, y todo seguiría bien, pero antes de dormirme eché una ojeada a mí alrededor como queriendo cerciorarme de que esto que veía no podía ser real. Cuatro paredes sucias, un ventanuco cerca del techo, también vi allí colgado en una de las paredes un pequeño trozo de espejo, y seguido de un impulso irrefrenable me levanté y me fui a mirar en él y… >>>> ¿Por qué estoy recordando todo eso en estos momentos?, fueron tiempos difíciles, pero por fin he podido superarlos, nunca me podía haber imaginado que me sucediera eso a mí, pero ¡Qué se le va a hacer!, hay un refrán que dice, “La curiosidad mató al gato”, pues eso fue lo que me debió de pasar, por curioso. Claro, que digo yo, si me hubiera estado tranquilito, en mi casa, nada de eso me hubiera sucedido, pero tampoco hubiera visto tantas y tantas cosas como he podido ver, porque sí es cierto, que a veces, mi afán de conocer esto o lo otro, me ha llevado a lugares insólitos, pero es que, si no, nunca lo hubiera llegado a saber.
Leitura gratuita para novos usuários
Digitalize para baixar o aplicativo
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Escritor
  • chap_listÍndice
  • likeADICIONAR