Jugar al escondite, sí, a eso sí que aprendió rápidamente, pero fue para jugar con el perro, con él sí que le gustaba jugar a ese juego nuevo que le habían enseñado en el patio del colegio. Pero, a lo que sí, que se acostumbró y la verdad es que no le costó demasiado fue a escribir y dibujar, aquellos lapiceros de colores que la dio la señorita, y que cada uno hacía una raya de un color diferente. Fue como algo mágico en sus manos, enseguida empezó a pintar mariposas, sí, su señorita la pintó la primera. Ella quería solo pintar mariposas, mariposas y mariposas de muchos colores, como aquellas en las que estaba siempre pensando con las que jugaba cuando estaba en su casa correteando por el campo mientras a lo lejos veía a su madre cómo hacía las faenas canturreando. Su madre siempre estab

