Chapter 5

2036 Слова
Su cuerpo era alto con músculos delgados, pero las apariencias engañan. No tenía un gramo de grasa extra y era más fuerte que cincuenta hombres humanos juntos. Las únicas personas que conocían de su fuerza inhumana eran los que decidieron darle malos momentos o se atrevían a meterse en su camino. Y esos pocos estaban muy asustados para decir palabra. Nadie en el campus sabía del lado secreto de Kotaro y él quería mantenerlo de esa forma. Kotaro era responsable de la seguridad de cada persona que caminara en el campus, fuera visitante, estudiante o m*****o de la facultad. Algunas mujeres jóvenes habían comenzado a desaparecer a un ritmo alarmante en esta área, sobre todo cerca de la reja eléctrica que rodeaba los suelos de la universidad. Un rugido grave se formó muy dentro de su pecho mientras inhalaba los aromas que lo rodeaban. El aire había sido contaminado con un antiguo olor, maligno. Kotaro se estaba acercando a quien era responsable de más que solo las chicas perdidas… podía sentirlo. Dejando esos pensamientos a un lado por ahora, comenzó a caminar rápidamente hacia los departamentos de alrededor que ubicaban a muchas de las estudiantes universitarias inocentes. Él iría a reportarse con Kyoko y si ella lo dejaba, sus ojos se oscurecían atractivamente, él no se iría de su lado por el resto del día, o la noche. Solo esperaba que hoy Toya no estuviera esperándola de nuevo. Él la quería toda para él. Después de todo, ella era de verdad su mujer y ese “chico” tendría que conseguirse una vida. Sus pasos se enlentecieron por un momento ante la ironía de ello, estaba feliz de que Toya ahora al menos tenía una vida. Una sonrisa de satisfacción casi entretenida apareció mientras mentalmente amenazaba esa vida si Toya no paraba de acosar a Kyoko todo el tiempo. Solo pensar en ella sentada a su lado en el cómodo sofá, comiendo palomitas y viendo una película cursi sonaba como la tarde perfecta. Ellos compartían algo así al menos una vez a la semana y para él, esa era su parte favorita de la semana. Tenía su tiempo ininterrumpido con la belleza de cabello cobrizo. No importaba si estaban viendo una película o solo se sentaban en su sofá a hablar: él solo amaba la sensación de ella acurrucada a su lado. Kotaro sonrió para sí mismo con satisfacción mientras se preguntaba cómo sería estar siempre a su lado, día y noche. Su sonrisa se desvaneció ante su siguiente pensamiento… Kyoko no lo había escogido sobre Toya aún, en realidad. Al menos no en esta vida. – Algunas cosas nunca cambian –, miró hacia arriba como enviando un silencioso y sarcástico “gracias por la ayuda en esa área” a cualquiera que estuviera escuchando. Algo le dijo que los dioses tenían que tener el sentido del humor más perturbador. ***** Finalmente, los exámenes finales se habían terminado y Kyoko había estado cantando esas palabras toda la tarde. Había sido una chica buena y estudió hasta que se hartó de ello, pero había valido la pena. Ella sabía que había sacado puras ases en esos malvados exámenes. Solo ese pensamiento le había hecho querer bailar felizmente en todo el camino de vuelta a su departamento hoy. De hecho, la primera cosa que había hecho tan pronto entró por la puerta fue arrojar sus libros como si estuvieran infestados por una enfermedad y finalmente sucumbió a la urgencia, interpretando un “baile feliz” espontáneo justo en la puerta de entrada, como que tenía un poco de friki en ella después de todo. Esto siguió inmediatamente después de su propia ejecución de un baile de touchdown que le había visto hacer a Toya una vez, sacudiendo sus nalgas todo el camino del pasillo a su baño así ella podría darse un baño caliente de burbujas. Kyoko decidió que si iba a hacer esto entonces lo haría bien, así que fue a encender el estéreo y agarró unas cuantas velas. Aún hacía lindos sonidos de victoria para el momento en el que la bañera se llenó e hizo un breve trabajo con su ropa quitándosela y lanzándola a donde le complaciera. “Es muy probable que encuentre mi ropa interior colgando del ventilador del techo cuando termine” pensó para sí, luego se encogió de hombros y se metió en el agua. Se deslizó más abajo en la bañera para dejar que las burbujas que flotaban acompañando la superficie acariciaran su cuello y hombros. Sus ojos verdes esmeralda, que a veces eran conocidos por volverse tormentosos en un instante, brillaban con alegría. Las ondas de su cabello cobrizo estaban apiladas de cualquier modo encima de su cabeza y su piel sedosa y suave ahora estaba escondida bajo las burbujas. Era una chica feliz… y todo lo que realmente quería hacer era relajarse por el resto del día. Un poco de música suave de fondo, algunas velas de olor dulce encendidas alrededor del baño y era el escenario perfecto. Cerró sus ojos a sabiendas de que la imagen de él pronto se enfocaría, como si esperara por ella. Era el secreto que ella guardaba. Los ojos azules como el hielo la observaron desde dentro de su mente. Ella había tenido sueños sobre él en las noches que ahora podía evocar incluso durante sus horas despierta. Mientras más profundo se enrollara en el sueño, más real se hacía, hasta que parecía que él estaba ahí, arrodillado al lado de la bañera. Sus labios se ladearon en una sonrisita sensual mientras acercaba su brazo y tomaba el paño de ella, sus ojos se volvían tan brillantes como una flama azul. – Los sueños son agradables –, susurró mientras rodaba su cabeza hacia un lado dejándolo hacer lo que quería. “Ring, Ring”. Uno de los sonidos más irritantes del mundo hizo eco a través del apartamento. Kyoko se sacudió hacia el frente en la tina derramando el agua sobre la orilla y al suelo de azulejos. Levantando su mano hacia su mejilla, ella pudo sentir el calor ahí y se sonrojó a la vez que el teléfono sonaba de nuevo. – ¡Chispas! – se levantó rápidamente sabiendo que el teléfono estaba al final en la sala de estar. Saliendo del agua, agarró la bata de seda de la encimera y la envolvió en ella mientras corría para contestarlo. Dándose cuenta de que dejaba un rastro de agua, hizo una nota mental para recordar llevar el teléfono inalámbrico al baño con ella la próxima vez. En el otro extremo del repique irritante, Suki tocó con sus uñas en la encimera de la cocina deseando que Kyoko se apurara y tomara el teléfono. Ella tenía esta molesta sensación de que Shinbe estaría aquí en cualquier momento, y ella no quería que él se enterara de nada de lo que estaba planeando. Escuchó el clic en el otro extremo. – ¡Finalmente! Kyoko empujó el teléfono lejos de su oreja, lo miró con furia y lo colocó de nuevo en su oreja. – ¡Suki, estaba en el baño! – Kyoko casi se quejó mientras miraba con anhelo hacia atrás a la puerta del baño donde sabía que el agua estaba aún caliente y con aroma a jazmín. La llamaba a volver y disfrutar, y así lo hizo en el sueño. Se mordió el labio inferior mientras arrastraba sus ojos lejos de lo que quería. – ¿Estás ahí parada desnuda? – Suki se rio disimuladamente sabiendo que Kyoko se sonrojaba fácilmente. – ¡Suki! – gritó Kyoko al auricular. Su amiga simplemente tenía un sentido del humor retorcido, que probablemente venía de pasar mucho tiempo con Shinbe. Sonrió con picardía mientras replicaba, – ¿necesitabas algo? Tengo un baño caliente y lleno de vapor llamando mi nombre, estás interrumpiendo mi pequeña cita. – ¿Cita? – Suki miró al teléfono y volteó los ojos. – Definitivamente necesitas ayuda, Kyoko. ¿Quién alguna vez escuchó sobre ponerse romántico en el agua del baño sin alguien más ahí contigo? Al menos ten una chispa de imaginación y piensa en un hombre sexy que limpie tu espalda mientras estás ahí –. Suspiró con un tono exasperado sin ser consciente de que justamente acababa de impactar a Kyoko hasta la médula por lo cerca que estaba de su imagen mental. – De todos modos, tú y yo vamos a tener una noche de chicas para celebrar que se acabaron los finales –, chirrió Suki. Ella no iba a dejar a Kyoko decir que no. – No tomaré un no por respuesta, así que comienza a prepararte. Y usa el atuendo que compramos el fin de semana pasado. Yo haré lo mismo –. Suki inhaló profundamente y rápidamente comenzó antes de que Kyoko tuviera oportunidad de decir alguna palabra. – Está lista a las 7:30. Te quiero. ¡Adioooós! Kyoko parpadeó cuando el teléfono hizo clic señalando que la línea estaba desconectada. Sus labios seguían separados porque había estado lista para decir “no” a la primera oportunidad. Envió una mirada silenciosa a la pared lejana de la sala de estar que separaba los apartamentos de ambas chicas preguntándose si Suki había llamado desde ahí o desde su celular en alguna otra parte. Suspiró mirando al identificador de llamada. – Celular, con razón –. No hace falta golpear la pared entonces. Pero la imagen de sus manos alrededor del cuello de Suki le puso una sonrisa en el rostro. – Aunque puedo fingir. Lanzando el teléfono inalámbrico de nuevo a la encimera, Kyoko miró hacia abajo a la bata de seda adherida a su cuerpo húmedo y gruñó. El agua tibia que aún estaba en su piel se había vuelto fría y daba una sensación de hormigueo, haciendo que se le erizara la piel por el frío. Rápidamente se volteó para volver a su baño. “Ring, Ring”. Kyoko se sacudió. Giró mientras su ceja izquierda se levantó con frustración. – ¡Espero que sea Suki, así podré decirle cuánto me gusta que me acosen! – Jalando el teléfono con brusquedad, dijo un poco más alto de lo normal. – ¡¡Hola!! Toya sonrió al saludo de Kyoko. – Vamos, ¿tu mami no te enseñó a ser educada al contestar el teléfono? Kyoko se sentía como para caminar con calma hacia la ventana, abrirla y dejar que el teléfono se deslizara de su mano hacia lo desconocido. – ¿Por qué será que nadie quiere dejarme terminar mi baño? – se quejó, pisando fuerte con su pie solo para sentir el aire acondicionado meterse debajo de su bata. La sonrisa de Toya se desvaneció mientras su imaginación enloquecía y visiones explícitas comenzaron a danzar en su mente. – Estás desnu… – se quedó mudo antes de preguntarle si estaba de pie desnuda. Sacudiendo el pensamiento fuera de su cabeza, Toya tomó una respiración profunda para calmarse y con suerte controlar sus ahora intensas hormonas. – Carajo, esa fue una bonita imagen… Kyoko frunció el ceño preguntándose si Toya estaba de pie al lado de Suki en ese mismo momento. Toya trató de nuevo. – Eh, no importa. Mira, estoy de camino a buscarte para ir al cine esta noche, así que solo vístete. Kyoko estrechó sus ojos preguntándose quién proclamó que era “El Día de los Acosadores”. – Este, tengo planes esta noche –. Por supuesto que sus planes habían sido volverse una ciruela pasa en el baño, luego acurrucarse en el sofá y ver una película. Quizá incluso quedarse dormida mientras tanto, no tener a todo el mundo molestándola para “salir”. – ¿Qué? ¡Cancélalos porque vienes conmigo! – prácticamente ordenó Toya, comenzando a molestarse porque ella no estaba haciendo lo que él quería que ella hiciera… como si alguna vez lo hubiese hecho. Kyoko cerró los ojos y sostuvo el teléfono lejos de su cántico – no lo lanzaré por la ventana, no lo lanzaré por la ventana –, “Toc, toc” Kyoko se balanceó para encarar la puerta pensando “¡Pero SÍ se lo lanzaré a quien sea que esté en la maldita puerta!” pudo escuchar una risa demente venir de algún lugar muy adentro, donde la malvada hermana residía. Serenamente caminó hacia la puerta y la abrió, entonces se asomó por la puerta a mirar alrededor para ver quién era. – Kotaro – susurró, un poco sin aliento, luego cerró de golpe su boca con culpa esperando que él no lo hubiera notado. Los ojos de Kotaro se iluminaron y se oscurecieron al mismo tiempo cuando la puerta se abrió. Estaba feliz de ver a Kyoko a salvo… y obviamente no completamente vestida. Levantó una ceja ante la forma en que ella había dicho su nombre. Presionando la mano contra la parte de encima de su cabeza en la puerta, la terminó de abrir con su usual sonrisa confiada mientras pasaba más allá de ella… casi tocándose.
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