CAPITULO 1
Pov Olis.
Soy Olis Meyer, un alemán que vivo en estados unidos por complacer a la mujer que amo, soy un magnate petrolero y de telecomunicaciones.
Tengo todo lo que un hombre desea tener; dinero, poder y una gran mujer a mi lado, la que amo y ella me ama.
Mis días se resumen en 16 horas de trabajo. Son agotadores y lo único que deseo es llegara mi casa, ver a mi mujer, hacer el amor, aunque hace semanas no lo hemos hecho. Y no puedo quejarme, ya que no se ha sentido bien, los dolores de cabeza y de cuerpo no la dejan disfrutar de nuestra compañía.
Así que preparo todo, para darle una sorpresa, una cita como las que desde hace tiempo no tenemos.
Llego a mi mansión y la busco, subo a nuestro dormitorio, despacio y no llego a ingresar cuando ella ríe a través de su celular, eso me parece perfecto porque ella está de buen humor y podremos hacer el amor.
Pero todo cambia cuando ella dice las palabras que hacen que mi corazón se destroce
. — no sabes las ganas que tengo de sentirte dentro de mí, mordiendo mis pezones, como solo tú sabes hacerlo.
. — sabes que sí. Todo bebé, si ya estoy terminando de arreglarme, no te preocupes. Nos vemos donde siempre.
Mi corazón, mi respiración, mi cuerpo todo falla, siento que ella se acerca y me escondo en el baño de visitas del pasillo.
Mi espalda choca con la pared fría y mi cuerpo se desliza hasta quedar en el suelo.
Mientras yo Miro la argolla que adorna mi dedo y me la quito con frustración. Jamás pensé que mi esposa, la mujer que ame y la cual deposite todo mi amor y toda mi confianza, me haya engañado de esta manera y de forma tan cliché.
Llevo 19 años casado, tengo 42 años, muy apurado como me dijo mi hermano y mi madre, pero a ciegas creí en ella en su amor, pero un muy mal amor, a los veintiuno ya era considerado el empresario más rico y joven de toda Europa, tenía todo lo que un hombre podría soñar, el trabajo y reconocimiento por el que trabajó tantos años, una familia incondicional que siempre me apoyó y claramente una mujer quien se mostró al principio devoto a su esposo y familia, claro la cual jamás logramos.
Una familia propia.
Esposa, hijos, muchos hijos a los cuales cuidar, educar, mimar. Solo tengo una esposa, la cual dejó en claro que no quería hijos, por qué no quería que su cuerpo cambiase, y siento que no tengo nada.
Siento que algo me falta para que mi vida esté completa y feliz, me falta… y mi mayor y más grande miedo es que no sé si algún día lo tendré.
Bueno, la mujer de mi vida es Leyna Müller. A quien conocí en la universidad porque ella trabajaba en esa facultad, su belleza me cautivo, no solo a mí, sino a muchos.
Leyna se convirtió en mi novia en el primer año que entre a la universidad, me encanto su simpatía y amabilidad que siempre demostraba.
Mi padre siempre dudó de mi esposa desde que la conoció, jamás estuvo de acuerdo con nuestro matrimonio, así pasaron los años la relación, si bien fue tensa, más la soporto, pero todo cambio cuando él me dejó de hablar, porque anuncie que me casaría con esta mujer.
Pero mi madre como siempre nos obligó a ambos a hablar y llegamos a un acuerdo. Tendríamos un contrato prenupcial para yo poder tomar el control de las petroleras y así poner en marcha todas mis ideas, de lo contrario terminaría como cualquier mortal solo con mi carrera.
Ella no tuvo más que aceptar, porque si no se acababan todos sus lujos, a los que yo la acostumbré, le puse el mundo a sus pies, me puse a sus pies.
Ambos acordamos, por petición de ella, que el primer año no tener bebés, que disfrutaríamos nuestra vida de casados ese tiempo, después tendríamos todos los niños que quisiéramos.
Pero con el tiempo ese año se volvió dos años, creí que ella lo hacía para poder retomar sus estudios, ya que por su situación económica cuando joven no pudo. Sin embargo, solo se dedicó a vivir la vida. A gastar mi dinero.
Han sido casi 20 años de matrimonio y hoy me entero de que ella tiene otro, quizás no es el único, no sé, ya no sé qué pensar.
Me levanto del suelo; limpio mis lágrimas y salgo del baño, la encuentro saliendo de la habitación. Con mis ansias a mil le pregunto con la esperanza que se quede acá conmigo.
Por inercia me acerco y la beso lo cual solo responde con un beso tibio. Mi corazón cae junto con mi orgullo. Pero no me daré por vencido.
Amor donde vas. — pregunto con la esperanza de que lo que haya escuchado solo sea producto de mi imaginación.
. — amor voy con mi madre, ya que está enferma y no tiene quien la cuide adiós voy tarde. — y sale casi corriendo.
Saco mi móvil de mi bolsillo y marco a seguridad para que enciendan los GPS de todos los aparatos de mi amada esposa.
Subo a mi dormitorio derrotado con la vista nublada por mis lágrimas.
¿Por qué me engaño?
¿Qué me falto?
Con esos cuestionamientos me deshago de mi ropa y me miro al espejo, tengo 42 años, soy atractivo, las féminas me miran con deseo y lujuria, desde adolescentes hasta mujeres mayores.
Mi cuerpo es fibroso, musculoso, salgo de mis pensamientos cuando escucho el sonido de mi celular en donde seguridad me envía todo lo de mi mujer.
Me visto con unos jeans negros, un Beatles color crema el cual hace resaltar mi musculatura, unos zapatos negros y una chaqueta de cuero al juego.
Tomo mi celular y el reloj, salgo, me monto en mi Bugatti el “La Voiture Noire” llego en 30 minutos a donde me dirigió el GPS del celular de mi mujer, el cual ella claramente no sabe que tiene.
El lugar es un antro que está abarrotado de gente, ingreso directo al salón vip, cuando recibo la llamada de mi hermano Colin.
. — que haces en un antro y sin tu “esposita”. Dice de forma irónica.
Si me llamo es porque el maldito está en este lugar, así que le indico donde estoy.
A los minutos él llega con una botella de tequila, cuando me ve su sonrisa desaparece. Le cuento qué está ocurriendo y me mira con pena. Pero después me dice algo que me hace clic.
. — no te preocupes si la zorra de tu esposa está acá, con las cámaras podremos acabarla por infidelidad. — me dice con emoción.
Y tú ¿cómo? O ¿Por qué? Obtendrías las cámaras de seguridad. — le pregunto confundido.
. — fácil hermanito, este local y como otros más son míos y desde ya ordenaré a mi gente las cintas, tú no te preocupes. — su firmeza me llena de esperanza.
Ya no estaba bebiendo en los vasos, tomo directo de la botella, expectante a verla entre tanta gente, hasta que mi vista se detiene en ella.
Su silueta la reconozco hasta en la oscuridad, es ella y el tipo la toma entre sus brazos y la besa, ella responde con fuego como jamás lo hizo conmigo.
Dos lágrimas escurren por mi rostro, mi hermano ve la dirección que mi mirada está clavada. Quiero irme, quiero estar solo.
Pero él no me deja y cuando le voy a decir que ella deberá volver en cualquier momento, un mensaje me llega y me avisa que se quedará todo el fin de semana con su madre.
Decido quedarme con mi hermano, el cual le informa mis padres que está pasando, mientras yo solo bebo botella tras botella.