EMILY ¡Maldición! Había visto a Alistair sin camisa, y lo había visto en traje de baño mojado, pero algo en ver a mi jefe con su camisa de vestir, mangas arremangadas para exponer sus antebrazos, me estaba haciendo algo más. También me hacía desear haber aceptado su oferta anoche. Apuesto a que habría sido bueno. —¿Estás bien? —preguntó Alistair, confundido. Abrió un cajón de la cocina y lo cerró—. ¿Por qué esta cocina es tan grande? Maldición, apuesto a que es grande. Cuando me tocaba anoche, realmente, realmente había querido ceder. Pero Alistair me había pillado comiendo mi entrega de medianoche, y eso no era una buena imagen. Además, no había podado el césped, por así decirlo. Tal vez pensó que no estabas interesada. Ciertamente se estaba comportando como si hubiera perdido

