El tiempo en cuarentena comenzó a distorsionarse, los días se fundían unos con otros en una monotonía asfixiante. A pesar de nuestros esfuerzos por mantenernos fuertes, la realidad se hizo más cruda cuando la enfermedad que tanto temíamos tocó a nuestra puerta. Todo comenzó con un leve malestar, un dolor de garganta que atribuí al cansancio y a la falta de sueño. Pero en cuestión de días, los síntomas se intensificaron. La fiebre llegó, seguida por una tos seca y una sensación de agotamiento que nunca había experimentado antes. Al principio, intentamos convencernos de que solo era una gripe fuerte, pero cuando Mateo comenzó a mostrar los mismos síntomas, supimos que estábamos enfrentando algo más serio. El miedo se apoderó de mí cuando vi a Noah, con su pequeño cuerpo caliente por la fie

