Amelie despertó entre una suaves sabanas de lino rodeada por un brazo enrollado en su cintura, podía sentir el tibio aliento de Izan en su nuca que tenía hundido su rostro entre los mechones desordenados de su cabello. Izan aún estaba dormido. Una sonrisita se dibujó en su rostro recordando el día de ayer, se sentía plena junto a Izan. Sin hacer ruido, tomó su móvil y se levantó de la cama para ir al baño. En el interior de la pequeña habitación, se dio cuenta que tenia varias llamadas perdidas de su madre, miró la hora e hizo un cálculo de que hora sería en Manhattan. Regresó la llamada.
—Mamá lo siento, mi móvil se quedó sin batería —dijo Amelie apenas escuchó que Nora respondió.
—¿Cómo estas hija? —Amelie tuvo cientos de pensamientos que llegaron a su cabeza, estaba muy enfadada con
