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3653 Words
Adam llegaba a su casa, giraba el pomo y se adentraba a su cálido hogar haciendo un movimiento en su cuello que produjo un estruendo en sus vértebras. El dulce canto de su madre recorría cada esquina y cada rincón de la sala y la cocina mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro, lanzó la mochila en sus espaldas hacia el sofá de la sala y se dirigió pronto hacia la cocina donde estaba su madre, comenzó a tararear la canción que su madre cantaba, había olvidado la letra de la canción y su madre comenzó a reír junto con él al sorprenderlo intentando cantar a la par con ella. Se giró y lo recibió con un abrazo y un beso en la frente sin tocar con sus manos su espalda pues estas tenían una masa viscosa sobre ellas. —¿Cómo te fue, corazón?— —Bien, madre— Mencionó liberándola de sus fuertes brazos. —¿Te ayudo?— Se ofreció. —Anda, ve y cámbiate.— El joven dió un brinco y corrió hacia su habitación, pasaba por el recibidor y se dirigió a las escaleras, detuvo el paso repentinamente, su hermano bajaba por las escaleras. Alek dibujó un gesto de reproche en su rostro. —¿Qué pasa? Creí qué...— —¡Ya! ¡no molestes!— Lo interrumpió pasando de largo, Adam prosiguió y subió las escaleras sin tomar importancia a la actitud de su hermano, se sentía bien, como pocas veces dentro de los últimos doce meses, no había un atisbo de ansiedad ni de depresión. «Quizás la vida empezará a mejorar» Pensó mientras se adentraba a su habitación. Retiró sus ropas de la escuela y las lanzó sobre la cama, sacó un pantalón n***o y una playera gris y se las puso en su lugar, las mangas cortas de su playera dejaba entre ver leves aruños en forma de cicatrices tenues que le recordaban una noche en específico: Corría el año del 2020. En los periódicos y noticias locales rondaba la noticia de Richard, un pastor calvinista que había estado robando a los seguidores de su religión logrando hacerse de una buena cantidad que le había facilitado comprarse una casa en una lujosa zona de la ciudad. El pastor Richard, había convencido a la señora tal de tal de poner los papeles de su canción a su nombre en su lecho de muerte, según cuentan, personas que prefieren mantenerse en el anonimato que el pastor Richard aprovechaba la ingenuidad de sus súbditos para robarles y exigirles dinero con el cuál formó si propio templo y se ha hecho de múltiples riquezas materiales, tal como cien hectáreas cuadradas de campo en las afueras de Amsterdam, además de un coche Mustang último modelo y .... Ese día llegaba Adam a la escuela junto con su hermano sin imaginar lo que sucedería, su padre atravesaba una situación que mañana la reputación de toda la familia. Los jóvenes entraban por la puerta de aquella enorme escuela y las miradas de todos se se traban en estos dos quienes al momento de sentir esas miradas no pidieron evitar sentirse incómodos, era notable la obviedad de que aquellos jóvenes ya estaban al tanto de lo ocurrido. Alek lanzó una mirada escritadora pero nadie se dignaba a decir nada, tan solo un cuchicheo en forma de coro resonaba por doquier. Adam caminaba con total donaire sin importar aquellas miradas aunque la incertidumbre de saber que ocurría se hacía cada vez más presente. —¿Que?— La voz de Alek acalló los múltiples murmullos. Adam acarició su hombro intentando tranquilizarlo. Los ojos enormes de Alek se centraron en los de su hermano. Un grupo de amigos suyos pasaban al lado de ellos. Una enorme sonrisa de dibujó en el rostro del joven pero aquellos muchachos siquiera se dignaron a saludar a su amigo a pesar de éste haberles saludado anteriormente. Aquellas miradas persistentes provocaban un sentimiento en Adam que comenzaba a convertirse en cólera, eran miradas que juzgaban a los jóvenes y apuntaban con sus dedos mientras cuchicheaban entre ellos. Adam se decidió en un suspiro caminar con total calma ignorando aquellas miradas acusadoras aunque Alek quien siempre había sido el más fuerte de los dos se mostraba totalmente perturbado. Caminaron juntos por el pasillo hasta dar vuelta a la esquina donde se separaron, Adam siguió su camino y Alek entró a su salón. Adam azotó la puerta detrás de él y tomó su lugar en la tercera fila primer asiento. En eso, un hombre larguchón y narigón, de aspecto patéticamente pálido entraba con un bolso bajo el brazo, puso la maleta sobre su escritorio y con sus manos apoyadas en su escritorio miró al joven por el borde del marco de sus gafas. Adam sintió si mirada y decidió hacerle frente de la misma manera. Ambas miradas se encontraron centradas entre sí. El joven azotó el pupitre con sus puños. —¿Qué ocurre?— Mencionó con un leve sonrojo en sus mejillas, la frustración por el problema de su padre hacia de su actitud tímida una actitud hostil y enojada al sentirse juzgado por todo el mundo, al contrario de su hermano quien bajaba la mirada al ser enfrentado entre reproches y burlas. El profesor bajó la mirada y tomó asiento. Un murmullo a lo lejos comenzaba a retumbar en casa esquina del salón, no era algo nuevo que los estudiantes causarán un un alboroto antes y después de clases por lo cuál Adam no prestó más atención. Un joven entraba por la puerta cerrándola detrás suyo, su respiración se entrecortaba y jadeaba. Miró a su profesor quien frunció el seño para luego dirigir su mirada al muchacho. Miraba por la ventana mientras con sus manos de apoyaba sobre la puerta, volvió a voltearse hacia en frente y dirigió su mirada nuevamente hacia Adam. —Atraparon a tu hermano, lo quieren linchar. ¡Y vienen por tí!— Mencionó en un solo respiro. —¿Que?— Parecía que no quería comprender las palabras de aquel muchacho llamado Randall. Se puso de pie y se dirigió a la ventana donde ya estaba el profesor viendo todo a lo lejos. Adam se colocó al lado de ambos y puso sus manos apoyadas sobre el cristal a la altura de sus ojos para ver mejor. Una enorme multitud de jóvenes gritaban y caminaban de un lado a otro, algunos lanzaban cosas hacia alguien a quien Adam pudo identificar como Alek. Aquel tumulto de gente comenzó a caminar lentamente en un gran grupo hacia donde ellos estaban. Adam se llenó de temor al ver que un joven de aspecto robusto caminaba delante de aquella turba, lo hacía con tanta autoridad que se parecía ser el líder de un ejército. Se dirigieron hacia la puerta y aquel robusto y alto joven comenzó a golpear la madera con fuerza. El profesor de la clase se apoyaba de espaldas sobre la superficie para evitar que entrasen. —¡Dejenlos pasar!— Mencionó en un susurro. El hombre y aquel joven muchacho feuncieron el ceño. Adam los apartó del lugar empujándolos. La puerta de abrió y aquel enorme hombre lo miraba desde una altura de más de diez centímetros más que él. Su mandíbula tenzada y sus ojos llenos de furor lograron causar un escalofrío en Adam. El enorme gigante le indicó abandonar el salón y así lo hizo. Aquella enorme multitud lo rodeo quedando en medio junto con su hermano y otros dos muchachos, el fornido y robusto junto con otro de apariencia más delgada y bajo que él. Adam se arrodilló ante su hermano quien estaba sobre sus rodillas, le levantó la cara con su mano; un ojo amoratado asomaba por debajo de sus rebeldes cabellos. Adam giró la cabeza hacia aquellos bribones y se puso de pie a la vez que cuentos de insultos y susurros aturdían sus sentidos. —¿No nos conoces?— Mencionaba el enorme joven negando con la cabeza y con la mano dentro del bolsillo. Adam negó. —Patrick Visser, Raffi Visser— Mencionó presentándose a él y al otro joven a su lado. Adam y seguía sin comprender de qué se trataba aquello, conocía aquellad caras de ambos pero apenas conocía sus nombres. Raffi arqueó su boca. —¿No nos reconoces?— Adam arrugó la frente, su respiración comenzaba agitarse. —Amanda Kendrick, la conoces— Negó nuevamente. —¿No reconoces a aquella viejecita a quien en su lecho de muerte el miserable de tu padre, el Pastor Richard obligó a dejar las escrituras de su casa a su nombre?— Alek se había puesto de pie y colocado su mano sobre el hombro de Adam desde sus espaldas. El profesor estaba dispuesto a irrumpir en el lugar y evitar más problemas. —No sé de qué hablas, mi papá no ha obliga...— Aquel enorme hombre interrumpió sus palabras tomando bruscamente a Adam de la playera, éste retrocedió y Adam cayó al suelo al ser empujado, su hermano lo ayudó a ponerse de pie pero Raffi lo volvió a empujar cuando esté se disponía a levantarse, ambos hermanos cayeron al suelo. Patrick lo levantó como a un muñeco de trapo y comenzaron a dirigirse hacía la salida entre empujones. Pareciese épocas de la inquisición camino al m******o condenando a una mujer acusada de brujería, entre empujones y proyectiles de globos con agua y bolas de papel. Los muchachos caminaban pronunciando burlas hacia los dos hermanos. Una especie de calor sofocante acariciaba la frente de Adam despidiendo gotas de un sudor que le producía un cosquilleo en las sienes. Alek hacía gestos de dolor mientras con una de sus manos se tocaba el costado izquierdo. Uno de aquellos jóvenes de la multitud puso su pie delante de Adam mientras este era empujado por el bravucón y le provocó una caída de la cuál logró levantarse ayudado por éste mismo levantándolo del suelo bruscamente por el cuello de la camisa. Adam acarició su cuello. Los profesores trataban de impedir que aquello llegara a mayores pero la gran cantidad de jóvenes les intimidaban obligándolos a retroceder. Por fin llegaron hasta la enorme puerta de salida, los jóvenes se hicieron a un lado a la vez que empujaban a Alek y a Adam. —Deberían echarlos de la escuela— Gritaba una jovencita a la cual se le unieron una decena de jóvenes optando por apoyar la idea. —¡Sí!— —¡Que ya no vuelvan!— —¡Vividores!— La voluntad de Alek se doblegó y en un momento de ira accionó sin siquiera meditar en ello y golpeó a un joven que le escupía en el rostro, el muchacho cayó al suelo con la nariz rota. Alek se dió la vuelta y lanzó un golpe a la cara de aquel muchacho de gran altura, su hermano Raffi intercedió por él tomando al joven bruscamente del brazo y del cabello con la otra mano pero éste logro sacarse. Alek comenzó a correr bajando las escaleras hasta el verde césped, Adam lo siguió pero uno de aquellos estudiantes cogió una piedra y la lanzó llegando a impactar en la frente de Adam. Sintió su vista opacarse por un minuto y la temperatura de su cuerpo descender considerablemente, un agudo dolor se produjo en su cabeza causando una especie de confusión, su hermano lo jalaba del brazo hacia él al verlo sangrar. La multitud comenzaba a agolparse al rededor de ellos, Patrick se acercaba intimidante con el puño cerrado. Una sensación de desesperanza y resignación apacaba la esperanza de salir ilesos. —¡Ya basta!— Gritó un hombre con voz grave causando las miradas de todos. Cogió del brazo a ambos jóvenes y se apresuraron a correr hacia su coche del otro lado de la acera, la enorme multitud se quedaba perpleja hasta que decidieron alcanzarlos pero éstos ya habían subido al coche, proyectiles de piedras comenzaron a impactar aquel vehículo, Adam presionaba sus manos contra sus orejas para apagar el ruido, Alek miraba hacia en frente a ningún lugar en concreto. Muchos jóvenes ardían en ímpetus y otros en indignación al ver lo que una tierna de personas podría causarle a dos muchachos inocentes por consecuencia de los actos de su padre. El profesor llevó a ambos muchachos hasta su casa. —Siento mucho lo de su coche, mi papá le pagará todos los daños— Pronunció Alek mientras bajaba del coche. Su profesor negó con la cabeza. —¡Cuidense!— asintió. Adam bajó del coche con pesar y con los sentidos apagados, su hermano lo cogió del hombro encaminándolo hacia la entrada de su casa. —¿Estas bien?— —Solo estoy mareado— Mencionó dando pasos vacilantes y con la mirada perdida. Alek golpeó la puerta un par de veces sin lograr captar la atención de sus padres, Adam apoyaba su cuerpo en la baranda al rededor de la puerta, su hermano empujó la puerta y esta se abrió completamente produciendo un sonido fuerte al golpear con el otro extremo de la puerta. —¿Estás bien?— Adam empezaba a empalidecer, su hermano pasó su cuello por debajo del brazo de Adam para así llevarlo hacia adentro en caso de que este se desvaneciese. —¡Estás pesado! Ayúdame— Mencionaba mientras se dirigían hacia la sala con pasos titubeantes. Su madre y padre bajaban las escaleras y vieron a Alek ayudando a su hermano a caminar. —¿Qué ocurre?— —¿Por qué azotaron la puerta?— Mencionaban Margaret y Richard. —Hijo, hijo. ¿Que pasó, quién te golpeó?— Mencionaba presurosa su madre acercándose a él y sosteniendo su cara son sus manos. —Llévalo al sofá— Sugería Richard. Adam tomó lugar en el asiento, su hermano a su lado y sus padres de pie frente a ellos. —Pero qué pasó Alek, ya dinos. ¿Quién los golpeó? Mira nada más como los dejaron— Alek miró hacia el rostro de su madre con una expresión de enojo. —Respóndele a tu madre. ¿Quién les ha hecho esto?— Se cruzó de brazos. Alek sorbió los mocos y se puso de pie mientras Adam reposaba su cabeza en el respaldo del sofá mirando hacia el cielo. —¿Qué pasó?— Río irónicamente— ¿De verdad quieres saberlo?— Richard no entendía el porque de la ira en el rostro de su hijo, pareciese que fuese su némesis en lugar de ser su padre. Un leve llanto comenzó a escucharse en la voz de su madre quien temblaba constantemente. —Dinos qué pasó, Alek— .—Pasó, papá , que ya todos se enteraron lo de la "herencia" que te dejó la vieja esa, ¿ Y sabes que andan diciendo?— Negó con la cabeza. —Dicen que tú la obligarte a firmar los papeles en su lecho de muerte para quedarte con su casa. ¿Es verdad eso?— Mencionó exaltado y salpicando saliva. Richar no lograba articular palabra alguna, sus acciones habían sido limitadas a una expresión inerte. Margaret miraba con ojos abiertos totalmente a su marido mientras meneaba la cabeza dando una respuesta negativa. —¿Pero quién les hizo esto?— Mencionó evadiendo la anterior pregunta. —¿De verdad quieres saber quién?— Pronunció exaltado Alek. Adam se puso de pie habiendo recuperado el aliento. —Todos, papá. Casi nos linchan, parecían todos un montón de inquisidores.— La mirada insistente de Alek incomodó a su padre desviando la suya hacia su mujer quien no paraba de secarse las lágrimas. — No puedo soportar esto— Mencionó para darse la vuelta y subir las escaleras apresurada. —Ahora mismo voy a hablar con el director de la escuela— —No papá, no va a servir de nada. Ya no pienso volver a ese colegio— — Y yo tampoco— Pronunció en voz baja Adam limpiando con su mano la sangre coagulada de su frente. —¿Es verdad que engañaste a la anciana moribunda en heredaste su casa?— La mirada de desaprovo hacia su padre era persistente, le asqueaba tener que lidiar con los errores de su familia como si fueran causa suya. —¡En lo absoluto!— Mencionó en un grito enfurecido. —¡ Por Dios, muchachos! ¿ Me creen capaz de tal bajeza?— Ambos muchachos se encogieron de hombros. —¡Basta! No voy a permitir que me injuren en cosas que no he hecho, ahora mismo voy a hablar con el director de su escuela— Mencionó saliendo de casa apresurado, sus hijos no pudieron hacer nada por evitarlo, estaba decidido, azotó la puerta detrás suyo y subió al carro estacionado a la orilla de la acera. Había llegado la noche y los jóvenes muchachos esperaban a su padre en la sala para cenar juntos, hacia dos horas que se había marchado y no había vuelto, unas luces iluminaron la pared interna de la sala, Richard llegaba , estacionaba su coche dentro de la cochera, Margaret se puso de pie. Por la puerta entraba Richard aflojándose la corbata y desabotonado la camisa blanca. —Cariño, ¿Qué pasó? ¿Por qué tardaste tanto?— Suplicaba una respuesta su mujer mientras se acercaba a él. —He hablado con el director Sanders. Ya no volverá a ocurrir lo sucedido, va a ponerles un alto a los muchachos Visser— —Papá, no entiendes. Eran capaz de quitarnos la vida, sus miradas los decían todo— refunfuñó Alek levantándose de un salto. —Papá , ya no pienso ir a la escuela, no después de lo de hoy, ¿Quien nos puede asegurar que mañana no serán capaces de ă̈s̆̈ĕ̈s̆̈ĭ̈n̆̈ă̈r̆̈n̆̈ŏs̆̈?— Negaba Adam con la cabeza. —Muchachos, no hay de qué preocuparse, ya arreglé las cosas con su director, no hay nada que tener. ¿De acuerdo?— Ambos jóvenes se miraban asimilando la situación. —Tengo hambre, ¿A qué hora cenaremos?— —La cena está lista. Vamos a lavarnos las manos antes de comer, y eso aolica para todos— Dijo Margaret haciendo énfasis en sus hijos. La cena estaba servida, pollo asado con patatas, zanahorias y brócoli al vapor. Adam se servía una porción de verdura en su plano tintineando los cubiertos en su platillo al chocar entre sí. Alek se llevaba el tenedor a la boca con un pedazo grande de brócoli untado en mantequilla, mascando lentamente y enseñando el contenido de su boca a su hermano, Adam se sonrió tontamente y centró su mirada en su padre que brotaba un pedazo de pollo con el cuchillo y con el tenedor. Margaret sonreía al sentír la mirada de Adam, éste le devolvió la sonrisa. El lugar se sumaba en un profundo silencio , turbado solamente por el sonido de los cubiertos y de las degluciones de cada uno. El sonido de un a***e de puerta de algún coche, probablemente de algún vecino se hizo presente en un sonido lejano acompañado por algunas risas. Richard cogió el salero y puso un poco de sal sobre sus verduras, su mujer evitó que colocara más cantidad tocando con su mano , la mano de su esposo. —Ya hemos hablado de esto antes— Mencionó en un susurró. Alek arqueaba las cejas a su hermano quien esta vez le mostraba la comida masticada en su boca. —¡Eres asqueroso!— Río el joven. —¡Muchachos! La cena es sagrada— Replicó su padre con enfado. Un fuerte ruido intervino en aquel silencio acogedor, el sonido de cristales romperse irrumpieron en aquel íntimo momento de tranquilidad en familia. El tenedor de Adam cayó al suelo con una patata atravesada entre sus dientes. Richard se limpió las manos con la servilleta y se puso de pie apresuradamente y se dirigió hacía la sala de dónde provenía aquel ruido y otro se hizo presente. Un proyectil de ladrillo con un papel atado había entrado por la ventana y caído al lado de la mesilla de vidrio de la sala donde solían tomar el té. Richard cubrióse los ojos para evitar que algún cristal pudiese lastimarle. —¿Cariño, estás bien?— Mencionó preocupada aquella mujer acercándose a su esposo. —Aléjate mujer, puede ser peligroso — Sugirió Richard empujando levemente a Margaret y dando unos pasos hacia atrás impidiendo así que sus hijos se acercarsen. Fuera de la casa se escuchaban murmullos de personas y un grito de una voz ronca se hizo escuchar. —Esto es solo el primer aviso— Se escuchó. El padre de familia se aseguró de que no había riesgo alguno y se decidió a entrar a la sala rodeando aquellos cristales rotos, se puso en cuclillas y cogió aquel ladrillo con la cual aquellos vándalos habían roto el vidrio. El hombre retiró una balda elástica que mantenía aquella hoja de papel atada y luego desdobló aquel papel descubriendo que llevaba un mensaje escrito con una letra apenas comprensible. —Lárguense del vecindario ahora, o tendremos que sacarlos nosotros por cuenta propia, no los queremos aquí— El mensaje era claro, aquellas palabras neerlandesas eran una clara advertencia para aquella acomodada familia se abandonar su lugar de origen, las consecuencias no eran claras para el padre de familia así que prefiero ignorar aquello y dar aviso a las autoridades. Los recuerdos de su padre hablando por teléfono a la policía local levantando un reporte de allanamiento de morada aún estaba presente en su memoria mientras él permanecía en su cama mirando hacia el techo, justo en la misma posición que se encontraba al recordar lo ocurrido ese año del 2020; dos años antes del actual.
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