Capítulo 021

2544 Words
- Actúas como una mala persona, incluso la reputación que tienes dentro o fuera del país es sobre ser una mujer diabólica y promiscua. – El joven menciono mientras intentaba sentarse para apoyar su espalda en el respaldar de la cama. Ortwsan se acercó para ayudarlo hasta que el vizconde estuviera cómodo. - Sin embargo, sientes preocupación en este momento, por eso me acabas de ayudar a sentarse en la cama. – La mirada de la joven era penetrante, al igual que la del hombre herido. - ¿Los sentimientos son debilidad? Los ignoras, pero aun así viniste a curarme tu misma e incluso admitiste estar preocupada. Los ignoras porque tienes miedo a enfrentarlo.– Olivia ladeo su cabeza sin saber que debería de decir en estos momentos. – La fortaleza no es sinónimo de ignorar las emociones, no puedes vivir ignorándolas... ¿Qué sentido tiene vivir entonces? ¡Dices ser una mala persona pero fuiste incapaz de acabar con la vida de tus sobrinos! – Resalto el joven entre gritos, era una secreto a voz que la Emperatriz el día que usurpo el trono fue incapaz de aniquilar a sus sobrinos e incluso actualmente los cuidaba como si fueran sus propios hijos. Usando sus habilidades mágicas, Paolo observo una emoción de color rojo intenso combinado con n***o junto a diversas cadenas a su alrededor de color dorado. Era la apariencia física del miedo. En silencio los ojos de Ortswan empezaron a cristalizarse debido a las lágrimas que deseaban salir de sus ojos, el temor profundo a convertirse en lo que más detestaba congelo su cuerpo e incluso causo que sus manos temblarán ligeramente. - ¿A qué le teme, su Alteza? - Cuestiono el joven, sus ojos demostraban su preocupación por ese cambio drástico. - ¿Qué dije para detonar ese miedo? - Se pregunto a si mismo, intento sujetar la mano de la Emperatriz pero esta la escondió rápidamente detrás de su espalda. - Cállate. – Ordeno de manera tajante mientras miraba la ventana. La orden de Olivia venia acompañada con una amenazaba implícita causando que el joven perdiera el valor para volver a abrir sus labios mientras pensaba con los ojos cerrados en la primera emoción de la mujer que era capaz de apreciar, era una fuerte temor combinado con una gran cantidad de odio a una persona en particular. Era una emoción peligrosa que sería capaz de traer desgracias a su alrededor, al mismo tiempo, era capaz de generar un dolor insoportable para el usuario que tenia la facultad de usar grandes cantidades de mana. La única manera para vencer esa emoción, era venciendo la fuente de ese temor así como dejar atrás el odio que lo acompañaba. Su corazón sentía lastima por Ortswan, debía de estar sintiendo grandes oleadas de dolor incluso con la más pequeña respiración. Sus ojos avellana se abrieron nuevamente para admirar a la mujer vestida de morado delante de su persona para poder preguntarle una cosa diferente en estos momentos pero la puerta fue abierta de manera abrupta dejando ver a un hombre con la piel clara junto a una mirada gris. - ¡Emperatriz, tenemos un problema! – La voz de Adonis parecía estar acompañada de inquietud. -Siempre existen los contratiempos, problema es aquel que realmente no tienen solución. – Dijo con una voz calmada sorprendiendo al vizconde debido a su actitud imperturbable. Su mirada obscura se dirigió al líder de la Guardia Imperial. - ¿Y bien? - El objeto divino ha lastimado a varios hombres de la Guardia, sin embargo, no encontramos restos de armas. – Sus palabras causaron que el castaño ladeara la cabeza interesado, al parecer, el no era el único que fue herido de esta manera. – Pareciera que "El Castigo de la Oscuridad" esta cada vez más enloquecido. El silencio se instaló en la habitación lujosa, los tres se encontraban en su propio mundo intentando resolver sus preocupaciones. Ortswan exhalo el aire que estaba en sus pulmones, dirigió una mirada al primogénito de la familia Cavendeshi antes de levantarse. - Regresare más tarde, por los momentos dejare unos sirvientes pendientes de ti, así como tu padre. – Le comunico antes de empezar a caminar a la salida para encontarse con Adonis. - ¿Mi padre? – Cuestiono en voz alta, el joven conocía de antemano las rutinas de la cabecilla de su familia. Cuando culminaba una reunión de la nobleza, su padre regresaba a su hogar enseguida. Aunque poseían una mansión cómoda en la capital eran raras las veces donde llegaban a quedarse más de unas cuantas horas. Los pasos de Olivia se detuvieron, giro sobre su propio eje para ver a su concubino mientras una de sus manos descansaba sobre su cintura. - Claro, cuando dije que serias mi concubino en la mansión de tu familia señale que cuidaría a tu familia. Tu padre forma parte de mi gabinete en este momento. – Cavendeshi parecía ser incapaz de contestar porque por breves minutos olvido como funcionaba el mundo de la política en realidad en el seno de la corte imperial. Ese ascenso, aunque su padre lo merecía, fue obtenido porque la mujer despida que tenia enfrente deseaba algo de su progenitor. Una suave sonrisa se posiciono sobre los labios rojos de la fémina, giro sobre sus talones para continuar su caminata hasta el líder de la Guardia Imperial quien realizo una pequeña reverencia cuando la Emperatriz paso a su lado. En ese momento el Conde Cavendeshi se acerco a la puerta, rápidamente realizo una reverencia a su gobernante antes de recibir el asentimiento para que fuera con su hijo. - Que oportuno, no tuve que llamarle. – Penso para si misma mientras caminaba rápidamente por los pasillos. (...) Entrada de la Biblioteca Imperial. El pasillo más cercano a la biblioteca se encontraba repleto de soldados que se abrían paso al escuchar el sonido de los tacones, los caballeros miraban esperanzados a la mujer más hermosa del mundo conocido. Sus ojos negros rápidamente distinguieron a su alrededor encontrándose con varios soldados heridos causando que sus labios se crisparan ligeramente, cuando estuvo cercana al grupo de soldados que realizaban guardia en la puerta ellos realizaron una profunda reverencia. - Apártense. - M-mi señora... - Dijeron varios soldados mirándose entre sí dudosos, la situación era peligrosa y sus trabajo era garantizar la seguridad física de la Emperatriz. - ¿Por qué tardan tanto? Es una orden de la Emperatriz, abran la puerta de la biblioteca Imperial. – La voz fría de Adonis causo rápidamente se alejaran de la entrada, dos de los soldados empujaron la puerta para que la pareja pudiera entrar antes de bajar la mirada. - ¿Dónde está...? – Ortswan empezó a caminar con calma para adentrarse a la gran sala repleta de conocimiento mientras era seguida por el hombre de mirada gris. Adonis chasqueo la lengua con un ligero mal humor antes de responder. - Adelante. La mujer asintió suavemente con la cabeza, se adentraron a la Biblioteca Imperial para escuchar rápidamente las quejas de los soldados heridos, el olor a sangre junto a libros viejos penetro en sus fosas nasales. Era una extraña combinación que la monarca encontró agradable causando que la sombra de una pequeña sonrisa apareciera sobre sus labios gruesos, mientras se iban acercando cada vez más al lugar de descanso de "El Castigo de la Oscuridad" eran capaces de escuchar las quejas con más claridad. - Adonis, ve a la derecha. – Comento en un tono autoritario la joven, mientras era capaz de ver esa arma invisible que una persona normal era incapaz de ver. El joven de cabello ondulado acato la orden inclinando un poco su torso mientras su pareja se inclinó, Adonis sintió pasar un objeto a una gran velocidad al lado de su mejilla e incluso sus ojos grises distinguieron como un par de mechones de sus cabello fueron cortados, un gruñido de frustración salió de lo profundo de su garganta. - ¿Por qué los objetos divinos de este lugar deben ser tan problemáticos? – Susurro antes de incorporarse al mismo tiempo que la mujer, sus ojos grises admiraron la espalda delicada delante de su persona. Se acercó unos cuantos pasos para poder abrazarla de la cintura causando que la fémina lo observara por encima de su hombro. – Los soldados tienen razón en una cosa, es un lugar peligroso para ti. - Sabes bien mi opinión sobre el liderazgo. – Sus ojos volvieron al frente buscando indicios de otra daga en camino a su dirección. - Los soldados saben que eres una buena Emperatriz, a pesar de los métodos poco ortodoxos que utilizas, únicamente quieres el bienestar de su pueblo. – Comento rápidamente antes de aparta una pequeña cantidad de cabello dorado para depositar un suave beso sobre la piel desnuda de su cuello. – Regresa con los demás, me encargare de esto por ti. - La única manera de detenerlo es usando magia, aunque tienes capacidades increíbles no serán suficientes para detenerlo. – Su voz era suave, se encontraba conmovida por la preocupación del joven de cabello castaño, su mano se colocó sobre la suya acariciando con su pulgar el dorso de la contraria. – Es un dispositivo que utiliza la magia del cielo, es necesario grandes cantidades de magna así como un usuario de magia nivel quince o un ser conectado con la naturaleza para poder someterlo. Los ojos de Olivia distinguieron en el fondo del pasillo un brillo que se aproximaba rápidamente. El líder de la Guardia Imperial estaba apunto de contestar cuando Ortswan giro sobre sus talones usando su fuerza combinada con mana para empujarlo al suelo, el joven de ojos grises cayo sobre su espalda mientras sus ojos observaban el techo con candelabros. Olivia rápidamente se subió sobre él, recostó su cuerpo sobre su pecho a unos escasos segundos antes que sintieran una corriente de aire sobrevolar sobre ambos. - Carajo. – Susurro con voz gruesa antes de colocar su mano sobre la cintura pequeña de la mujer. Olivia se incorporó rápidamente, sus ojos miraron detrás de ellos para descubrir que el suelo se encontraba una daga con un filo skiner. El arma era translucida con tonalidades rojas que brillaban de una manera ligera, no obstante, después de unos breves segundos clavada en el suelo desapareció rápidamente. Eran armas espirituales. Las armas espirituales rara vez aparecían en el mundo humano porque eran provenientes de uno de los tres reinos, para ser más claros eran originarias del mundo de los cielos, los seres humanos sin un entrenamiento espiritual especial eran incapaces de verlas o sentirlas antes que dichas armas terminaran sobre su cuerpo. Ortswan maldijo en voz alta causando que Adonis Andrade soltara su cintura, la mujer de cabello dorado se incorporó siendo seguida por el joven de cabello ondulado quien coloco una mano detrás de su nuca. El líder de la Guardia Imperial por el cambio repentino de actitud determino que la Emperatriz debía de conocer o en su defecto tener una idea general sobre lo que estaban enfrentando en estos momentos. - Adonis. – Su suave voz llamo al hombre quien asintió con la cabeza, su cuerpo estaba rígido mientras esperaba una orden. – Empieza a aplicar el entrenamiento nocturno sin lentes tácticos, es necesario que uses otros sentidos en vez de la visión por esta vez. - Confió que mi señora me explicara mejor la situación después. – Comentó antes de ver la pequeña espalda delante de su persona, Olivia asintió en respuesta antes de continuar con su caminata. Las armas que iban disparadas en su dirección eran invisible para la mayoría de seres humanos, en consecuencia, los soldados que intentaran luchar contra las mismas estaban obligados a confiar en su audición para determinar cuan cerca estaba un arma por el sonido del viento. La pareja camino hasta llegar a la zona donde se encontraba "El Castigo de la Oscuridad" encontrándose con los guardias que intentaban crear un muro de contención, no obstante, la mayoría de ellos se encontraban heridos de gravedad por las armas espirituales. Alexander Lefèvre se encontraba rodeado por mana de un color naranja, estaba usando sus habilidades mágicas para mantener una esfera alrededor del objeto que evitaba la salida de las armas, sin embargo, cada golpe que recibía el escudo causaba que el Fae se estremeciera. El golpe lo resentía en cada parte de su cuerpo. - ¡Es la Emperatriz! – Grito uno de sus soldados mientras su espalda estaba apoyada e una de las paredes, el hombre sujetaba su abdomen que había sido herido. Los soldados que estaban heridos admiraron con esperanza a la Emperatriz de Impure, Ortswan camino rápidamente hasta colocarse del lado derecho del joven mestizo en el momento donde un arma golpeo con más fuerza la barrera de color naranja ocasionado que de los labios delgados saliera una pequeño hilo de sangre, el segundo golpe causo que tuviera que toser ese líquido vital para el cuerpo humano. Olivia coloco su mano derecha sobre el hombro derecho del joven causando que se sobresaltara, la barrera flaqueo permitiendo que un arma escapara en la dirección de Adonis quien movió su torso a la izquierda evitando el impacto. Alexander rápidamente volvió a concentrase en mantener una barrera estable e intentar disminuir la grietas, los labios rojos de la fémina se acercaron hasta uno de los oídos del joven albino para susurrarle sus siguientes acciones. - Contare hasta el numero cinco, cuando llegue ese numero quiero que dejes caer la barrera. Te colocaras detrás de mi. – Dijo con voz calmada, su aliento golpeaba directamente el cuello blanquecino del fae causando que sintiera un escalofrió recorrer su columna vertebral. - Las armas espirituales pueden lastimarla. – La voz de Lefèvre era firme. Olivia ignoro olímpicamente su palabras, se coloco delante de su persona comenzando a invocar grandes cantidades de mana de un color fucsia de diferentes tonalidades causando sorpresa en el joven mitad hada. - Estas trabajando como un soldado. – La voz severa de Adonis causo que Alexander girara su cabeza a la derecha para verlo, Andradre mantenía en sus labios una sonrisa lobuna antes de desenvainar su espada. – Debes obedecer sus ordenes directas, sin importar lo que consideres personalmente. - ¿Estará bien? – Cuestiono mirando el cuerpo femenino delante del la imponente barrera, a simple vista, parecía una mujer débil dispuesta a usar su propio cuerpo para proteger a los demás. - La Emperatriz Ortswan es la mujer más poderosa del continente. – El joven desenvaino su espada. La Emperatriz empezó el conteo, Alexander siguió su orden sin estar completamente seguro de sus acciones. En un abrir y cerrar de ojos, el mana fucsia creo una gran barrera protectora que rodeaba el "El Castigo de la Oscuridad" en varias capaz adentro de un circulo. Sus ojos negros observaron con atención como las armas espirituales eran incapaces de atravesar por si solas la segunda capa debido a que aunque cada arma espiritual contenía un gran poder divino, estos eran insuficientes para un un mago de nivel superior con un avanzado nivel de espiritualidad. La única manera de romper la barrera seria directamente otro mago del mismo nivel o que bajara una de las Deidades del cielo para manipular las armas personalmente.
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