Después del desayuno las damas de compañía habían recibido la orden de preparar las cosas esenciales para el viaje al territorio del Conde de Newcastle, a su vez, debían de decirle al jefe de la seguridad del palacio real. En cuestión de un par de horas, la mujer de ojos oscuros se encontraba sentada en la parte posterior de su carruaje en compañía de su guarda espaldas, que en realidad era por meras formalidades, todo el mundo era cociente que esa mujer no necesitaba protección.
Adonis Andrade.
El hombre de cabello castaño, estaba sentado frente a la mujer más poderosas del continente occidental. Sus ojos grises se encontraban mirando el paisaje por la ventanas, era capaz de ver un valle verde junto a un gran lago a medida que subían por el acantilado. El caballero empezó a pesar en sus acciones pasadas, estaba en desacuerdo con el Rey anterior y en cuanto se enteró de los planes de la princesa Olivia -en aquel entonces- le juro lealtad, en la noche de los cristales rotos levantó su espada sin dudarlo demasiado.
Adonis regreso su vista al frente, arremango su camisa de vestir blanca hasta los codos dejando ver las venas que resaltaban ligeramente, sus ojos grises se encontraban sobre la figura curvilínea de la mujer sin corazón que debía proteger, la Emperatriz Olivia mantenía sus manos sobre su regazo, sus ojos se encontraban cerrados. Su mirada no pudo evitar dirigirse al escote del vestirme, sus mofletes se sonrojaron de manera salvaje.Ortswan era una mujer extremadamente atractiva físicamente, normalmente usaba atuendos que resaltarán más esa belleza y debía admitir que el color verde jade causaba que se viera más hermosa de lo normal.
- Adonis. - La voz tranquila de la joven de cabello rizado causo escalofríos en la columna vertebral del hombre.
Cuando un animal está tranquilo, significa que está en la espera de una presa o analizando la mejor línea de acción para salir airosa.
El sonido de su voz causo que intentará desviar su atención a la ventana nuevamente, aún podía sentir sus mejillas arder. Adonis estaba rezando al Dios de su mismo nombre, él no deseaba que la Reina se diera cuenta de su sonrojo y en caso de percatarse esperaba que lo dejara pasar.
- Dígame. - Sus ojos estaban mirando el gran lago en medio del bosque.
No hubo respuesta después de esas palabras, sin poder evitarlo el hombre giro su mirada, la mujer se encontraba mirándolo fijamente con un rostro carente de emociones pero sus ojos negros desprendían un brillo, ese brillo había permanecido ocultó durante varios años desde que asumió el trono. Andrade era uno de los pocos soldados que había conservado su vida y conocía el verdadero significado detrás de ese brillo intenso, sin poder evitarlo una suave sonrisa apareció sobre sus labios causando que la mujer se sintiera complacida al no tener que dar explicaciones innecesarias.
- Letizia no esta, necesito que me digas la verdad sobre los ataques. - Su tono de voz era calmado, pero su corazón latía de manera desenfrenada.
Era de esperarse que su Emperatriz se diera cuenta que había optado por omitir alguna información cuando el soldado fue a informarle. La servidumbre del palacio, así como los soldados e incluso nobles de la corte, eran cocientes que la mujer deseaba evitar asuntos de este tipo cuando la princesa huérfana o el príncipe huérfano estuvieran presente.
- Es una mafia compuesta por Vampiros. - Dijo con un tono cansado mientras se recostaba en el asiento del carruaje. - Se hacen llamar "Black dog", sus demandas son desconocidas para nosotros debido a que declinan constantemente una negociaciones secreta con el Conde Francesco. - Los ojos grises del guardia apreciaban la sombra de una sonrisa en el rostro de la mujer, Olivia mantenía su vista en un punto fijo del carruaje mientras su dedo índice descansaba en su labios. Era una señal que la mujer estaba planeando sus próximas acciones. - Si me permite decir, Su Alteza luce emocionada.
- Mi espada no ha probado nunca la sangre de un hijo de la noche. - Sus palabras eran duras pero una sonrisa angelical apareció sobre aquellos labios causando el sonrojo completo del hombre que la acompañaba. - ¿Cómo crees que sería mejor aniquilarlos ?
Una risa escapó de los labios de Adonis, ¿Cómo era posible que se había enamorado de una mujer que podía decir tales cosas sin importarle nada más?
- Esas es su elección, mi Emperatriz.
- ¿Cuáles han sido sus principales objetivos? - Cuestionó la mujer recostando su cuerpo sobre el asiento.
Aunque estaba emocionada de poder volver a desenvainar su espada, nunca había tenido que enfrentar a un vampiro directamente e incluso no contaban con demasiada información al respecto.
Iban a oscuras prácticamente.
Era emocionante, pero al mismo tiempo preocupante.
- La mayoría de los ataques es en una villa minera, los pobladores no han podido contabilizar la cantidad de perdidas pero en la mañana encuentran restos de explosiones dentro de las minas y sus herramientas de trabajo han desaparecido. - Andradre termino de informar mientras colocaba su pierna derecha sobre la rodilla izquierda, un suave suspiro apareció en los labios de la mujer -.
- Están robando el diamante, la bauxita y el oro de esas minas. Busquemos la cabeza de la serpiente. - Esas fueron las últimas palabras de la mujer con referencia a ese tema
(...)
El Conde Francesco Cavendish.
El Conde de Newcastle se encontraba en la entrada de su residencia en la Cuidad de Génova Porto Roso. El hombre con cabello marrón claro en conjunto de canas plateadas tenía su corazón latiendo con fuerza debido a la ansiedad, estaba preocupado a parecer incompetente frente a su Alteza.
La situación en la villa Porto Roso escapa de sus manos.
La mayoría de sus soldados aparecían muertos dos días después de los ataques de la mafia, sus emisarios no habían regresado. Debía de admitir que perdió el control de la situación, en un período de dos meses el escenario era desalentador para el Imperio de Impure. Francesco permanecía de pie con las manos detrás de su espalda, sus ojos marrones se encontraban fijos en la carretera mientras esperaba la llegada de la Emperatriz
- ¿Qué va a decir la Emperatriz? Cuando se entere que he sido incapaz de controlar la situación con los vampiros e incluso perdí el control de la villa Porto Roso, así como los otros pueblos cercanos. ¡También han amenazado está cuidad que es el centro industrial de este país! - Era el pensamiento que tenía en mente el Conde
El joven de largo cabello castaño dio un gran suspiro llamando la atención de sus caballeros así como su padre.
Cavendish se sentía agobiado por los pensamientos caóticos de su progenitor, así como la ansiedad en conjunto con el temor. Paolo era capaz de sentir su corazón de manera desenfrenada, así como un ligero nudo sobre su garganta que amenazaba con cortar el oxígeno. Lo irónico de esto, es que esos sentimientos no le pertenecían.
- Lo lamento hijo. - El hombre de mediana edad se disculpó un poco apenado, empezó a realizar de manera ligera una respiración con su diafragma.
- No te preocupes. - Sus ojos marrones estaban fijos en la entrada de su hogar. - No lo pienses tanto, tu razonamiento no te llevara a ninguna parte.
El heredero del Conde de Newcastle. Paolo Gavendish, el hijo mayor del Conde de Newcastle junto a la Marquesa de Rossean. El hombre con el pelo cubierto con ligeras canas no pudo evitar sentirse orgulloso, aunque las palabras pudieran sonar mal, sabía que las mismas eran ciertas.
¿Quién diría que se sentiría más tranquilo después de un simple intercambio de palabras con su primogénito?
- Estoy agradecido que vengas a recibir a la Emperatriz Ortswan conmigo. - Paolo giro su rostro, estaba agradecido de poder sentir la tranquilidad de su padre. - Aunque me inquieta algo en particular.
- No tengo pensando dejar que la Emperatriz descubra mi capacidad mágica. - Una suave sonrisa lobuna apareció en sus labios.
- Es una mujer muy astuta, Olivia Ortswan es conocida por salir con varios hombres, usar a los nobles para su beneficio y después desecharlos. - Francesco adoraba a Paolo sobre sus otros dos hijos, por esa razón aunque su hijo fuera meticuloso subestimar a la mujer seria un sinónimo de perdición.
- Nunca se enterara, planeo verme como un noble incompetente para desviar su atención. - Le aseguro convencido de sus palabras.
(...)
El viaje al territorio de Newcastle, estaba algo lejos de la Capital del Imperio de Impure pero al mismo tiempo se encontraba lo suficientemente cerca para culminar el trayecto cuando el sol empezara a esconderse si iban relativamente rápido. El carruaje de color n***o con ligeros adornos en color dorado y azul se acercaba a la casa de la familia encargada del territorio, los ciudadanos que se encontraban caminando por las calles concurridas de la cuidad observaban con cautela la procesión de caballeros.
Uno de los caballeros tenia un estandarte, permitiendo que todos los habitantes del territorio observan el emblema de la familia real.
Cuando los ciudadanos se percataron del estandarte, sintieron una mezcla entre respeto, cariño y terror, sus emociones estaban encontrados a causa de su Reina. Una niña de unos escasos diez años de edad, admiro el carruaje con unos ojos brillantes, estaba sujetando con fuerza un peluche de conejo ligeramente desgastado mientras una gran sonrisa aparecía en su rostro antes de girar su rostro buscando ver a su madre quien a diferencia de su hija, no tenia entusiasmo.
– Mamá, mamá, mamá. – La dulce voz de la joven sonaba repleta de energía mientras saltaba alrededor de su progenitora.– ¡Debe ser la Emperatriz! Estoy segura que la visita de la Emperatriz en casa, aquí en nuestra casa... Eso debe ser una buena noticias.
La mujer de ojos café no tenia idea que debería decirle a su hija quien admiraba a la Olivia de unos escasos veintitrés años de edad. Su hija, Alejandra únicamente conocía a un m*****o de la familia real quien debía reconocer, aunque sus manos estuvieran repletas de sangre, había realizado un gran trabajo para impulsar el país a un mejor desarrollo, así como la reducción de la pobreza. Ortswan junto a sus políticas económicas le estaba brindando la oportunidad de tener una vida digna para sacar adelante a su única hija como una madre soltera. Se limito a sonreír, su mano derecha fue a parar al cabello de su hija para acariciarlo con cuidado. Madre e hija eran ignorantes que desde el interior del carruaje unos ojos oscuros, los estaban observando con detenimiento.
– Adonis... – Llamo al hombre que estaba frente a su persona, cuando volvió a girar su rostro para verlo se percato que los dos botones de su camisa blanca estaban ligeramente abiertos permitiendo ver parte de su torso desnudo. Sin poder evitarlo, la joven reina cerro sus ojos para que sus razonamiento no estuviera afectado por el hombre. – ¿Cómo va el programa de cambio de carrera en este lugar?
– Según nuestros informantes fuera de la corte, encontraron un incremento de personas que entran en el programa pero... las trabajadoras sexuales siguen sin desear cambiar su vida, mi señora. – El joven de cabello marrón oscuro fue interrumpido por la mano de la reina indicándole que se detuviera, un suave suspiro escapo de sus labios. – Mi Emperatriz, si me permite preguntarle ¿Por qué tanto empeño en apoyar a mujeres que venden sus cuerpos de esa manera?
Sus ojos seguían cerrados, su espalda estaba recostada en el asiento pero su mente empezó a traer viejos recuerdos de su vida cuando su hermano mayor la había enviado al Reino enemigo como una estrategia para eliminarla. En ese lugar, tuvo que experimentar cosas impensable para una mujer de origen nobles.
– Eres un hombre culto, es sorprenderte que no pensaras antes que esas mujeres en las casas de placer se encuentran allí por situaciones ajenas a ellas mismas. – Las palabras de la Emperatriz eran afiladas, así como gélidas dándole la impresión al hombre que la comparaba que era mejor cerrar sus labios por el momento.