Planeo darte lo que quieres

2463 Words
WESTON Aquí estoy de nuevo. Dentro del cuenco de cristal de nuestra sala de conferencias en el piso 20 del edificio Hamilton. Sentado en la larga mesa como si nada hubiera cambiado, reclinado en la silla de cuero y mirando a mis hermanos. Excepto que ya no estamos colaborando. Estamos aquí para negociar. Para averiguar cómo terminar este acuerdo. La silla de Asher cruje cuando se inclina hacia adelante. Apenas me ha mirado, pero cada vez que aparto la vista, puedo sentir su mirada clavada en mí. —¿Viene ese espresso? — le pregunto a Dominic, buscando a través de las paredes de cristal a una de las recepcionistas. Miradas curiosas nos dirigen mientras los empleados pasan. Sentí la curiosidad intensificarse en el aire en cuanto pisé el suelo. No había estado aquí en semanas. Y antes de eso, había estado en Bali durante semanas, soportando las consecuencias de la aparición de Ivan y la explosión de nuestras vidas. —Debería venir— Dominic se gira para mirar hacia el pasillo. Asher suspira, haciendo clic en la punta de su bolígrafo. Al parecer, yo ya soy el tercio ausente del negocio. El pensamiento me hace sentir peor. Nunca quise convertirme en el fantasma de Hamilton Enterprises. Esto es tan mío como de mis hermanos. Sin embargo, aquí estamos. Y yo ya estoy atrapado en el limbo. Irme no se siente bien, pero quedarme tampoco parece ser una opción. Así que me obligarán a tomar una decisión que no habría tomado por mi cuenta. —¿Podemos empezar? — pregunta Asher. —Claro— cruzo los brazos. Adelante. Asher me mira; sus ojos azules me dan escalofríos. Había estado temiendo este enfrentamiento. ¿Qué usará Asher para arremeter contra mí? había tenido todo este tiempo para refinar su rencor, para enojarse más por como habían ido las cosas con Ivan. No sabe lo cansado que estoy de todo. No me importa nada. Mi maldito jardín esta estéril. Mi maldito pozo, seco. —¿Qué planeas hacer? — Asher también suena cansado. —Solo escuchémoslo— —Planeo darte lo que quieres. Me iré— La mandíbula de Asher se flexiona un par de veces, inclinando la cabeza para mirar aún más profundamente en mi alma. —¿Estás bromeando? — Me levanto con una risa sin humor. —¿No es lo que quieres? Me dijiste que querías comprarme. Así que haz una oferta— Asher suspira con irritación, sacudiendo la cabeza. —¿Ni siquiera vas a luchar por el negocio? — —Oh, Dios mío— me froto la cara con las manos, de repente demasiado agotado para continuar. —Ni siquiera puedo responder a eso— —Típico— murmura Asher. —¡No puedo hacer nada bien! — grito, la ira brotando de mí. —No desde que te propusiste guardarme rencor hasta el fin de los tiempos. Ya es suficiente, Asher. Mírate a ti mismo. Mira lo que has estado haciendo— Asher permanece impasible, lo que solo me impulsa a seguir adelante. — Descubro que tengo un hermano e intento conocer a un pariente consanguíneo: malo. Doy un paso al frente para ayudar a una niña indefensa que no tiene otro pariente confiable en su vida: también malo. Y ahora estoy tratando de darte lo que tú mismo me dijiste que querías de mí. También está mal— Niego con la cabeza, la frustración me desborda. —¿Qué carajos quieres de mí, Asher? — Felicia la recepcionista se acerca a la sala de conferencias con una bandeja de tazas de café espresso. Abre la puerta justo cuando Asher grita: —¡Quiero que seas transparente! ¡Confiable! — cierra la boca de golpe al ver a Felicia. La discusión a gritos se calla cuando ella se acerca a la mesa; las pequeña tazas tintinean al dejar la bandeja. —Aquí está el café espresso— dice, en voz baja, haciendo una mueca mientras reparte las tazas. —No quería interrumpir— Me masajeo la cara. —Está bien. Solo estamos…— —Discutiendo— ofrece Dominic. Felicia ofrece una sonrisa de disculpa y sale corriendo. Una vez que la puerta se cierra tras ella, me inclino hacia delante para mirar a Asher al otro lado de la mesa. —Asher, en resumen. Estoy harto. No puedo hacer nada bien y he terminado de intentarlo. Mantén el negocio. Mantén los clientes. Ya no me importa nada. Solo quiero estar lejos de este estrés y esta animosidad. La prensa ha estado rogando que nos hagamos pedazos, así que démosle lo que quieren y sigamos nuestros caminos separados y fragmentados— Mis palabras caen como lodo en la habitación. Un silencio incomodo se extiende por la brecha entre nosotros. La mirada de Asher baja a la mesa. Esa es la primera señal de que algo anda mal. Normalmente, tendría su respuesta mordaz lista, blandida como un cuchillo. Pero simplemente se masajea el puente de la nariz y no dice nada. —Estaré esperando el papeleo— Mi propia voz rompiendo el denso silencio me sobresalta incluso a mí. Me aclaro la garganta, mirando entre Asher y Dominic. —Aunque me sorprende que no los tengas listos para metérmelos por la garganta. ¿O es eso lo que viene después? — —Ya basta, Weston— espeta finalmente Asher. —Conseguirás lo que quieres. Al final del día. Lo prometo— —Lo que quieres, te refieres— La frustración ha llegado a hervir en mis venas. —Esta fue tu idea. Y cuanto más me trates como un forastero, cuanto más me trates con indiferencia, más lejos huiré hasta que no tengas que preocuparte por volver a verme. Y como conozco tu modus operandi, empezaré a limpiar mi oficina. Me quedaré hasta el cierre, pero después de eso, puedes enviar lo que necesites a mi apartamento en Tribecca– Asher me mira con disgusto, su boca en una fina línea. Suspiro. —Actúas como si esto fuera obra mía, pero es tuya. Quería seguir siendo parte del negocio. Parte de la familia. Me echaste. Así que disfruta de las consecuencias— Mientras me pongo de pie, Dominic se pone de pie de un salto. —Espera— levanta una mano en mi dirección. —No te vayas todavía— —Dominic, lamento que las negociaciones no hayan tenido éxito, pero viste con que estaba trabajando— Dominic se humedece los labios, mirando entre Asher y yo. —Si Weston se va, yo también me voy— Asher palidece y retrocede ligeramente. — ¿Disculpa— —No estoy de acuerdo con esta separación. Ni siquiera un poco. Y no quiero ver a Hamilton Enterprises hecha pedazos de esta manera. Así que, si Weston se va, todo tiene que desaparecer. No voy a quedarme para ver cómo se convierte en un cascaron de lo que alguna vez fue— Parpadeo un par de veces, más sorprendido de lo que puedo expresar. El silencio palpita en la sala de conferencias mientras lidiamos con las implicaciones. No había visto eso venir, pero me conmueve la determinación de Dominic. Y al juzgar por la consternación grabada en el rostro de Asher, él tampoco lo vió venir. —Supongo que esto deja la pelota en tu cancha, Asher— digo en voz baja, guardando mi teléfono en el bolsillo. Aprieto el hombro de Dominic antes de salir de la sala de conferencias. Miro por encima del hombro una vez que estoy en el pasillo. Dominic y Asher continúan la conversación, pero yo no puedo participar en ella. Una brasa de esperanza parpadea en lo profundo de mi pecho. Saber que Dominic me respalda es un refuerzo que no me había dado cuenta de que necesitaba. Y una parte de mi se pregunta si será la llamada de atención que Asher necesita para salir de su depresión egoísta. Solo puedo intentarlo un número limitado de veces, de tantas maneras diferentes. En última instancia, esta es la decisión de Asher. Y él había permitido que llegara al punto en que un paso más en este camino dañaría irreparablemente nuestra relación. Me dirijo a mi oficina para calmarme y empezar a empacar. Una vez que regreso a los confines familiares de mi oficina de la esquina, con el tramo de Manhattan debajo de mí y los tonos caoba pizarra de mi oficina para tranquilizarme, reviso mi teléfono. Acaba de llegar un mensaje de Amelia: Emma había dicho gatito. Después de dejar que la felicidad me invada, le envió un mensaje de texto a Amelia para pedirle un video. Las extraño muchísimo a ambas, después de tan poco tiempo fuera. Dejar Tribecca para venir a Wall Street bien podría haber sido al otro lado del mundo, por lo lejos que me siento. ¿Cómo es posible que mientras mis cimientos, se desmoronan, yo tenga esta pseudofamilia formándose ante mis ojos? No disfruto la ironía. Para nada. Me pongo a trabajar en la oficina, tomándome el tiempo para ponerme al día con el correo electrónico mientras también empiezo a guardar cosas. Había pasado los últimos dos meses siendo un idiota inflexible, ¿Por qué voy a cambiar eso ahora? Una llamada telefónica me interrumpe justo antes del almuerzo. El código de área de Kentucky me llama la atención, aunque no es un número que reconozca. Contesto al segundo timbre. —¿Hola? — —Weston… ¿eres tú? — Me lleva un momento reconocer el cansado murmullo de la voz al otro lado del teléfono. —Ivan. Que sorpresa. ¿Cómo estás? — Se rie sin humor, —He estado mejor. Este lugar es un puta pasada— Aprieto los puños, preguntándome por donde empezar. No habíamos hablado desde que fue a la cárcel por primera vez, lo que se siente como años en lugar de semanas. —¿Todo va bien? — —No. Cada día es un poco peor que el anterior— deja escapar un suspiro, que suena entrecortado. —Imagínate si estuvieras en la cárcel— —Puede que sepa cómo será más pronto que tarde— Me aprieto el puente de la nariz, intentando acallar esos pensamientos. Se que más tarde florecerán como un desagradable problema psicológico. Pero por ahora, necesito concentrarme en literalmente cualquier otra cosa. —Esta gente de aquí son paganos— continúa, puntuando su frase con una tos. —Se están confabulando contra mí, difundiendo rumores y demás. Es ridículo, pero no puedo hacer nada al respecto– —¿Qué clase de rumores? — —Sobre porque estoy aquí. Sabes que es por las drogas, pero algunos de estos idiotas dicen que estoy aquí por abuso infantil y esas cosas. Y te tratan diferente si es por eso que estas aquí— Me froto los nudillos lentamente. –De acuerdo. ¿Y qué significa eso para ti? — —Me estan dando una paliza extra— suelta otro suspiro. —Pero dicen que pueden detenerlo si les pago– —¿pagarles?— —Si. como dinero de sobornos— Algo suena de fondo, como unas esposas. —¿Crees que eso los detendrá? — El miedo me llena las entrañas. No quiero que Ivan reciba una paliza por nada, pero más que eso me recuerda lo que me espera si la comisión decide condenarme. ¿Es la prisión el futuro inevitable para los hermanos Hamilton? Cierro los ojos con fuerza. —Es prácticamente la única opción que tengo— Me aclaro la garganta. Quiero desentenderme de toda la situación. Ni siquiera me importa si miente. —¿Cuánto necesitas? — —Unos pocos miles deberían bastar— Estudio mis nudillos, reflexionando sobre la petición. Unos pocos miles no son nada para mí, pero podrían serlo todo para él. Tampoco tengo ningún problema en hacerlo esta vez, y ver que sale de ello. —Oye, tengo que irme— Espeta Ivan. —Piénsalo, ¿de acuerdo? — —Te enviaré el dinero— el digo, y entonces la línea se corta. Dejo mi teléfono en el escritorio, una sensación de inquietud se extiende por mis extremidades. Necesito ayudar al padre de Emma, porque tengo los medios para hacerlo… ¿Pero qué pasa cuando el padre de Emma ni siquiera pregunta por ella? No me gusta ni un poco esa revelación. Ayudaría al padre de Emma si tuviera que hacerlo…pero necesito proteger a Emma aún más. No hay forma de que pueda volver con un chico que no preguntó por ella ni una vez. Ivan sabe que está conmigo, pero esa no es razón para asumir que todo está bien. Incluso con el tiempo limitado que ha tenido para las llamadas telefónicas… ni siquiera pudo preguntar “¿Cómo está mi bebe?” Honestamente, toda la relación de Ivan con Emma es probablemente la razón por la que ella se sobresalta tan fácilmente estar cerca con los extraños, de golpes en la puerta, de cualquier cosa que presente la más mínima amenaza. No sé cuánto tiempo Ivan languidecerá en la cárcel, pero un cosa se está volviendo clara: no tengo intención de devolverle a Emma. No si puedo evitarlo. Esta chica necesita estabilidad y amor. Puede que yo no sea un ejemplo brillante de normalidad e integridad, pero le daré la estabilidad y amor mientras pueda. Hasta que te unas con su padre en la cárcel>>. Exhalo una profunda bocanada de aire y me pongo de pie, dirigiéndome a la pared de ventanas que dan a la ciudad. En momentos como estos, ni siquiera puedo recordar cómo había llegado aquí, contemplando la extensa ciudad desde la sima del mundo, sintiéndome como si estuviera atrapado bajo el sucio tacón de Nueva York. Había intentado hacerlo todo bien. Desde que tengo memoria. Soy un perfeccionista incorregible. Me gradué en el 5% superior de mi clase en la preparatoria, había estado asesorando inversiones para los padres de mis amigos desde los dieciséis años y me gradué de la universidad con honores. Sin embargo, eso no había evitado que mi vida implosionara. Había alejado a mi primer amor, Amelia, por razones desconocidas. Mi negocio se está desmoronando. Y ahora la brecha entre Asher y yo es tan grande que necesita su propio código postal. ¿De qué sirve esforzarse para alcanzar la perfección cuando soy un maldito mito? A la mierda todo. Estoy listo para ser el padre soltero exconvicto. ¿Por qué no? En este punto, con mi vida desmoronándose a mi alrededor, siento que todas las apuestas estan canceladas. Dejaré Hamilton Enterprises. Encontraré la manera de adoptar a Emma. Y en cuanto a Amelia… Muevo la mandíbula de un lado a otro mientras evaluó la ligera nevada que cubre la ciudad. Finalmente estoy listo para robar la prometida de otro hombre.
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