Aquella semana y media se había convertido en unas vacaciones idílicas y pasional. Alex y Gianna, no parecían estar satisfechos el uno del otro, y aunque recorrían el sur de Irlanda visitando los distintos lugares que Alexander le había prometido, nunca faltaba oportunidad para entregarse al placer y unir sus cuerpos, y aunque llegase a faltar, ellos se encargaban de crear una oportunidad eficaz, y cuando no estaban unidos en el extasis de sus cuerpos, se dedicaban a disfrutar de la mutua compañìa, los besos y abrazos, las buenas caricias. Gianna, quedó maravillada con Cork, asombrada con la desmesurada belleza de los condados de Kerry, y esas enormes extensiones de verde que parecían no acabarse, ¿Y qué decir de Waterford?, aquel lugar le había robado el corazón, y le preguntasen cuál er

