POV ADRIEN LOWELL La voz de aquellas chicas, es increíble. Sin embargo, pasan a un segundo plano, cuando el solo de un violín se roba la atención de todos los presentes, que eufóricos estallan en gritos y comienzan a pronunciar el nombre de la fierecilla, a quien, hasta ahora, no he podido interceptar en todo el escenario. Con mi mirada, la busco por cada rincón del escenario y no la encuentro, tampoco a quien ejecuta aquel glorioso solo de violín, ya que los de la orquesta han cesado su ejecución y el único que acompaña al violinista es el de la batería. Sin embargo, las personas continúan gritando el nombre de la fierecilla y aclamándola como si ellos pudieran verla y yo no. «¿Dónde mierda está? —Me pregunto—. ¿Acaso me estoy volviendo ciego y soy el único que no puede verla?» L

