El silencio fue eterno, Nathan se puso de pie para recibirla de manera apropiada, en el escritorio justamente se encontraban los títulos sobre todas las propiedades de su familia, dio un paso atrás cuando se acerco a ella, no estaba siendo para nada fácil y se sentía tonta por sentirse tan pequeña a su lado…como siempre se sintió.
Ellos compartían una historia en común, cinco años atrás se habían amado con una intensidad que era poco expresarla en simples palabras, ella tenia apenas 19 años, él por otra parte contaba ya con 29, diez años los separaban y aunque juraban que eso no jugaría jamás en contra, al final fue un enorme peso, uno que termino separándolos duramente, reemplazando el amor con un infinito odio mutuo.
— Fuiste más rápida de lo que pensé — se burlo el hombre pasándola de largo para poder ir a servirse una copa —, por favor toma asiento.
— Solo dime que quieres — dijo ella de golpe—, no planeo perder el tiempo escuchando tu falsa educación ¿Qué me va a costar?
— No tienes dinero para pagarme — contesto llevando un par de vasos con whisky al escritorio—, y aun si lo tuvieras no te alcanzaría — sentencio volviendo a tomar asiento frente a ella.
— Te conozco — se sentó finalmente, desvió un momento la vista antes de posarla finalmente sobre él.
Él era un hombre muy imponente, los años no habían pasado en vano, tenia que admitir que era incluso mas apuesto ahora, con el cabello largo, oscuro, propiamente atado con un cinto, ataviado con un traje carbón hecho a la medida, pero lo que mas apreciaba de ese hombre, eran sus ojos verdes como esmeraldas y que ardían como largas dagas directamente clavadas en el corazón.
— ¿Me conoces? — pregunto él con burla—, entonces dime que es lo que quiero.
— Que me humille, que te suplique ¿No es asi? — ella tuvo que tragar grueso para evitar llorar, para evitar derrumbarse—, conociéndote buscaras humillarme en la intimidad, si eso quieres solo hazlo, toma lo que quieres y terminemos con esto.
— No es tan fácil, Fleur — cambio su expresión a una completamente seria—, es muy poco con solo acostarme contigo — aquella falta de respeto casi la hizo aventarle el vaso a la cabeza—, me pagaras con eso que mas odias en el mundo, aquello por lo que me abandonaste.
— Yo no…— empezó a decir cuando fue interrumpida.
— Serás mi esposa — dijo de golpe el hombre—, recuerdo que alguna vez dijiste que odiarías pasar tu vida tan solo siendo la esposa de alguien, que querías salir al mundo y demostrar quien eras, bueno, me temo que ese sueño del ballet ha abandonado esta habitación justo ahora.
— ¡Estas completamente loco! — grito poniéndose de pie.
— Oh esa respuesta me trae tantos bellos recuerdos — exclamo con risa el hombre antes de ponerse en pie también—, bueno, si decides negarte puedes irte, pero apenas cruces esa puerta tu hermana y tu serán echadas a la calle, puesto que todo lo que tu padre poseía ahora es mío y bien podría ser tuyo si en cambio firmaras este papel — extendió hacia ella un acta matrimonial donde su nombre figuraba.
— Lo tenias todo planeado ¿Verdad? — pregunto ella con el rostro rojo de la ira.
— Digamos que vi una gran oportunidad en este penoso acontecimiento — volvió a acercarse a ella—, la solución esta fácilmente frente a ti.
— ¿Por qué me haces esto? — cuestiono finalmente al borde del colapso.
— Tú ya sabes la respuesta a esa pregunta—repuso—. Me dijiste el motivo, hace ya cinco años. Quiero una criada que mantenga limpia mi casa, una esclava que me dé masajes y una mujer de la que pueda presumir, además, quiero tener sexo, en eso tienes razón, quiero sexo ilimitado, siempre que lo desee. Sólo el matrimonio podría proporcionarme todos esos elementos esenciales, además —continuó él—, debajo de esa ropa todavía hay un cuerpo perfecto y una mujer muy hermosa que aún quiero poseer ¿Y por qué no habría de hacerlo si tengo los medios a mi alcance?
— ¡Estás loco! ¡Completamente loco!
— ¿Lo estoy? —Nathan la miró con una cierta satisfacción, que la hizo estremecerse—. ¿Estás diciéndome que podría tenerte de otra manera? Te deseo, Fleur, todo depende de ti y de que tan dispuesta estes a salvar a tu familia.
Sus palabras fueron suficientes para quebrarla, sin poder mas con su careta de dureza, un par de lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras lo miraba a los ojos, él no mostro ninguna emoción ante su llanto, tan solo quería hacerla pagar por el daño que le provoco en el pasado, era un hombre rencoroso no tenia que olvidarlo, sabia de que era capaz y entendía perfectamente que estaba en un callejón sin salida, si cruzaba esa puerta, lo perderían completamente todo, su hermana, sus sobrinos se quedarían sin nada, les darían la espalda, nadie la ayudaría, todo dependía de ella, por mucho que esa realidad le doliera profundamente.
— Te odio — respondió finalmente
— Podre vivir con eso — finalizo.
Con la mano temblorosa, Fleur tomo el bolígrafo que se hallaba junto al acta, firmo tan rápido como su mano fue capaz, luego aventó el bolígrafo al suelo, él quiso tocarla, pero se apartó rápidamente, estaba buscando huir porque sus pies rápidamente la condujeron a la salida, mas esta vez fue detenida por su ahora legitimo esposo que sin piedad la lanzo contra el sofá de su oficina, pensó en luchar en contra de los deseos que Nathan claramente reflejaba en sus ojos, pero algo en el fondo de su ser la detuvo, era como si su cuerpo recordara el tacto de aquellas manos, pero tampoco quería ceder tan fácil.
— No…te lo suplico — mencionaba entre lagrimas bajo el cuerpo de su esposo.
— Eres mía, Fleur, ahora debes cumplir ante tu esposo — exclamo en voz grave con una mano bajo el vestido de ella.
— No aquí — su mirada suplicante perforo el corazón endurecido del hombre que de golpe se alejó de ella.
— Dile a tu chofer que te lleve a mi casa— dijo dándole la espalda—, debe recordar la dirección.
— ¿Aún…?
— Lárgate ya.
Sin terminar su pregunta salió de prisa tomando sus cosas, de la vergüenza no pudo mirar a nadie de la recepción, tan solo cuando supo que se estaba lejos de su oficina es que Nathan se volvió para ver la puerta cerrada, con frustración se tallo el rostro caminando hasta los ventanales que decoraban su espacio de trabajo, se sentía una vil basura luego de ver esa desesperación pintada en el rostro de la mujer que seguía amando y por la cual había tenido que llegar a lugares viles solo para recuperarla.
— ¿Por qué eres tu todo lo que mas quiero? — pregunto en silencio mirándola correr hacia el auto que la esperaba en la calle.
Su mano se poso tenuemente sobre el cristal, cerro fuertemente los ojos cuando el llanto lo embargo sorpresivamente, nunca deseo que las cosas ocurrieran asi, pero aun cuando cinco años ya habían pasado desde el fatídico momento en que ella lo abandono, su amor por esa mujer nunca se apagó, la amaba casi tanto como la odiaba y aunque lo detestara ahora, no iba a dejarla huir otra vez, incluso si eso involucraba haberle vendido su alma al mismísimo diablo para recuperarla.