Olivia y Violeta, bajaron del taxi frente a aquel imponente lugar. La primera se quedó bastante sorprendida por la elegancia que despedía la sola fachada. —Es un lugar increíble— le susurró a su prima. —Lo es— se encaminaron juntas a la entrada, cuatro hombres en la puerta, elegante te vestidos de n***o y camisa blanca, con trajes de tres piezas. —Buenas noches— dijo Violeta con voz dulce. —Buenas noches, señorita Violeta— respondió el más alto de ellos, su voz gruesa y raspada— veo que hoy trae compañía. —Así es— sonrió. —Bien, si me permite. —Por supuesto— Violeta fue escaneada con un aparato, luego avanzó y otro aparato hizo lo mismo. —Ahora tú, muñeca— dijo el hombre y Olivia sintió un escalofrío recorrerla, aquel hombre era grande, muy musculoso e intimidante. Repitieron el

