El celular comienza a vibrar dentro del bolsillo de la falda mientras que espera a que llegue el autobús y al ver que es su hermano contesta la llamada.
—Hola, dejaste al niño en la escuela.
—Si, hermano, ya lo hice.
—Que no se te olvide ir por él.
—Claro hermano, iré por el, ya sé que estás trabajando… por cierto ya te había dicho que iba a ir a la entrevista de trabajo.
—No tienes que trabajar, sabes perfectamente qué el dinero que gano es más que suficiente y que no nos hace falta… por ahora el dinero no es un problema.
—Sí pero también quiero ayudarte no solo en la casa, no se me hace muy justo de que tú estés trabajando y que yo no haga mucho, solamente esté cuidando el niño, limpiando la casa… empezar a trabajar no es algo que me moleste.
—Bueno, si no puedo hacer qué cambies de opinión, te apoyare, sabes que yo no te voy a detener tu tienes conocimiento de que siempre te voy ayudar.
—Sí hermano, tú también cuentas conmigo, lo tendré en cuenta… ya estoy tomando el camión para ir a la empresa.
—Bueno te cuidas que no se te olvide ir por el niño.
—No se me olvidara, adiós.
—Hasta luego. —colgó la llamada, siguiendo con su trabajo.
“Espero no parecer tonta con esta ropa realmente sí me gusta mucho estas prendas y también la preparé con esfuerzo para este día” “creí que iba a seguir húmeda porque ayer cuando fui por ella a la lavandería en la tarde termine bajo la lluvia a pesar de correr para encontrar un lugar y no mojarme más, como se me pudo haber olvidado y no ver el pronóstico climático” pensó la chica mientras mira un poco su vestimenta del mismo modo que no deja de ver su reloj hasta que observa por la ventana dándose cuenta de que ya llego a la parada donde debe de bajarse. Al llegar camino un poco con el pecho alzado para demostrar confianza y seguridad en sí misma.
Mientras tanto en la residencia del empresario el niño esta molesto ya que no desea ir a la empresa de su padre no es porque le molestara sino porque aún sigue sensible por no ver a su madre.
—Hijo ya tenemos que irnos —menciona acomodándose la corbata.
—No, yo no quiero ir.
—Sabes que tienes que ir, no puedes simplemente quedarte en la mansión encerrado.
—No, ya dije que no quiero ir y no voy asistir.
—Hijo tienes que ir, vas a venir conmigo quieras o no.
—¡Te odio, papá, no te quiero! —pronuncia alzando la voz, con los cachetes ligeramente calientes y un pequeño ardor en su boca, por lo que arroja su moño del enojo.
—Hijo, si vienes conmigo te voy a traer todo lo que quieras. —una empleado levantó el moño y lo coloco en una cesta de ropa sucia al igual que toma otra moño limpio y se coloca al niño.
—No, no es cierto siempre dices eso, te dije que quiero que venga mamá y jamás viene, tú nunca cumples lo que yo te pido.
—Hijo por favor. —el niño que sigue en contra, no dejando otra opción así que el empresario sin más chasqueo que los dedos y un guardaespaldas se llevó cargando al niño a la fuerza mientras el niño patea, chillaba y llora.
—¡No, mentiroso!.
El pequeño intenta zafarse del agarre, sin embargo no es posible fallando en el intento, llegando hasta el estacionamiento, donde el chófer abre la puerta entrando el padre además que el guardaespaldas se inclina colocando al pequeño en la limosina donde esta al lado del padre quien mira hacia la nada con una gran seriedad como si estuviera apunto de tener un entrevista de trabajo; “padre nunca me presta atención, no quiero ir a su fea empresa… ¡lo odio!” piensa el pequeño apretando sus manos intentando calmar su enojo, con las mejillas poco húmedas, los ojos con lágrimas secas al igual que con la cabeza apuntó al suelo.
—Así es como te comportas. —suspiro el hombre demostrando su cansancio de los comportamientos del niño, con la mano en la frente dando un pequeño masaje para no molestarse más —si hoy no haces ningún disturbio como la otra vez en la empresa te compraré lo que quieras.
—No, no es verdad tú nunca cumples tus palabras eres un mentiroso te odio, eres malo —pronunció el niño, el infante que patea hacia adelante con los ojos cerrados y saliendo quejidos de estar sumamente molesto similar a cuando dejas un dulce en la nevera y se lo terminan comiendo pero cuando les preguntas aún tienen el descaro de decir que la persona que se lo comió no lo hizo o que sería incapaz de hacerlo.
—Bueno, lo intenté —menciono el padre el cual encogió los hombros.
Transcurrió tiempo y gracias a la velocidad del vehículo llegaron a la empresa donde salieron del auto además que tomaron el elevador, en cual el niño tiene el ceno fruncido y la nariz arrugada como un mango dejando de estar maduro, ya que el niño tiene conocimiento de que no puede hacer nada. Llegando a la oficina del hombre entrando un empleado.
—Es bueno que estés aquí… te dejaré al cuidado de mi hijo, debes de cuidarlo y no perderlo de vista, además que no pueden salir de la empresa.