Capítulo 14 - La Vida que te Enfermo no puede Ser la Misma que te Sane.

1300 Words
En breve. extendía más allá de lo familiar y que ahora, por primera vez, ponían a nuestra disposición para un fin que no estaba del todo claro. Naturalmente cabe señalar que el excito no es un acto, es un habito, trajo con sigo el día siguiente, en que Dela y Abrahán se dirigieron al módulo de las terapias, gracias a dios, se encontraba la secretaria Ana se encontraba allí. Pero la aparente suerte de encontrarla allí, tan conveniente, me hizo preguntarme: ¿Era realmente una coincidencia, o la conexión de Abraham con Ana era más profunda de lo que Dela había dejado entrever? el encuentro con Ana, lejos de ser un simple tramite, estaba a punto de desvelar una nueva capa de secretos. En efecto, Ana los recibió con un saludo, a pesar del mucho trabajo que tenía, les pidió que esperaran, apenas tuvo un momento, le pidió a un doctor les atendiera, mientras ella atendía a unos amigos que tenía esperando. Así fue: el doctor se sentó en el cubículo, mientras ella se dirigía hacia Abraham y su esposa. "Dígame, ¿paraqué soy buena?", preguntó. Le comentaron el asunto de las terapias para una persona que sufrió ACV. La rapidez y la forma en que Ana gestionó todo, apartando a un doctor, me parecieron extrañas. ¿Era solo un favor, o la influencia de Abraham se extendía más de lo que creía, moviendo piezas importantes en el hospital? No olvidemos que Ana dijo: "Deje que puedo hacer", y se fue al cubículo. Consiguió una cartilla de terapia, hablo con el doctor sobre los días en que María Reald podría ser atendida y se dirigió nuevamente hacia ellos, pidiendo el nombre y apellido. Disponiéndole 3 días de la semana - lunes, miércoles y viernes -, después de terminar de escribir, le indicó: "Pasa por electricidad, terapia de calor con tubo, y por último revisión". Ciertamente, por ahora, a medida que avance, pasará a los ejercicios de cada una de las maquinas que tenemos en el pasillo, para luego con un masaje que le aplican los residentes, para lo cual debe traer mono y una crema que sirva para masajear, la precisión y la rapidez con que organizo todo, me dejó con la duda: ¿estaba Ana tan preparada, o ya había estado involucrada en un plan mayor? Ciertamente, "Es especialmente importante", y se la entregó diciendo: "Nos vemos el lunes". Tomaron la cartilla, además de entregarle el número, porque la otra se quedaba allí. Obviamente salieron muy contentos y se dirigieron a casa para comunicarme la noticia. Cuando llegaron nos dieron la noticia, no sin ante darnos otra que nos llenó de euforia: ¡mama ya caminaba sola en la andadera, aunque con pequeños pasos! todos estábamos emocionado. Pero en el fondo de mi mente, la rapidez de su recuperación, justo después de las nuevas terapias, y la facilidad con que todo se había gestionado, me hicieron pensar que había algo más, algo que no nos estaban diciendo. Conviene destacar, que Dela dijo "voy a llamar al señor transportista a ver si puede esos días", lo llamo y él dijo que podía los lunes, miércoles, pero los viernes se le hacía complicado porque tenías otras carreras, "Pero haré lo posible para llevarla, no tengo problema solo que no puedo ese día esperarla, pero haré lo posible para buscarla y te llamo". Es importante destacar, que quedamos de acuerdo con lo acordado. Además, Dela viajaba mañana a ver a nuestro padre y llevarle unas cosas. Mi abuela aprovecho parade decirle que pasara por su casa y por las primas que iban a mandar algo. La flexibilidad del transportista, tan conveniente, y el viaje de Dela, tan oportuno, me hicieron sentir que éramos piezas de un plan mayor, sin saber quién era el verdadero arquitecto. Por supuesto, dijo "ok," para luego ponernos almorzar todos juntos, celebrando las buenas noticias. El éxito es lo que repites en silencio, cuando nadie te ve, la constancia que no se negocia, el compromiso contigo misma, incluso sin resultados inmediatos. La alegría llamaba la casa, pero yo no podía evitar sentir que esta felicidad era frágil, construida sobre bases de secretos y favores. La constante en mi mente era la sombra encapuchada, el misterio de la caja de recuerdos, y la sensación de que, a pesar de todo, la verdadera batalla aún no había terminado. Conviene enfatizar, No se trata de hacer algo grande un día, si no hacer lo correcto todos los días. Esa tarea debía realizarla yo con mi madre María. Es necesario resaltar, que el éxito es tener hábitos que te acerca a lo que quieres, aunque te cueste, duela o tarde. Por supuesto, que comenzamos el día Lunes al levantarse a las 5 de la mañana para alistarnos y esperar el transporte. Lo que no sabíamos es esa rutina mañanera estaba a punto de convertirse en el preludio de un encuentro que nos dejaría heladas. Qué duda cabe que, el transporte llego a la 5:45 exactamente, menos mal ya estábamos listas, hasta desayunada. Conviene poner énfasis en que, cuando el transporte toco la corneta, salimos de inmediato, mi mamá María y yo con la andadera como el único apoyo. Los demás en la casa se quedaron dormidos, eso incluía a mi abuela, Sofi, Antony y Domini. Pronto, salimos al porche, y al vernos el transportista se bajó y se dispuso a ayudarme con mi madre María. La tomo del brazo y caminaron hacia la puerta izquierda del carro, mientras que yo llevaba la andadera a la parte de trasera, la puse en la guantera y cerré la capota de atrás y me senté en los puestos de atrás. El silencio de la madrugada, solo roto por el motor del carro, parecía contener una expectativa. por lo tanto, el transportista después de sentar a mi madre María y subirle las piernas, cerró la puerta para dar la vuelta, tomando su lugar al volante de la parte derecha del carro. Luego, condujo hacia adelante, dio la vuelta y salió del pequeño callejón para tomar la calle principal con rumbo al C.D.I de las terapias. El viaje, aunque corto, se sentía como un paso hacía lo desconocido, hacia un lugar donde mí madre María enfrentaría un nuevo desafió, y yo sin saberlo, un nuevo descubrimiento. Tan, poco duro el viaje que enseguida llegamos. Me bajé, cerré la puerta y le abrí de adelante a mi madre María, mientras el transportista dijo: "Esperen". Al mismo, tiempo tocaba el botón para que se abriera la guantera de atrás. Luego se nos acercó y me dijo: "ve por la andadera". Enseguida fui. Allí los terminaron, sacando la andadera y se la traje. Por lo general el ayudaba a levantarla, a ponerla de pie, y yo le puse la andadera para que se sostuviera. Después se retiró y nos dijo que lo llamáramos cuando estuviera lista. Le dije "ok". Pero la andadera, lejos de ser un simple apoyo, se convirtió en un objecto de tensión en un lugar que nos parecía desconocido. En cambio, como nos vimos ya sola, caminamos hacia adelante, donde quedaba la puerta de entrada, en linea reta y despacio, esperando los movimientos de mi madre María que era lentos. Ya más allá, se veía una fila de 5 personas. Me adelanté para preguntar si esa era la cola de las terapias. Dijeron que sí, y les dije "voy detrás de usted". La señora me dijo "Esta bien", fui a alcanzar a mi madre María y la llevé hacia la cola como estaba la cola cerca de una cera la senté como pude, con la ayuda de la andadera ya que la acera estaba muy baja, quedando justo debajo de atrás de la señora. Y fue entonces, mientras acomodaba a mi madre María, que una voz familiar,
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