Después, lo iva asimilando. Otras circunstancias resultabas las idas y venidas de las terapias que lo hacíamos en autobús, y a mi mamá María, le molestaban la situación, ya que era una mujer fuerte que no permitía que se le ayudara, pero como estaba, necesitaba siempre de ayuda y la recibía todo el tiempo. Pero eso como que la deprimía en vez de ayudarla. Así pasamos 5 semana y completamos la cartilla. Lo que faltaba era que la viera el especialista a ver que recomendaba, a parte que ya teníamos la reciente a cargo, había anotado todo por lo que había pasado aparte de darnos el numero para llamarla cuando le tocara el especialista ya ella representaba su tesis. Pero resulto que la especialista era cubana y tenían meses de vacaciones muy largo que mi mama María, lo prefirió dejar así. La fortaleza herida de mí madre María, y su decisión de no ver a la especialista cubana, a pesar de que la residente tenía su número y todo estaba en la cartilla, me dejó una sensación de un plan inconcluso. ¿Era solo una cuestión de vacaciones largas, o mi madre María, de alguna manera, evitaba que un nuevo especialista, ajeno a los "residentes a cargo" descubriera algo profundo en su caso?
Acto seguido, gracias a Dios que tenía una amiga que la atendía, siempre le daba medicamento, hasta a la casa la iva a atender la doctora Mirm, siempre estaba pendiente de ella, la metía en la jornada y a mí me cayo muy bien, siempre me saludaba en la calle. Y un día me presento a su papa, Marc que era medico bioanalista, pero trabajaba y vivía en caracas. Cuando tenía vacaciones visitaba a sus hijas en Paraguaná. Ella ayudaba bastante a mi mama María y son muy amigas. La aparición de esta doctora Mirm, tan dedicada, y la mención de su padre Marc bioanalista en caracas, me hicieron pensar en un nuevo hilo en red de contactos, un hilo que, quizás, conectaba con el misterio de mi madre María de una forma inesperada. En el comienzo, las cosas iban tomando su lugar, estando en equilibrio por lo que mi hermana Duyida me llamo para que viajara, para donde mi papá Doming y lo convenciera de hacerse la cirugía, ya que estaba averiguando si lo podían realizarse por la clínica cerca donde vivíamos y era más fácil acompañarlo en el proceso. En el comienzo, las cosas iban tomando su lugar, estando en equilibrio por lo que mi hermana Duyida me llamo para que viajara para donde mi papá Doming y lo convenciera de hacerse la cirugía, ya que estaba averiguando si lo podían realizarse por la clínica cerca donde vivíamos y era más fácil acompañarlo en el proceso. La repentina llamada de Duyida y su inexistencia en la cirugía de mí padre Doming, me pareció un giro inesperado. ¿Era solo preocupación genuina, o la cirugía de mí padre Doming, era una excusa para que yo me alejara de mi madre María y de los secretos que la rodeaban en casa?
Para resumir, a liste mi maleta y Sofi decidió acompañarme. Se le pidió el permiso a su padre Domini, el cual el acepto para no dejarla con la abuela María, ya que en ese entonces no se llevaba bien entre ellas. El prefirió que se fuera de viaje conmigo, de esa manera pasó, se llegó el día del viaje, deje a Dela a cargo de mamá María, la abuela Emilia ya había regresado a su casa. La urgencia de Duyida, el inesperado viaje con Sofi y la ausencia de la abuela Emilia, todo se combinó para crear un escenario propicio para nuevos descubrimientos. Al principio, nos paramos bien temprano, agarramos las maletas y caminamos como seis cuadras hasta tomar el carrito propuesto para terminal. Subí la maleta en la guantera y le tome la mano a la niña Sofi, caminamos a la puerta de atrás, pase a Sofi primero y luego fui yo para sentármela en las piernas y darles espacio a las demás personas. Mientras seguía el carro haciendo paradas para dejar o recoger personas, hasta que se dañó el carro y solo faltaban 3 cuadras para llegar. El por puestero llamo a un familiar que lo vino auxiliar y seguimos el camino hasta el terminal, el único inconveniente fue que perdimos media hora allí. Luego nos abajamos, caminamos por el pasillo, hicimos cola para pagar el ticket de salida para maracaibero, que era una persona ya que los niños no pagan, me lo entregaron salí corriendo con la niña Sofi a ver si alcanzaba el bucaral, pase mi pase al señor de la salida y busque el lugar del bucaral y ya había salido. Me toco irme en una buseta normal, pero con aire. El colector me ayudo con la maleta mientras nosotras subíamos, nos tocó esperar un buen rato hasta que se llenara. El percance del carro y carrera desesperada por el bucaral, me hicieron pensar en el papel del destino en nuestros viajes. ¿Era solo mala suerte, o había una fuerza, una mano invisible, dirigiendo nuestros pasos hacia un encuentro inesperado?
En primer lugar, empezamos a movernos y dejar atrás el terminal para agarra la calle principal en dirección a la salida de Paraguaná. La niña Sofi enseguida se quedó dormida. Todo el trayecto hacia pasar 1 hora para llegar al monumento natural el cual desperté a Sofi para que mirara las colinas de arenas y las personas caminando, los llamado medanos de coro la cual se divirtió un rato ya que la brisa movía la arena y como es de playa fina entraba por la ventanilla, hasta que el colector se dio cuenta y el cerro y rodó las cortinas. Como duraba un rato pasar por ahí, decidí abrir un poco las cortinas para que ella pudiera ver entre los vidrios el paisaje hasta que lo pasamos. Le di un dulce y se volvió a quedar dormida. El paisaje de los medanos, tan hermoso y singular, se tiño de misterio con la acción del colector al cerrar las cortinas. ¿Era solo brisa y la arena, o había algo que no quería que viéramos en ese paisaje, algo que el viento y la arena intentaba ocultar?
Para terminar, pasaron 2 horas, se despertó porque hicimos parada y nos abajamos para comprar unas galletas, pero ante fuimos al baño, pagando a la señora que se encarga de la limpieza, pasamos, la ayude a subir al inodoro para que lo alcanzara realizo su necesidad se limpió, le acomode la falda y luego fui yo. La bajamos, salimos a lavarnos las manos, aunque estaba ful afuera me dieron el pase y porque llevaba una niña. Nos lavamos las manos y luego fuimos a escoger las galletas para salir afuera y esperar la buseta que abriera. Le di la galleta se la comió todo, le di agua y estaba saltando y caminando por una cera hasta que el colector del autobús, lo abrió e hizo seña que empezaramo a subir. Así que llame la niña Sofi, ella se vino, el agarre de la mano y la lleve autobús. La parada en la carretera, la urgencia del baño y la necesidad de pagar a la encargada de la limpieza, todo parecía normal. Pero la forma en que nos "dieron el pase" por llevar a Sofi, y la prisa por subir al autobús, me hizo pensar si ese baño, esa parada, no era tan inocente como parecía. ¿Había alguien, quizás, observándonos, esperando el momento justo para actuar, o para dejar una nueva pista en nuestro camino?
Ante todo, el colector bajo un poco, la subió hasta arriba para que no pisara las escaleras y me espero allí. Luego subí, la agarré de la mano y fuimos a sentarnos en nuestro asiento, quedaban en los asientos de atrás en la parte de arriba. No paso media hora cuando la niña Sofia me dijo que tenía ganas de vomitar. Le dije: "cálmate un poco, toma agua". Le pregunte si esta mejor, ella asintió con la cabeza que no, y me preocupó. De repente se fue en vomito, y menos mal que traía un pañuelo. Traté de limpiar lo más que pude, pero me falto. Gracia a Dios, el señor tenía una servilleta y me la paso. El inesperado vómito de Sofi en la buseta, y la ayuda del desconocido, crearon un momento de vulnerabilidad. Pero en ese instante de caos, algo en la reacción del colector, o en la mirada del señor de la servilleta, me dejó una extraña sensación. En segundo lugar, la terminé de limpiar y luego le di agua. Se calmo y el señor le regalo uno dulce que ella agarro. Se los guarde y le dije que después que se tomara una soda que le iva a comprar apenas nos bajáramos de la buseta dijo: "Parada Mauroa" y yo dije que sí. Apure a la niña Sofia y le pedí el favor de que me pasara el bolso de arriba. El colector fue quien me lo subió y no alcanzo. Él dijo no se preocupe y se levantó, Me pregunto cuál era y yo le dije el n***o y lo abajo. Por lo que lo recojo y agarre la niña Sofia de la mano. El colector la volvió a bajar y yo me apresure a hacerlo. El colector fue a buscar la maleta y me la paso. La parada en Mauroa, la insistencia del colector en bajar el bolso y la facilidad con la que lo hizo, me dejaron una pregunta inquietante. ¿Era solo amabilidad, o la manipulación del bolso tenía un propósito oculto, un mensaje codificado que aún no podía descifrar?
Por una parte, tenía al frente una bodega. Pregunté precio de la soda y la compré. También me lleve un pan de los grandes. Le destapé la soda y se la di, iba tomándola por el camino, aunque no le-gustaba mucho. La agarré de la mano y cruzamos la falconzulia, de repente unos mototaxis dijeron: "para el pueblo" y yo le pregunté: ¿Y para la zona sur? Me dio precio económico y acepte. Monto a Sofi adelante y yo me subí atrás. Aunque las piernas me temblaban, agarré la maleta y me la puse en las piernas. Entonces arrancamos. El cruce de la Falconzulia y la aparición de la mototaxis porque era una mujer la que nos llevó, tan oportuna y con un precio tan económico, me pareció demasiado conveniente. Las piernas me temblaban, no solo por el viaje, sino por la premonición de que ese motaxis fuera mujer, en medio de la solitaria carretera, nos llevaría a un destino que, quizás, no estaba en nuestros planes, sino en los de alguien más.
Antes que nada, el principio los nervios me ahogaban, me dejaban sin respiración, Después me fui acoplando, y el tipo de manejo se preciara al de mi padre Doming y eso me hizo que tranquilizar, la moto taxista resulto ser una mujer y, además manejaba muy bien. Me había montado con otros, pero ninguno me daba seguridad como mi papa Doming y mi hermano Duncan, a pesar de que tuvimos aquel accidente que me dejo con traumas y miedos al montar en moto. Nadie lo había superado en manejo, para mi parecer. La inesperada habilidad de la mototaxista, que me recordaba a mi padre, calmó mis nervios, pero también trajo a la memoria el trauma del accidente. ¿Era este viaje de curación o una inmersión en un pasado que aún me perseguía? Luego, la señora me empezó a conversar sobre la niña Sofi, la cual la incluyo preguntándole si le gustaba las motos. Ella dijo, fascinada, que sí, también le dijo que no se fuera a dormir porque se le podía caer si lo hacía. Yo le dije que creo que no lo iba hacer, porque había dormida bastante en el camino. Me pregunto que de donde veníamos y yo le dije de Paraguaná.