Después que, busca ese efecto de sorpresa y urgencia , utilizando la preocupación de Dela, para sembrar una duda inquietante: Me fui esta vez temprano como a las 8:30 am. Camine el pasillo , sintiendo el peso del secreto que acababa de compartir y la inquietud en la mirada de Dela. Me preguntaba si realmente creería o si solo me había despachado para no tener que lidiar mi "locura"
En síntesis, justo cuando estaba a punto de tomar el ascensor, un susurro frío me detuvo en seco. No vino de una persona, si no de la pared a mi lado. Era un sonido sibilamente, como aire escapando, y una sola palabra, apenas audible, que hizo que se me erizara el vello de la nuca. Me gire bruscamente , el pasillo estaba vacío, el silencio era total, salvo por el débil zumbido de las luces fluorescentes. Mire la pared, la puerta de la sala que acababa de dejar. ¿ Ella? ¿Quien? ¿y que sabia?
Dicho de otro modo, una punzada de miedo me obligo a volver sobre mis pasos, pero antes de que pudiera acercarme a la sala para preguntarle a Dela, mi teléfono vibró en mi bolsillo. Era un mensaje de Dela, la pantalla brillo con solo tres palabras, escritas con mayúsculas, que destrozaron la calma y me hicieron sentir escalofrió helado que no tenía nada que ver con el aire acondicionado.
Conseguí, después que preguntara por Yhoa, le pidió la bendición a su abuela. La llamada con Grey y Yhoa me dejo una calidez en el pecho que hacía mucho no sentía. Mi madre María se veía animada y aunque la llegada de la nueva paciente había sido un golpe de realidad, el corazón estaba más ligero. Apague la pantalla del teléfono y cuando mire a mi madre para despedirme, note que sus ojos estaban fijos no en mí, si no en la cama recién ocupada. Su rostro, que un instante antes sonreía, ahora mostraba una expresión de terror petrificado. "Mamá" ¿qué pasa?, susurré, siguiéndole la mirada hacia la nueva paciente, la señora que acababa de llegar por el ACV.
A lo que, mi madre apenas pudo mover los labios, pero lo que dijo fue un susurro cargado de pánico: "No está aquí. No es ella." me congele. "¿De qué hablas, mamá? ¿la nueva señora? ella negó con la cabeza, temblando levemente bajo las sábanas. Se esforzó por alzar una mano y señalar la cama vacía, la que había dejado el señor que se despidió de nosotros. No se fue nadie. La vi hace media hora. Estaba sentada en la cama derecha, mirándome. Está esperando. Todavía está aquí."
Tal como, en ese momento, la puerta de la habitación se abrió con un chirrido lento, y la luz del pasillo proyecto una sombra alargada en el suelo, justo a los pies de mi madre. Era Dela que había llegado nuevamente para quedarse con mi madre.
Conseguí, transporte rápido llegué a casa. Domini me recibió con la noticia de que Duncan ya le había contado todo, Así que, obvié los detalles y me fui a dormir, arrastrando el cansancio y el peso de mis inquietudes. A la 1:20 a.m. me despierto Domini, preguntándome si iba a comer, Fui a la cocina, me senté mientras me servía, y le pregunté por los niños y por él, "ya comimos" me dijo "hay dos viandas una para mamá y la otra para ti. Su voz, sin embargo, ocultaba una urgencia.
Conforme a, "apúrate para que nos vayamos a las 2:00 p.m." me apremio Domini, "así te acompaño al hospital a ver a mi mamá María y le llevamos una manzana". Acepte, salimos a las 2 en punto y entre transporte, llegamos al hospital a la 2:30, justo a la hora de visitas.
Tal como, Subimos lo que nos esperaba, sin embargo, no era solo la alegría de mi madre, si no una noticia que iba a llenar la sala de un nuevo tipo de esperanza, y de una despedida agridulce.
Al entrar, mi madre se alegró de vernos. Le entrego la manzana a Domini, quien se la pico en trozos. De repente, salió un doctor con 2 ordenes de alta para dos pacientes de la segunda cama. Los familiares se alegraron y el doctor se fue. Buscaron al camillero que esta vez llego con dos sillas de ruedas. La señora y el otro paciente se despidieron de todos, nosotros estábamos contentos, pero algo triste por uno de los señores que nos ayudaba, del lado izquierdo, quien se despidió de nosotros de la mano, deseando que mi mama también se recuperara. Su despedida , sin embargo, resonó como una premonición.
Como si, Domini dijo "Me voy tengo que trabajar", y su rostro lucía una expresión más esperanzadora. La habitación, ahora con dos camas vacías, se sentía más grande, más llena de esperanza. La posibilidad de que mi madre también pudiera recuperarse y marcharse nos llenaba de ilusión. Pero, justo a la 5 pm., cuando Dela se disponía a irse, llego un nuevo paciente. Se acomodo en la segunda cama del lado derecho con sus dos acompañantes y Dela con un presentimiento, enseguida le pregunto a la enfermera:"¿Que tiene la señora?"
Como para, la respuesta de la enfermera nos heló la sangre: "Acv con paro cardíaco". La miramos con asombro. Otro ACV, y esta vez, con un paro cardiaco. Dela se fue, dejándome a solas con un miedo renovado: el miedo a perder a mi madre María. Gracias a dios, había dormido mucho más esto días. Pero el diagnóstico de la nueva paciente, y los recientes sucesos, me hicieron pensar que la tranquilidad era una ilusión, y que la sombra de la muerte seguía acechando en esa habitación.
Con eso me, aferre a la tranquilidad, di la cena a mi madre María, luego comí yo, le leí un rato y hablamos. Pero la inquietud no me abandonaba. Se me ocurrió llamar a mi otra hermana Grey, como tenía wifi en buen estado, me contesto en videollamada. Le pase el el teléfono a mi madre, quien hablo muy contenta con ella. Después Grey pregunto por Yhoa, le pidió la bendición a su abuela. Era un momento aparente normalidad, pero la llamada de Grey, tan oportuna, me hizo pensar en la conexión que las unía, una conexión que podría ir mas allá de lo terrenal.
Sin que, Grey preguntara cómo estaba, la videollamada continua. La niña Zhoela y Omer pidieron la bendición a mi madre conversaron un rato. Luego Grey pregunto por chiqui, santy también la saludaron, todos emocionados. Finalmente, la llamada colgó. Mi madre maría, tras esa oleada de voces familiares, dijo estar cansada, pero se alegró de haber hablado con todos. Sin saberlo esa llamada era una despedida, un último contacto con sus seres queridos antes de sumergirse en una oscuridad que yo, con pavor presentía cercana. Como para, mi madre dijo: "Estoy cansada, me alegro haber hablado con todos", y se durmió. Yo me quede mirándola un rato, con algo de miedo a dormir, temiendo lo que pudiera ver o sentir. Finalmente, el sueño me venció, pero me puse lo más cerca de su cuerpo que pude, buscando su calor, buscando su protección. La habitación se sumió en un silencio inquietante, roto solo por mi respiración, Pero ese silencio no duraría, y el frio que sentí no era el de la noche.
De repente, un escalofrió bastante fuerte me recorrió todo el cuerpo, y unas balbucías inteligibles me despertaron. Mire a mi madre María : tenia los ojos abierto, moviendo de un lugar a otro, balbuceando algo que no entendía. De inmediato, mis ojos se fijaron al frente : era la misma figura con capucha negra que había visto antes, pero esta vez se tapaba la cara.