(Jon narración) Escuché por largo rato a Ariadna desesperada por entrar. La noche dejó de ser, mientras yo me la había pasado contemplando los anillos, reconociendo en uno un grabado con el nombre “Gabriel” y el otro sólo símbolos que se podían traducir en algo cómo "Morador de las sombras o de la oscuridad" La mañana iluminó dos ventanas dejando asomar el sol hasta el interior de la cabaña. Desde hacía dos horas todo se había vuelto un silencio agradable. Reconociendo que el peligro de mantener una batalla con una hembra fuerte había disminuido al pasar la luna de cubrición, abrí la puerta y sobre el suelo mórbido por la hierba observé a Ariadna hecha un ovillo dormida profundamente. La cargué en mis brazos y la recosté sobre un colchón de paja que estaba al fondo de la cabaña. La cu

