(Nigromante narración)
Tal como lo conjeturamos un espíritu maligno había logrado acercarse lo suficientemente a Alexia; porque ella ya no era instintivamente neutral sino consciente. Para tales seres lamentablemente alguien con tal disponibilidad en capacidades y habilidades se asemeja a una pequeña luz que se filtra en la sombría oscuridad del eterno exilio.
Nos percatamos a tiempo y llegué a ella justo a tiempo. Se quedó más tranquila y no pasó mucho para que durmiera profundamente. Al estarlo, Jon se apareció visiblemente ante mí.
—¿Ya duerme? —Mencionó suavemente, casi en un susurro.
—Sí, Jon.
Le respondí del mismo modo.
Se acercó a ella y acarició sus cabellos, la contempló por un momento, la apreció como lo haría un rey al ver su más valioso tesoro.
—¿Alguna idea de lo que ocurrió? —Cuestioné hablando en su mente.
Alexia estaba empezando en sus aprendizajes y el amor entre ambos dejaba un rastro uno que no siempre era invisible para otros seres que se arrastran entre la tenebrosidad y buscan un portal al dimensión física.
Su mirada se fijó en mí.
—Es algo natural para alguien que se inicia en este insidioso camino. Son pruebas que me hubiera gustado evitarle, pero tú la conoces nadie más obstinada.
Jon se sentó del otro lado de la cama. Hice por cambiar de postura, pero Alexia se movió, rápidamente su mirada se fijó intensamente en las manos de Alexia, que me envolvían por la cintura con fuerza.
—Te quiero tanto. Eres tan agradable, tu calor tan exquisito. — Murmuró acercando su cabeza a mi pecho para posteriormente acomodarle un beso.
Seguí paralizado y me hice el desentendido ante lo evidente.
—¿De verdad, te vas a quedar callado toda la noche? —Preguntó Jon, siseando al hablar.
Sonreí.
—Pues lo estaba considerando.
Jon frunció el ceño. Alzó la mano y convocó un hechizo, un celaje rodeó a Alexia, uno que impedía que oyera nuestras voces.
—Sabes que no me gusta ser muy curioso, pero tengo una pregunta—El tono de su voz se volvió el habitual.
Tan solo apoyé mi mano por debajo de mi cabeza para poder verle del lado. Tenía idea de que quería hablar, Jon no es alguien que se toma muy en serio eso de hablar sobre trivialidades así que la charla que comenzaría sería entretenida.
—Vamos Jon, sabes que puedes preguntarme lo que quieras…
Se recostó y se acomodó para verme fijamente también. Me observaba cuidadosamente, parecía pensar mucho lo que quería decirme, al verlo tan pensativo, sonreí ampliamente.
—Rara vez te he visto durmiendo, y eso que te conozco de hace mucho, así que esta es mi pregunta: ¿Qué sueñas cuando duermes?
Mi cara mostraba toda mi diversión y entusiasmo ante su pregunta.
—No me esperaba eso—Jon mostró un gesto muy particular, se recostó sobre la cama mientras colocaba una de sus manos bajo su rostro apoyando su codo en la cubierta de finas telas que envolvían la cama—Bueno, antes de responderte, un juego. Las reglas serán justas porque somos ahora casi iguales en habilidades y fuerza. Esa es mi condición.
Nadie mejor que yo conociendo a Jon, se toma muy en serio un reto conmigo, sabía que no podría negarse.
—¿Un juego? ¿Qué clase de juego? —Preguntó profundizando su mirada en la mía.
Sonreí muy animado.
—Deduce. Si aciertas todo bien, pero si no te doy un golpe, tres oportunidades. Tres aciertos o tres errores. Si aciertas dos o más tomas mi lugar toda la noche. Y recuerda el honor de las heridas, conservaremos los golpes y deberán sanar naturalmente ¿Bien?
Pensó un momento, luego asintió con la cabeza. No me perdería la oportunidad de distraernos un rato.
—Me parece, excepto por algo. Creo que lo de los golpes debe ser igual para ambos, si acierto te devuelvo el porrazo y al final si gano tomo tu lugar.
—Me parece. Bien comienza tú…
Con un truco me desaparecí de los brazos de Alexia, y en mi lugar algo tomaba forma, algo similar a mí. Jon echó una mirada a ella y al verla dormir profundamente volvió su vista a mi semblante. Al notar que había aparecido frente a él, él también se puso de pie.
—Eres un ser sobrenatural, creo que alguien como tú soñaría con unicornios…
Reí satisfecho.
—No.
Frunció el ceño. No tenía sentido el juego si usábamos nuestra sola fuerza física. Al saber que Alexia tenía el sueño pesado y estaba hechizada para no oírnos, concentré mi energía y le acomodé un puñetazo en un brazo, pero la energía fue tan fuerte que Jon salió volando hasta el otro lado de la habitación, se estrelló contra el muro y toda la habitación tembló. Sabía que estaría un poco enfadado, solté una carcajada para él eso no significaba ni un rasguño. Se puso de pie y como cosa rara reía.
—Segunda oportunidad— Avisé entre risas y palabras.
Se acercó a mí, parecía más alerta.
—Si no sueñas con cosas sobrenaturales, viajas.
Al ver que pensaba la respuesta, sentí estrellarme en la cama, casi caigo sobre Alexia, fue tal el encontronazo que la cama se movió de lado. Algunas cosas de algunos muebles cayeron, vi un espejo, un neceser y un cepillo en el suelo. Me asusté, porque podía despertar a Alexia.
Jon reía a carcajadas, tenía mucho de no verlo reír así, parecía disfrutarlo mucho. Me reincorporé trastumbando mientras Jon reía más.
—Como que me está gustando tu juego…
Reí como él. Sentía respirar raro, el golpe me lo había acomodado en un hombro. Inhalé hondo antes de hablar. No puedo negar que me costó calmar mi respiración sacudida, mientras era inevitable hacer muecas de dolor. Jon tenía mucha fuerza.
—Bien, bien. Vamos uno a uno. Tercera oportunidad.
Al verme hablar en pausas le costó tomar la palabra por la risa. Llegué ante él inhalando profundamente.
—Soñar con ella no es necesario, eres su alcahue…
No lo dejé terminar la frase, una vez más mi energía estalló en un puñetazo en su pecho, el empellón lo llevo por inercia a una de las claraboyas, la cual se disgregó, fragmentos volaron por doquier. Todo en la habitación se sacudió violentamente, varias cosas cayeron de nuevo al suelo, mientras Alexia se columpiaba en la cama.
—¡Nigromante no me dejaste terminar de hablar! ¡No cuenta!
Sacudió la cabeza y le costó un poco ponerse en pie, mientras se sobaba el pecho y luchaba por no hacer muecas de dolor, verlo así, me hizo reír con ganas.
—Esa cuenta, dedujiste.
No podía evitar reír, estaba convencido que estaría ya enfadado, pero una vez más al reincorporarse sonreía ampliamente.
—Estamos empatados, mi querido Jon.
Caminó hacia mi medio encorvándose al caminar, no podía respirar profundamente, mientras a mí me salían casi lágrimas de la risa. Al estar frente a mí, se sobaba el pecho.
—Eso parece, prepárate, Es la última—Su voz detallaba el dolor que sentía.
No podía borrar la risa en mi cara.
—Bien, dime…
—Pero déjame terminar lo que voy a decir, ¿De acuerdo?
Asentí con la cabeza. Ambos habíamos adoptado poses de defensa, mientras sonreíamos uno frente al otro.
—A veces no sueñas porque perteneces al mundo sobrenatural, al ser parte de eso, solo duermes.
Abrí los ojos asombrado, pero antes de reaccionar una vez más sentí estrellarme contra algo firme, todo se sacudió violentamente incluso más que las veces anteriores, me estampé en el suelo al caer. Me costó ver claramente al elevar la cabeza, mi vista aún no se centraba en enfoque correctamente, carraspeaba sintiendo algo raro entre los dientes. Jon reía a carcajadas, podía escuchar sus risotadas. Sentía un poco de mareo al intentar pararme, pero solté estrepitosas risas, cuando Jon fue aplastado por uno de los muebles, cayó de frente, la cara le dio contra un jarrón, el cual se estalló en mil pedazos. A cómo pude me acerqué a él sin poder parar de reír.
El trato consistía en mantener la recuperación natural de las heridas, así que el dolor era intenso, lo cual hacía más divertido todo. En cuanto me vio reía como yo, sentía dolor, pero me ganaba la risa al verlo, no tenía idea de cómo lucía ante sus ojos, pero seguramente me veía peor que él.
—Parece que te apaleó un batallón o un gigante. Nunca había visto tu cara así—Mencionó entre risas.
—Se ve mejor una mosca achatada en comparación a ti— Admití.
A ambos ya no nos salían las palabras de tanto reírnos. Nuestra diversión pasó a segundo plano en cuento sentí la presencia de varios escoltas asomarse por el ancho pasillo que conducía a las recámaras imperiales. Seguramente el ruido los había alertado.
—Atiéndelos, Jon.
—Ve tú. Tú iniciaste todo esto.
—Sí, pero tú quisiste jugar.
—Recuerda que gané.
Queríamos ponernos serios, pero al vernos uno al otro las risas resurgían. A final de cuentas Jon no podía moverse, salí para evitar que los soldados irrumpieran en la habitación de nuestra Princesa.
Me acomodé el cabello, varios mechones estaban en mi rostro. Los hallé antes de que llegarán ante la puerta. Todos se quedaron quietos y reconocí a Talión encabezándolos.
—¿Nigromante, se siente bien?
Sonreí al oírlo. Todos por detrás de él, apretaban los labios para no reír al verme.
—Sí, todo en orden. No tienen nada de qué preocuparse.
Talión me veía de pies a cabeza, no muy convencido. Al notar su desconfianza preferí hablar.
—Descuida, Talión sólo arreglaba algo. Pero todo está bien. Regresen a sus puestos.
Al verme sonreír, Talión no pudo contener una gran risotada.
—De acuerdo, Nigromante. Con permiso.
Todos se dieron la vuelta siguiendo a Talión. Mientras que, al verlos lejos, hice aparecer el cetro y convoqué un espejo. Al verme solté una carcajada. Tenía la cara hinchada, el cabello despeinado, ropas manchadas por hollín y el mismo me había dado en la boca y tenía varios dientes negros, sin tomar en cuenta los golpes en la cara parecía que de verdad me había apaleado un gigante. A simple vista se veía que no tenía varios dientes.
Ingresé a la habitación, Jon ya estaba de pie y acomodaba todo en su lugar. En el lado de donde había caído observé una tumbilla hecha añicos, las cenizas se habían dispersado por doquier y al parecer la había roto al caer de cara sobre ella. Jon me echó la vista, luego se volvió al frente riendo, eso explicaba por qué no podía ver claramente y la sensación de tragar polvillo. Me acerqué a él ayudándolo a ordenar el desorden. Después de un rato, teníamos todo tal como estaba. Jon tomó mi lugar, me acomodé del otro lado de la cama, al vernos uno al otro reíamos irremediablemente. Distraernos había sido el cometido.