NARRA CIARA ALLEN Tres días... Tres días han pasado desde que Trish estuvo aquí, en mi casa, y me contó la historia del porqué Rayn Colliver se había vuelto un amargado. Desde entonces, no he podido pensar en otra cosa y he sido incapaz de ocupar mi mente en algo más que no sea la terrible muerte de esa mujer y de su hijo no nato. Es verdad que no los conocía, que nunca los conocí y que nunca los iba a conocer, pero es imposible que no sienta tristeza, dolor o angustia. No porque yo sea una persona compasiva o una santa de corazón bondadosa; simplemente, me pongo en su lugar. ¿Cómo una persona no puede sentir pena por el dolor o las tragedias de otros? Al menos yo no puedo. Pongo el café en la cafetera y mientras espero, reviso los mensajes en mi teléfono celular. Hay muchos mensajes

