Mi mente se siente despejada pese a las pocas horas de sueño que el hambre me deja disfrutar. Mi estómago suena tan duro que pareciera que un animal salvaje vive en él. Tras ese pensamiento, sonrío levemente al imaginarme como un animal salvaje, pues sigo dispuesto a apaciguar mi rabia con la sangre de Jeferson por haber lastimado a mi mujer. Le rompió el corazón, la acosó, la amenazó, trató de llevársela a la fuerza y por último la golpeó. La imagen del cuerpo magullado de mi mujer está grabado en mi retina y ahora esa imagen solo puede ser borrada cuando la reemplace por la de su agresor, suplicando, llorando, gritando y con muchas más marcas en su cuerpo que las que tiene mi Juli. Una sonrisa inunda mi rostro cuando por fin un plan decente empieza a tomar forma en mi cabeza. Van a s

