DOMINIC
Los cuatro terminamos nuestros postres, intercambiando comentarios y sugerencias mientras saboreamos lentamente el caramelo y las natillas perfectas. Son casi las diez cuando terminamos la última botella de vino y estamos listos para la cuenta. Asher se encarga de esa parte mientras Vanessa deja su servilleta a un lado y se pone de pie.
–Mejor me voy– dice, poniéndose su chaqueta gris. –Es muy tarde y tengo que llamar un taxi–
–No, tienes que hacerlo- le quito importancia a sus palabras. –Yo te llevo– le envió un mensaje de texto a piernas, avisándole que ya estamos saliendo.
–De verdad que no tienes que hacerlo– dice. –Vivo como a mil millas de aquí–
–Es solo Brooklyn. Y no importa. Tengo un coche y un conductor, y no necesitas tomar un taxi–
Capto la mirada secreta que Asher y Mila comparten mientras empujo mi silla. Mila está sentada en el regazo de Asher mientras él termina con la cuenta. –Buenas noches, chicos– les digo. –Excelente cena como siempre–
–Buenas noches– Mila nos saluda con los dedos, con una sonrisa de complicidad en su rostro.
–¿Volverás al pent-house esta noche? – pregunta Asher con un guiño.
–Por supuesto– digo, agradecido de que Vanessa ya se haya dirigido a la puerta. —No seas un maldito bicho raro, solo la estoy llevando–
Asher me guiñe un ojo exageradamente y le hago un gesto obsceno antes de seguir a Vanessa fuera del restaurante. Afuera, el aire de la noche de noviembre es lo suficientemente frío como para hacer que Vanessa cruce los brazos sobre el pecho. Lucho contra el impulso de rodearla con mis brazos y sugerirle que encendamos la chimenea de mi pent-house, tal vez pusiéramos una película mala y probáramos la alfombra de piel de oso sintética una o dos veces. Eso no es lo que un hombre que intenta mantenerse distante y sin compromisos serviría. Demonios, ni siquiera se lo he sugerido a Hannah.
Pero aquí, con Vanessa, la idea es prácticamente todo lo que puedo oír.
Mi coche se detiene un momento después y me detengo, preguntándome si reuniré el valor para despedirlo, al menos para tener otra media hora con Vanessa.
–¿Es piernas otra vez? – pregunta.
–Si– admito con una risa.
Mi convicción flanquea y le abro la puerta trasera. Nada de piel de oso y Chill esta noche. Y probablemente nunca. Habíamos compartido crème brûlée; eso es más que suficiente para mi pequeño corazón herido.
–¿Me enterare de su nombre esta vez o tengo que registrar algunos viajes más para obtener este privilegio? –
–Necesitas completar un mínimo de diez viajes antes de recibir esa historia–
Bromeo, observándola mientras sube al asiento trasero de la camioneta. La flexión de sus pantorrillas capta mi atención mientras se desliza por el cuero para que yo pueda unirme a ella. una vez que estamos a salvo dentro del vehículo, mi reloj interno comienza a correr.
Tenemos aproximadamente veinte minutos antes de llegar al apartamento de Vanessa. Veinte minutos para averiguar si ella siente lo mismo que yo, disolver sus predes, besarle la maldita cara y follar como conejos. Totalmente factible.
Porque eso es todo lo que tiene que ser: una experiencia única borracha. Al menos eso es lo que tiene sentido para mi cerebro borracho. Si no puedo aceptar nada sostenido o profundo con Vanessa, entonces, ¿Por qué no podemos follar solo una vez? Tiene tanto sentido aquí en la oscuridad del coche, mientras las luces de Manhattan pasan por nuestras ventanas.
–Gracias por traerme de nuevo, piernas– dice, inclinándose hacia el asiento delantero. Capto la curva de su cadera con la luz dorada de la ciudad que entra por la ventana. Me humedezco el labio inferior, con los dedos curvados por la urgencia de acariciar esa curva para mí.
–Cuando quieras, Vanessa. Eres una de mis nuevas favoritas para pasear–
–¿Ah, ¿sí? – pregunta con esa forma suya de buen humor y sociable. –¿Y eso por qué? –
–Bueno, eres un encanto– dice piernas con su acento de Brooklyn casi estridente en el silencioso coche.
–Oh, no, tú eres el encanto, piernas– dice Vanessa efusivamente. –Ahora dime, ¿Quién es el que menos te gusta llevar un coche? No me digas que es Dominic, porque eso es un hecho–
Me río a pesar de la indirecta. –Ni siquiera estoy enfadado, porque probablemente tengas razón, Vanessa–
Extiende la mano hacia atrás y me da un golpe en la rodilla. Capto la sonrisa en sus labios.
–No, no puedo decir eso– dice piernas.
–Está bien, no nos cuentes lo peor, pero solo dame una persona que no te guste llevar en coche. Vamos, necesito los chismes para seguir viva. Soy como un vampiro chismoso–
Piernas se ríe, frotándose la barbilla mientras piensa. –De acuerdo. Tengo una. –Esa señora Hannah–
Sus palabras caen como un golpe, aunque no puedo saber que oportuno es su comentario. Aprieto los dientes cuando Vanessa se gira hacia mí y asiente.
–Tuve una experiencia con Hannah hoy por primera vez– le dice Vanessa a piernas. –Me dejó muy claro que solo debería llamarla señorita Bennett–
–Si, ella también hizo lo mismo conmigo– dice piernas riendo.
–No siempre es así– digo, aunque no estoy seguro de por qué la defiendo. Tal vez para preservar sus buenas opiniones sobre mí.
-Sin juzgar, Dominic– dice Vanessa, levantando las palmas de las manos. –Tu haz lo que quieras–
La mención de Hannah abre una puerta necesaria. La pregunta me quema la lengua durante al menos treinta segundos antes de encontrar el valor para hablar. Miro a Vanessa, que mira en silencio por la ventana.
–Hola– me inclino hacia ella en el asiento trasero, manteniendo la voz baja. Se gira hacia mí y, en la oscuridad, puedo notar que estamos mucho más cerca de lo que estaríamos a la luz del día, donde la absoluta claridad de nuestro mejor juicio añadiría unos centímetros extra por si acaso. Su rodilla roza la mía mientras se reclina contra el asiento. –Tengo que preguntarte algo–
–¿Qué pasa? – incluso en la penumbra del asiento trasero, puedo ver la vitalidad en sus ojos. Todo mi cuerpo vibra ante nuestra cercanía. Acerco la mano para ver que puedo encontrar.
–Se honesta– digo.
–De acuerdo…–
Me aclaro la garganta, buscando en el cielo algún tipo de apoyo antes de lanzarme a esto. No solo voy tras algo que quiero. Siempre estoy añadiendo una nueva capa a la historia de nuestra relación. Una nueva capa que potencialmente podría no terminar bien. Pero al diablo con eso. estoy demasiado borracho para que me importe ahora mismo.
–¿Le mentiste a Hannah hoy? – suelto. Sobre mi reunión con ella.
–Oh, Dios– Vanessa levanta las manos a la cara. –He estado esperando a que sacaras el tema–
–¿Sabías que lo haría? –
–Pensé que se pondría en contacto contigo y te lo diría– empieza a jugar con el cierre de su pulsera de nuevo. –Soy una tonta. Lo siento. Yo-yo-yo solo…no sé, me sentí nerviosa. Pensé que estaba ayudando a encubrir, y luego me doy cuenta de que había dicho algo incorrecto, pero solo quería seguir con el tema…–
–Le preguntaste cual era la naturaleza de su negocio– no puedo evitar la sonrisa mientras lo digo. Eso fue una jugada de poder, simple y llanamente.
–Bueno no sabía quién era– Vanessa se cruza de brazos y mira por la ventana.
Me río, inclinándome más cerca de nuevo.
–Sabias quien era. Todas las personas de mis contactos vienen con un resumen–
La verdad chisporrotea entre nosotros. Además, Vanessa había sorprendido a Hannah haciéndome una maldita mamada en plena tarde. ¿Cómo podría no recordarlo?
–Lo siento, Dominic– continúa Vanessa, descruzando los brazos para volver a juguetear con su broche. –¿Debería llamarla y disculparme o algo? Sabía que no estaba contenta cuando se fue, pero yo…–
–No– La agarro de la muñeca cuando la levanta para juguetear un poco más. Presiono mis dedos contra su piel, encontrando fácilmente su pulso. Inhalo profundamente y capto la confusión en sus ojos a la luz de las luces de la ciudad.
–No necesitas disculparte– Aprieto su muñeca, bajándola entre nuestras piernas. El latido de su pulso me calma y me dice que está tan intrigada y posiblemente excitada como yo. –Fue un error inocente, ¿verdad? –
–Si– Asiente enfáticamente. Muevo mi pulgar de un lado a otro sobre su muñeca, desesperado por más, pero sin saber como conseguirlo. –Fue un error. Pensé que estaba protegiendo tu empresa, no se. Ustedes luchan tan duro para mantener la integridad de lo que hacen, que yo solo quería hacer lo mismo. y no me pareció buena idea decirle que simplemente te habías olvidado de su…cita–
¿Tiene eso sentido ya? No lo se. incluso a través de mi aturdimiento por la borrachera, puedo ver que Vanessa se disculpa genuinamente por lo que había sucedido. Aunque ha malinterpretado por completo lo que yo busco.
–Me aseguraré de que Hannah esté en la lista VIP– continúa Vanessa. –Lo siento, la señorita Bennett– no puede ocultar el tono sarcástico en su voz esta vez. –Es decir, esta es mi curva de aprendizaje, ¿verdad? Ahora se lo importante que es–
Mierda. Esta malinterpretando esto por completo. El coche reduce la velocidad hasta detenerse.
Vanessa jadea. –Oh, ya llegamos–
La decepción me invade. Suelto su muñeca, sintiéndome como el personaje principal de algún casto drama victoriano. Aquí estoy, limitado a tocar muñecas, cuando la pasión que me recorre exige nada menos que las piernas de Vanessa en el aire y mi asfixia absoluta entre sus muslos.
–Duerme bien, Vanessa– digo, porque no hay nada más que decir. Me muero de ganas de llevarlo más lejos, pero aún hay una parte de mí que lo sabe mejor. No debería ir allí con Vanessa. Así que no lo haré. Pase lo que pase.