El dulce sabor de lo prohibido

Amor apasionado y no correspondido

VANESSA

Una alarma rompe el cómodo silencio entre nosotros: mi teléfono. Son las diez en punto. Los bagels están aquí.

–Oh, Dios mío– me doy una palmada en la frente, ms que lista para cambiar los preparativos para el día. –La entrega está aquí–

–¿Qué entrega? –

–¡Desayuno, tonto! – Le guiño un ojo. -Espera aquí. Te va a encantar lo que traje para nosotros hoy–

Dominic parece genuinamente divertido mientras salgo de su oficina. Voy directamente a la recepción, donde encuentro al repartidor con mi pedido. Regreso a la oficina de Dominic con las tres bolsas de papel grandes.

–Bueno, esto podría ser más de lo que esperaba– digo, dirigiéndome a la larga mesa a un lado de su oficina, que había empezado a usar solo para estas ocasiones. Desempaco las bolsas de papel marrón, colocando todos los elementos a medida que los descubro: bagels de todo, bagels simples, bagels de canela y pasas. Queso crema y Salmón ahumado. Mermelada de frambuesa y chía. Mermelada de chile dulce. Gelatina de lavanda. Con cada nuevo artículo se revela, mis exclamaciones se hacen más fuertes.

–¡Maldita sea, Vanessa! – murmura Dominic una vez que todo está dispuesto.

–Creo que necesitamos a invitar a algunas personas más a participar– digo con una risa. –Tal vez me excedí-

Dominic esta tan cerca de mí que puedo sentir el calor que emana de él. Tengo tantas ganas de extender la mano y agarrar la suya, o tal vez que vuelva a tocarme la espalda. Lo miro, preguntándome si él sufre incluso una pizca de la misma locura. Pero está fascinando por la pasta para bagels.

–Es perfecto– digo con un suspiro. –Aunque nadie en casa puede averiguar cuanto gastamos en bagels hoy–

Dominic se ríe. –Tu secreto está a salvo conmigo y con mi tarjeta de crédito–

Toma un bagel con todo y luego contempla las selecciones de queso crema. –¿Crees que alguna vez cambiará de opinión? –

–¿Quién, mi hermana? Nunca– Tomo la mermelada de lavanda, preguntándome como combinaría un bagel con todo. –Me recuerda cada semana que debería estar de vuelta en Kentucky cuidando de mamá porque soy la soltera y sin hijos que necesita arrepentirse del pecado de estar viva. Según ella, no estoy haciendo nada con mi vida. Pero para mí, estoy salvando mi vida. Moriría si me quedo en Kentucky, aunque sea una semana más, de aburrimiento, de falta de satisfacción, de…– mi voz se seca. Los fantasmas de mi pasado son reales allí. No solo lo que había pasado con el exnovio de mamá, sino también con lo que pasó con Liam.

Tengo mucho de lo que huir. Mucho en lo que no quiero volver a pensar.

Dominic asiente. –Si. Algunas personas nunca lo entenderán–

–Y está bien si no lo hacen– añado, lamiendo el borde del cuchillo de plástico que había usado para untar la mermelada antes de tirarlo a la papelera. Maldita sea, esto esta bueno. –Pero no quiero que me hagan sentir como una perra por ir tras lo que quiero y necesito–

La mirada de Dominic me clava por unos momentos. Luego vuelve a mirar el panecillo. –No todo el mundo va a estar de acuerdo con tus decisiones. A veces, incluso las personas más cercanas a ti–

–Bueno, si algo he aprendido, es que incluso aquellos a quienes llamamos familia no son necesariamente los más cercanos en la vida. tampoco son ellos los que velan por tus intereses– Doy un mordisco al bagel increíblemente suave y gimo. –Y este bagel corrige todos los errores del mundo entero–

La suave sonrisa de Dominic es digna de un poster de galán. –Mejor que la dieta del apio, ¿verdad? –

Me burlo. –No menciones esa agua con cabello mientras me deleito con esta perfección, por favor–

Compartimos una cálida sonrisa, el calor se extiende por mi pecho. Amo a este hombre. Todavía. Lo había amado desde que éramos amigos secundarios durante nuestros años escolares. Lo amé a lo largo de los años como un conocido lejano. Y lo amo ahora como su vieja amiga convertida en secretaria. Es amor real, humano. Pero también es amor apasionado y no correspondido.

Y maldita sea, deseo que esta mierda desaparezca ya. Pero con momentos como estos, estoy perdida. Si me toca la parte baja de la espalda de nuevo, estaré lista para intercambiar votos.

Me distraigo cargando otro bagel mientras mi obra maestra de lavanda, con un bocado quitado, reposa a lado. –Les avisaré a Asher y Mila que hay un bufet aquí si quieren–

-Y Alan– añade

Suspiro, poniendo los ojos en blanco. –Y Alan–

Como si fuera una señal, Asher entra en la oficina, abriendo mucho los ojos al posar la mirada en el banquete. –Vaya, chicos. De verdad me están ocultando algo, ¿verdad? –

–Estaba a punto de llamarlos y decírselo– digo dulcemente.

–Claro, claro. Escucha, Dominic, tenemos que hacer un viaje rápido por la ciudad. solo tú y yo y todos los bagels que quepan en tus bolsillos–

–Llénate tus propios bolsillos, Asher– Dirigiéndose a mí, añade. –Supongo que me voy. Avísame si surge algo hoy, ¿de acuerdo? –

Asher carga un plato de bagels y todo el frasco de mermelada de chile dulce, además del queso crema natural, y los dos salen de la oficina. Deseo una dulce caricia o un apretón de brazos al salir, pero Dominic mantiene las manos quietas. Suelto un suspiro y enderezo la espalda. Después de una mañana emotiva, es hora de volver al trabajo.

Las horas pasan, impulsada por la investigación de internet y todo lo relacionado con los bagels. Alrededor de las dos, el clic de tacones que vienen por el pasillo llama. Mi atención. Me animo, pensando que podría ser Mila. Pero una morena diferente dobla la esquina, mirándome fijamente.

Inclino la cabeza hacia atrás, tratando de ubicar esta cara. Reconozco a esta mujer. elegantemente vestida, con ondas castañas perfectas, una mirada penetrante que promete hacer estallar un látigo si me paso de la raya.

–Hola– digo. –¿En qué puedo ayudarte? –

-Estoy aquí por Dominic– dice con dulzura y condescendencia a partes iguales. Aprieta un bolso contra su cuerpo. –Soy su cita de las dos en punto–

Mecánicamente vuelvo la mirada hacia mi computadora. ¿Por qué todo dentro de mí se atasca, como si nunca hubiera trabajado en este trabajo? Hago clic sin rumbo en el escritorio, tratando de recordar como abrir la agenda de Dominic. Y entonces cuando lo veo.

2:00: Hannah Bennett

Las piezas encajan en su lugar, mostrándome el panorama general. Se porque reconocí a esta señora. Es la mujer que había salido de su oficina el día de mi entrevista, la mujer con la cabeza entre sus piernas. La novia de Dominic.

Se me seca la boca. –El, eh…– Finjo concentrarme en la pantalla, luchando por articular una frase. –No está en… ahora mismo–

Ladea la cabeza y su sonrisa se ensancha. –¿Qué fue eso? –

–Se ha…ido. Totalmente ido. Fuera de la ciudad por completo…se ha ido– digo, lo cual sé que no es cierto. Dominic solo había cruzado la ciudad con Asher. Pero no puedo hacer que mi boca capte el mensaje.

–Eso es imposible– dice Hannah. –Teníamos algo planeado. Nunca cancela–

–Lo siento. Esta fuera de la oficina y no sé cuándo volverá– Ofrezco mi mejor aproximación a una sonrisa distante de servicio al cliente. –Sin embargo, puedo tomarte un mensaje y veré si está interesado en reprogramar. Puede que sus servicios ya no le parezcan necesarios, o…– A juzgar por el rostro de Hannah, estoy cruzando una línea y necesito controlarme. –O tal vez haya alguna otra razón que aún no conocemos–

–Créeme– dice sucintamente, con un brillo letal en su mirada. –está interesado en reprogramar–

–Señora, no puedo hacer eso hasta que regrese–

Baja la barbilla, algo en su tono se agudiza hasta un punto letal. –¿Sabes quién soy? –

–Yo, eh…– Trago saliva con un nudo en la garganta. Me siento acorralada. –Por supuesto que sí. Usted es la persona en el turno de las dos en punto para hoy–

La incomodidad me recorre mientras me preparo para su respuesta. ¿Por qué haces esto? Todos los contactos de Dominic tienen un breve resumen adjunto para tener la información de un vistazo. Incluso si no hubiera visto a Hannah haciéndole una felación a Dominic el día de mi entrevista, habría podido seguirle el juego dado que su resumen claramente incluye “VIP con privilegios”. Si tan solo hubiera jugado el rol servil de atención al cliente desde el principio, pero no, tuve que dejar que mis celos se hicieran notar.

–Señorita Bennett– dice bruscamente. –Puedes llamarme Señorita Bennett–

–Señorita Bennett– digo lentamente. –Lamento ser portadora de malas noticias. Pero Dominic canceló su cita y no tengo más información en este momento. estaré encantada de tomar un mensaje como dije. ¿Cuál es la naturaleza de su negocio? ¿Es usted proveedora de la empresa? –

Mi corazón late como un bombo mientras espero su respuesta. Vanessa, vas a estar en muchos problemas. Aunque estoy siendo profesional, secretamente espero que esta conversación los empuje a romper, lo que me hace sentir como una villana. Me retuerzo las manos debajo del escritorio mientras sus fosas nasales se dilatan.

–No hay mensaje en este momento. Yo me encargaré de esto– Me envía una sonrisa plastificada y se gira sobre sus talones. Una vez que está fuera de la vista, me dejo caer en mi silla, dejando que le horror de lo que acabo de hacer me invada.

No solo le había mentido piadosamente a la probablemente muy poderosa novia de Dominic, sino que también había dejado que los celos se apoderaran de mí.

¿Y para que? gimo para mis adentros. Por supuesto que le dirá algo, especialmente si están saliendo. Así que tal vez solo necesite evitar a Dominic hasta que todo se calme. Podría pedir trabajar desde casa durante la próxima semana. Mientras considero la logística de tal petición, Dominic me envía un mensaje de texto que me congela las entrañas.

Dominic: Hay una cena esta noche a la que quiero que asistas. ¿puedes ir?

Ahí se fueron mis planes de evitar a Dominic durante la próxima semana. No hay nada que quisiera más que asistir a cualquier cosa, en cualquier momento, con Dominic. Pero eso entra en un conflicto con mi necesidad real de ponerme al día con mi tarea y mi necesidad más reciente y urgente de no mirar a Dominic a los ojos hasta que pueda evaluar el daño por mentirle a su novia.

Trago saliva con fuerza y escribo mi respuesta.

Vanessa: Lo sabes. Ahí estaré.