Este tiene que ser el límite.

2561 Words
VANESSA Sumergir los dedos de los pies en el agua se siente demasiado bien como para resistirlo. Puedo controlar el resultado aquí, mientras sigo viendo cómo se siente todo el asunto. Esto, al menos, es seguro. Separados por una milla de ciudad. ¿Qué tan bajo podría caer si solo estamos hablando por teléfono? –¿La clase se alargó esta noche? – Su voz profunda es áspera, como si tal vez lo desperté mientras se estaba quedando dormido. –Un poco. Tuve que quedarme después y hablar con el profesor porque me perdí una tarea– –Mmm. Eso suena como el comienzo de una película porno– Me río. –Bueno, esta vez no. además, estoy bastante segura de que el señor Mitchell batea para el otro equipo. Lo único que le interesa son los vestidos que uso– –Entonces compartimos un interés– El rubor me llega primero a las mejillas y luego se extiende lentamente por el cuerpo en forma de un calor profundo y hormigueante. –Nunca me di cuenta de que eras tan fan– –Podría darte una lista de mis diez favoritos– dice Dominic. –Si alguna vez necesitas retroalimentación profesional, soy tu hombre– –¿Profesional? – –Olvídalo. No tendrá nada de profesional. Puramente inapropiado y escandaloso– Sonrió mientras presento mi programa de estudios, seguido de los diseños que pretendo incluir en el portafolio. –Bueno, entonces, estoy muy abierta a los comentarios que tengas para mi– –¿Abierta, ¿eh? – El teléfono cruje y su risa baja se siente a partes iguales sexy y peligrosa. –Como lo estarán tus piernas la próxima vez que te vea. Me muerdo el labio, el rubor de mis mejillas se extiende a mi pecho. Concentrarme en mi portafolio podrá ser más difícil de lo que esperaba. –Eso será en el trabajo mañana. ¿Dónde vas a abrirme las piernas? – –En mi oficina– Su voz áspera y sensual me atraviesa. –Nadie nos verá allí. Seremos discretos– –¿Y qué vas a hacer una vez que me abras las piernas? – –Empezaré a administrarte la retroalimentación– Me río. –Oh, ¿ahora se administra? – –Si, a través de mi boca y mis dedos– Puedo oír la sonrisa en su voz. –Y algo más si tienes suerte– Cierro los ojos. –Dominic Hamilton, ¿me estás diciendo que quieres tener sexo conmigo en tu oficina? – –Esa es solo una de las cosas que quiero hacer contigo en mi oficina– –Eres tan travieso. Debería haberlo sabido, después de pillarlos a ti y a Hannah en tu oficina– –Nunca dije ser un buen chico, Vanessa– Mis palmas se calientan mientras juego con la confesión que baila en mi lengua. –Bueno, soy una buena chica. O al menos, intento serlo. Pero después de lo que vi… Dominic, no puedo mentir, me he imaginado haciendo lo mismo desde entonces– La risa áspera regresa. –¿Hacer qué? – –Sabes que– –Quiero oírte decirlo– Trago saliva con fuerza. –¿Por qué? – –Por lo caliente que sonará saliendo de tus labios– Toda mi cara se calienta. Me cubro la boca con la mano. No había imaginado que esto sucedería esta noche, ni siquiera vagamente. Tal vez así de ingenua soy, llamando a Dominic y esperando hablar de nuestras noches como un par de Chicas exploradoras. Tomo mi teléfono y lo saco del altavoz. Necesito su voz sexy lo más cerca posible de mí. –Me he imaginando, chupándotela desde que te encontré a ti y a Hannah– digo en voz baja. El gemido apreciativo de Dominic solo aviva el fuego entre mis piernas. —Me he imaginado follándote desde que nos encontraste a mí y a Hannah– La incredulidad se mezcla con un deseo desenfrenado. Deseo a Dominic tanto que apenas puedo respirar, pero nunca se me había ocurrido que el pudiera sentir lo mismo por mí. ¿Estoy soñando? –Solo pensar en tus bonitos labios rosados alrededor de mi polla…– Su risa suena forzada. –Ojalá pudieras sentir lo duro que estoy ahora mismo– Me muevo en el sofá. Mis bragas ya están resbaladizas, mis pezones son dos puntos duros bajo la fina tela de mi vestido. –¿Dónde estás ahora mismo? – –Sentada en mi sofá– digo con dificultad, pasando mi lengua por mis labios secos. –¿Llevas la misma falda de hoy? – pregunta. –Si– Gruñe con aprecio. –Me encanta esa falda. Pero necesito que te cambies– –¿En qué? – El vestido verde y blanco sobre el que derramaste salsa tzatziki– Contengo una risa, yendo hacia mi habitación. –¿Puedo preguntar por qué…– –No, no puedes. Avísame cuando te hayas cambiado- Tiro el teléfono sobre mi cama mientras rebusco en mi perchero, cogiendo el vestido que me había pedido. Me quito la falda tubo y la blusa, apresurándome a ponerme el vestido verde y blanco hecho a mano. Una vez que subo la cremallera por completo, tomo el teléfono. –Esta bien, Dominic. Tus deseos son órdenes. Voy a volver a mi sofá– suspiro con satisfacción mientras me acomodo de nuevo en mi sitio. –Bien. Ahora súbete el vestido hasta las caderas– Sonrió. –¿Por qué? – –Solo hazlo– Hago lo que me dice, mi piel se eriza cuando el aire fresco golpea la parte superior de mis muslos –Abre las piernas, Vanessa– Todo mi cuerpo vibra. Esto se siente escandaloso, pero a la vez tan seguro, incluso cuando mi mente racional aún lucha por creer que Dominic Hamilton me esté diciendo cosas tan sensuales y sucias por teléfono. Esto es mejor de lo que jamás había imaginado. Y apenas hemos hecho nada. –¿Llevas bragas? – Asiento y luego recuerdo hablar. –Si- –¿De qué color son? – Me cuesta recordar que color había elegido esta mañana. Todo mi cuerpo vibra por su atención. –Rojas– –Quítatelas– Respiro silenciosamente mientras sigo sus instrucciones. Mi coño palpita en ese momento. ¿Por qué no fui al pent-house como me había pedido? Ahora estoy aquí sufriendo esta hermosa tortura. –De acuerdo– me retuerzo en el sofá, esperando más. –Siéntate y cúbrete las piernas con el vestido– Su voz es tan segura, tan sólida, como si lo hubiera hecho miles de veces antes. Yo, por otro lado, soy la novata inexperta. Claro, había tenido sexo muchas veces. Pero nunca con alguien como Dominic. Nunca con un hombre que me ordena que me quite las bragas en medio de mi sala. Nunca he alcanzado el orgasmo durante el sexo con un hombre. No creo que sea posible para mí. Seguro que no sucedio con ninguno de mis ex. –Ahora abre las piernas, Vanessa– Su sensual canturreo solo envía otra oleada de humedad entre mis piernas, esta vez haciendo que mis muslos se pongan pegajosos. –Abre bien las piernas. Ábrelas como las abrirás mañana para mí en la oficina– Mi clítoris palpita ahora, y aprieto los ojos con fuerza mientras cabalgo la ola sexy de su voz. –Quiero que te toques a través de tu vestido. Ese hermoso vestido hecho a mano. El que me pone duro como una roca cuando veo como abraza tus hermosas curvas– Sigo la costura de mi cadera hacia adentro, hacia abajo, entre mis piernas. Mis dedos empujan contra el c*****o hinchado de mi clítoris, provocando un pequeño jadeo. –¿Cómo se siente, Vanessa? – –Increíble– susurro, hundiéndome en el sofá. Mantengo el teléfono pegado a la cabeza; no quiero perder ni un ápice del calor y la crudeza que emana de la voz de Dominic en este momento. –Imagíname entre tus piernas– gruñe. –Mirando fijamente tu jugoso coño. Tus labios están hinchados. Tu clítoris esta hinchado. Todo lo pide a gritos, Vanessa. Puedo olerte desde aquí, mierda– Trago saliva con fuerzas, frotando círculos rápidos alrededor de mi clítoris mientras habla. Todo mi cuerpo arde en ese momento, electrizado por las palabras sucias que salen de su boca. –Esto es lo que habría pasado en la lavandería esa noche. Y créeme, planeo ahogarme en el jugo de tu coño, Vanessa– Cierro los ojos con fuerza, arqueándome contra mi mano mientras me froto desesperada y necesitada. –Oh, Dominic– –Suenas sin aliento, Vanessa. ¿Esto te excita? – Me río. –Eso es quedarse corto. Nunca me había excitado tanto en mi vida– –Aprieta tu clítoris– - ¿Qué? – –Apriétalo con dos dedos. Hazlo– Hago todo lo que me dice, y el placer me recorre, caliente y eléctrico. Grito. –Mmm. Ahí vamos– murmura. –¿Y qué estás haciendo ahora mismo? – logro preguntar. –Jalando mi polla– gruñe. –Imaginando mi cabeza entre tus piernas. preguntándome si gritarás cuando te corras o solo gemirás. Daría cualquier cosa por tener mis dedos enterrados en tu coño ahora mismo, Vanessa. Estoy medio tentado de volar allí en mi helicóptero ahora mismo– Me río. –¿Dónde lo aterrizarías? ¿En la acera? – –Lo averiguaría. Pero esperaré hasta mañana. Siempre y cuando prometas avisarme cuando te corras– Mi respiración se acelera mientras me hundo en las sensaciones de mis dedos frotando mi clítoris a través de mi vestido. –Lo prometo. Estoy tan cerca Dominic– –No tienes idea de lo bueno que se va a poner, Vanessa. Todas las diferentes maneras en que nos vamos a sentir bien juntos– Su respiración se hace más pesada. –Oh, Dios mío, Dominic– mis muslos se tensan, mi orgasmo se acerca. Puedo sentirlo crecer dentro de mí, cosquilleo a cosquilleo. –Esto es un sueño hecho realidad– –¿Cuánto tiempo llevas esperando mi polla, Vanessa? Se honesta– Me río a mi pesar. –Desde que tenía catorce años –Mierda, Vanessa– dice. –¿Tanto tiempo? – Gimo, mis dedos zigzagueando de un lado a otro sobre mi clítoris dolorido. Estoy tan cerca, tan cerca. –Tal vez– –Así que te va a encantar cuando finalmente entierre mi polla en ese pequeño y apretado coño tuyo, ¿verdad? – Sus palabras me atraviesan como un tornado. El orgasmo me recorre en una gran y suave ola, electrizando cada centímetro de mi piel. Grito, arqueándome hacia mi mano, deseando con todas mis fuerzas que Dominic estuviera aquí. encima de mí. cumpliendo todas esas sucias promesas. –Ahh, así que gritas– La risa de Dominic es autocomplacida. Incluso presumida Me tomo unos momentos para recuperar el aliento, mi pecho sube y baja por el viaje que acabamos de hacer. Mi coño aún late suavemente cuando finalmente puedo hablar. –¿Y tú qué? – –Estoy esperando a que me envíes una foto de cómo te ves ahora mismo– Gimo, cubriéndome los ojos con la mano. –Dominic, no puedes hablar enserio– –Hazlo. Tómate una selfie– Refunfuño, pero hago lo que me pide. La envió, sin apenas mirar la foto de pura vergüenza. No quiero ver mi sexo brillar. –Mira tú vestido– dice Dominic. –¿Lo mojaste? – Extiendo la tela sobre mis rodillas, detectando la mancha húmeda de mi coño. Mi boca se abre. –Oh, Dios mío– –Te manchaste el vestido, ¿verdad? – Gimo de nuevo. –Manchaste mi vestido– –Culpable– dice con una risa. –Aunque ahora es nuestro vestido– luego gruñe. –Tu foto…– se queda callado un momento. cuando regresa, deja salir un gemido bajo. –Eso es todo lo que necesito, nena. Esas tetas y ese brillo s****l. Me voy a correr como un puto cohete– –¿Entonces dónde está mi foto? – aventuro. Solo hablo medio en serio. No hay manera de que me envíe un foto de su pene… ¿verdad? – –Pensé que nunca lo preguntarías– puedo oír su sonrisa descaradamente penetrante a través del teléfono. Se queda callado un momento o dos, luego mi teléfono suena. Se me corta la respiración al abrir el mensaje entrante. El pene de Dominic llena mi pantalla. Su gloriosa, completamente dura, gruesa y perfecta polla. Justo ahí. En la pantalla de mi teléfono. Su mano agarra la base, dándome una idea del grosor y la longitud. El aire de mis pulmones se evapora. No hay manera de que eso quepa dentro de mí. –Eso no va a caber bien– susurro. –Oh, si cabrá bien. Me aseguraré de que sí. Iré despacio y con calma, nena. No te preocupes– - ¿Y te estás…masturbando? ¿Ahora mismo? – –Estoy a punto de correrme– Su voz suena tensa. –Pensando en cómo manchaste uno de mis vestidos favoritos mientras te tocabas. Hablándome. Escuchando mis palabras. Mirando tu expresión de satisfacción– Gruñe. –Estoy más duro que nunca. Todo por tu culpa– Mis mejillas se sonrojan de nuevo, y el calor que recorre mi centro me hace considerar la segunda ronda. Dominic gruñe de nuevo, y luego se le escapa un gemido áspero. –¿Te corriste? – pregunto después de un momento o dos. –Malditamente fuerte. Y la próxima vez que lo haga, será sobre esas hermosas tetas tuyas– Mi mente da vueltas. Había pasado de gruñón a un hablador sucio extraordinario en el lapso de una semana, y ni siquiera puedo decir que es lo más escandaloso de lo que está sucediendo entre nosotros. Tres días atrás, estaba segura de que nunca se había fijado en mis pechos en toda su vida. Y ahora quiere correrse en ellos. Inserta emojis alucinantes aquí. Charlamos unos minutos más sobre nada, sobre todo. Ha perdido algo de su garra sexy, pero de vez en cuando suelta un “¿Ah, ¿sí?” que me pone los pelos de punta. Me pregunta por mi tarea perdida, lo que llevó a una extensa discusión sobre las piezas que planeaba incluir en el portafolio. No solo tengo opiniones sobre lo que debe incluir, sino que incluso recuerda detalles específicos sobre algunos de los diseños que había usado en la oficina. Una parte de mi piensa que tal vez esto es un sueño. Probablemente me he quedado dormida en el sofá e imaginado todo esto. ¿un hombre que puede hacerme todo esto, ¿un hombre que puede hacerme correrme por teléfono y que se quede para escuchar sobre mi proyecto de portafolio? Ni siquiera me había atrevido a soñar que alguien tan perfecto pudiera existir. Pero cuando finalmente colgamos y me quedo sola en mi sala, con el vestido todavía manchado y el corazón aún latiendo con fuerza, me doy cuenta de que si estamos parados al comienzo de esto entre nosotros…ya estoy jodida. Si me dejó así con tan solo una llamada caliente. Si tengo alguna esperanza de salvarme de un desamor seguro, entonces este tiene que ser el límite.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD