Traición.

3444 Words
Mi corazón latió rápido, como me sucedía cuando algo malo me pasaba y enfrentaba las consecuencias, esta vez era diferente; sentía un ardor casi doloroso en el rostro, las extremidades temblorosas y las orejas calientísimas. La miré, tan esbelta y perfecta; con sus piernas largas, su figura atlética, su cara angelical, sus destacables ojos ambarinos... Percibí como intentaba demostrar superioridad con cada gesto que hacía, no sé por que pero sentí un alivio interno incomparable.  Me sentí bien, y no por que hubiera salido con el tipo por el que ella babeaba aún sin saber que era específicamente él; sino por que por primera vez en la vida le había ganado en algo realmente importante. «Oh, mi querida Lina... Si lo supieras» instantáneamente el malestar pasó y le dió pasó a un profundo orgullo. Ella no lo había notado, estaba segura de que no lo adivinaría a menos que alguien se lo dijera, me hubiera encantado confesárselo pero era obvio que ella no me creería. «No importa, al fin y al cabo; todo cae por su propio peso». —Buenas noches.—dije saliendo de la habitación fingiendo molestia. Ella balbuceó varias discupas que no me preocupé en escuchar, una vez en mi cuarto no pude evitar poner música y reírme como maniática, con los rayonazos de la guitarra de Hendrix opacando mis carcajadas de loca. «Hay ocasiones en las que Andrómeda Kerz gana sin haber jugado, y esta es una de esas veces».                            *** Desperté, de manera abrupta, con mi madre gritando que sólo me quedaba una hora para alistarme. Obedecí sin pensarlo dos veces; esa mujer me aterraba en las mañanas, le daban ataques de agresividad bastante fuertes. No tarde nada en bañarme, ponerme la ropa e ir a desayunar, ella alabó mi destreza para estar lista en tan poco tiempo. No pudo evitar quejarse por como iba vestida, como una hippie/new age/vegana reí ante su discurso discriminatorio y la ignore. Recién despertada se volvía un tanto punzocortante con sus críticas. Lina apareció a desayunar, emanaba una fragancia a fresas y vainilla bastante empalagosa. Vestida con aquellos pantalones grises, una blusa turquesa de tirantes(con un escote estrafalario) y un par de tacones dorados kilométricos me pregunté con todo el sentido de la razón el porqué Morrison no se habría fijado en ella; si era tan promiscuo como creía que lo era. «No tiene ningún sentido, Li de verdad es preciosa. ¿Quién evitaría salir con ella? Al parecer Zett. Vaya tipo».  Mi madre halago el estilo y la ropa de su otra hija; me sentí triste. Era como un mal tercio en aquel desayuno, por suerte termino rápido y cada una se fue por su parte. Decidí irme caminando cuando noté que Lina se iría en el transporte público, en ese momento tenía un rencor muy fuerte hacía ella por la manera burda en que me había discriminado la noche anterior. Sentía unas secretas ganas de llorar, no me gustaba cuando me restregaban en la cara “lo inferior que era” , y  no es que yo creyera eso; conocía mi valor como mujer... Pero era como si... Mi propia familia consanguínea se esforzara en hacerme sentir menos sólo por que era diferente. —Espérame—la aguda voz de “la odiosa” me llegó desde lejos. Me detuve aunque no quería verla ni en pintura, ella venía corriendo; manteniendo un absurdo equilibrio en aquellos incómodos zapatos. —¿Qué quieres?—le espeté de mala gana, ella me miró suplicante. —Ayer... Me pasé lo sé, la situación de Zett me tiene los pelos de punta; es complicado para mí... —¿Se te hace difícil no estar en el radar de un chico por primera vez?—contesté, a sabiendas de que eso ha calado en ella pero no puedo contener mi enojo ni las ganas que tengo de destruir su autoestima como ella lo ha hecho, por tantos años, conmigo. «Ayer llegué a mi límite, no soporto como se apoya en mí para agrandar su ego». —Sé que no es eso—me mira molesta, yo levanto los hombros en señal de “admite que fallaste” —sólo quiero que él sea mi novio, entiende lo mucho que eso mejorará mi estatus; ese chico lo tiene todo: dinero, popularidad, es hijo del director, es el capitán de fútbol americano... No entiendo como no lo conoces. —Odio el fútbol americano y lo sabes, en fin no entiendo por que me cuentas todo esto: no hay nada que yo pueda hacer—por un momento sospecho que ella sabe que salí con Zett ayer por lo que agrego:—¿O quieres que lo busque y le ruegue para que salga contigo?. —¡No! Sólo quería que me dieras ideas, tus planes suelen funcionar... Y... —No se me ocurre nada, lo siento—intuyó que se ha desiluionado por la que agrego:—pero intentaré pensar en algo. Ella me lo agradece con una sonrisa afable, secretamente el cariño que le tengo a mi hermana me doblega. Hubo una época de nuestra existencia en que sólo nos tuvimos la una a la otra: mi madre había tenido un accidente terrible, la había atropellado una camioneta. Estuvo en coma quince días y recuperándose durante casi seis meses, nosotras nos quedamos viviendo con nuestra abuela durante todo ese tiempo, fue sumamente complicado... Éramos muy niñas: teníamos 8 y 9 años respectivamente, y la señora Kika tenía problemas(esclerosis múltiple) y un Alzheimer avanzado. Había tenido a mi madre a los treinta y en esa época ya era casi una octogenariana; nosotras teníamos que prepararnos la comida y cuando no llegaba la enfermera cuidar de ella, le dabamos sus medicamentos e incluso varias veces tuvimos que cambiarle el pañal. Eso nos hizo madurar, en especial a mí: debí tomar el mando de todo cuando mi hermana tomó la terrible decisión de solamente sentarse a llorar. Pasó deprimida hasta que mi madre volvió a casa. Mis promedios de ese día siguieron siendo positivos, mañana recibiría el último y sólo me faltaría entregar los proyectos de la semana siguiente, luego: fin. Tendría libertad condicional por más o menos tres meses, antes de volver nuevamente al infierno. «Mi cuerpo necesita vacaciones» . No quería irme a casa después de clases por lo que decidí pasar por un helado, mi actividad favorita después de leer y embriagarme era tener citas conmigo misma. Me gustaba mucho invertir el poco dinero que tenía comprándome cosas, aprendí que de eso no te arrepientes luego. Con mi novio me privaba de mucho con tal de invitarlo a salir, tenía la necesidad de ser la encargada de todos los gastos durante mi pasada relación; la verdad nunca creí ser merecedora de ese engaño... Me esforcé mucho en ser una buena mujer, según los estándares sociales, pensaba que era una excelente novia: complaciente, honesta y dulce. «Bueno... Ese esfuerzo no fue suficiente». Me siento en una de las mesas de afuera, mientras devoro mi sunday de kiwi con devoción. KRYSTY'S es mi heladería favorita de toda la ciudad por varias razones y la primera de ella es su increíble variedad, la segunda su excelente precio y la última su ubicación estratégica. La heladería se encontraba al lado de un parque poblado de frondosos árboles, arbustos y flores silvestres; por lo que casi escojo un campo afuera en el balcón del segundo piso, que tiene vista a una laguna y está tan cerca de una arboleda que suele estar lleno de hojas y pequeñas ramas. El lugar es perfecto para una cita romántica, cualquier persona diría que vengo aquí a recordar a mi ex, o algo por el estilo; la verdad es que no: jamás vine aquí con él. Cuando fuimos novios siquiera existía este lugar. Estoy aquí por que me gusta, y me hace sentir libre... En éxtasis con el universo, uno sólo con la naturaleza. «Soy libre perteneciendo al todo». Después de un rato el ambiente se pone frío, tomó la decisión de volver a mi casa. De camino empieza a llover, por lo que cuando por fin atravieso el portón estoy congelada y mojada de pies a cabeza. Me dirijo a mi habitación lo más rápido posible, debo aprovechar mi soledad ya que no hay nadie en casa, pongo la radio a todo volumen y me visto con una desastrosa pijama de patitos amarillos; lo que hago cuando estoy sola no es nada interesante, simplemente escucho música y divago sobre la existencia. A veces me emborracho, otras veces lloro a grito pelado, de vez en cuando me echo un polvo. Lo que más me gusta es inventar teorías; sobre casi cualquier cosa... Extraterrestres, Dios, evolución, religiones, la disolución de la URSS; en fin, mi mente es un mundo variado tan siniestro como incomprensible, mi madre siempre decía: “tienes caca en la cabeza” y no era por que yo fuera una vulgar(tal vez solo un poco) sino por que mis pensamiento eran muy diferentes a los suyos, y su mentalidad no le permitía aceptar algo que no llegaba a comprender del todo. El timbre de mi celular me alertó cuando acababa de terminar mi proyecto de Arte; un dibujo a plumilla de una mujer-ángel desnuda. Nunca tuve problemas con la censura, y mi profesora de aquella clase tampoco; en especial cuando se trataba de un cuerpo femenino, la señorita Felipa Green era lesbiana sin miramientos; no era por eso que había dibujado aquello, sino por que para mí tenía una moraleja aún más profunda que unos rayones bien trazados “la disposición de la mujer desde tiempos inmemoriales como ente divino, grácil,... sin más que eso; un cascarón de belleza vacío y subyugado” así habíamos sido visitas por siglos, estaba segura de que mi maestra lo entendería a la perfección. Contesté la llamada, preguntándome de quien sería; el número desconocido inundaba mi mente de desconcierto. Hice varias suposiciones pero todas resultaron desacertadas en cuando escuché aquel peculiar tono de voz: —Hola, soy yo. —¿Zett?—exclamé sorprendida: estaba segura de no haberle dado mi número de teléfono. —Ese mismo.—respondió, mientras soltaba una carcajada deliciosa. —¿Cómo conseguiste...?, siento que es una pregunta que ya estás acostumbrado a escuchar; supongo que eres un acosador. —Para nada, simplemente lo tomé del registro oficial de mi padre. No tengo muchas complicaciones para conseguir que las chicas accedan a que las llame o les texteé. —Es una información interesante—respondo sarcásticamente—pero ahora estoy ocupada. ¿Necesitas algo?. —¿Qué estás haciendo?—pregunta con verdadero interés. Por un momento me perturba que quiera meterse en mi vida; mi mente trabaja rápido y repentinamente pienso que hace esto para molestar a mi hermana. —Divagando sobre la existencia. Y seré honesta: creo que me hablas para provocar celos en mi hermana Lina... —¡¿Eres hermana de ella?!—contesta, al parecer, verdaderamente sorprendido—No tenía idea... Es que tienen tan poco en común. —Sí, la belleza de Lina es incomparable—respondo molesta. —Ja.—su voz tiene una extraña ironía que me sorprende—No lo decía por eso; la verdad es que no lo considero así. Tú eres agradable, me caes muy bien mientras que esa sujeta—puedo denotar que hay algo que le repele de ella—es una intensa, siento que esta obsesionada conmigo—tengo la tentación de responderle que tiene toda la razón pero prefiero callarme. —Pues pensé que el playboy estaría contento de llamar la atención de una chica sexy. —Ya ves: te equivocas. La conversación se ve interrumpida por un grito de la ya nombrada “fastidiosa”. «Hoy le he puesto varios sobrenombres groseros, que malota que soy... Si claro, como no». Me asusto, no sé por que: supongo que es debido a lo ofensivo que esto puede resultar para ella. Así que cuelgo y me quedo en silencio. Decidida no responder al: «¿Con quién estas hablando?», pero no parece comprender que no deseo contestarle por que insiste nuevamente por lo que finalmente digo: —Con Amy. —¿Desde cuándo le hablas a esa chica cómo si fuera tu novia?. —Desde nunca, no me molestes. —Dijiste que me ayudarías en aquello, ya debés de tener alguna idea... Has tenido todo el día para pensar. —No se me ocurre nada. Ella se queda en silencio, lo agradezco porque su tonito demandante a veces puede volverme irascible. *** He pasado todas materias, estoy tan feliz que podría explotar. No se me ocurre como desahogar tanta alegría mientras llega el almuerzo de fin de curso, organizado por los profesores para celebrar. Ahora sólo me falta entregar los tres proyectos de las clases complementarias. «¡Si se puede!». Decido comprarme unas papas fritas con salsa de queso, dos hamburguesas y una coca-cola e ir a sentarme al lado de la cancha abandonada(después de todo engordar es el mejor regalo que uno puede darse). Al llegar el lugar está vacío, como de costumbre, así que me permito relajarme y comer sin educación. —¿Hambrienta?—la voz de Zett hace que pegue un brinco del susto y me derrame un poco de gaseosa en la remera. «Mierda, era nueva». No intento limpiar la mancha, simplemente la seco. —Deberías tener más sutileza. —¿Por qué estás comiendo antes del almuerzo?. —Estoy celebrando. Pasé. —Felicidades, yo igual—una sonrisa suficiente se muestra en sus labios, se ve tan atractivo como algo que no debería ser tocado. —¿Por qué odias a mi hermana—cuestiono repentinamente, él me mira neutral; no parece inmutarle mi confrontación. —No la odio, sencillamente me resulta molesta. —Ella me dijo que eres todo un Casanova, así que: ¿Por qué ella no?. —Sé que te molestará lo que voy a decir, y en especial la manera en que lo expreso: pero “yo elijo a mis presas no ellas a mí”. «Ridículo» lo que me ha dicho se me hace tan absurdo e inverosímil que no puedo evitar estallar en risas. Durante un buen rato las carcajadas fluyen como agua de una cascada; puras e imparables. Él mientras tanto me mira desdeñoso, como si hubiera algo en mí que no calzara del todo en su rompecabezas mental, como sí yo fuera una pieza sonta que sólo está ahí para complicarlo todo. Su comentario... Además de prestarse para la burla me ha parecido tan heteropatriarcal; como si él fuera un gran y poderoso cazador proto-macho inundado de testosterona, belleza masculina y narcisismo mientras que las mujeres solo un animal cualquiera al que puede utilizar como y cuando deseé. Es estúpido, machista y grotesco. «Mi hermana tiene un gusto asqueroso». —Creo que no tenemos por que seguir hablando—lo miro a los ojos; parece sorprendido en demasía—es notorio que eres de esas personas que se creen con poder sobre otras sólo por verte bien y tener dinero. Entiendo eso, tu complejo de superioridad algo casi intrínseco desde que naciste con esa posición socio-económica tan privilegiada, probablemente inculcado en tu linaje durante generaciones: siempre lo has tenido todo... Pues te topaste con alguien que te dirá la verdad sin miramientos, casi no te conozco Zett Morrison pero créeme que tu actitud es realmente asqueante. No quiero tener que ver con alguien que no puede ver más allá de un cuerpo, no quiero congeniar con alguien cuyo deseo carnal convierte a las mujeres en solamente un objeto de complacencia personal. —Tienes razón—su respuesta me deja azorada; no me la esperaba—pero me inculcaron este pensamiento desde hace no te imaginas cuanto tiempo—lo dice como si tuviera mil años—no dejes de ser mi amiga, te necesito por que eres la única persona que ha tenido el valor de hacerme entrar en razón. —Está bien, no soy nadie para condenarte. Me invita a ir al almuerzo con él, acepto; a pesar de haberme molestado con su comentario no voy a ir por la vida dándole la espalda a las personas por acciones que me desagradan como si yo fuera una santa. Creo que cualquiera que acepte sus errores con tanta facilidad merece mucho más que un perdón o una segunda oportunidad, él puede ganar lo que busca: cambiar. No me molesta hablar con Zett, es una persona excéntrica con un excelente sentido del humor. Parece inevitable sentir cierto agrado hacía él. Cuando llegamos al comedor siento como me comen las miradas y los comentarios, las chicas parecen molestas conmigo lo que se me hace tonto considerando que él es medio idiota... No entiendo su enamoramiento, no lo merece.  Mi mundo se derrumba al topármela de frente, Annely Cloud; la mejor amiga de mi hermana me está observando con un desprecio que no imaginé fuera posible transmitir con tan sólo una mirada. Me siento mal, como si estuviera cometiendo un crimen..., Sé que ella se lo va a contar a Lina y se va a crear un gran problema. «¿Que irá a hacer esa berrinchosa? Probablemente el escándalo del siglo, es tan vengativa que me preocupa mi integridad física».  «¡Que mierda! Le dije que le iba a ayudar con este sujeto, bueno puedo utilizar eso como pretexto... Pero conozco tan bien a mi hermana que sé que nada ni nadie aplacará su furia». Sé que lo único que me salvaría sería que su amiga no le cuente, cosa que estoy segura: no va a pasar, a esas mujeres les corre el chisme por las venas. Suspiro derrotada, debo afrontar lo que se avecina. Me siento en una mesa aparte, con Zett y otros chicos populares los cuales me observan como si yo fuera algo desagradable. Me siento incómoda, quiero irme de allí. La actitud de ellos no disminuye, no se acoplan a mi presencia ni respetan mi incomodidad cambiando su manera de actuar. —No me gusta estar aquí—le susurró al crush de mi hermana; suena tan perverso que me sorprende haberlo llamado así. —¿Por qué?. —Tus amigos me miran como si fuera una plasta de caca en sus carísimos zapatos, ¿No lo notas?. —Hablaré con está gente luego, tranquílizate. —¡No me quiero calmar si me están viendo como a un ser complemente inferior!—chillo, algunos me escuchan y voltean a ver; no me cohibo sino que frunzo el ceño y levantó la barbilla—siento que el dinero les haya convertido en unos energúmenos—mi tono es frío, y lo suficientemente fuerte como para que toda la atención volteé sobre mí. —Yo también lo siento—percibo como el rostro de todos se contrae en vergüenza; como si el fuera superior al resto y pudiera lograr su arrepentimiento—a muchos no les enseñan bien en casa, al final el dinero no lo es todo. El silencio en la mesa se vuelve total, nadie dice una palabra más hasta que la comida acaba. Le agradezo a Zett que me haya ayudado y me voy a mi casa de inmediato, quiero enfrentar las consecuencias de mis actos lo más pronto posible, sé que Lina enloquecerá y prefiero que el mal rato se acabe rápido. Al llegar ella ya está ahí, con su ceño fruncido y su peor cara, le sonrío a lo cual recibo como respuesta un lanzamiento de revista el cual falla por varios metros (siempre ha tenido una pésima puntería) avanzo molesta y me paro, hasta sentarme frente a ella; en la sala; mis nalgas se acoplan perfectamente a la pelusa del sillón lo que me da seguridad. Nos observamos de hito a hito, sus ojos emanan enojo, yo me mantengo distante e insensible. —Maldita—murmura—me traicionaste. —No lo hice, siquiera estoy saliendo con él... —¡¿Qué putas hiciste?!, ¿Le entregaste tu culo virginal?, ¿Haces buenas mamadas?, ¿Cómo es qué tu sí y yo no?. —No es nada mío, solamente hablamos un par de veces. —Cállate. Que te quede claro algo, Andrómeda Kerz: jugaste sucio y vas a ver de lo que soy capaz con tal de separarte de Zett. Nada me detendrá. En sus ojos veo un juramento, la promesa de que sin importar los lazos sanguíneos que nos unan, después de lo que ha sucedido, ella moriría con tal de no volverme a ver superandola en algo que creía haber ganado.
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