Capítulo IV: Propuesta de matrimonio

4603 Words
Después de la salida de anoche, Fabián se sentía convencido que tenía la solución en sus manos, no había manera de que esa mujer lo rechace y no quiera convertirse en la señora Montesinos. Se levantó muy temprano se alisto y bajo hacia la sala de estar, desde donde llamo a Germán para comunicarle que no necesitaría de sus servicios por ese día. —¡Buenos días Germán! —¡Buenos días señor! ¿en qué puedo servirle? —le dijo con una voz extrañada. —Solo llamo para informarle que he decidido el día de hoy manejar e irme por mi cuenta a la empresa así que tomate el día libre. —Disculpé señor, ¿hice algo mal? —le dijo esta vez con un tono de voz preocupado. —No, no hay nada porque deba preocuparse, es solo que amanecí con ganas de manejar, hace mucho tiempo que no lo hago y temo perder la práctica. El día de mañana vuelve a sus labores sin ningún problema. —Comprendo señor —le dijo con un tono de duda, pero resignado— Siendo así por favor maneje con precaución. —Usted debe de saber que siempre hago todo bien y bajo la ley así que lo haré. ¡Gracias por la preocupación! Aunque no debe de tenerla ya que soy un excelente conductor. Al finalizar la llamada se dirigió hacia la cocina para prepararse un desayuno leve ya que debido a los nervios no sentía mucha hambre y con eso de que él iría por la señorita Saravia no había quien se lo preparará. Luego de mucho pensarlo termino comiendo un poco de fruta picada y se tomó un café. Cuando ya había terminado de desayunar, coloco los trastes en el lavaplatos y se dirigió a su despacho tomo los documentos que debía llevar al trabajo ese día y salió con rumbo a la casa de la señorita Saravia Al cabo de unos quince minutos ya se encontraba frente la casa de la señorita Saravia, no se decidía si tocar el timbre o esperar a que ella salga, después de debatirlo un momento con él mismo, decidió esperar a que ella salga de su casa, fuera de su automóvil. Habían pasado apenas diez minutos desde que el llego, cuando se abrió la cochera, la señorita Saravia se sorprendió mucho al observar por el retrovisor y ver que su jefe se encontraba afuera de su casa, al momento que lo vio decidió bajarse e ir a hablar con él, se preocupó un poco ya que él nunca había ido a su casa por nada, siempre que iba es porque existía algún problema. Camino lo más rápido que pudo, su corazón latía a todo lo que daba. —¡Buenos días señor! ¿ha ocurrido algo? ¿Por qué Germán no está con usted? ¿tuvo algún tipo de accidente? —No tiene nada porque preocuparse, todo se encuentra bien. Germán se encuentra perfectamente bien solo le di el día libre —Es un alivio escuchar eso, me preocupo el pensar que había ocurrido algo grave, ya que siempre que usted aparece así de repente es porque hay algo urgente que resolver. Pero, si no le ha pasado nada ¿Por qué no me espero hasta que yo llegará? No es la primera vez que Germán falta al trabajo y siempre usted me espera y yo manejo hacia la empresa. —Creo que es momento de decirle el motivo que me ha traído personalmente hasta aquí. Antes de decirle debo dejarle claro que esto es algo importante para mí por esa razón escúcheme con mucha atención. —Comprendo señor, dígame ¿Qué es eso que quiere decirme? —Es algo demasiado importante como para platicarlo en la calle le parece bien si vamos a algún café para platicar mejor. —Como usted diga señor, justo a dos cuadras hay una cafetería muy buena, podemos ir ahí. —Me parece bien, vamos. Como por instinto Sofía se dirigió directa hacia el lado del conductor, estaba a punto de ingresar, cuando Fabián la detuvo. —Disculpe, pero como he mencionado antes el día de hoy conduciré personalmente yo, así que por favor… —le dijo mientras le abría la puerta del copiloto. —Pero señor, al no encontrarse Germán es parte de mi trabajo conducir, ya que por su seguridad usted debe de viajar en los asientos traseros del vehículo. —No tiene nada porque preocuparse yo soy un excelente conductor así que no tendremos ningún accidente ¿Puede ingresar? —le pregunto mientras le señalaba con su mano derecha el asiento del copiloto. Al ver la expresión de asombro en su mirada Fabián solo pudo pensar “La entiendo ha de ser una sensación muy halagadora para cualquier mujer el hecho de que me ofrezca a llevarle es de comprenderse” pero su pensamiento estaba completamente equivocado lo que ella estaba pensando no tenía nada que ver con lo galante que se veía queriéndola llevar lo que ella pensó fue “cual será el favor tan grande que necesita pedirme para que se esté comportando de esta manera tan amable, o será que me va a comunicar que no me dará indemnización ya que fue renuncia no despido” ella no insistió más y accedió a viajar de copiloto. —Como usted ordene señor, me subiré de copiloto. Fabián continuaba con la puerta abierta y la mano extendida para que ella se subiera, estaba tratando de demostrarle lo caballeroso que él es y que así ella compruebe la suerte que tendrá al aceptar casarse con él. Ya que él se encuentra completamente seguro de que ella lo aceptara. —¡Muchas gracias señor! —le dijo mientras se subía al vehículo— Pero no era necesario que sostuviera la puerta para que yo me subiera. —Eso es parte de mi personalidad galante, como usted puede ver la perfección desborda en cada una de las cosas que yo hago, ahora por favor colóquese el cinturón de seguridad. Mientras él daba la vuelta para subirse al vehículo, ella se colocó el cinturón de seguridad, luego de que el subió y se colocó el cinturón, se puso en marcha rumbo a la cafetería, la cual se encontraba a tres minutos en vehículo desde la casa de la señorita Saravia. Durante los tres minutos que duró el viaje ambos se mantuvieron en silencio. Al llegar al lugar Fabián se bajó lo más rápido que pudo del vehículo y se dirigió hacia la puerta del copiloto para abrirla. —¡Muchas gracias! —le dijo con la mirada llena de asombro y duda. Seguidamente se apresuró para abrirle la puerta del local, al ingresar una camarera les dio la bienvenida y los guio hasta una mesa. —¡Buenos días! ¡bienvenidos! —les dijo la camarera con una gran sonrisa en el rostro— ¿mesa para dos? —pregunto. —¡Buenos días! Así es, mesa para dos, por favor. — Acompáñenme por aquí, por favor. La camarera los dirigió hasta su mesa, Sofía se encontraba un poco nerviosa no sabía que le estaba pasando a su jefe y eso la tenía inquieta, por su parte Fabián se encontraba muy seguro de sí mismo ya que el día de hoy daría punto y final a la situación que tanto lo ha estado mortificando como lo es la renuncia de la señorita Saravia. Al llegar a la mesa Fabián halo la silla para que la señorita Saravia tomara asiento, seguidamente él se sentó. —Les dejó el menú, me avisan cuando ya se encuentren listos para ordenar —les dijo mientras les ponía frente a ellos un menú a cada uno. —Por mi parte ya estoy lista para ordenar —dijo la señorita Saravia— Me trae por favor un capuchino con dos cucharaditas de azúcar y una magdalena —le dijo mientras cerraba el menú. —A mí solo me trae un café americano gracias —le dijo Fabián, se encontraba sin apetito, el aseguraba que eso se debía al hecho de que ya había desayunado antes de salir, pero por su expresión se podría asegurar que era por los nervios. Después de anotar las ordenes, ella tomo los menús de la mesa y se dirigió hacia la cocina. Al cabo de unos cinco minutos, regreso con las ordenes listas. —Aquí esta lo que ordenaron —les dijo mientras colocaba los cafés y el postre sobre la mesa— si se les ofrece algo más me llaman —les dijo con una sonrisa en su rostro. Seguidamente la camarera se retiró, cuando ella ya se encontraba fuera de su vista, la señorita Saravia comenzó con el cuestionamiento hacia Fabián. —Señor, ahora que ya nos encontramos solos y cómodos, quisiera saber ¿Qué es lo que me tiene que decir? —le dijo con voz firme. —Lo que quiero comentarle es que ya he encontrado la solución para nuestro pequeño problema. —¿Qué problema? ¿Qué solución? —le pregunto un poco desconcertada, ya que no comprendía a que estaba haciendo referencia. —Ya encontré una solución para la situación que ha generado que usted haya decidido renunciar. Ya que lo que usted desea es formar una familia, he encontrado una solución para que pueda tenerla sin tener que dejar su trabajo conmigo, la solución que tengo le sorprenderá grandemente, así que tómelo con mucha calma, no vaya a demostrar demasiado su emoción. —Comprendo —le dijo con la mirada un poco confundida. —La solución para nuestro pequeño inconveniente es… que usted tendrá el honor de convertirse en mi esposa ¿no le parece algo realmente grandioso? —¿Casarme con usted? —le dijo con una voz extrañada, no podía comprender lo que él quería decir. —Puedo comprender su sorpresa, se lo explicaré de otra manera, casándose conmigo podrá tener lo que tanto anhela una familia para cuidar y proteger, y que mejor manera de cuidar y proteger a su esposo que trabajar junto a él. Es una oferta que usted no puede rechazar, imagínese el honor de casarse con el hombre tan perfecto que soy y tener hijos conmigo es algo que cualquier mujer quisiera poder ya que es seguro que serán niños guapos e inteligentes, es una situación de ganar-ganar. Usted obtendrá lo que quiere y yo la podre seguir teniendo conmigo. —Para ser sincera su propuesta me toma por sorpresa —dijo aun sin poderlo creer— Jamás pensé que usted fuera a proponerme algo así, pero la verdad es que tengo que rechazar su tan generosa oferta, es un honor que valore tanto mi trabajo que esté dispuesto a casarse conmigo solo por no dejarme ir, el asunto en cuestión es que yo sueño casarme pero quiero casarme con una persona a la cual yo ame y que esta me ame a mí de igual manera, quiero a una persona para la cual yo sea lo más importante en su vida y que no solo me vea como una herramienta útil para él —le dijo de manera contundente— agradezco su ofrecimiento, pero créame que es mejor así, el día de hoy comienza su trabajo con nosotros la señorita Melgar y estoy segura de que ella podrá alcanzar el nivel requerido para ser su secretaria en el tiempo previsto o tal vez en menos tiempo. Mientras ella expresaba su sentir, su pensar, Fabián se encontraba sumergido en sus propios pensamientos, se encontraba pesando que es lo que se encuentra mal con ella, y como ella se ha atrevido a rechazarlo siendo él tan buena opción de marido, no podía creer que ella este dejando ir la mejor propuesta de su vida tan fácilmente, eso para él era algo inaudito, por tal razón se atrevió a preguntarle que estaba mal con ella. —Comprendo que mi propuesta la ha tomado por sorpresa, pero creo que su respuesta ha sido tomada muy a la ligera, para que vea cuanto quiero que lo nuestro funcione le daré la oportunidad de pensarlo, tómese unos días para analizar mi propuesta y después de eso me da su respuesta, piense bien, analice con calma lo que le he dicho. —Señor, no tengo nada que pensar sé exactamente lo que quiero para mí y no es un matrimonio sin amor eso se lo puedo asegurar, usted no me ama solo se ama a usted mismo a mi simplemente me necesita o más bien por el momento siente eso, pero vera que al pasar el tiempo y se vaya acomodando a trabajar con la señorita Melgar ese sentir desaparecerá y vera lo ridículo que fue al proponerme casarnos. —Usted en verdad debe estar muy enferma para no querer pasar el resto de su vida al lado de un hombre tan perfecto como yo —le dijo con un tono de voz molesto. —Beba su café y por el momento no piense mucho en eso señor, vera que con el tiempo usted mismo se dará cuenta de lo equivocado que estaba al pedirme matrimonio solo por no dejarme ir de la empresa, me va a agradecer el no haber aceptado su propuesta en este momento. —Jamás me he equivocado, con el tiempo se dará cuenta de eso —le dijo con un tono de vos firme. —No creo que sea así señor. Bueno debemos de darnos prisa ya se nos está haciendo tarde y tenemos muchas cosas agendadas para el día de hoy, una de ellas es recibir a la señorita Melgar. —En eso tiene usted toda la razón tenemos un día bastante ocupado y debemos llegar pronto a la oficina ya que parte de ser un CEO perfecto es mi profesionalismo, responsabilidad y puntualidad. Terminaron de comer y llamaron a la camarera para pagar lo que habían consumido, seguidamente se dirigieron hacia el estacionamiento, esta vez la señorita Saravia ingreso del lado del conductor y Fabián en el asiento de atrás como de costumbre. Fabián se encontraba entre molesto y desconcertado al no poder comprender como la señorita Saravia podía rechazar tan fácilmente la mejor propuesta que tendría en su vida para casarse. Mientras tanto la señorita Saravia seguía sin salir por completo de su asombro, como es que se le había podido ocurrir a su jefe la loca idea de pedirle matrimonio solo por el hecho de no querer dejarla ir de la empresa. Durante todo el camino hasta la empresa ambos iban en silenció, como esperando a que el otro dijera algo primero, pero ninguno de los dos se animó a preguntar cosa alguna. Al cabo de diez minutos ya se encontraban en la oficina, ambos se bajaron del vehículo, la señorita Saravia le entrego las llaves a uno de los porteros del edificio y este se encargó de irlo a estacionar. Después de eso ambos se encaminaron hacia la oficina, como siempre la señorita Saravia iba caminando detrás de él. La señorita Melgar ya se encontraba en el lugar cuando ellos llegaron. A Fabián esto le sorprendió y agrado mucho ya que el valoraba la puntualidad en sus empleados. —¡Buenos días señor Montesinos y señorita Saravia! —dijo educadamente. —¡Buenos días señorita Melgar! —le dijo Fabián— Por favor ambas acompáñenme a mi oficina en este momento —les ordenó. —Entendido señor —respondieron al mismo tiempo. Seguidamente los tres entraron a la oficina, Fabián se sentó y les pidió a ambas que también lo hicieran, ellas obedecieron y rápidamente tomaron asiento, luego de eso comenzó a darles indicaciones. —Señorita Melgar como usted bien sabe, estará en tiempo de entrenamiento y prueba durante tres meses, al firmar su contrato tuvieron que haberle leído todo lo que eso implica, su sueldo entre otras cosas, lo que quiero comentarle es que durante este tiempo su jefe inmediato será la señorita Saravia, ella será la encargada de indicarle sus obligaciones, ya se encuentra instalado su escritorio a la par del de ella, también se encuentra lista la computadora que utilizará, por el momento se encuentra sin clave, usted deberá de colocarle al momento de comenzar a utilizarla, por el momento eso sería todo lo que tendría que hacer instalarse, más tarde la señorita Saravia le ira indicando sus obligaciones. —Como usted ordene señor, siendo así me retiro, con su permiso —le dijo mientras se ponía de pie. Al salir la señorita Melgar de su oficina, la señorita Saravia hizo un recordatorio sobre las actividades que se encontraban agendadas para el día, seguidamente Fabián le indico que de las actividades que le corresponde a ella realizar, vaya viendo cuales les puede ir encargando a la señorita Melgar para que de esa manera vaya dando inició a su entrenamiento como su asistente. —Para el día de hoy se encuentran programadas tres reuniones y una cena de gala. La primera reunión está programada para las ocho y media de la mañana eso quiere decir que dará inicio en veinte minutos señor, la segunda reunión se encuentra programada para las diez de la mañana y la última reunión del día la tiene programada para la una de la tarde señor, por la noche la cena de gala dará inició a las siete de la noche. Durante este tiempo de prueba para la señorita Melgar yo seguiré acompañándole a los eventos de gala, esta primera semana he pensado que debemos asistir juntas a todas las reuniones para irle explicando cual debe ser su proceder durante estas, al mismo tiempo para que ella vaya tomando confianza, ya la siguiente semana comenzaremos a dividirnos las obligaciones así que ella lo acompañará a algunas reuniones y yo a otras. —Me parece bien como ha pensado las cosas. —Me retirare en este momento para ir a revisar que todo se encuentre listo en la sala de juntas para dar inició a la reunión. —Excelente, solo no se olvide de comunicarle la agenda programada para el día de hoy a la señorita Melgar. —No se preocupe, ya he creado una copia y se la daré antes de dirigirme a la sala de juntas. Después de decir eso ella se dirigió hacia la sala de juntas a revisar que todo se encontrará listo para la reunión. A eso de las ocho y veinte Fabián salió de su oficina y se dirigieron los tres hacia la reunión. El día paso realmente rápido, luego de que finalizará la última reunión que tenía programada, despacho a la señorita Melgar. La señorita Saravia lo llevo hasta su casa y después se dirigió a la de ella para alistarse ya que debían de asistir a la cena. Al terminar de cambiarse Fabián llamó a Germán con la emoción que le dio la idea de su amigo y el pensar en que ya se habían solucionado sus problemas, se había olvidado por completo de la cena de gala y por esa razón le había dado el día libre, cuando estaba a punto de llamar sonó el timbre se dirigió a abrir y para su sorpresa era Germán. —¡Buenas noches señor! —le dijo sonriendo. —¡Buenas noches! Justo iba a llamarle —le dijo Fabián asombrado al verle. —La señorita Saravia se le ha adelantado, me llamo desde la mañana y me dijo que por la noche tenían que asistir a una fiesta de gala. —Como siempre ella un paso adelante en todo —se dijo para sí mismo Fabián. —Ya me encuentro listo, así que vámonos en este momento —le indico Fabián a Germán el cual asintió con la cabeza y salieron con rumbo a casa de la señorita Saravia. La cena transcurrió sin ninguna novedad al finalizar, se dirigieron a dejar a la señorita Saravia en el camino a su casa, Fabián no podía dejar de pensar en lo que había sucedido durante la mañana así que decidió llamar a su amigo Gerardo para preguntarle si podía llegar a su casa, Gerardo le dijo que estaba bien así que le ordeno a Germán llevarlo, eran las nueve de la noche cuando llegaron. Al llegar salió Sandra recibirle. —Esto sí que es una verdadera sorpresa amigo, dos visitas tan seguidas. —Es que he estado reflexionando en la importancia de tener cerca los amigos, espero no importunar por la hora. —No inoportunas amigo, pasa adelante —le dijo Gerardo desde el sillón— imagino que si has venido hasta aquí a estas horas de la noche es por algo importante, así que por favor pasa toma asiento y platícame ¿en qué te puedo ayudar? Fabián ingreso a la casa y tomo asiento, Sandra se les sirvió unas bebidas a ambos. —Imagino que ustedes dos tienen muchas cosas de las cuales hablar y no quiero ser inoportuna así que me retiro, cualquier cosa que se les ofrezcan me avisan —dijo con una sonrisa en el rostro. —La verdad es que, si tenemos mucho de qué hablar, pero me gustaría que te quedes a platicar con nosotros si es posible ya que creo sería de gran ayuda tu punto de vista en esta situación, yo sé que ustedes dos se comentan todo así que imagino que ya conoces la situación por la cual estoy pasando en estos momentos, y si no lo ha hecho te comento que la señorita Saravia ha decidió renunciar, tu esposo me dio una idea para retenerla, pero no ha funcionado. —Ya conocía sobre la situación, lo que desconozco es el consejo que te dio mi amado esposo el cual claramente no ha funcionado. —Tu flamante esposo me convenció que lo mejor para que ella desistiera de su idea de irse de la empresa era de que le pidiera matrimonio, seguí su consejo hoy me levante temprano y fui personalmente a recogerla a su casa, la invite a una cafetería y ahí puse en práctica el concejo dado por mi amigo, pero las cosas no salieron como yo las esperaba ella me rechazo. ¿pueden creerlo? —dijo en tono claramente molesto. —Amigo, sabías que existía la posibilidad de que ella te rechazará. No entiendo porque estas tan molesto. Además, hoy pude observar que la señorita Melgar es una persona muy profesional y hasta podría decir que en menos de tres meses ya estará realizando las funciones que implica ser tu asistente a la perfección. —Creo que tu no terminas de entender la situación amigo. Le propuse matrimonio y me rechazo porque dijo que lo que ella busca para casarse es a una persona de la cual ella se encuentre enamorada y la cual también se encuentre enamorada de ella. Enserio no puedo creer que para ella haya sido tan sencillo dejar ir la oportunidad de casarse con alguien tan perfecto como lo soy yo. —La entiendo completamente —comento Sandra —Es algo más que lógico que una mujer que desea formar un hogar, quiera encontrar a una persona que le ame y por la cual ella sienta lo mismo, nadie en su sano juicio aceptaría casarse con alguien del cual no se encuentra enamorada. Además, conociéndote no hiciste ni siquiera un esfuerzo por que fuera una situación romántica, se lo has de haber propuesto como si de un negocio se tratase. —En mi opinión la manera en la que se pida es lo último cuando lo hace un hombre como yo ¿Qué más puede ella pedir? Soy guapo, inteligente, el mejor partido que ella podría encontrarse. —Amigo creo que mi esposa tiene la razón, tu hiciste que la propuesta de matrimonio pareciera una propuesta de negocios, y ella lo que quiere es un hombre para formar un hogar, no para que le esté dando órdenes veinticuatro siete, yo al igual que ella estoy seguro que esa propuesta fue más bien una propuesta no fue la adecuada. —Si tu realmente quieres que ella se convierta en tu esposa, déjame decirte que deberás esforzarte más, la solución está en tus manos, lo que debes hacer para lograr que ella acepte casarse contigo, es enamorarla, demostrarle que tu interés por ella va más allá de ámbito personal y de tu deseo egoísta de quererla seguir teniendo como tu asistente personal durante toda tu vida. —Con mi encanto la verdad es que me sorprende que aún no lo haya hecho, siendo un hombre tan perfecto, conviviendo diariamente conmigo ella hace mucho que debería de estarme amando. —Querido amigo déjame decirte, que el amor va más allá de ver lo perfecta que es una persona, el amor nace de los detalles. Si quieres conseguir que ella se enamore realmente de ti, debes convertirte en un hombre romántico, demostrarle que no solo la necesitas, sino que también te preocupas por ella ¿entiendes? —Amigo mi esposa tiene toda la razón, si quieres conseguir que la señorita Saravia se enamore de ti deberás de esforzarte mucho, ya que ella no es una mujer fácil. —Entonces me están diciendo que para lograr que ella se quede para siempre conmigo debo convertirme en alguien romántico, que mujer, no entiendo como no le basta ver lo perfecto que soy para amarme. —Así es debes de cambiar esa mentalidad de dios y comenzar a ser detallista, comenzar a preocuparte por las necesidades de ella, regalarle flores, invitarle a cenar, hacer todo ese tipo de cosas que le demuestren que estás pensando en ella. —Eso está difícil es complicado negar lo perfecto que soy, pero comprendo dejare de hablar tanto de mí y me enfocare más en ella, aunque cenas la verdad ya hemos tenido muchas juntos. —Sí, muchas en las cuales se encuentran todo el tiempo hablando de trabajo —dijo Sandra mientras viraba los ojos como símbolo de desaprobación hacía mi comentario. —Es básicamente el centro de nuestra relación. —Y es por esa razón que la respuesta fue un no, querido amigo —le dijo Gerardo entre risas. —Bueno de ahora en adelante el centro de su relación debe de ser el conocerse, y tu misión debe de ser cortejarla. —Debes hacer caso a mi esposa. Yo siempre lo hago y es por esa razón que me va tan bien en la vida. Ella es muy sabia. —Más que tú por lo visto. Cuando quieras el puesto de vicepresidente de la compañía es tuyo ─le dije a Sandra entre risas. —Interesante ofrecimiento, lo pensaré, creo que después de tener al bebé seria buen momento para ejercer mi profesión —le respondió ella entre risas también. —Ustedes dos ya paren su broma. No es graciosa —dijo Gerardo con tonó molesto. —Querido amigo déjame decirte que no estoy bromeando. Tú mismo has ducho que ella es la clave de tu éxito. Eso quiere decir que las buenas ideas vienen de su mente no de la tuya. —Ese es un golpe bajo amigo. Los tres comenzaron a reírse, seguidamente continuaron su plática recordando sus años en la universidad, a eso de las once de la noche Fabián se despido de sus amigos. —Amigos realmente ha sido un gusto compartir esta platica con ustedes. —Agradezco tu visita, aunque tu motivación no fue la de verme en verdad agradezco haber sido incluida en la plática me divertí mucho. —Cuídate mucho —le dijo mientras le daba un abrazo. —Nos vemos mañana en la oficina —le dijo a Gerardo. Después se marchó hacia su casa.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD