Capítulo III: La solución

4478 Words
La luz del sol entraba por la ventana, Fabián se levanta de su cama y se dirige hacia la ducha. Mientras él se encontraba bañándose Sofía se dirigió hacia el vestidor le colocó la ropa, los zapatos y accesorios a su jefe sobre la mesa, seguidamente se dirigió hacia la cocina para prepararle el desayuno a su jefe. Mientras ella se encontraba preparando el desayuno, Fabián iba bajando las escaleras luego de terminar de alistarse. Cuando él llegó al comedor la señorita Saravia ya había terminado de preparar el desayuno y le comenzó a servir la comida. —Señor tome asiento en este momento le sirvo su desayuno. —También sirva para usted y tome asiento —le dijo Fabián a la señorita Saravia mientras tomaba asiento en el comedor. Mientras se encontraban desayunando, la señorita Saravia le realizo una pregunta a su jefe que hizo que él se sorprendiera mucho —Señor tengo una duda desde el día de ayer, espero no ser inoportuna con mi pregunta —Después de tanto tiempo creo que no hay algo que usted me pregunte que me pueda molestar. —Siendo así me puede responder: ¿Por qué razón usted está asumiendo los gastos extras generados por el accidente? Lo digo porque el accidente no fue culpa de la empresa sino de un descuido de su persona. —Le responderé su curiosidad. Para mí, mi trabajo no es solo exigir la eficiencia de mis empleados, sino que también velar por su bienestar ya que si ellos saben que yo les brindaré mi apoyo cuando lo necesiten ellos siempre actuarán de manera eficiente y leal hacia conmigo y la empresa —le dijo con un tono tranquilo aunque le desconcertó un poco su pregunta se supondría que ella debe ser la persona que mejor lo conociera en la empresa y ahora veía que ella lo tenía como un déspota que no se preocupa por el bienestar de las personas que trabajan para él. —Nunca creí que usted se hiciera responsable de pagar, ya que no era responsabilidad de la empresa lo que ocurrió. —Realmente lamento que esa sea la percepción que tiene de mi señorita Saravia creí que con estos doce años que tiene trabajando para mí usted había logrado conocerme un poco y en verdad lamento darme cuenta que no es así. —Discúlpeme, En ningún momento fue mi intención hacerlo quedar como un déspota sé que no lo es. Pero también sé que usted es una persona que no da segundas oportunidades, ni perdona los errores. —En eso tiene usted la razón cuando una persona no realiza su trabajo de manera correcta es algo que yo no puedo aceptar ni perdonar. Más cuando no quieren dar el cien por ciento de sí mismos. En este caso en particular esto sucedió porque le estaba dando más de su cien por ciento en su trabajo y su cuerpo resintió eso. El que tendrá un llamado de atención será su jefe inmediato el cual los esforzó más de lo que debía. —En eso usted tiene toda la razón como siempre. Lamento mucho él haberle causado incomodidad con mi pregunta. —No se preocupe, comprendo que tiendo a dar una imagen de un déspota, desalmado. —Claro que no señor, disculpe por mi inoportuna pregunta —le dijo ella con un tono realmente apenado. Después de esa incomoda plática se quedaron comiendo en silencio. Fabián se sentía un poco decepcionado al ver que a pesar de todo el tiempo que tiene trabajando para él, Sofía aun no lo conocía tanto como él pensaba, al mismo tiempo no comprendía porque eso le afectaba nunca antes le había importado el hecho de que las personas tuvieran un concepto erróneo de él. Al terminar de desayunar la señorita Saravia recogió los platos y los coloco en el lavatrastos, limpió la mesa del comedor, mientras tanto Fabián se encontraba en la sala a la espera de que ella finalizara de ordenar las cosas en la cocina, se puso a revisar la agenda del día le decepcionó un poco el ver que ella aún no había cambiado de opinión con respecto a la renuncia y ese día se encontraban programadas las entrevistas para las posibles candidatas a ocupar ese puesto, el cual pensó que sería por siempre de ella. Cuando ya había finalizado la señorita Saravia se dirigió hacia la sala. —Señor, permítame recordarle la agenda para el día de hoy. —No es necesario no se preocupe ya lo he hecho mientras le esperaba, así que en este momento ya nos podemos ir. —Como usted ordene. Después de eso salieron hacia el frente de la casa donde ya se encontraba esperándolos Germán. Todo el trayecto hasta la empresa fue en total silencio, al llegar a la oficina Fabián le pidió a la señorita Saravia que le acompañara, al ingresar le pidió que tomara asiento y comenzó su interrogatorio, estaba decidido a sacar todas esas dudas que le estaban comiendo por dentro. —Quiero que me dé una razón de peso para justificar su renuncia, no me parece que todo tenga que ver con su deseo de formar una familia, no se preocupe puede decirme en confianza si necesita dinero ¿desea un aumento de sueldo? Que le parece un aumento al doble de su salario actual. —La verdad es señor que mi decisión nada tiene que ver con mi salario. Estoy realmente agradecida por su ofrecimiento de aumento salarial, eso me demuestra que valora mi trabajo y en verdad le agradezco la confianza que usted ha depositado en mí a través de estos años, todo lo que me ha enseñado. Pero, lo que le dije antes es la única razón por la cual quiero renunciar, ya tengo treinta años y no quiero esperar más tiempo para cumplir mi sueño de formar mi propia familia. Quiero conocer a alguien, casarme y tener hijos. —La verdad es muy difícil para mí el tener que dejarla ir, no puedo pensar en nadie más que haga las cosas de manera tan eficiente como usted las hace, yo personalmente la he instruido durante diez largos años y usted ha sabido ser una excelente alumna, ahora es casi tan perfecta como yo en lo que hace. Estoy seguro de que nadie hará el trabajo como usted lo sabe hacer, es por esa razón que siento una gran pena que se vaya. Yo creo que nadie lograra aprender todo en tres meses, aunque la capacite usted personalmente. —Usted debe de confiar en mí, como usted mismo lo acaba de decir luego de tantos años trabajando para usted he logrado crecer mucho, así que créame cuando le digo que después de esos tres meses la persona que elija para el cargo estará completamente lista, si eso es todo para lo que me necesitaba, me retiro en este momento iré a comunicar a recursos humanos que publiquen mi plaza como disponible. Luego de pronunciar esa última frase, se levantó de la silla y se dirigió rumbo a la salida. Fabián se quedó sentado pensando en lo terca que es ella, no podía creer que dejara ir una oferta tan tentadora como lo era su aumento salarial. Dentro de él decía para sí mismo: “No sé si es mi egoísmo, pero la verdad es que no quiero que se vaya. Ha estado conmigo durante diez años como es posible que ahora le sea tan fácil abandonarme a mí” el sonido del golpe que le estaban dando a la puerta lo trajo fuera de sus pensamientos. “pase” dijo mientras se colocaba de manera recta. —Señor, vengo a recordarle la agenda que tiene para el día de hoy, para el día de hoy tiene una reunión con el representante de la empresa tecnológica que está creando la plataforma de ventas en línea. Durante la tarde se presentarán las candidatas para ocupar mi puesto de secretaria. —Puede realizar las entrevistas usted sola, confió en que sabrá escoger a la persona adecuada para ocupar su puesto, durante la tarde asistiré a una reunión con el vicepresidente Gerardo para platicar sobre algunos proyectos que se están llevando a cabo en estos momentos en la empresa. —No me había comunicado sobre esa reunión con el vicepresidente. —Es extraño que se me olvidará comunicarle eso, pero ahora ya está enterada que no me encontraré durante horas de la tarde. —Comprendo señor, no se preocupe yo me encargaré de realizar las entrevistas, me aseguraré de dejar a la persona idónea para el puesto. —Ya estando claros con eso, continuemos con el trabajo. —Entendido señor, con permiso. A eso de las nueve de la mañana, la señorita Saravia llegó a la oficina para avisar a su jefe que todo se encontraba listo para la reunión que tenía programada para ese día. La reunión fue de manera correcta. Terminó a eso de las once cincuenta. Al salir se dirigió hacia la oficina de su amigo Gerardo, para invitarlo a almorzar, él acepto de inmediato y salieron rumbo al restaurante. Durante todo el almuerzo Gerardo no dejó de hablar del increíble trabajo que se encontraba haciendo. También le contó a su mejor amigo Fabián que Sandra su esposa estaba embarazada de su primer hijo, lo cual es algo que los tiene a ambos muy contentos. Esa noticia hizo que Fabián pensará en la razón por la cual la señorita Saravia quería dejar su trabajo en la empresa. —Fabián, ¿Estas echándome? —le pregunta Gerardo al verlo con la mirada perdida. —Disculpa, algunos asuntos de la oficina me tienen distraído. —Lo que te tiene así es la renuncia de la señorita Saravia verdad. —Para ser sincero si, aun no logro entenderla, como puede preferir ser ama de casa a la exitosa mano derecha del gran empresario Fabián Montesinos. Al llegar a la oficina me iré a revisar mis pendientes a tu oficina ya que ella. —Ya sabes que mi oficina es tuya literalmente hablando —dijo Gerardo entre risas. Después de almorzar se dirigieron hacia la empresa, llegamos a la empresa se dirigieron directamente hacia la oficina de Gerardo, mientras tanto en la oficina de Fabián la señorita Saravia se encontraba realizando la entrevista a las candidatas para el puesto de secretaria. Esa tarde mientras se encontraba trabajando Fabián no podía dejar de pensar en la decisión que había tomado la señorita Saravia. Una idea le daba vueltas y vueltas en su mente debía de encontrar una solución, debía de encontrar una manera para que ella no se vaya de la oficina, para que no le abandone. No podía imaginar a otra persona que no fuera ella seleccionando su atuendo o preparando su desayuno, acompañándole a todos los eventos sociales. Después de diez años no podía comprender como para ella es tan sencillo solo irse sin más. —Fabián, ¿estas escuchando lo que te estoy diciendo? —Por supuesto que lo estoy haciendo. Me estabas hablando sobre el increíble manejo que he tenido este último tiempo y que por esa razón la empresa ha tenido un crecimiento muy importante. Hasta llegar a posicionarse como la mejor del país. —Me encuentro realmente sorprendido, ya que, aunque tu mente no esté completamente presente, haz escuchado todo lo que he estado diciendo, pero lo último que te comente no tenía nada que ver con eso. Me encontraba haciéndote algunas sugerencias, con respecto al tipo de bocadillos que podríamos servir durante la inauguración de la biblioteca, la cual se aproxima. —Esa última parte no la escuché, pero ¿Por qué te estás preocupando tu por eso? De eso ya se ha hecho cargo la señorita Saravia. —Ella es una persona realmente eficiente, en verdad hará mucha falta en la empresa. Siempre un paso adelante. —No podía ser diferente ya que yo la entrené personalmente para que llegara a ese nivel de profesionalismo, es por esa razón que aun no entiendo como para ella es tan fácil irse de la empresa sin pensar en todo el tiempo que ha trabajado aquí. Pensé que ambos estábamos igualmente comprometidos con la empresa. —Te recuerdo que la empresa es de tu familia y por esa razón tú debes de estar más comprometido que los demás con ella. Además, ella está en todo su derecho de perseguir sus sueños, amigo. No esperabas que ella estuviera a tu lado hasta que fuera viejita, trabajando como tu secretaria por siempre ¿o sí? —¿Qué tendría de malo? Ella debería de ser feliz estando a mi lado todo el tiempo. —Solo a ti se te ocurre que ella no quisiera formar una familia. En verdad veo que te encuentras muy afectado por eso ¿quiere ir a cenar a la casa esta noche? —Prefiero quedarme en mi casa, leeré algunos contratos y comeré algún sándwich. —Si así lo prefieres está bien, pero si cambias de opinión me avisas amigo. Después de esa conversación siguieron con su trabajo, a eso de las cinco de la tarde cuando ya se iban a retirar hacia sus hogares Fabián pensó que sería mejor salir para no pensar mucho en lo que a la señorita Saravia respecta. Mientras tomaba su saco le dijo a su amigo. —Sabes que acepto tu invitación. Así que dime ¿a qué horas debo estar en tu casa? —Así me gusta amigo, a las siete estará bien —¿Necesitas que lleve algo? —No es necesario amigo, le diré a Sandra, estará feliz de verte. —Yo también de verle a ella, hace mucho tiempo que no la veo. Bueno iré a mi oficina por mis cosas. Espero que la señorita Saravia ya haya terminado con las entrevistas y que haya podido encontrar a la persona adecuada para ocupar su puesto, por el tiempo que tiene trabajando para mí, sé que su elección será buena, aunque la verdad espero encontrar algo para ponerle un pero. —Amigo dudo que haya hecho una mala elección ¿se irá inmediatamente de la oficina? —Si todo resulta como ella espera. Se irá en tres meses. Antes de irse durante ese tiempo va a capacitar a la nueva secretaria. —Hasta el último momento ella es una profesional, ella es una mujer muy considerada. —Ella es muy profesional eso no lo voy a negar, pero ¿en serio crees que eso es ser considerado? Si ella fuera considerada conmigo no dejaría su trabajo, así como así. Sabes que mejor me voy en este momento no quiero seguir hablando de este tema. —Comprendo amigo, me retiro ya, te espero esta noche en mi casa. —Bueno, adiós —le dijo mientras se dirigía hacia su oficina. Cuando ya se iba acercando a su oficina, se dio cuenta de que ya no se encontraba nadie fuera de su oficina, la señorita Saravia se encontraba en su escritorio. Solo le saludó haciendo un movimiento con su cabeza, seguidamente ingresó a su oficina sin preguntarle algo sobre cómo le había ido con las entrevistas. Mientras tomaba algunos documentos para llevar a su casa para revisarlos ahí. La señorita Saravia tocó la puerta y entró a su oficina. —¡Buenas tardes jefe! Espero que su tarde trabajando con el licenciado Castro haya sido muy productiva. Por mi parte ya seleccioné a la persona idónea para ocupar mi puesto se trata de la señorita Sandra Melgar. Le dejo su currículum para que lo lea y me dice si está de acuerdo con mi decisión. Ya que si usted está de acuerdo la llamaré para que venga mañana mismo para iniciar labores. —Me parece muy bien, es más revisaré el currículum en este mismo momento ya que veo usted tiene prisa por dejar su puesto. —Siendo así le esperyare para recibir su respuesta al respecto, no tome a mal mi actuar, solo cumplo con lo antes mencionado a usted. A Fabián le tomó alrededor de unos cinco minutos leer el currículum, al finalizar le dio su respuesta a la señorita Saravia. —Concuerdo con usted, es una persona muy capacitada, así que avísele que puede comenzar a trabajar desde el día de mañana. —Así lo haré señor ¿necesita que le ayude con algo antes de retirarme? —No necesito nada, luego de hacer la llamada puede retirarse. —Siendo así, me retiro, con permiso señor. Ella salió de la oficina y él se quedó pensando: “qué fácil es para ella seleccionar a una persona para darle todas sus responsabilidades, aunque no me puedo quejar su selección es realmente acertada, realmente la señorita Melgar tiene muchas de las cualidades y habilidades necesarias para desempeñarse como mi secretaria y asistente personal. Aun pretendo pensar en un plan para conseguir que la señorita Saravia se quede, pero debo parecer resignado con su decisión así que la llamaré para decirle que me parece bien su decisión y que mañana puede iniciar labores luego de firmar su contrato temporal la nueva asistente.” Cuando Fabián iba saliendo de la oficina, se encontró con la señorita Saravia aun en su escritorio. —¡Que le vaya bien señor! —le dijo la señorita Saravia mientras se ponía de pie. —¡Muchas gracias! Señorita Saravia, antes se me olvido decirle que le avise al equipo legal que cree un contrato temporal para tres meses, en donde se especifique que cuando finalice ese plazo si ella se ha desempeñado como se espera en el puesto, tendrá su contrato de manera definitiva. Y su renuncia será presentada al equipo legal al finalizar los tres meses de prueba si es que aún sigue con la idea de irse. —Comprendo señor, lo haré en este momento antes de irme. Después de darle la orden, se dirigió hacia el estacionamiento de la empresa donde se encontraba Germán esperándole. Al ver que Fabián se iba acercando Germán se bajó del vehículo para abrirle la puerta. —¡Buenas tardes señor! —¡Buenas tardes! —le dijo Fabián con el pensamiento perdido. —¿Hacia la casa? Señor —Sí, vamos. Mientras iban en la carretera Germán le dió la confianza para comentarle mis problemas, logró hacer que se desahogara, siempre había pensado en que los chóferes tienen un poder como terapistas. No sabía que pasaba, pero la verdad es que terminó contándole todo en ese mismo momento. —Señor ¿le ocurre algo? Sabe que conmigo puede desahogarse y nada de lo que me diga saldrá de mi boca. De eso usted se encargó de asegurarse bien después de la primera vez que me confió una intimidad y a los veinte minutos ya me estaba haciendo firmar un acuerdo de confidencialidad —le dijo Germán con una risa divertida. —Está bien, te lo diré. No sé si sabes que la señorita Saravia ha decidido dejar su trabajo conmigo. Bueno la verdad es que, aunque ella se ha ofrecido a capacitar a la nueva asistente de presidencia no creo que logré hacerlo a la perfección en los tres meses que me ha dicho que lo hará. —La verdad es una lástima de que ella se vaya de la empresa, es una excelente colaboradora, pero mi duda es señor, usted está así ¿Por qué duda que logré capacitar a la nueva asistente o por el hecho de que ella lo está dejando? Bueno que está dejando su trabajo con usted. —Por supuesto que mi preocupación es por el hecho de que no puedo confiar mis asuntos a cualquier persona, puedo confiar a ciegas en la señorita Saravia y la verdad es que aún no se si ella podrá conseguir que la suplente llegue a tener el nivel que ella tiene, siempre un paso adelante. —Si su preocupación es por eso, debe de estar tranquilo señor. No tiene por qué preocuparse usted la ha instruido durante todo este tiempo y sé que ella es una persona muy capaz así que si eligió esa persona es porque sabe que tiene la capacidad de lograr entender todo el funcionamiento en el menor tiempo posible. —En eso si tienes toda la razón. En Casa de Gerardo… Ingresó Gerardo a su casa y se dirigió hacia la cocina donde se encontraba su esposa Sandra. —¡Buenas noches cariño! —le dijo mientras le daba un beso en la boca. —¡Buenas noche amor! ¿Qué tal estuvo tu día? —Todo muy bien amor. —Qué bueno amor. —¿Necesitas que te ayude a hacer algo? —Solo pela esas papas mi cielo. —Por cierto, Fabián vendrá a cenar con nosotros. —¿Y eso? —Anda un poco sentimental porque la señorita Saravia ha decidido irse de la empresa. —De verdad, es una lástima ella es una persona muy eficiente. En Casa de Fabián… —Germán, a las seis y media saldremos hacia la casa de Gerardo. —Está bien señor, aquí lo estaré esperando. Al llegar a su casa, se dirigió hacia su habitación, se dio un baño y alistó para salir, bajó las escaleras y se dio cuenta que aún tenia media hora, así que se fue hacia su despacho quería adelantar algunos asuntos de trabajo antes de salir hacia casa de Gerardo. Fabián se empezó a querer arrepentir sobre la salida a cenar, un repentino arrepentimiento y pensamientos comenzaron a invadirlo, para él la culpable de que ande así es la señorita Saravia, la cual se ha comportado muy insensible, si lo que quiere es una familia y más tiempo libre podría habérselo dado, al menos las noches, dejarla libre del cargo de tener que ir a los eventos sociales con él. A pesar de todos esos pensamientos decidió ir, ya que él es un hombre de palabra y no podía faltar a ella cuando ya se había comprometido, tomó su saco y salió de su despacho con dirección al vehículo donde le esperaba Germán para llevarle a casa de su amigo. Faltando cinco minutos para las siete de la noche ya se encontraba en casa de sus grandes amigos. —¡Buenas noches amigo! Es realmente un gusto verte —le dijo Sandra al verle, mientras le daba un fuerte abrazo. —También para mí es un gusto verte hermosa, hace mucho tiempo que no lo hacía. Después de saludarse pasaron a la mesa, la cual ya se encontraba lista para la cena, comieron, platicaron y rieron recordando anécdotas de sus años de juventud mientras se encontraban estudiando juntos. —Yo aun no entiendo que le viste a este hombre —le dijo Fabián entre risas a Sandra. —Era él hombre perfecto para mí —le dijo ella mientras miraba con amor a su esposo. —En verdad me alegro que ustedes se pudieron encontrar y se han logrado mantener tan enamorados al pasar de los años, en cambio a mí… —Amigo hay que olvidarse de lo malo, a esa mujer hay que dejarle en el pasado. —Esa mujer ha regresado y me ha ido a buscar. —Es una descarada, no escuchaste sus mentiras. —Claro que no —dijo Fabián con una mirada realmente adolorida. Cambiaron de plática, al terminar la cena Gerardo invitó a Fabián a tomar unas copas mientras tanto Sandra se retiró a descansar ya que ella no podía consumir bebidas alcohólicas debido a su embarazo. Pasaron al bar y se sirvieron unas bebidas. Aunque antes de irse tuvo algunas dudas respecto a si debía asistir en ese momento estaba convencido de que había tomado una buena decisión al aceptar cenar con sus amigos. —Salud —le dijo Gerardo mientras se bebían su primer trago —Ahora que no nos encontramos en la oficina si puedes confiarme lo que realmente te preocupa acerca de la renuncia de la señorita Saravia. —Todo lo que me preocupa es con respecto a lo laboral. Además, ¿por qué sacas ese tema? Se supone que me invitaste a venir para levantarme el ánimo no para llenarme la cabeza de más pensamientos sobre ese asunto. —En eso tienes toda la razón mi querido amigo, me disculpo ─le dijo Gerardo mientras le tomaba otro sorbo a su bebida. Realmente había olvidado lo mal que se llevan Gerardo y las bebidas alcohólicas al cabo de unos tres tragos ya había comenzado a hablar incoherencias, según Fabián. —Amigo, amigo mío quiero que me digas la verdad ¿estás enamorado de Sofía? Esa es la razón por la cual te molesta tanto que te abandone. —El alcohol te está afectando un poco la mente. Todo lo que me preocupa respecto a ese asunto es de índole profesional. —Siendo así es una lástima, ya que el plan que pensaba proponerte no funcionará. —¿Qué plan? —Ya me dijiste que ella no te interesa como mujer así que no puedo aconsejarte algo que no funciona para tus necesidades. —Pero quiero saber. Es una orden como tu jefe, dime. —Siendo así te lo diré, pero como te digo no funcionará. Mi idea es la siguiente. Tú no la quieres dejar ir, ella quiere formar una familia. —Eso ya lo sé. Y ¿Qué hay con eso? —Entonces porque no le propones que se case contigo. Así tú la tendrías todo el tiempo y ella tendría el esposo que quiere. Y quien quita y en un futuro cercano hasta los hijos que ella quiere. —Viéndolo desde tu punto de vista creo que no es tan mala idea. Así como yo nunca podría encontrar a alguien tan eficiente como ella para el trabajo. Ella muy difícilmente encontrará un hombre tan perfecto como yo para casarse. Amigo creo que alcoholizado te funciona mejor la mente. —Entonces ¿te gustó mi idea? —Sí y mañana mismo comenzaré a planificar como llevarla a cabo. Le diré a Germán que no vaya por mí. Iré personalmente a recogerla a su casa. Como todo un caballero. Y ya teniéndola impresionada con ese acto. Le diré que ha tenido la suerte de haber sido seleccionada por mí para convertirse en mi esposa. El cual es un privilegio que muchas quisieran tener. —Si le dices de esa manera te va a rechazar. —Claro que no lo hará. Nadie podría resistirse a la oferta de casarse conmigo. —Te recuerdo que ya alguien lo hizo una vez. —No quiero pensar en eso, amigo muchas gracias por todo, me retiro —le dijo mientras se ponía de pie y se dirigía hacia la puerta. Salió rumbo a su casa muy feliz ya que pensaba que tenía en sus manos la manera perfecta para hacer que ella no se vaya de su lado.
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