Sally Brin Abrí los ojos, tenía algunos cables y tubos conectados, “mi bebé” fue lo primero que pensé. Quise sentarme rápidamente, pero se me dificultaba. —No te muevas… —lo escuché decir. Cuando lo miré, todo mi cuerpo tiritó de emoción. Estaba ahí con nuestro hijo en brazos, ¿era un sueño?’ no, no lo era. Estaba ahí, Danilo, con traje de oficina y su banda presidencial, ¿Cómo era posible? —Tú… —solté con voz vibrante. Danilo sonrió tan apuesto, como sólo él lo hacía. —Hola… —dijo, acomodando nuestro bebé en mis brazos, lo miré, era tan pequeño, tenia la frente y las mejillas rosadas, tan bonito, tan perfecto, sus manitas tan delicadas —jamás me perdonaría si me hubiera perdido de este momento. Pestañeé un par de veces. —¿Eso quiere decir que te vas a quedar? Lo miré buscan

