Capítulo 8

1444 Words
-Por favor- pidió con las mandíbulas apretadas- dime que no... que no han tocado a su familia. -Lo siento señor- bajó la mirada- se han llevado algunas túnicas, alimentos y...se han llevado a sus tres hijas. Isabella, dejó escapar un jadeo horrorizado, llevándose una mano a la boca, el Príncipe frunció el ceño. Hayffa, negó con tristeza y El Jeque, se puso en pie golpeando la mesa. -¿A las tres?- preguntó airado. -A las tres, mi señor, aseguran sus padres que no pudieron hacer nada, los bandidos entraron y cargaron con lo que quisieron, incluyendo a las tres jóvenes, hay una revuelta entre los vecinos que gimen angustiados por sus propias hijas, necesitamos tomar algunas medidas, la gente comienza a ponerse nerviosa, ya que han hecho esto a plena luz del día. -Bien, prepara a los hombres, iremos al desierto, denle provisiones a la familia, yo me encargaré de hablar con el pueblo. -Si señor- Haimir asintió y salió a toda prisa. -Señorita Stone, lo lamento, quizás guste añadir algo de historia que acompañe sus fotos, Madre. . . el deber me llama. Zahir, tu vienes conmigo. -Pero Majestad, yo. . . -Tu vienes conmigo- le dijo en voz firme que no aceptaba negativas. El Príncipe se puso en pie y juntos se retiraron de la sala. -¡Es horrible!- Isabella, fue la primera en hablar. -Lo es cariño, sobre todo para esas jovencitas. -¿Qué tan jóvenes son?- quiso saber. -No lo sé con exactitud, tendrán unos diecisiete, diecinueve y quizás veintiuno- dijo con voz entristecida. -¡Son casi unas niñas!- gimió, conteniendo el sollozo. -Así es, querida- concedió- pero en Norusakistan, a esa edades ya se comienzan las familias, se casan y adquieren responsabilidades, solo que lo hacen por decisión propia, no de esta manera. Es una tragedia para el pobre Raffá, sus tres hijas en un mismo día, son jóvenes realmente hermosas y premiadas por Alá, con una gracia especial. Solo espero que la encuentren a tiempo. -¿Qué. . . qué creen que harán con ellas?- preguntó al borde de las lágrimas. -No tiene muchas opciones cariño; son vendidas entre ello, son escogidas para ser sus mujeres, o son vendidas a casas de placer, esa es la peor de las opciones. -¡Pobres chicas!- gimió- ¡Es horrible!, ¡cualquiera de las opciones es horrible!- las lágrimas le quemaban los ojos. -Solo nos queda orar a Alá, y pedir por ellas. El día pasó en una angustia constante, sin obtener ninguna noticia de las chicas, según había informado Nazir a Hayffa, el pueblo se había tranquilizado al saber que El Jeque en persona había salido al rescate de las jovencitas. Según entendía Isabella, parte de los Norusakistanes, no sabían si confiar en las habilidades de su nuevo líder. La angustia estaba carcomiendo a Isabella, si bien era cierto que aquellas personas no eran su gente, ese no era su país, no era menos cierto que, no podía quedarse tranquila sabiendo la situación que atravesaban esas chicas. Después de cenar, Hayffa y ella se fueron a uno de los amplios salones a la espera de información. Isabella, sentía que no podía aguantar un minuto más sin saber nada, angustiada se puso en pie y comenzó a caminar de un lado a otro. -Será mejor que te calmes, querida. -No sé cómo puede mantener la calma en una situación como esta, estoy al borde del colapso, no aguanto más. Pobres chicas, pobre familia Dios mío- sus ojos se llenaron de lágrimas y Hayffa la miró con simpatía, con millones de pensamientos en su cabeza. -Mi señora- la voz de Nazir reclamó su atención.- Su Majestad y su Alteza han llegado. Isabella Stone, sintió el alivio recorrerle completamente. ¡Había regresado!. . . ¡Habían regresado! Inmediatamente la figura de los dos hombres se hicieron visibles. Se veían en extremo agotados y a punto de desplomarse. -Hijos míos- Hayffa se puso en pie para recibirlos -Madre. . . Señorita. . . - La voz del Jeque, la hizo estremecer nuevamente. -¿Qué ha sucedido?- Ella no pudo contenerse ni un minuto más. -No ha sido fácil- esta vez fue El Príncipe quién respondió. -Pero. . . ¿Qué sucedió?- preguntó angustiada a la vez que ambos se dejaban caer en los cómodos sofás. -Solo pudimos recuperar a una chica, a Marhiahm, es la menor de las tres- anunció El Jeque. -¿Qué?. . .Pero, ¡¿Por qué?!- lloró sin poder controlarlo, las lágrimas resbalaron de sus ojos y se deslizaron a través de sus mejillas- ¿Por qué una sola?, ¡Son tres!- gimió- ¡Debieron volver con tres!- y sollozando cayó sobre el sofá cubriéndose el rostro con ambas manos, pensando en los horrores que pudieran estar pasando esas dos chicas. El Jeque, observó con ojos abiertos como aquella mujer lloraba desconsoladamente, ella lloraba por unas chicas a las que no conocía, no eran sus hermanas, ni primas, ni nada suyo, lloraba por una gente que no era la suya y que ni siquiera pertenecían a su cultura. Tal parecía que su dolor era muy sincero. ¿Por qué una sola? ¡Son tres! ¡Debieron volver con tres! Eso le había dicho entre gemidos. No le llamó Excelencia, ni Su Majestad. No se dirigió a él con el respeto que todos le daban, a ella solo le preocupaba una cosa; esas tres chicas, solo ellas. Su madre se acercó y la estrechó entre sus brazos, ella se aferró con fuerza a Hayffa, mientras su cuerpo se convulsionaba. El Jeque, parecía no salir de su asombro. Aquellos hermosos ojos verdes, vidriosos por las lágrimas le miraron. -¿Por qué no han podido rescatar a todas?- indagó con voz hipeada. -Muchas veces no se puede - dijo intentando que su voz sonara tranquila- Señorita Stone, esos bárbaros se mueven con rapidez en el desierto, lo conocen mejor que nadie. -¿Mejor que usted, Excelencia? -Me pesa reconocer que, así es. El desierto es su hogar y todas las personas conocen su hogar a la perfección. -No todo salió tan mal.- dijo El Príncipe encogiéndose de hombros, pensando en cuantos sentimientos tenía aquella mujer, que lloraba y compadecía a unas Norusakistanas que ni siquiera conocía, ella sería una excelente Soberana. -¿Podría. . . .podría explicarme, Excelencia?- indagó- sé que no me competen y que son asuntos de su país pero. . . . -La comprendo- le respondió- La hija mayor; Raffeileah, fue escogida por uno de los superiores del clan para ser su. . . esposa. -Pero. . . .¿No pudo volver?-parecía confundida- se la llevaron a la fuerza, pudo haber vuelto con usted. -Le dimos esa opción, pero se negó. -¿Se negó?- Isabella, abrió los ojos enormes y lo miró con incredulidad- pero. . . -Aseguró que aquí ya no tenía vida- explicó El Príncipe- y que no podría esperar un futuro, no después de que ese hombre la hizo su mujer. -¡Santo Dios!- Isabella, parecía horrorizada. -¿Y la otra chica?- quiso saber. -Azhohary, Fue vendida- El Príncipe dijo llanamente. -¿Vendida?- Isabella se puso de pie, mirándolo con horror. -Así es- intervino El Jeque- la vendieron a un clan vecino. -¡Esto es inconcebible!- estalló furiosa-¿Cómo que la vendieron?, como si estuviésemos hablando de un mueble, de una túnica, ¡Por Dios Santo, es una mujer! -Tampoco quiso volver, se encontraba en la misma situación que su hermana, apenas fue comprada, ese hombre la tomó, marcándola como suya. No quiso volver y no había nada que hacer, a pesar de nuestros esfuerzos, intentamos pagar el doble, el triple por recuperarlas pero, ellas se negaron, era imposible. Afortunadamente pudimos recuperar a la menor, quién había sido negociada a una casa de placer cerca de la frontera, si hubiésemos tardado un poco más, no hubiésemos podido hacer nada por ella, tuvo mejor suerte que sus hermanas, pudo terminar en... en un lugar de esos- terminó El Jeque, apretando los dientes. -¡Esto es demasiado bruto!, ¡Es salvaje!, ¡Es... una aberración! -Comprendo su situación señorita Stone, pero así son las cosas en Norusakistan. -¡Pues, las cosas en Norusakistan, deberían cambiar!- dijo firmemente y con rabia, sin importarle que se dirigía a la familia real, le importaba un bledo faltarles el respeto a ellos y a su cultura, aquello era inhumano, furiosa y sin despedirse de los presentes, salió a toda marcha en dirección a sus aposentos, ya mañana si quería El Jeque; Zabdiel Alim Mubarack Maramara la echara fuera de las tierras de Norusakistan.
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