LA BELLA Y LA BESTIA NARRA NIKOLAY Disimuladamente, rozo las yemas de mis dedos sobre su hombro desnudo. Nadie nos presta atención, ni puede vernos, realmente. Todos están concentrados en sus propios asuntos en medio de la pista y el reservado del Pakhan es bastante privado, pero yo no me confío, siempre hay un ojo que todo lo ve. No lo sabré yo, que solamente tengo uno y aún así puedo ver bien todo. O, al menos, casi todo. Me inclino un poco y pego mi boca a la parte de su oreja. —Ty vyglyadish' krasivo segodnya vecherom (Te ves hermosa esta noche) —le susurro. No es extraño que me vean susurrarle algo, ya que soy de la seguridad y puedo estar tomando una orden de su parte y respondiéndole. Además, la mayor parte de las personas que hay en esta fiesta, el 95%, no nos conoce. Ignora

