EL CASTIGO NARRA ALEXEI RHYZOV Estoy impaciente. Desde que había salido de la habitación, después de haber mantenido esa conversación con la diabla, he aguardado por cada minuto y por cada segundo que falta hasta la hora que ella ha indicado para llevar a cabo el dichoso castigo que no tenía ni la menor idea de en qué iba a consistir: las diez de la noche. A pesar de que ya no me ha ignorado y de que ha actuado con normalidad conmigo, se me ha metido la idea en la cabeza de que hasta no cumplir con aquel castigo que me aguarda, tramado por la maquiavélica mentecita de la diabla, las cosas entre nosotros seguirán igual: ella enojada y yo desesperado. Desayunamos almorzamos y cenamos juntos, acompañando a mi madre, como lo hacemos con normalidad, pero mi mente continúa en aquel estado d

