26- Estoy casnsada de sentir que soy yo contra el mundo

2413 Words
JESSY Me encantan los días libres consecutivos. El mundo entero se extiende ante mí, libre de molestias como los horarios de los turnos y los clientes manoseadores. Este es mi segundo día libre consecutivo, lo que me hace sentir como si no fuera una stripper desesperada y con problemas de liquidez, luchando por encontrar un lugar para vivir que no vacié su cuenta bancaria en dos meses. No, soy una profesional bien formada con un fin de semana de dos días, maldita sea. Al menos eso es lo que quiero sentirme en este martes trascendental. Siete y yo nos cruzamos temprano en la mañana, después de su entrenamiento y antes del mío, y me informa que tiene planes para hoy. Antes de que pueda preguntar si me exigirá que explore su ubicación y lo busque, dice: —Lo que sea que tengas planeado para el día está bien. Llamaré a Chico para que venga y esté de guardia— Suspiro, frotándome la cara. En algún momento entre la cena y esta mañana, me di cuenta de cuánto tiempo ha pasado desde que había estado sola. Esa es una de las ventajas de vivir sola. Al menos para una introvertida como yo. —¿Puedo tener un día personal? ¿O eso está prohibido por las leyes de los guardaespaldas? — Baja la barbilla y entrecierra los ojos. —¿Prometes que te quedarás aquí? — —Por supuesto. ¿Qué más voy a hacer sino columpiarme en el tubo y cocinar almuerzos elaborados? — —Siempre podrías ir a cazar pokemon— dice. —Claro, pero hoy no tengo ganas— Cruzo los brazos. Ranger entra tranquilamente entre nosotros, observándonos con cierto interés. Siete no parece convencido. —¿Estás segura? — —Si. Seré buena. Lo prometo— Me observa un momento más antes de asentir brevemente. —De acuerdo. Pero si cambias de parecer, déjame saber y enviaré a Chico— —Gracias, Papá Warbucks— Niega con la cabeza mientras camina hacia su habitación. —Esa no es buena— —No me di cuenta de que estabas calificado y juzgando mis trabajos— la puerta de su habitación se cierra un momento después, y respiro hondo, dejándome caer para acariciar el pelaje de Ranger. No solo tengo un día libre inesperado… tendré la mayor parte para mí. Y para Ranger, por supuesto. Esto se siente como un lujo. Estoy en el tubo cuando Siete sale para pasar el día con un aspecto informal, con jeans oscuros y una camiseta, y la bolsa de su portátil cruzada sobre el pecho. Mi corazón se encoge al verlo irse. Quiero saber que está haciendo. ¿Qué está haciendo? ¿En que esta trabajando? ¿Necesita alguna sugerencia? ¿Se trata más del negocio que involucra a Chico? Tengo tantas preguntas y no quiero ninguna. Igual que quiero a Siete, pero no quiero quererlo. Cuanto más practico en el tubo, más se hunden mis pensamientos en el abismo. Estoy harta de esta maraña en la que se ha convertido mi vida. Nada se parece a nada que hubiera elegido para mí. Este no es mi apartamento. Ni mis muebles. Ni mi viaje diario. Ni mi maldito vecindario. Y Siete…definitivamente no es mi compañero de piso. Ni mi novio. Sin embargo, aquí estamos. Gruño mientras mis posiciones se vuelven más feroces, mi cuerpo girando alrededor del tubo como si estuviera exorcizando la confusión. Toda esta vigilancia se está volviendo desesperante. Estoy harta de que me sigan, que me traten como si no pudiera ir a ningún lado sola. Harta de la confusión sobre cuál debería ser mi siguiente paso y más que harta de mi atracción por Siete. ¿Cómo es todo esto cierto? ¿Cuántas semanas, mesas o años más necesitaré un guardaespaldas armado para seguirme antes de que pueda volver a casa del trabajo por mi cuenta? Termino mi practica en un ataque de agresividad, con la cara ardiendo y los músculos doloridos cuando caigo al suelo. Mi pecho se agita durante unos instantes mientras miro más allá del tubo y por la ventana, incapaz de concentrarme en nada más que en lo oprimida que me siento. Toda mi vida en este momento se siente como un pañal, demasiado apretado, y no hay forma de encontrar la solución para desentrañar todo el asunto. Necesito salir de aquí. Claro, ahorrar en el alquiler es agradable. Vivir con un Dios griego tiene sus ventajas. Demonios, he conseguido un tubo gratis como parte del trato. Pero no puedo seguir fingiendo que no tener el control de mi propia vida es aceptable. ¿A quién engaño? Todo este acuerdo está condenado al fracaso, y yo he estado demasiado distraída por un par de bíceps que me sostienen en los momentos de miedo. Necesito recordar cómo se siente estar sola. Todavía luchando por recuperar el aliento, corro a mi habitación. Empacaré una maleta, llevaré solo lo esencial y veré donde termino. Tal vez puedo llamar a Vera si necesito un lugar para quedarme. Tal vez termine de vuelta aquí. Realmente no tengo idea. Solo necesito demostrarme a mí misma que puedo volver a hacerlo sola. Como lo había hecho desde el principio. Como seguramente tendré que volver a hacer algún día. Una vez que mi maleta está llena con ropa normal para varias noches, equipo de trabajo y mi rutina de cuidado de la piel básica, me pongo una camiseta y unos leggins, me pongo mi chaqueta de cuero y salgo de aquí. Al principio me muevo sigilosamente, como si Siete estuviera al acecho en el hueco de la escalera, listo para saltar y llamarme malcriada como si pudiera intuir mis movimientos traviesos. Cuando no lo encuentro por ningún lado y logro salir sola a la calle, sé que lo he logrado. Libre al fin. Al principio, doy vueltas como un trompo. Sin Siete a mi lado, la libertad burbujea dentro de mí, embriagadora y desorientadora. Podrá ser mi primera vez en la ciudad otra vez, y yo soy una turista sin mapa. Respiro hondo el aire fresco del otoño, sin saber por dónde empezar. Mi estomago ruge a las pocas cuadras, dándome la respuesta. El almuerzo primero. Acelero el paso, ansiosa por llegar al Barrio Chino y al comedor de mi restaurante favorito de fideos de arroz. No he estado allí desde que me mudé, así que este regreso a territorio familiar parece una celebración apropiada de la libertad. Salir a caminar por el barrio chino se siente como volver a casa. Lleno mis pulmones con las aromas de cerdo frito de un restaurante cercano mezclados con la suciedad de la calle y los gases de escape. Aunque me encanta el aire fresco y los bosques, algo en la gran ciudad despierta mis sentidos. Me abro paso entre el flujo de peatones, y cuando veo el letrero neón de Yun Shin, una punzada de tristeza me golpea en el plexo solar. A Siete también le hubiera gustado venir. Pero hoy no se trata de él. Finalmente estoy sola, y necesito recordarlo. Entro en el restaurante abarrotado, consiguiendo rápidamente una pequeña mesa en la esquina. Ni siquiera necesito mirar el menú. Recorro el restaurante con la mirada después de pedir, mi mente divaga mientras observo a los demás clientes. Todo está en silencio aquí, con una iluminación tenue, serio y delicioso. Justo cuando estoy debatiendo si quiero o no pasar por mi antiguo apartamento, aparece mi tazón de rebanadas de carne con fideos de arroz. No hay tiempo para pensar entonces. Solo para comer. Inhalo mi comida en un tiempo récord, solo parando para debatir si tomar la foto para enviársela a Siete. No para molestarlo, solo para hacerle saber que necesita venir aquí conmigo la próxima vez. ¿Podrías dejar de pensar en Siete por una vez?>> Mi conciencia me recrimina. Una vez que mi estómago está lleno y mi ánimo se levanta, me reincorporo al ajetreado día laborable afuera, dirigiéndome a mi lugar favorito: Columbus Park. Existe la posibilidad de que Byron este allí, pero confió en que puedo dejarlo atrás si intenta algo remotamente espeluznante. Aún así, entro en el tranquilo espacio verde con cierta vacilación, atenta al pelo rojo y a su desgastado abrigo caqui. Odio lo nerviosa que me pone la idea. ¿Significa esto que ahora no podré sobrevivir sin Siete? Me había enfrentado a situaciones mucho mas aterradoras sin pestañar. Se cómo estar alerta, como estar preparada. Siete no puede quitarme eso. Me siento en un banco del parque y me quito la bolsa de lona del hombro. Necesito sentarme con mis pensamientos. Todo dentro de mí se vuelve pesado por la indecisión y la desorientación. Y lo peor es que, si soy completamente honesta conmigo misma, quiero a Siete a mi lado, como algo más que mi guardaespaldas. Pero la idea me aterroriza. Incluso si de alguna manera deja de ser mi guardaespaldas, incluso si hay alguna manera de hacer que esta conexión funcione sin vivir juntos o sin que el esté cerca constantemente, ¿estoy lista para algo serio? ¿Con alguien como Siete? Observo a los visitantes del parque mientras pasan, escuchando una respuesta dentro de mí. Estoy tan acostumbrada a arreglármelas sola. Pero tal vez estoy lista para una nueva aventura. Un nuevo capítulo. Un nuevo…enfoque. Una pareja se acerca a la estatua del Doctor Yat-sen y se sientan en la base mientras cada uno come su recipiente de sushi. De vez en cuando, la chica le ofrece un bocado a su novio, que él toma agradecido. Y luego, unos bocados después, le ofrece uno a ella. Incluso eso me hace llorar. Si no lo supiera, pensaría que estoy embarazada. Pero el embarazo está descartado, a menos que este muy equivocada sobre la mecánica de la inseminación. No, desde que mis hermanos aparecieron en n***o y Espresso, estoy más sensible y emocional que nunca en mi vida. Estas tan cansada de necesitar ser fuerte>>. El pensamiento resuena en mi cabeza, provocando lágrimas de verdad esta vez. Me inclino sobre la bolsa de lona, rebuscando como si estuviera buscando algo. Pero en realidad, solo estoy tratando de ocultar mis lágrimas y no derrumbarme por completo en público. Estoy cansada de estar siempre a la defensiva. Necesito cuidar de mí misma porque a nadie le importo un comino. Estoy cansada de sentir que soy yo contra el mundo. Las últimas semanas de poder relajarme y dar un paso al costado…Entierro mi cara entre mis manos, repentinamente abrumada por la revelación. Esta vez ha sido un regalo. Uno que mis hermanos me dieron sin darse cuenta de lo que estaban haciendo. Mi corazón se hincha, una cálida mezcla de dolor y ternura. Ya no distingo entre arriba y abajo. Extraño a Siete cuatro horas después de la última vez que lo vi; estoy a punto de llorar por los sentimientos tiernos hacia mis hermanos. Esta no es la Jessy que conozco. ¿Qué voy a hacer ahora, empezar a derramar todos mis secretos de vida a Vera y a las otra chicas del trabajo? Respiro hondo y reviso mi teléfono. Aún no hay noticias de Siete, lo que significa que probablemente no sabe que he roto mi promesa. Me quedo mirando la pantalla brillante, deslizando los dedos por las aplicaciones antes de tener la oportunidad de pensarlo mejor. De repente tengo un mensaje de texto abierto para Dominic. Jessy: ¿Estás en casa? Me responde inmediatamente. Como si hubiera estado esperando. Dominic: Puedo estarlo si lo necesitas. ¿Qué pasa, hermana? Me tiembla la barbilla y pienso en que decir. Ni siquiera sé que necesito en este momento. Nada se siente del todo bien, pero de alguna manera, encontrar a mis hermanos tiene más sentido. Jessy: Solo me preguntaba si podía pasar y hablar. Dominic: Por supuesto. Estaré allí en unos diez minutos, ¿es lo suficientemente rápido? ¿Estás cerca o quieres que envié un coche? Estoy a punto de rechazar su oferta como siempre. No necesito tu ayuda ni la de nadie. Puedo llegar yo misma. Pero algo me detiene. Un aventón estaría bien. Un poco de suavidad, un poco de consuelo… estaría bien. Jessy: Me encantaría que me llevaran. Gracias. Le envió la dirección del parque. Cuando miro a mi alrededor, las cosas se sienten un poco más tranquilas por dentro. sonrió al grupo de señoras mayores que practican tai chi cerca. Incluso sonrió a los transeúntes, lo cual sé que es un implícito no-no en la ciudad de Nueva York, pero tengo la excusa de ser una forastera perturbada que ocasionalmente sonríe a la gente. Cuando el elegante sedan n***o se detiene cerca de una de las entradas principales de Columbus Park unos diez minutos después, con las luces intermitentes parpadeando, sé que tiene que ser el vehículo Hamilton. Al acercarme, la ventanilla del pasajero se baja y Piernas me saluda. —Su carruaje la espera, señorita Haynes— —¡Piernas! — Me siento en el asiento delantero. Sus cejas se levantan. —¿Me acompañarás adelante hoy? — —Por supuesto. ¿Por qué no lo haría? — Me abrocho el cinturón de seguridad mientras se aleja del parque. —Hoy no estás en la camioneta— —Las chicas lo están usando, con Harry en algún lado— me mira de reojo, sonriendo para sí mismo. —Vamos a la casa de los Hamilton, ¿verdad? — Asiento, sorprendida de encontrar algo parecido a la emoción cobrando vida. Mis hermanos forman parte de un mundo especial de la elite, y yo conozco el código de acceso. Este es el tipo de sensación VIP que había anhelado de niña. —Si. Solo quiero pasar el rato con mis hermanos— Las palabras quedan incómodas en el aire para mí, aunque estoy segura de que Piernas no se da cuenta. Kate tampoco me matará desde el mas allá por decirlas. Es hora de que hagas lo que te parezca correcto. Y reconectar con tus hermanos es lo correcto>>. Ya no lo dudo. Y una parte de mi sospecha que Kate no está criticando mis decisiones desde el más allá. Demonios, probablemente animando esto. La Kate que se habría enfadado era la adolescente drogadicta y traumatizada que me había hecho creer que nuestros hermanos, de alguna manera, habían decidido dejarnos atrás. Y aunque todavía tengo preguntas que necesitan respuestas, no hay manera de que la versión de Kate fuera completamente correcta.
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