Apenas amanecía cuando escuché mi teléfono celular, adormilada entre abrí los ojos y miré en la pantalla, me despabilé en un segundo y tomé el teléfono en mis manos para responder.
-¿Tuck, que pasa?
-Lamento si te he despertado, necesito verte ahora mismo.
-¿Pero qué pasa? -me senté sobre la cama preocupada, el sueño se había esfumado -¿Estás bien?
-Sí, estoy afuera de tu edificio, necesito que vengas conmigo.
-Prometí ayudarle a Angie hoy.
-Es importante, no tardaremos, después prometo ayudarte en casa de Angie con los preparativos.
Me vestí de inmediato con la ropa adecuada y sigilosamente salí del departamento. Efectivamente Tuck estaba afuera a unos pasos de la puerta principal del edificio.
-¿Qué pasa? ¿Por qué tanta prisa?
-No hay tiempo de hablar, vamos sube.
Abordé al vehículo, estaba ahora muy preocupada, no sabía que pensar, tanta prisa por salir con él e irnos de ahí enseguida no era normal.
Condujo por mucho tiempo y llegamos hasta un lugar bastante conocido, su casa en el pueblo vecino.
-¿Qué hacemos aquí?
-Vamos entra. Confía en mí.
El lugar estaba bastante cambiado por dentro, había tecnología por todos lados, aparatos electrónicos que no había visto jamás y unos cuantos de lo que Iván había hecho.
-¿Qué es todo esto?
-Es mi centro de investigación. Iván me ayudó a montarlo.
-¿Iván sabía que estuviste aquí todo el tiempo?
-No realmente, es un niño, no sabría mentir, lo llamé para pedirle el favor, estuvo trabajando aquí dentro y dejó un lugar estupendo que una vez terminado me dispuse a utilizar.
-Correcto, ¿y qué hacemos aquí?
-Mira esto, es el diario de mi mamá, lo encontré, pero admito que no fue nada sencillo.
Era agente de la ASEJM y compañera de mi madre en las misiones, se había encargado de las más difíciles e importantes misiones de la agencia, la madre de Tuck se desposó con Rasmus Donovan para acercarse a él y tenerlo muy cerca para enterarse de sus planes malvados y poder intervenir oportunamente, desde el principio su matrimonio había sido un infierno, ella jamás quiso tener bebés pero Rasmus Donovan hizo de las suyas para tener descendientes, a pesar de eso, ella amaba a sus hijos más que a nada en este mundo y lo que más deseaba era protegerlos.
Rasmus Donovan descubrió que trabajaba para la agencia que detenía y arruinaba sus planes y desde ese momento su vida se volvió el más cruel y un duro infierno, sus hijos pagaban por sus errores y poco a poco tuvo que dejar su vida en la agencia para mantener a sus pequeños a salvo.
Las constantes reuniones con mi madre le causaban bastantes problemas, y fue ahí cuando Rasmus Donovan convirtió a mi padre en su más fiel y cruel aliado, mi padre no podía negarse hasta que unos días antes de su “muerte” se atrevió a hablarle a la madre de Tuck para contarle lo que debía hacer, envenenar a mi madre para proteger mi vida, pero no quería dejarme en peligro por lo que le pidió que ideara un plan de escape sin decirle nada a él para mi salvación en caso de ser necesario.
En unas líneas después se describía aquel lugar que había visitado antes, en donde había encontrado a los jóvenes esposos que había decidido tener una vida lejos de su familia con un nuevo hogar. Recordé aquella trágica escena y a aquellos pequeños solos en aquella sala robótica. Suspiré después de esas líneas y una lágrima resbaló por mi mejilla.
-¿Pasa algo?
-Julio y Julián son hijos de esos jóvenes esposos.
-Eso pensé, pero no me atreví a preguntar -hizo una pausa -¿Te das cuenta? Mi padre mantuvo nuestras vidas controladas desde el principio, ¿cómo puede ser tan malo? Ha matado a tanta gente.
-Hablé con él -admití
-¿Cuándo?
-Hace poco.
Le dije cada una de sus palabras tal cual me las había dicho, estaba asombrado.
-No le creíste ¿cierto? Sabes que todo lo que te dije fue real, lo que siento por ti jamás fue una mentira.
-Me hizo dudar, sabes, te fuiste sin decir nada, jamás llamaste. ¿Qué esperabas que creyera?
-Los siento, tenía que hacerlo, no sabía de lo que mi padre podía ser capaz aún tras las rejas, tenía que cuidarlas y alejarme para hacerlo creer que me había ido para siempre, desaparecer de los ojos de sus hombres. Pero Sarahí sabes que te amo.
-Yo…
La distancia que nos separaba se acortó en un instante, pronto estaba entre sus cálidos brazos con su aliento a unos centímetros de mi rostro. Ese encuentro se cerró con tierno e increíble beso, ese beso que anhelaba tanto desde el día de su regreso.
Después de todo él tenía una nueva vida y no era parte de ella, o eso pensaba hasta que sentí lo mismo que aquel día en nuestro primer beso, en aquel aeropuerto, dos extraños y mi falsa identidad.
Terminamos a tiempo en casa de Angie con todos los preparativos y la cena, Philip y yo hicimos un excelente trabajo en la cocina, los invitados iban llegando uno a uno.
La cena estuvo exquisita, la compañía era la mejor, y llegó la hora de entregar y recibir regalos. Candace entregó un regalo a Albert.
-Parece que te has equivocado, cariño, esto no creo que me quedé. Temo que esto era para los pequeños.
Me llené de alegría en ese justo momento, la mirada de Candace era diferente, estaba llena de ilusión y esperanza mientras miraba como el amor de su vida sostenía aquellas pequeñas prendas de ropa. Comprendí entonces sus nervios dentro de aquella tienda la tarde anterior.
-¡Felicidades! -me levanté emocionada de mi asiento con lágrimas de felicidad en mi rostro
Fui la primera en decirlo, abracé efusivamente a mi amiga, entonces Albert comprendió todo aquello. Candace esperaba un bebé, su pequeño primogénito, sus ojos se llenaron de lágrimas, estaba tan feliz como ella, no cabía de la emoción. Nos unimos en un abrazo a la joven y feliz pareja y después sólo se escucharon felicitaciones de cada uno de los presentes.
Se entregaron y se abrieron cada uno de los regalos, era una noche cálida y feliz, con la mejor compañía y mi vida ahora completa con cada una de las personas en aquella sala.
Fue por mucho la mejor navidad desde la partida de mi madre. La noche se alargó demasiado, cerca de las 5:00am terminamos por despedirnos, era hora de regresar al departamento y descansar aunque sea un par de horas, para el desayuno programado por la mañana en casa de Candace y Albert.
Desperté cerca de las 09:00 am el almuerzo en casa de los McCartney comenzaba en una hora y debía arreglarme lo más rápido posible para ir a comprar un presente para el pequeño o pequeña nuevo m*****o de la familia. Nath parecía que hacía horas estaba levantado, estaba tendido en el sofá mirando muy atento la televisión pero ya vestido para salir.
-Buenos días, hermosa -dijo sonriendo
-Buenos días -lo miré, parecía que algo no iba bien -¿Estás bien?
-Claro, ¿por qué la pregunta?
-Es sólo que parece que llevas bastante tiempo aquí, llegamos muy de madrugada y -hice silencio -¿no tenías mucho sueño?
-Estoy bien, estoy acostumbrado a levantarme temprano, quizá sea por esa razón que llevo un par de horas aquí.
-No, eso no es cierto, vamos Nath, dime ¿qué te ocurre?
-Es este asunto de que somos medio hermanos, sabes, yo desde siempre pensé que estaba atraído a ti por otra razón, lo que dijo Alexander, sabes -no se atrecía a mirarme -Pero siempre ha sido este tonto lazo familiar. He pensado en ti de muchas maneras pero jamás como una hermana, siempre hemos sido muy cercanos, pero no era suficiente para mí, siempre te vi más que a una amiga, una hermana, y ahora sé que eso es realmente imposible, pero no entiendo ¿por qué? ¿Por qué a mí me pasa esto? Si yo estoy enamorado de ti, o eso pensé que era lo que sentía -suspiró profundamente y noté una lágrima correr por su mejilla.
-Nath, yo…
-Está bien Sarahí, yo sé que jamás tuve oportunidad contigo, primero Alexander, después Tucker, y ahora esta tontería de nuestros padres. No es culpa tuya.
No sabía qué hacer en ese justo instante, tenía unas inmensas ganas de abrazarlo, de decirle que todo estaba bien, que todo esto iba a pasar pronto y que superaríamos todo esto. Pero ¿debía abrazarlo? ¿Realmente eso lo reconfortaría de esa gran desilusión?
Me quedé inmóvil sentada a su lado en el sofá, lo miraba mientras se contenía para romper en llanto y eso me dolió profundamente, sentía que algo dentro de mí se rompía y quería que todo esto fuera sólo un sueño para no tener que lidiar con todo esto, pero era la realidad, una dura realidad que debía enfrentar, mi mejor amigo, mi confidente, sufría, sufría por un amor realmente imposible y yo era la culpable, o por lo menos así me sentía. Quizá vivir tan cerca de él no había ayudado mucho a su situación, aquel día parecía una buena idea, hoy sólo sentía que lo había acercado a mí para hacerlo sufrir.
Indecisa aún tomé su mano, y él me miró a los ojos con los suyos llenos de tristeza. En un abrir y cerrar de ojos sus labios estaban sobre los míos, sentí una sensación muy extraña y diferente, por unos instantes disfruté de ese beso, pero ¡si somos hermanos! Me alejé de él en un abrir y cerrar de ojos.