Escuche el gran estruendo, cosas rompiéndose, los nervios vinieron a mí, no de nuevo por favor. Corrí rápido a la sala de estar, pero el grito de la señora Manson me tranquilizo.
- ¡No, Martinsito! ¡Mi arbolito! - me quede quieta mirando la escena tratando de aguantar la risa, mi bebe le había derribado el árbol de Navidad haciéndolo trizas.
Aunque pensándolo bien debía sentir lastima por la señora al ver la triste expresión que mantenía en su rostro al ver lo que había sido un hermoso árbol de navidad destruido.
- ¡Como lo siento señora Manson! Prometo comprarle uno nuevo. - dije caminando hacia el pequeño, el cual reía fuertemente.
Lo tome en brazos para luego besar su regordeta mejilla. Sus ojos azules muy parecidos a los míos me miraron con ternura más al final termine por darle un buen regaño.
-De verdad que lo siento, mañana le traigo la paga del arbolito. - dije sin siquiera poder mirarla a la cara.
La vergüenza que sentía era inmensa, se lo mucho que se había esforzado poniendo aquel gran árbol de navidad, el cual anteriormente había estado junta a un gran ventanal que daba una hermosa vista de la cuidad.
Desde aquí se podía apreciar las luces de la ciudad y los grandes edificios, a los lejos el ruido del tráfico, las personas volviendo a sus hogares, cada quien en busca de su propio destino.
-Ay mi niña, no te preocupes, el Manuelito siempre me rompía cosas, por lo que tengo muchas de repuesto. – dijo y volví en si, cuando la vi por fin, me sonría con total amabilidad y le agradecí al cielo haberla puesto en mi camino.
-Pues por lo menos le ayudaré a quitar el gran desorden. - coloque a mi bebe en el mueble. - quédate quieto ¿vale? – asintió con su cabecita no muy convencido. Eche su pelo rubio hacia atrás y le dedique una severa mirada.
- ¿Cómo te fue en el instituto? - dijo mirándome.
Era una mujer que para su edad aún se conservaba muy bien y estoy segura que en su juventud había sido una verdadera sensación. Su pelo n***o le bajaba en cascadas por la espalda y le combinaba perfectamente con su piel chocolate.
-Bien, oh lo olvidaba, hoy tengo carrera. – dije con una sonrisa nerviosa, mientras me recogía el pelo restándole importancia al asunto.
- ¡Ay no me digas! Mi niña ya te he dicho que dejes esas cosas. Eso de carreras ilegales no está bien. – dijo mirándome sumamente preocupada.
- Ya lo sé, pero necesito el dinero, además de que eso se me da muy bien. No pierdo una. - dije encogiéndome de hombros, recogí un poco de los vidrios y le eché una mirada a Martín que veía la gran televisión muy entretenido.
- Si me dejaras ayudarte no necesitarías ese dinero, sabes que yo puedo ayudarte. – Sus ojos negros me miraron penetrantes y con total sinceridad y podría decir que hasta con algo de súplica.
La señora Manson era mi vecina, una mujer muy buena, había perdido a su esposo hace años y ahora vivía sola en un inmenso departamento.
-Señora Manson, no es por ofender, pero no quiero más de lo que ya hace por mí, le agradezco infinitamente que cuide de Martín en lo que voy al instituto y las carreras. Pero no puedo aceptar más, sería una abusadora. – respondí y era totalmente cierto, ya hacia demasiado por nosotros.
- Eres tan terca. ¡Eileen la otra noche te saque de la policía! - dijo mirándome preocupada y a la vez reprobatoriamente.
-Sabe que eso fue un error mío. No volverá a pasar. - eso me pasó por un idiota que se cruzó por mi camino, el cual ahora tiene una nariz rota.
-Además, por usted estoy estudiando. -volvi a insistir, aparte de cuidar de Martín, su hijo era el director de un gran instituto para niños ricos, por lo que había entrado sin problemas y sin costo.
-Sabes que eso no es nada para mí, hija tienes que vivir más la vida. Tienes demasiadas responsabilidades. ¡Solo tienes 17! – la preocupación en su voz era evidente, pero trataría de seguir evitando el asunto.
-No me importa vivir la vida como los demás jóvenes, tengo un niño por el cual dar la cara, esa es mi responsabilidad. – dije mirando el pequeño que reía viendo los dibujos animados.
-Eres demasiado terca Eileen. Igual a tu padre. – dijo mientras recogía algunos adornos navideños que aún seguían esparcidos.
Me quedé pensando en lo que había dicho y no pude evitar recordar a mi padre, un hombre muy especial y amoroso, el cual nos había dejado muy pronto, pero si sabía que siempre lo llevaría en mi corazón.
Más tarde recogí todas las pertenencias de Martín, lo tomé en brazos y luego de despedirnos de la señore Manson, me dirigí al departamento del lado.
-Solo somos tú y yo. - lo dejé en su cuna y seguí para la cocina a preparar algo de comer, moría de hambre.
Desde aquí podía escucharlo morir de risa con Tom y Jerry, eran sus muñecos preferidos. Con sus tres añitos era un niño muy inteligente.
Prometo que no te faltará nada, porque tú eres todo para mí. Prometo sacarte una sonrisa siempre, aunque yo esté peor que tú pequeño Martín.
-Prometo llegar temprano señora Manson. - dije dejando a un dormido Martín en los brazos de la mujer. Me sentía mal cada vez que tenía que dejarlo con ella, no porque ella no lo cuidara mal ni nada por el estilo, sino que no me gustaba separarme de él, pero no tenía de otra.
-Suerte mi niña, y por favor, protégete bien. - dijo preocupada. Tenía que admitir que quería demasiado a esta mujer.
-Gracias, bueno ya me voy. Cuídelo bien por favor. – le sonreí.
-Siempre. Cuídate tú.
Asentí con la cabeza para después dar la vuelta y marcharme. No me gustaba ver atrás, si lo hacía era probable que arrancara al rubio de sus brazos y no fuese a ningún lugar, pero en esta carrera se apostaba mucho dinero y lo necesitaba.
Llegue a mi auto, era mi adoración. Estuve andando por las desiertas calles alrededor de 20 minutos, hasta que doble a la izquierda y en 10 minutos ya se podían escuchar los fuertes murmullos y la música a todo volumen.
Llegue a mi puesto y rápidamente divise a Mayve y Harry, estos se acercaron a mí.
- Pero cuatita, ¡cuánto tiempo! – dijo Harry con una sonrisa. Yo solo reí por su "apodo".
-No seas patético, nos vimos esta mañana. Además ¿qué con tu apodo? - dije soltando una carcajada.
Vi como Mayve me iba a decir, pero Harry la interrumpió.
-No te atrevas a decirle. - le dijo amenazante, yo solo los mire confundidos.
-Oh si, claro que le diré. – dijo esta desafiante.
-No, ¡maldita sea Mayve! No lo harás. – dijo con ojos suplicantes.
-Te dije que sí.
-Y yo te dije que no.
-Y yo...
- ¡Cállense! ¿Qué les pasa? Ya sé que se gustan, pero no peleen tanto. Ahora tú dime. – dije señalando la pelinegra.
-Es que estaba viendo Backyardigans en YouTube cuando llegue a su casa. – no pude evitar soltar una carcajada involuntaria y el solo me miró mal.
- ¿Qué? Estaba recordando viejos tiempos. - ambas lo miramos negando con la cabeza. Hasta que los dos se quedaron viendo un punto fijo detrás de mí. Me voltee encontrando a la persona más desagradable en mi bendita existencia.
- Garrix, es bueno verte aquí. – siempre me llamaba por mi apellido.
- ¿Qué quieres Bryan? - dije con una ceja alzada.
-Solo desearte suerte preciosa, no tienes que ser tan amargada. – respondió con su habitual arrogancia.
-Lárgate de aquí ahora. Oh, espero que tu nariz sane pronto. – dije metiéndome un chicle en la boca.
Me miró una última vez con odio y luego se fue, para mí mala suerte, o no tan mala... era uno de los competidores.
-La carrera ya comenzará, ve al punto de salida. - me dijo Harry. Solo asentí con la cabeza.
-Suerte.
-Gracias.
Subí a mi auto y arranque hasta posicionarme al lado del coche de Bryan. Al principio no aceptaban que corriera por qué era chica, hasta que un día les calle la boca a todos.
Hice rugir el motor y en segundos me vi arrancando dejando a todos atrás cuando escuché el sonido de la pistola al aire.
Amaba la adrenalina, era lo mejor que podía existir. Mire como el cavernícola intentaba alcanzarme, era obvio que no lo dejaría, en una curva me desconcentre y me pasó, pero no me fue difícil volver a ponerme a la par... correr para mi era un total arte.
Las luces y las personas se perdieron a la distancia, solo se podía apreciar las luces de autos de los demás competidores.
Luego de un buen rato ya podía escuchar los gritos perderse en mis oídos, entonces divise la meta, casi llego, acelere hasta el fondo y él también lo hizo. Baje la velocidad un poco para que tomara confianza y cuando creyó que había ganado. Le pasé y gané yo.
Había aprendido tantas técnicas que ya me era muy difícil perder. Escuche los gritos de celebración. Abrace a mis amigos y juntos conversamos hasta que Dante apareció a entregarme mi dinero.
-Chicos me voy, antes de que la señora Manson se preocupe más. – dije con una sonrisa.
-Dale un beso a mi rubio. - dijo Mayve, asentí con mi cabeza y cuando me iba escuche el típico. "La Policía"
Todos comenzaron a correr y gritar como locos, odiaba esto. Era un tanto difícil con todo el mundo en el medio y yo no podía avanzar. Cuando por fin pude arrancar, pisé el acelerador hasta el fondo, pero un chico me detuvo. Estaba como perdido, creo que era la primera vez que venía a una de estas cosas, porque estaba estático en su lugar, maldito estupido te atrapara la Policía.
Detuve el auto enfrente suyo, quizás me arrepienta de esto, pero ya está.
-¡Hey tú! ¡Imbécil, sube! - me miró confuso unos segundos, pero al ver mi cara de severidad subió a toda prisa. Sus ojos azules se quedaron clavados en los míos y luego arranque sacándonos de este lugar.
Si, había sido la peor decisión que pude haber tomado.