¿Cuál era la pieza en su ajedrez que yo componía?
Entre silenciosamente mirándolo de reojo, aún él no se volteaba por lo que no había notado mi presencia en la habitación, con pasos cortos termine de llegar al sofá donde me senté cruzando las piernas.
Tuve que carraspear para que al fin se diera cuenta de que estaba aquí, más sin embargo se quedó estático en su lugar, sin mover un solo dedo... parecía un monje en su proceso de meditación.
- ¿Cómo sabes que estoy aquí? - pregunte un tanto irritada, por lo que le di un sorbo al delicioso jugo de naranja que llevaba conmigo a ver si este me hacía sentir mejor.
- Lo supe desde que entraste, tiendes a ser muy ruidosa. - dijo aún sin apartar su mirada de la ventana.
¡MENTIRA! Yo había entrado muy silenciosa, incluso más que un mosquito.
- Es malo decir mentiras, ¿lo sabes, no? - pregunte con sorna.
- También es malo escuchar conversaciones ajenas, ¿lo sabes, no? - contraatacó.
No dije nada por unos minutos, aunque tenía muchísimo que decir y preguntar, no sabía cómo coordinar mis ideas, por lo que preferí mejor no preguntar nada por el momento.
Sin deseos de seguir esta absurda conversación con él, me levanté más irritada de lo que estaba ya y salí de allí sin saber siquiera que haría.
Con pasos lentos recorrí el largo pasillo inspeccionando todas las habitaciones que había, mas sin embargo ninguna tenía nada de especial, todos igual de minimalista que el resto de la casa.
Aburrida no tuve más de otra que salir al patio trasero, donde una gran piscina adornaba la estancia con varias palmeras y árboles frutales.
Anduve caminando y viendo todo por alrededor de casi dos horas, la verdad es que todo eran árboles y más árboles, pero no quería entrar en aquella casa, solo quería estar en mi cama viendo alguna serie y jugando con Martín, incluso prefería estar estudiando antes de estar aquí.
Me senté en la orilla de la piscina introduciendo mis pies en la misma, la puesta de sol se hacía presente y, el cielo y las nubes tenían un tono anaranjado muy bonito, las cosas se estaban saliendo de control y no sabía qué hacer, si seguía pensando tanto era posible que quedara loca, pero es que vamos, era todo tan extraño.
Vamos Eileen, debemos de empezar a atar cabos y sacar conclusiones certeras, tengo que descubrir a fondo que se trae Víctor conmigo, pero discutiendo y llevándome mal con él, no creo que lo logre, debía pensar con la cabeza fría.
Había una frase muy popular que papá siempre utilizaba "mantén cerca a tus amigos, pero a tus enemigos aún más cerca" y creo que este era el caso donde debía tenerla presente, porque aunque aún no sabía si Víctor era mi enemigo, tenía claro luego de la conversación que había escuchado, que tampoco era mi amigo.
- ¿En qué piensas Rubia? - di un respingo en mi lugar, porque a diferencia, yo si no lo había escuchado acercarse.
Lo mire pues hasta su voz había sonado distinta, inspeccionándolo, pude apreciar que su actitud era igual a la del chico que había conocido tiempo atrás, el mismo nerd que parecía dulce y tranquilo.
- ¿Cuándo nos vamos de aquí? - pregunte ignorando lo que había dicho, jamás le contaría lo que pasaba por mi cabeza.
- Tengo fe en que mañana temprano, no te preocupes. - dijo, y yo esperaba que así fuese, porque no creía aguantar más tiempo aquí.
- Gracias a Dios. - dije en un suspiro y me levanté con intención de ir dentro de la casa, esperaba tomar una ducha y ver si conseguía algo de ropa al menos de la señora Sophia.
- ¿A dónde vas? - preguntó agarrándome del brazo con algo de brusquedad, aunque después de darse cuenta de su error, aflojó su agarre, más no me soltó.
- Déjame decirte algo Víctor, tu bipolaridad y tus cambios de personalidad no los quiero en mi vida, ya demasiadas cosas tengo y bastante ya he pasado, así que agradecería que después de mañana te olvides de mí existencia. - mentí, porque a decir verdad, no quería que se alejara del todo de mí, no sin antes descubrir que se traía conmigo, después de eso me importaría un rábano tener que verle a la cara.
- Te recuerdo que tú fuiste quien me buscó hoy y encima de todo me ayudó, el que estés aquí no es más que tu propia culpa y de las tontas decisiones que acostumbras a tomar. - dijo viéndome fijamente, había vuelto a ser el mismo indeseable que de esta tarde.
- Y no sabes cuánto me arrepiento de haberte ayudado el primer día que te conocí. - dije con furia, me había subido la sangre a la cabeza su falta de tacto luego de todo lo que había hecho por él.
- ¿Ah sí? - su provocativa pregunta solo me dieron ganas de meterle una buena patada, así que no lo pensé dos veces, pero entonces el muy idiota resbaló y me arrastró con el dentro de la piscina, lance un grito que seguro se escuchó en toda la propiedad y el agua inundó mi sistema; empecé a chapotear con deseos inmensos de salir a la superficie, más no pude por más que lo intente.
Mi cuerpo empezó a hundirse y el oxígeno comenzó a faltarme, de pequeña habíamos tenido un accidente donde había desarrollado una fobia al agua estancada, por ejemplo mares y piscinas; si podía sumergir los pies e ir, pero jamás introducirme en lo profundo.
Mi cuerpo se hundió por completo y al parecer el idiota de Víctor creyó que estaba bromeando o algo así, porque en ningún momento había intentado ayudarme a salir.
Quise volver a intentarlo pero ya no tenía fuerzas, incluso mi cuerpo picaba dentro de mí, no podía creer que moriría ahogada por culpa de un idiota, tenía que salir de aquí a como diera lugar, no podía dejar a Martín solo.
Entonces pensé en mi pequeño hermano, ¿qué sería de su vida sin mí? Posiblemente viva mejor, Maggy y Manuel se encargarían de él, le darían una buena familia y mucho amor, con el tiempo quizás hasta me olvidaría.
Miles de imagines de mi propia vida pasaron como un mini tráiler por mi cabeza, entonces entendí que desde hace mucho todo estaba perdido.
Estaba cansada de muchísimas cosas, así que pensé que me dejaría descansar, olvidarme todo, dejaría de luchar por una causa perdida y así empecé a perder el conocimiento.
Pero entonces, una mano sostuvo la mía, y empezó a arrastrarme a la superficie, al parecer hoy no sería el día en que moriría, o eso creí porque perdí el conocimiento dejando todo atrás.