- Fueron asesinados.
Ninguno de los dijo nada más después de lo comentado, ambos habíamos contado lo más doloroso que llevábamos en el corazón, nos habíamos desahogado pero eso era todo, ni siquiera éramos amigos, solo somos dos conocidos más que extraños que decidieron sacar un poco de la carga pesada que llevaban en sus hombros.
- Yo creo que lo mejor es irme ya, han jugado bastante. - el chico fue el primero en romper el silencio incómodo que se había creado entre nosotros.
Por más que quisiera pasar por alto algo así, no podía, aquel chico tan tierno e inocente no era lo que me había hecho creer, algo ocultaba, lo había visto en sus ojos en el momento en que había contado lo de mis padres.
- Si, tienes razón. - dije cortante. No me despedí de él, solo de los mellizos y con mi hermano pequeño agarrado de la mano, tome mi propio camino lo mas rápido que pude.
Ni siquiera lo había dejado expresar nada y aunque admito que había notado su clara intención por decir algo, más sin embargo preferí hacerme la desentendida y continuar mi rumbo.
Luego de bañar, darle de comida y acostar a Martín no pude dejar de pensar en lo sucedido. Por un lado presentía algo y aunque sonora loco, mi instinto pocas veces le fallaba, pero por otro lado, ¿Qué podría estar ocultando Víctor? Era un chico común y corriente de 18 años, huyendo de un padre abusivo y el cual claramente ni siquiera había conocido a mis padres. Entonces, no pude evitar preguntarme si yo resultaba tan interesante a la vista de los demás.
Eran las 6 de la mañana cuando cayó en cuenta de que estaba siendo paranoica y actuando sin sentido. Luego de una intensa desvelada había podido entender que el chico solo se sorprendió por la confesión y nada más. Había ocasiones en las que nos quedábamos sin palabras ante algunos hechos y estaba más que claro que eso era lo que había sucedido.
En el peor de los casos quizás había visto las noticias y solo no lo quiso decir, reí por mi ingenuidad y me moleste por no haber podido dormir por algo tan insignificante como eso, para mi suerte, era domingo y no había escuela.
Volvió a acurrucarse entre sus mantas y trato de volver a dormir.
Sentía unos besos mojados en su cara y sonrió al saber de quien se trataba, Martin sonreía feliz sentado en su cama, con su pelo vuelto un nido de gallinas y baba pegada en la cara.
- Al parecer tu si dormiste bien. - dijo al ver lo feliz que estaba el niño. Este solio asintió para acto seguido bajarse de la cama y salir de la habitación.
Se sentía feliz de ver a su hermano feliz, pero eso no le quitaba que había dormido pésimo y que ahora tenía un dolor de cabeza horrible, era de las personas que no podían volver a dormir después que se despertaban en las mañanas, porque luego solo se despertaban con dolores de cabeza.
Miro el reloj de la mesita, el cual marca las diez de la mañana, con razón Martin la andaba rondando, era obvio que tenía mucha hambre. Me levanto sin ganas de la cama y me dirijo a la cocina a hacerle desayuno al revoltoso.
Cuando salí al balcón, las nubes grises ocupaban todo el cielo, tan diferente al día de ayer, el día estaba igual que mi ánimo... en fin, sería un buen día.
Después de aquel viaje al parque, en donde yo me entere de una historia, conté a medias la mía y Martin había hecho nuevos amigos; había pasado una larga semana.
No volví a ver a Víctor en esa semana y en cierto modo me preocupe, no había ido a la escuela y me pregunte si a la dos semanas de haberse mudado a este cuidad ya habían tenido que huir. Por lo que ahora mismo estoy estacionada frente a su gran casa, debatiéndome entre bajar, tocar el timbre, preguntar por él y quizás hablarle o simplemente largarme de aquí y llegar a mi cómoda casa junto a Martín y la señora Manson.
Lo pensé mucho y lo mejor que podía hacer era irme, ya lo había dicho un millón de veces, no éramos ni siquiera amigos, no tenía que preocuparme por él y por lo que le pudiese pasar, si se había ido era mucho mejor, era lo mejor que me podría pasar, ya no tendría que lidiar con su molesta personalidad ni mucho menos verlo en la escuela, podría seguir entregando los exámenes de primero y siempre obtener la mejor calificación, así que estaba perfecto.
Ojala le fuera bien en su nueva vida.
Encendí el motor del carro para irme cuando vi a su mamá salir, aun a lo lejos pude ver su cara bañada en lágrimas, me preocupe aún más y no dude, me baje del auto y fui a verla, toque el timbre del gran portón y ella me miro preocupada, y efectivamente, estaba llorando.
A pasos lentos se acercó al portón y yo no pude evitar ponerme muy nerviosa sin saber por qué realmente.
-Eileen, es un gusto verte. - dijo sin intenciones de abrirme y me cuestione si había sido lo correcto venir aquí.
-Perdone que venga aquí sin avisar, no quería ser inoportuna. - dije con manos temblorosas. - solo quería, bueno yo, no he visto a Víctor en la escuela y los demás compañeros preguntan por él, solo me ofrecí a investigar si se encontraba bien. - mentí, pues en la escuela la única que había notado su inoportuna desaparición, al parecer era solo yo.
- Oh. Pues él está enfermo, no te preocupes, tiene varicela, ya sabes que es contagiosa, por eso no te invito a pasar. - sus exóticos ojos llorosos me miraron con tristeza, toda ella temblaba y su voz sonaba muy nerviosa, pude darme cuenta inmediatamente que la mujer estaba mintiendo. - y no te preocupes por mi aspecto, es que estoy un poco sensible últimamente, gracias por preocuparte. - dijo mirando a los lados con nerviosismo.
Yo solo asentí, pues entendía la referencia de que quería que me fuera. Con pasos lentos me encamine a mi auto, no quise mirar atrás, pues no quería ponerla más incómoda, pero no pude evitar preocuparme mucho más por todo esto.
Era muy extraño que ella reaccionara de esa forma tan inexplicable quizá. La noche que la había conocido se comportó de lo más amable y se le notaba era muy carismática, y aunque ahora no hubiese sido grosera, no era la misma mujer de aquel día.
Encendí el auto para irme, cuando varios vehículos negros y blindados se estacionaron frente a la casa, me asuste muchísimo por lo que me agache para poder ver sin que me vieran a mí. De las camionetas se desmontaron muchos hombres y uno de ellos tenía a Víctor agarrado de un brazo con fuerza, ja, el enfermo con varicela.
Su madre lanzo un grito en cuanto lo vio y del interior de la casa salió un hombre muy apuesto, al menos era lo poco que podía ver desde aquí, Sophia se desplomo en los brazos del que supongo es su esposo y Víctor quiso correr hasta su madre, pero los hombres se lo impidieron.
Yo solo me puse las manos en la boca del asombro, seguramente esos eran hombres del padre de Víctor, era obvio que los había encontrado. Tome mi teléfono con manos temblorosas dispuesta a llamar a la policía, pero entonces lo pensé mejor, ¿era esto lo correcto? ¿Si los llamaba no les crearía más problemas?
Ay Dios mío, ilumíname para saber qué hacer en momentos así. Bien, estaba decidido, llamaría a la policía.
- Hola, ¿Cuál es su emergencia? - dijo la voz de un hombre al otro lado del teléfono.
- Hola, sí, quiero reportar un secuestro... - alguien toco mi ventanilla, cuando me voltee, era uno de los hombres malos que andaban con los que tenían a Víctor.
Me asuste muchísimo, las manos me temblaban y el policía seguía hablándome al otro lado de la llamada, pero no me atrevía a responder, pues el hombre me estaba apuntando con un arma y no creo sea de juguete.
En un momento vi que Víctor se soltó del hombre que lo tenía sujetado y corrió para el medio de la calle, lo vi aún más asustado que yo y no lo pensé dos veces, encendí mi auto y le di en reversa, hasta estacionarme a su lado y en fracción de segundos se subió, todo paso tan rápido, que cuando los hombres quisieron disparar ya estábamos en un intento por huir, todos se subieron a las camionetas y empezaron a seguirnos.
Vi a Víctor que estaba pasmado a mi lado y no me atreví a decir nada, simplemente me concentre en el camino, no por algo me llamaban la mejor corredora de por aquí, así que esperaba que perderlos no fuera un gran problema.