Santiago Sandoval Conduje hasta la casita de Bruno, sentía como mi corazón se aceleraba con cada Kilómetro que recorría en mi auto, pero al llegar un nuevo estremecimiento se apoderó de mí, llamé a la puerta varias veces, pero no encontré a nadie. La casa de los padres de Bruno quedaba a unos metros de distancia. Caminé, no mejor dicho, casi corrí, deseaba con toda mi alma tener alguna pista de donde estaba Christa. Me maldije de nuevo porque mi madre me había ocultado que Christa había ido a buscarme, si no lo hubiera hecho ahora estaríamos juntos. Divise a la madre de Bruno cortando el césped afuera de la pequeña casa de campo. —Buenas tardes, señora Pérez, estoy buscando a Bruno, he ido a su casa, pero tampoco encontré a Margarita. La señora de cabello n***o, piel trigueña, facci

