Jennifer se quedó en silencio por unos segundos, con sus ojos clavados en Stavros llenos de sorpresa y confusión. Su mente giraba rápidamente, cuestionándose las intenciones detrás de su inesperada reacción. «Ah… ¿Está celoso? ¿no y que… no le importo?» Sin dejarse intimidar, cambió su expresión y respondió con audacia, enfrentando la mirada intensa y desafiante de Stavros: ―Sí, voy a salir con un amigo, tengo todo el derecho. Tú y yo no somos nada. Lo dejaste claro tanto que ayer me dijiste que me pondrías hasta firmar un contrato. Stavros la sujetaba con firmeza, con sus dedos apretando con una mezcla de deseo y posesividad. En su mente, se debatía entre la necesidad de no perderla y la lucha contra ese sentimiento de celos que lo invadía: «¡Ah, no quiero que se vaya con nadie!»

