Mientras tanto, Elian y Stavros.
Los dos hombres se encontraban erguidos en la lujosa sala en silencio, con sus miradas cruzadas con la intensidad de dos halcones, evaluándose el uno al otro con ojos entrecerrados y desafiantes. Sin embargo, fue Stavros quien rompió el hielo, soltando un resoplido exasperado que hizo que hizo ondular su espeso bigote negr0, con algunas pequeñas canas.
Se rascó la nuca en un gesto instintivo que denotaba frustración. Muy en el fondo aquella explicación de Elian le tocó el corazón y también lo quería mucho, pero nunca se lo demostraba, porque él al contrario de Elian era un poco más duro para mostrar afecto. Entonces, hablando en su griego natal, moduló las palabras con voz grave, mostrando su empatía con Elian lo mejor que pudo:
—No te voy a cobrar la e
