13
“Un hombre lobo”
Eva podía sentir como las plantas de sus manos le hacían cosquillas.
Sus rodillas débiles tambalearon por un instante al notar la mirada salvaje de Sebastián. El hombre desnudo la observó de pies a cabeza antes de gruñir, y correr hacia ella.
—¿Qué haces aquí? ¡Joder! ¡Joder!
Sintió morirse cuando su pene se endureció aún más.
—¿Qué eres?
Preguntó de nuevo, los ojos dorados de su vecino llamaban demasiado su atención, como pudo, y todavía con temor, dio un paso hacia él. Sin dudar ni una sola vez posó su mano contra su mejilla, provocando que sus lunares de nacimiento brillaran por el contacto que habían ejercido.
Evie se asustó por el brillo, corriendo atemorizada hacia la entrada de aquella caliente habitación, se sentía demasiado mareada, y algo excitada como para seguir preguntando cosas que de seguro la terminarían de meter en más problemas.
—Crees que soy una bestia, ¿Verdad?
Las cejas de la chiquilla se elevaron, porque realmente muchas cosas habían pasado dentro de su cabeza, menos, que Sebastián fuera un monstruo o un animal.
—Se ve hermoso… Tus ojos se ven hermosos…
Los hombros del Alfa subían y bajaban rápidamente, su respiración estaba tan agitada que presentía que en cualquier instante se quedaría sin aire; sus manos temblaban porque ya no podía contener por más tiempo el celo. Había pasado los últimos años de su vida aplacando esta dolorosa sensación con aquellas pastillas que su familia había formulado para contener los deseos sexuales de los Alfa que aun no tenían a su mate consigo.
Sin embargo, como Sebastián se negaba a aceptar a Eva como su pareja, tomarse el medicamento era la mejor opción antes de tener a una humana como su esposa.
—¿Por qué viniste a Sunny Village? No… —Ella sonrió, quizás encontrando la pregunta perfecta—, ¿Por qué estás aquí por mí?
El pelinegro levantó la cabeza, se hallaba arrodillado en medio de la habitación, entretanto su polla apuntaba dolorosamente hacia su entrometida vecina.
—Te dije que eres mía.
Ella bufó.
—¿Me estás jodiendo? ¡¿No te has dado cuenta que me miras con asco?
—Eres una humana…
Su estomago rugió, si ella era una humana, ¿Entonces que era él?
—¿No eres humano?
—Mitad humano…
Un escalofrío recorrió su espina dorsal, el misterioso sujeto sonrió a un costado, ahora colocándose en pie, y caminando de nuevo hacia ella, el mentón de Eva tembló al recibir el pecho de su vecino contra el suyo, sin embargo, su enorme pene empezaba a perforar su estómago.
—¿Ahora tienes miedo?
—No.
—¿Qué?
—No tengo miedo…
—Estás temblando, puedo oler el miedo brotar de tu piel… Tú… Mierda… —Sus ojos se abrieron cuando el aroma de excitación que salía de ella lo invadió. —¿Te gusto?
Sus mejillas ardieron, y negó.
—¿Entonces…? ¿Te gusta lo que ves? ¿No te da miedo que te pueda comer?
Lo siguiente que sintió Eva fue como su espalda chocó con rudeza contra la cama de Sebastián; su diminuto cuerpo rebotó un par de veces hasta que su vecino la atrajo hacia él. El enorme hombre quedó encima de ella, para luego rasgar la polera que tenía puesta dejándole a la vista sus redondos pechos.
Sus miradas se cruzaron por un segundo, antes de que las feromonas del Alfa invadieran toda la casa. Los padres de Eva sonrieron al comprender que su plan había salido a la perfección al sentir por el aire el aroma del hijo de Bastián Drake.
La lengua fría y viscosa del lobo rodeó el pezón de la chiquilla, lo siguiente que hizo fue absorber con fuerza, obligándola a encorvar su espalda por todo el placer que estaba atravesando su cuerpo.
Los dedos bastos del pelinegro tiraron de su cabello con algo de fuerza sin despegarse de una de sus tetas. El sabor era demasiado exquisito, y podía jurar que nunca en su vida había probado a alguien tan deliciosa como ella.
De repente, le arrancó el pantalón, permitiéndole verla únicamente en bragas.
El Alfa se aleja un poco de ella para poder observarla con cuidado, una sonrisa brotaba de sus labios porque Eva era mucho más de lo que imaginaba. Su delgado cuerpo, sus tetas bien formadas, y ni hablar de sus preciosas caderas. Su lengua dejó un fino rastro de saliva contra sus carnosos labios, antes de separar las piernas de su vecina, y masturbarse con sus muslos internos.
—¿Te parece bien esto?
Preguntó, mientras que los muslos internos de la chica de ojos azules hacían fricción contra su v***a. Eva suspiró hondo antes de cruzar sus pies a tal punto de succionar el m*****o del hombre lobo. La punta de su polla rozaba su clítoris dándole una sensación que nunca en su vida había probado.
—Ah… Ah… Tsk… Tsk…
Brotó de la garganta de la chiquilla.
—Oh… Oh…
Soltó el misterioso hombre agitando su pene con mayor fuerza, sus caderas se movían con velocidad quizás sintiendo un orgasmo asomarse con fuerza.
—Puedo oler tu virginidad, Eva…
Masculló, al chorrearse encima de ella.
—Yo…
Sus ojos se abrieron una vez Sebastián besó sus labios, el beso era demasiado salvaje y sucio. Algo dentro de ella explotó al notar las intenciones del pelinegro.
—¿Qué vas a hacer?
Indagó, al notar su cara contra su coño húmedo.
—Haré que te corras en mi boca.
Aquellas palabras resonaron en su cabeza. La lengua resbalosa de su vecino acarició suavemente los labios internos de su v****a, entretanto sus manos tomaban con posesividad sus deliciosos muslos.
La espalda de Eva se encorvó, sus ojos se tornaron blancos al sentir un placer incalculable; sus manos penetraron el cuero cabelludo de Sebastián, para luego levantar la cabeza para ver a su vecino comerse su coño. El aire estaba lleno de ese perfume de flores, y tierra mojada que salía de la piel de su lunático vecino.
—Ah… Ah…
Todo dentro de ella quería explotar.
El olor a feromonas era más intenso, un sinfín de cosquilleos se apoderaron de ella, sus tetas firmes y duras la hacían percatarse que algo no estaba bien, algo quería salirse sin permiso de su interior.
—¿Te gusta?
La pregunta de Sebas la tomó por sorpresa.
—¿Qué?
—Creo que te gusta…
Eva sintió como su lengua penetró su interior.
—Espera… Espera… Yo creo que necesito ir al baño… Creo que me voy a orinar…
Él solo sonrió, tomó con mayor fuerza sus caderas, mientras que una de sus manos tocaba los pechos de la chiquilla.
—Basta… Espera… Espera…
Un frío recorrió su espina dorsal al sentir como una descarga se produjo en su coño. El rostro de Eva se ruborizó una vez el liquidó que salió de ella humedeció toda la cama, y sus nalgas.
—¿Me oriné?
Dijo, ocultando su rostro con una almohada.
—Realmente no…
El pelinegro besó uno de sus pies.
—¿Entonces?
—Te acabo de dar tu primer orgasmo…
La almohada cayó a un costado.
—¿Me dirás que eres?
Él lo dudó, pero, terminó asintiendo.
—Desde la antigüedad hemos existido en el mundo… Humanos mitad lobo, mitad hombre….
—¡¿Qué?!
Él sonrió, su reacción se le hizo demasiado inocente.
—Soy un Alfa, Eva.
Sus ojos eran negros de nuevo.
—¿Qué es un Alfa?
—Los hombres lobo se clasifican en tres partes: Alfa, Beta, y omega…
—Oh… ¿Y tú que eres?
Ella sentía demasiada curiosidad ahora, había escuchado durante años que Sunny Village era un pueblo lleno de misterio. Las historias sobre brujas, fantasmas, y bestias salvajes eran algo común para Eva, aunque jamás se imaginó que aquellos cuentos de abuelos terminarían siendo realidad.
—Soy un Alfa, un alfa es el más fuerte de la manda.
—¿Y tu hermano?
—Es un Alfa también.
—Entonces, ¿Qué papel juego yo en la vida de un Alfa?
Se quedó callado por un momento, pero, sabía que ya era hora de revelar la verdad.
—Tu papel es ser mi mujer.
Eva se cayó de golpe al suelo.
—¡No!
—¿Me estás rechazado? ¡¿Una humana me está rechazando?!
Sus ojos se volvieron dorados de nuevo.
—¡¿Qué quieres que haga?! ¡Me acabo de enterar que mi vecino es un hombre lobo! ¡Espera! ¡Tú! ¡Tú me salvaste de Emiliano y Alec! ¿Verdad?
—Tenía que proteger a mi mate.
El estómago de ella rugió.
Así que el enorme perro n***o era en realidad Sebastián tratando de salvarle la vida.
—Pero…
Susurró él de la nada.
—¿Pero?
—Es un insulto para mí ser el único Alfa con una mate humana…
—Así que eso era… Por eso siempre me trataste mal, aunque tu naturaleza te obligaba a cuidarme… Tranquilo, yo tampoco quiero ser la mujer de un estúpido como tú.
Eva tomó su ropa, y se vistió lo más rápido que pudo, ignorando que había dejado los zapatos en la habitación de Sebastián. Podía sentir la presencia del hombre detrás de ella, pero, apenas salió de la casa se detuvo bruscamente al notar como siete hombres, vestidos de traje de dos piezas en color n***o custodiaban la casa del Alfa Drake.
—Señor…
Uno de ellos dijo, al ver a Sebastián salir de la casa.
—Eva, espera, vamos a hablar…
Un golpe en seco contra su cara lo dejó en silencio.
—¡Eres un hijo de perra!
—Tenemos que hablar sobre nuestro vinculo.
—¡¿Cuál vinculo?! ¡¿No acabas de decir que tener a una mate humana es una ofensa para un Alfa como tú?! ¡Sabes qué! ¡Extraño mi vida antes de conocerte! ¡Extraño mi vida antes de saber que Sunny Village está llena de vampiros, y hombres lobo!
Sus brazos se cruzaron, para luego caminar hacia su casa.
—¡No puedes dejarme!
—¿Por qué no? ¿No fuiste tú el que me rechazó primero?
Eva tembló al ver la presencia de Orlok y Killian a unos cuantos pasos de ella.
—Sí me dejas, voy a morir.
—¿Morir? ¡No me importa si mueres, Sebastián Drake! ¡No quiero volver a saber más nunca sobre ti! ¡Yo! ¡Yo…! ¡Rechazo ser tu mate!