Capítulo 3

1826 Words
La semana pasó rápido, más de lo que quisiera, hoy viernes tengo la reunión con la empresa automotriz, después de todo Brawn no desistió de sus planes, ya tengo hasta gastritis de los nervios, toda la semana he ensayado lo que voy a decir, tengo ordenado a la exageración lo que voy a presentar. Aún así tengo miedo de que le pongan un pero a algo y más porque según esto, estará el presidente de la compañía, no lo conozco en persona, porque jamás fue necesario un trato directo con él, pero me han advertido que es un ogro. Cómo sea, no se diga más hoy voy al matadero. Lo que me quita un poco de estrés, es pensar que por la noche celebraré el cumpleaños de mi mejor amigo y el imaginar que usaré para está noche me ayuda a relajarme, bueno, ni mucho que digamos ya que no tengo idea de que usar. Estoy jodida. Al pesado, pervertido de mi jefe lo he visto muy poco esta semana y después de la bofetada que le di, todo lo trato con su secretaria y si nos llegamos a encontrar simplemente me esquiva, él es una maldita gallina, le falta hombría, para hacerse responsable de sus actos. Por otro lado que tal y está preparando mi carta de renuncia, ¡OMG!..., na, eso no puede pasar, no es por nada pero soy lo mejor que tiene en esta empresa. Ay ya está bien, quizás exagero, pero no tiene nada de malo que de vez en cuando me haga un elogio. Después de bañarme, me visto adecuado para la junta, agarró mi cabello en una coleta alta y pongo solo un poco de maquillaje, el tiempo pasa rápido y si no me apuro llegaré tarde y con el humor que trae el jefecito en estos días ahora si me corre. No entiendo cómo es que siempre se me hace tarde. Voy manejando hecha la madre pero con precaución, cuando de pronto cambia el semáforo y tengo que frenar en seco, solo escucho el rechinar de las llantas, en ese mismo instante un golpe en la parte trasera del coche me sacude un poco. ¡Que suerte la mía!. Golpeó la frente en el volante en repetidas ocasiones, para poder perder la conciencia y tener una mejor excusa ya que ahora que sí voy a llegar tarde. —¡Mierda! lo que me faltaba. —ya no se si llorar o reír de todas mis desgracias, observó por el retrovisor que el piloto abre la puerta para bajar del auto y yo hago lo mismo. Ahora lo que sigue parece sacado de una pésima película de comedia barata. Pero igual no deja de impresionarme. Estoy que no me la creo..., es enserio, otra vez este imbécil, el mismo sujeto de la cafetería y creo que él también me ha conocido, camina con mucha decisión hacía a mí, al quitarse sus lentes obscuros pareciera que está en una pasarela, el sol es un reflector iluminando su rostro y un viento que no se de donde demonios salió, alborota su perfecto peinado, se ve encantador. Se detiene a una distancia muy corta, dejando apreciar con detalle sus encantadores ojos azules, que a pesar de casi echar fuego hacen resaltar su porte, sensualidad, su perfecto rostro tallado por los mismísimos ángeles, se nota que sus padres lo hicieron con mucho amor. Las cosas que me pongo a pensar en lugar de salir corriendo lo más rápido posible de aquí, antes de que este hombre me mate con esa mirada que derrite a cualquiera. Oh sí quisiera derretirme con él. "Yessica"—tú cállate que no me encuentro un hombre así todos los días. Reprendo a mi conciencia para luego entrar en cordura y poder hablar. —Que tenemos aquí, nada más y nada menos que el señor arrogante, que por cierto, acaba de chocar mi auto —me mofo sonriendo, levantando una ceja, sé que no debí haber abierto mi bocota de ésa manera pero fue inevitable no hacerlo, de alguna manera tenía que esfumar mis pensamientos libidinosos. —Tú —me señala con el dedo índice que casi toca mi pecho y con una voz que me dice que está más que encabronado —Eres una chiquilla irreverente y en estos momentos no estoy para tus groserías, eres la culpable de que esto sucediera. —sé que tiene un poquito, pero sólo un poquito la razón, pero por otro lado no se la voy a dar. Él esta rojo del coraje y si estuviéramos en alguna caricatura, ya estaría sacando humo por la cabeza, es gracioso imaginarlo, ok no. Su mirada asesina se fija sobre la mía sin parpadear un poco. —Soy una persona de mucho prestigio y en estos momentos debería estar iniciando una reunión muy importante y no a aquí... Contigo. Desvío la mirada y ladeo hacía la izquierda la cabeza para mirar detrás de él y corroborar que no está solo alardeando, pues por el auto que trae si le creo que sea un empresario con mucho dinero, ¿pero eso que?, quizás yo no tengo millones en la cuenta bancaria, pero también soy importante y tengo muchas cosas que hacer, mí intención no es ponerme a jugar a los carritos chocones. Cuando voy responder, mi mente comienza a trabajar en lo que tenía que hacer esta mañana, pero..., por que me tuve que distraer ya debería estar en la junta, ¡oh! sí.... ya recuerdo esos ojos azules fueron mi distracción. "Yessica concéntrate si no quieres ser despedida, segunda llamada." Esa fue mi subconsciente que no me quiere verme sin trabajo y pasando hambres. Él sigue bla, bla, bla, y más bla, pero no presto atención y mucho menos entiendo lo que dice, se parece a mi papá regañándome por algo que hice mal, busco en el auto mí teléfono y comienzo a llamar a mí ajustador, me importa muy poco si piensa que lo ignoro pero en estos momentos mi prioridad y preocupación es otra. Tengo que llegar a la maldita junta. Termino la llamada y tomo todas mis cosas del auto. —No tengo tiempo de discutir, si dices que yo tengo la culpa, la tengo y pagare por ello. —le digo al mismo tiempo que subo a un taxi que pasa casual por aquí. —Mi ajustador estará aquí en cinco minutos. —en una papel le anoto mi número de teléfono y se lo entrego. —Toma no estoy huyendo pero tengo mucha prisa. —no me da tiempo siquiera de ver su reacción, de inmediato le digo al taxista a donde llevarme. Llego a la recepción del enorme edificio, mi ritmo cardíaco está a mil por hora, llevo más de quince minutos de retraso, estoy segura que la junta ya comenzó y yo perdiendo el tiempo como si pudiera darme ése tipo de privilegios. La recepcionista joven y muy amable me hace saber que la sala de juntas esta en el penúltimo piso, ruedo ligeramente los ojos siempre me he cuestionado el por qué las salas de juntas siempre están muchos pisos arriba, deberían estar en la planta baja, para facilitar las cosas a los que llegan tarde como yo. Recibo el gafete que me entrega de visitante, continúo, la espera del elevador se me hace eterna. Cuando por fin llegó al piso indicado, al abrirse las puertas, otra señorita con una minifalda que casi muestra su más obscuro secreto, y que por su cara ya no es ni tan secreto, de una manera despreciativa y altanera me lleva a la sala indicándome mi lugar. Y esta teibolera, nalgas de payaso que se está creyendo, si yo no tuviera mucha prisa por entrar a esa maldita sala, de un solo jalón le quitaría esas extensiones baratas que trae colgando, para que sé enseñe a ser amable con la gente. Sin prestarle interés sencillamente entro. Es un gran alivio notar que la junta no ha iniciado, vaya algo bueno por fin. —Tuviste suerte de llegar antes que el Sr Collins, odia la impuntualidad —menciona un joven moreno muy atractivo que se encuentra sentado a un lado, me muestra una sonrisa seductora, guiñando coquetamente, yo solo sonrió y carraspeo mi garganta, no vine a ligar, sin seguir su juego comienzo a buscar una manzana y chocolate en mi bolsa, que me disculpen pero no tuve tiempo de desayunar, muero de hambre y hay que aprovechar el tiempo, comienzo a devorar la manzana mientras prendo mi tablet. Después de terminar la manzana el hombre me observa atento mientras saboreo mi chocolate. —¿Gustas? —le extiendo la mano ofreciéndole un poco, el solo niega y vuelve su atención a sus papeles que acaso nunca ha visto a una mujer comer chocolate. Simplemente lo ignoro. Momentos después la Secretaría (esa que tiene nalgas de payaso e incluso se maquilla igual.) nos informa que el Sr Collins está por llegar, aprovecho el tiempo para revisar detalles, repasar mentalmente lo ensayado. Minutos mas tarde se abre la puerta de la sala, de inmediato todos se levantan de su asiento como si se tratara del presidente de E.U.A. en persona, hago lo mismo que todos poniéndome de pie pero sin levantar la vista, estoy terminando de guardar unos cambios en mi tableta. —Buenos días —Esa voz masculina retumba en mis oídos haciendo un eco en mí cerebro. No por favor que sea una alucinación de mi cabeza y si me quedé dormida, que alguien me pellizque para despertar. Levantó la mirada y ahí esta la peor de mis pesadillas hecha realidad, totalmente serio, con el ceño fruncido y furioso, creo que después de todo sí será mi final. Solo pido que en lugar de flores, arrojen chocolates sobre mi tumba y dentro de ella dejen muchos botes de Nutella. Ahora mismo me estoy imaginando en el paraíso, pero de qué serviría si no los voy a poder probar. Creo que comenzaré a llorar. Estaría mejor que la tierra me trague y me escupa lejos de aquí, no me importa el destino pero que sea muy lejos donde nadie me encuentre, bueno de preferencia que sea en una isla exótica dónde haya hombres guapos y de buen cuerpo, como él, ¡Ay no! ya me lo imaginé siguiéndome los pasos hasta allá. Mientras tanto lo sigo mirando estupefacta, todo mí cuerpo comienza a tensarse y mis manos sudan de nervios, estoy apunto de un colapso nervioso o un infarto, no sé que pueda suceder primero y no es drama. En un intento por desaparecer, trato de esconderme cubriendo mi rostro con la tablet sé que es algo sin sentido, pero que más hacer, solo así puedo esconder la "L" de loser, que tengo en la frente, ¡Por Dios!, quién iba a imaginar que ese hombre y el presidente de esta empresa fueran el mismo. Mi día será titulado lloviendo sobre mojado.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD